Francisco
Sabina II.
– Ustedes que se demoran, siempre lo mismo. Porqué no vamos a la casa primero y después conversan todo lo que quieran? – Sabina estaba indignada.
– La próxima vez me voy a ir sola, voy a salir de clases y me voy a ir –
Estaba furiosa, iba caminando sola adelante. Me apuré, la alcancé y la abrace por el hombro, ella me abrazó por la cintura.
– Te prometo que nunca más vas a tener que esperar más de lo necesario – le dije dándole un beso el su cabeza.
– No prometas algo que no estás seguro de cumplir –
– Sólo sería en un caso extremo –
Llegamos caminado a la esquina de siempre y nos despedimos con un beso en los labios. Era la primera vez que nos besábamos en la boca, en la calle.
Al otro día, durante el primer recreo me preguntó:
– Porqué me besaste en la boca ayer? – mirando a mis ojos.
– No sé, fue algo que me nació del corazón –
– Una compañera nos vió me preguntó si andábamos o algo así –
– Dile que somos novios –
– Quieres que seamos novios? –
La miré a su ojos profundos y tiernos, le tomé una mano y le dije:
– Sabina, quieres ser mi novia? –
Soltó mi mano y me abrazó.
– Si. Ahora le puedo decir a mis compañeras que somos novios –
Me soltó y se fué, caminó tres pasos se volvió y me tiró un beso.
Me sentí bien, no había nada que esconder.
Después de la clase de gimnasia le dije a Eduardo que nos bañariamos de los primeros.
– Porqué? – preguntó sorprendido.
– Le prometí a Sabina que no la haríamos esperar –
– Y nosotros ? –
– Lo de nosotros cuando se pueda –
– Si quieres vamos a dejar a Sabina y vamos a mi casa –
– Si, claro, te necesito –
Caminamos de la mano con Sabina hasta la esquina, se detuvo y se volvió hacía a mí para despedirse con un beso.
Le dije que la íbamos a dejar a la casa porque Eduardo y Yo teníamos un trabajo que hacer en mi casa.
– Y porqué no puedo ir Yo? –
– No le avisamos a la mamá – intervino Eduardo.
– Y cuando le vas a avisar? Cuando lleguemos a la casa? – le preguntó.
– Bueno, yo también le voy a pedir permiso. O no puedo ir a tu casa? – mirándome fijamente.
– Si, claro que sí, puedes ir cuando tú quieras – dije. – Lo que es más, me gustaría que el sábado fueras a tomar once a mi casa. Me gustaría que mis papás te conocieran –
– Estás hablando en serio ? –
– Si, porqué no? Eduardo también puede venir –
– Bueno – dijo empinándose y dándome un beso en la boca me tomó de la mano y seguimos caminando. Unos pasos más adelante se volvió hacía su hermano y le dijo:
– Somos novios –
– No le contaste ? – me preguntó.
– No, perdona, es que en clases no se puede conversar y fuera de clase no tuve tiempo –
– Si no quieres que seamos novios dímelo, ya dije en el colegio y todas saben y tú no le dijiste a mi hermano? – se notaba muy molesta.
– Perdona mi amor, claro que quiero que seamos novios – la abracé y la besé.
– Y tú, tienes algo que decir? – le preguntó a su hermano.
– Estoy feliz por tí, creo que no podías haber elegido mejor – abrazándola y besándola en la boca.
– Tonto, en la calle no, si alguien me ve besándome con dos chicos, qué van a pesar? En la casa me puedes besar en la boca, en la calle no – le llamó la atención.
– A tí no te molesta que me bese en la boca? Siempre lo hace y la verdad es que no me molesta, pero si a ti te molesta…
– No para nada, me gusta ver que dos hermanos se besen en la boca – la respondí.
– Si hubieses sido hermana mía, tu hubiera llenado de besos –
– Pero igual lo puedes hacer ahora –
– Ahora? Aquí? –
– Ahora que somos novios, en mi casa o la tuya –
La abracé y la besé con más ganas.
– Ya! Vámonos – dijo Eduardo.
Caminamos hasta su casa y la dejé en la puerta.
