-PAPU, VENÍ COMÉ CONMIGO! -gritaba el hombre cuando su hijo le servía la comida y después tardaba en regresar desde la cocina. El chico ya sabía qué significaba eso y se iba abriendo los cachetes del culo y se metía los dedos para que el bruto del pa.
Raulito entró a la casa frunciendo el culo. Había perdido un juguete en el jardín y ya sabía lo que pasaba cuando llevaba juguetes y los terminaba perdiendo..
A los 7 tenía el agujero tan grande que no hacía falta dilatarme para que me culiaran. Vivía con mi padre, mi hermano mayor y mi abuelo y los tres se encargaban diariamente de que no se me cerrara nunca el ojete..