Aromas de mi hija.
—Entonces eres un cerdito … pero muéstrame que tanto … si te dijera que pongas la mano ahí abajo mientras meo ¿eso no te daría asco? ….
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—Entonces eres un cerdito … pero muéstrame que tanto … si te dijera que pongas la mano ahí abajo mientras meo ¿eso no te daría asco? ….
—¡Cabrón! … ¡Eres un maldito cabrón! … ¡Culéame y hazme gritar como lo hiciste con mamá! … ¡Eres un pervertido réprobo! … ¡Fóllame cabrón! … ¡Hazlo más fuerte! ….
Entonces le pedí que se desvistiera, cuando vi lo que me hijo tenía en medio a sus piernas, se me secó la boca y se me mojó el coño, mi respiración se aceleró. .
Olas y olas de delicioso placer incestuoso, comenzaban a incrementarse en un bestial tsunami de lujuria. Quería correrme..
—Tómame … Entra en mí, que no resisto más el deseo de tenerte dentro de mí … Entra en el vientre de tú madre … Fóllame, hijo … Quiero sentirte hasta el fondo y que me llenes con tú lechita ….
Lo sentí acomodarse entre mis piernas, su vergota gigante separó mis labios mayores, su boca se posó sobre mi boca y su lengua empujó y buscó mi lengua, luego sucedió. .
Sentía mi coño vacío y sin lugar a duda prefería la sensación de plenitud que me brindaba Scotty cuando penetraba mi coño y colmaba todos los vericuetos de mi concha.
Sentada en una tumbona estaba una señora de unos cuarenta años, vestía solo la parte de debajo de un pequeñísimo bikini.
Me alejé un poco de él, estaba a punto de correrme y quería solo qué el momento se hiciese más prolongado, también la verga rojiza de él parecía más dura y grande que antes, quizás también esté a punto de correrse, pensé..
—Ni pienses en correrte ahorita … me estás haciendo sentir tu gordo y caliente pene y se siente delicioso … quiero correrme junto a ti … no te apresures ….
