En algún lugar cerca de Iquique – Octava parte.
Lánguidos suspiros y lascivos gemidos escapaban de la boca de Sonya que casi bramaba de lujuria bajo mis embistes a sus posaderas.
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Lánguidos suspiros y lascivos gemidos escapaban de la boca de Sonya que casi bramaba de lujuria bajo mis embistes a sus posaderas.
Me acosté con la cabeza sobre su vientre y miré extasiada el flujo de esperma que continuaba a salir de su miembro semi flácido.
Acaricié mi clítoris y me corrí un par de veces más. Por suerte Rony restaba calmo y no me arrastró con él. Me quedé con su verga incrustada en mi panocha por cerca de veinte minutos.
Miré su coño y todavía escurría semen de perro en un hilito líquido sin fin, ella metió sus dedos en su concha y luego los saboreo mirándome sicalípticamente, se levantó se puso su bikini, camino hacía mí.
Mi orgasmo gigantesco y arrollador comenzó cuando su semen comenzó a llenar mi matriz, oleadas calientes de esperma llenaron todos mis recovecos, alargaron todos mis pliegues vaginales e hicieron crecer mi pancita. .
Me bajé de él y sentí escurrir su zumo fuera de mi coño maternal. Me recosté a su lado y una mancha comenzó a humedecer la sabana, pero no me importaba nada, mi bebé estaba a mi lado feliz, tranquilo y saciado. .
Después de algunos minutos, mi hijo comenzó a gemir y sus embates era mucho más acertados, con la fuerza y la profundidad adecuadas, mi hijo me estaba follando de maravillas, fue en ese momento que sus jadeos se hicieron más intensos.
—¡Oye! … ¿Qué te pasa? … ¿Quieres que yo te folle a ti? … Me parece que te estás haciendo el remolón … ¿No debe ser el hombre el que debe follar a la mujer? ….
Me parecía simplemente maravilloso que un chico adolescente me hubiese hecho sentir de este modo, su pija se encogió lentamente hasta que salió de mi conchita. .
Me sentía exhausta, pero mi cuerpo se había sosegado, lamí mis labios mirando la enrojecida verga de Jacky, pensé a su sabor, su consistencia, pero no me atreví a mamarlo, quizás una próxima.
