Calista.
—¡Oh!, papi … te siento … dámela, papi … báñame con tu lechita … lléname toda, papi … ¡Oh!, me siento morir, papa … cógeme más fuerte … cógeme, papi … cógeme … asiii … ssssiiii ….
Este autor aún no ha escrito su biografía.
But we are proud to say that Juan Alberto contributed 333 entries already.
—¡Oh!, papi … te siento … dámela, papi … báñame con tu lechita … lléname toda, papi … ¡Oh!, me siento morir, papa … cógeme más fuerte … cógeme, papi … cógeme … asiii … ssssiiii ….
Pausadamente se acomodó entre mis piernas y me lamió de arriba abajo, deteniéndose por segundos sobre mi clítoris. Se había convertido en una hábil chupa coños y me hacía disfrutar como nunca. Después de hacerme alcanzar un bellísimo orgasmo, se arrimó a mí oreja a susurrarme:.
Bianca respira profundamente, esta recuperando el control sobre si misma, su orgasmo la ha tomado por sorpresa e inconscientemente ha echado su cuerpo hacia atrás, haciendo que mi verga escape fuera de su cálido coñito. .
Jamás había tenido tantos orgasmos seguidos, era como una muñeca en los brazos de papá, su verga se deslizaba dentro de mi coño maravillosamente.
Nos amamos hasta que mis cabellos eran una maraña y mi cuerpo y el de él sudaban por todos los poros. Mi hijo a un cierto punto se detuvo y fue al baño y volvió con una loción aceitosa, un lubricante. Inmediatamente supe lo que él quería..
En un momento me agarró la cabeza y la sostuvo en su coñito velludo, color fuego, comenzó a frotarlo en mi cara de un lado a otro, mi verga parecía querer estallar de un momento a otro, sentí unos chorritos saliendo de la profundidad de su panocha, su coño estaba totalmente brilloso y empapado..
Estábamos envueltos en una ola de pasión abrumadora, la marea incestuosa nos arrastraba por un nuevo derrotero que nos abría nuevas rutas y caminos, estaba animando a mi hijo diciéndole cuanto lo amaba, ya no nos podíamos detener ni tampoco quería hacerlo.
Su clítoris había crecido al tamaño de un guisante y desafiaba mi lengua estoicamente, gemidos y quejidos emitía su boca que se contorcía lascivamente. Mi pene me llegaba a doler de lo duro que estaba. Coloqué mi abultado y amoratado glande a la entrada de su concha..
Una vez más ella hace todo, parece que le gusta más que por el coño, parece una loca, sus tetas bailan salvajemente arriba y abajo frente a mi cara. Agarro ambas tetas de los pezones, ahora comienzo como si mis bolas hirvieran, me aferro de sus caderas y comienzo a follar con fuerza a mi […]
Mi entrepierna era una poza de fluidos que no cesaban de escurrir de mi panocha. Monté su muslo a horcajadas y comencé a balancearme arriba y abajo, mis gruesos labios mayores restregaban su musculosa pierna, me contorsionaba y retorcía en su extremidad.