El Padre Gumersindo (2)
El cura nos enseña que no debemos espiar.
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El cura nos enseña que no debemos espiar.
El Padre Gumersindo era el cura de mi parroquia desde yo que recuerdo.
Elsa trajo vasos con hielos en una bandeja de plata. Me llamó la atención la botella de whisky porque no reconocí la marca, “¡Tomatin Legacy…!” Bramó Don Jesús sobradamente satisfecho por la elección de su nuera. Enrique me comentó que era un de los mejores whiskies del mundo. Me extrañó ya que Enri.
En ese momento, Elsa se me abrazó al cuelo y empezó a besarme. Sin duda ella estaba bien dotada de pecho, con unas aureolas generosas y rosadas que contrastaban con su blanca piel. Lentamente mientras nos besábamos, ella bajo sus brazos para agarrar lo míos y depositarlos en aquellas grandes tetas n.
El abuelo entra en acción.
La admiración por un casado maduro gordo.
Un maduro gordo cincuentón casado me vuelve adicta su potencia sexual.
Hay cosas que por mucho que se practiquen no se llegan a dominar.
El Catedrático es un semental.
No importa quién fue mi padre, lo importante es quién recuerdo yo quien fuese.