II – Don Leandro.
Yo sabía que Leandro le acariciaba la conchita a Emma y ella se quedaba muy tranquila, me preguntaba si así tan pequeña lograba sentir alguna excitación al sentir su diminuto clítoris sobajeado con dedos y esponja.
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Yo sabía que Leandro le acariciaba la conchita a Emma y ella se quedaba muy tranquila, me preguntaba si así tan pequeña lograba sentir alguna excitación al sentir su diminuto clítoris sobajeado con dedos y esponja.
No me quedo otra opción que permanecer en cuatro patas sintiendo su nudo, su esperma y disfrutando los continuos orgasmos que me procuraba, mi guatita estaba hinchada de polla y semen.
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … —¡Mírala! … la has dejado toda bañada … mira este coño pequeño … ¿Te gusta? ….
—¡Papi! … ¡No digas nada! … ¡Esta noche yo seré tú mujer! … ¡Tú anda a ducharte y yo te espero en tú cama! … ¡Anda, papi! … .
Me puso una almohada bajo mi vientre, sus dedos entraban y salían de mi culito, me abrió las piernas y lo sentí ubicarse entre ellas, después dirigió su pene enhiesto a mí orificio anal.
No pude evitar el chillido cuando su bola resbaló dentro de mí y sus garras me apresaron con fuerza tirando de mis caderas haciéndome sentir todo su poder y fuerza sobre mí, dominándome por completo.
—¡Papi! … ¡Te amo! … —¡Yo también! … ¡Pero déjame que voy al baño! … —¡Está bien, papito! … ¡Pero no tardes para que lo hagamos de nuevo! … ¿Sí? ….
—¡Lo sabía, papi que lo hacías pensando en mí! … ¡Lo sé que te niegas a penetrarme, papi! … ¡Lo sé y no lo entiendo! … ¡Lo sé que también tú lo deseas, papito! … ¡Dime que te gustaría meterme tu verga, papi! … ¡Dímelo! … ¡Quiero escucharlo, papi! … ¡.
Sujeté a mi hija mientras se derrumbaba sobre el sofá y continuaba a convulsionar, sus ojos estaban cerrados al igual que sus muslos, tenía un brazo sobre su frente y su mano estaba todavía crispada.
La Sole follaba mi boca totalmente fuera de control mientras corcoveaba sobre el lecho, la dejé y ella se volteó escondiendo su rostro debajo de su almohada.