«El Manguera».
—¡Chico! … si no encuentras novia, puedes venir a coger con tu tía todas las veces que quieras … ahora debemos vestirnos porque puede regresar la Cote … en tanto yo iré a la cocina a prepararte un juguito … ¡Vamos! … ¡Apúrate! ….
Este autor aún no ha escrito su biografía.
But we are proud to say that Juan Alberto contributed 339 entries already.
—¡Chico! … si no encuentras novia, puedes venir a coger con tu tía todas las veces que quieras … ahora debemos vestirnos porque puede regresar la Cote … en tanto yo iré a la cocina a prepararte un juguito … ¡Vamos! … ¡Apúrate! ….
Nunca había disfrutado tanto en vida mía, estaba tan mojada que me ruboricé al ver sus pantalones empapados en mis líquidos y flujos, rogaba porque este fuera nuestro presente, pasado y futuro.
Te alzas y yo me arrodillo a chupar tu verga, uno de mis dedos se insinúa en tu trasero, siento la contracción de tus glúteos, has tirado la bata sobre el piso y buscar arrodillarte, me miras con unos ojos suplicantes, quieres algo que nunca has teni.
Lo sentí entrar y se fue directamente a cepillarse los dientes, yo fingía detrás del vidrio borroso de enjabonar mis tetas y muslos, él me daba la espalda, pero no sé si me miraba a través del espejo.
Yo sabía que Leandro le acariciaba la conchita a Emma y ella se quedaba muy tranquila, me preguntaba si así tan pequeña lograba sentir alguna excitación al sentir su diminuto clítoris sobajeado con dedos y esponja.
No me quedo otra opción que permanecer en cuatro patas sintiendo su nudo, su esperma y disfrutando los continuos orgasmos que me procuraba, mi guatita estaba hinchada de polla y semen.
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … —¡Mírala! … la has dejado toda bañada … mira este coño pequeño … ¿Te gusta? ….
—¡Papi! … ¡No digas nada! … ¡Esta noche yo seré tú mujer! … ¡Tú anda a ducharte y yo te espero en tú cama! … ¡Anda, papi! … .
Me puso una almohada bajo mi vientre, sus dedos entraban y salían de mi culito, me abrió las piernas y lo sentí ubicarse entre ellas, después dirigió su pene enhiesto a mí orificio anal.
No pude evitar el chillido cuando su bola resbaló dentro de mí y sus garras me apresaron con fuerza tirando de mis caderas haciéndome sentir todo su poder y fuerza sobre mí, dominándome por completo.