– Espera que voy a pedir permiso –
– No, mi mamá no me dió permiso, sólo a mí hermano – dijo con cara de pena.
– Otro día será –
– Si, otro día –
No pudimos despedirnos con un beso. Nos fuimos caminando hasta mi casa, llegamos al segundo piso, nos desnudamos y comenzamos a acariciarnos, masturbarnos y chuparnos mutuamente.
Después se acostó de gusta en la cama y lo monté. Me afirmaba de sus hombros y lo penetraba profundamente.
Cuándo sentí que estaba por acabar le dije que se diera vuelta y me senté en él y seguí cabalgando hasta que acabó.
– Ah, que rico, acabaste ? –
– No, pero me alegra que te haya gustado – mientras su mano me lo acariciaba.
– Oye, la Sabina es mi novia y ella tiene prioridad, entendiste?
– Si, si entendí y lo que le dije de tí también es cierto –
Todavía sentado sobre él, me agaché y le dí un beso en los labios.
– Lo de los besos no me molesta se que son una muestra de cariño –
– Y si un día hacemos el amor? Te molestaría? –
– No, si ella quiere o lo necesita, quién mejor que tú, ya que yo no voy a estar –
– Que bueno que pienses así, porque muchas veces he estado tentado de cogérmela –
– Bueno, si ella te deja no puedo hacer nada contra éso –
– Tengo que ir al baño – le dije levantándome y viendo salir su miembro y caer sobre su pelvis.
En el baño nos duchamos nos secamos y nos fuimos a la cama de nuevo.
Seguimos conversando de Sabina, lo linda que era , lo rica, lo inteligente, lo perspicaz…
Y mientras hablábamos de ella nos masturbábamos mutuamente.
– Te gustaría que nos la cogieramos los dos al mismo tiempo? –
– No sé, habría que preguntarle a ella – le dije
– Pero suponte que dijera que sí, qué te gustaría más, adelante o atrás? –
– Adelante –
– Yo atrás, mu gusta el potito que tiene, a tí no? –
– Si, tiene un lindo potito –
– Como el mío –
– Tienes un lindo potito y me gusta, pero el de ella es más lindo –
– Mientras tienes que conformarte con el mío – dijo y subiéndose encima mío, tomó mi pene y se sentó en él.
– Te gusta? – no sé porqué pregunto lo mismo si ya sé la respuesta.
– Si, está delicioso, me llega al alma – sentándose y parándose lentamente.
– Te acuerdas de la conversación que teníamos pendiente? –
– Cuál, no me acuerdo – me dijo afirmando sus manos en me pecho mientras subía y bajaba.
– Me preguntaste éramos gay, no te acuerdas? –
– Ah, si me acuerdo. Lo somos? –
– Qué crees tú? – le pregunté
La conversación me ponía más caliente y a él también.
– No sé, pero me gusta que me cojas, me gusta sentirte a adentro así como ahora, aaaahh! qué rico –
– Dime, quién más del colegio o un amigo te gusta? –
Se quedó quieto, sentado sobre mí.
– Porqué me preguntas éso? Tu sabes que el único eres tú, no me interesa nadie más. Contigo sentí algo especial desde el primer día que te vi –
– Entonces no eres gay. Una cosa es que te guste el sexo y otra que te gusten los hombres –
– El único hombre que me gusta eres tú y me gustaste desde chico. En las duchas te miraba desnudo, todos estábamos desnudos, pero ninguno me interesaba, sólo tú. –
A mí me pasó algo parecido con Fran, con la diferencia que yo me sentía mujer con él.
– Te gusta ponerte ropa de mujer? – le pregunté.
– Lo vestidos de la Sabina son muy chicos y los de mi mamá son muy grandes, pero sí, un tiempo lo pensé.
Aceves el sube y baja era más lento y a veces más rápido.
– Me gusta la conversación y me gusta sentir como entras y sales.
Durante toda la conversación mi mano subís y bajaba por su duró miembro.
– Sabes, creo que voy a acabar –
– Vamos, dale – le dije soltando su pene y tomándolo de las nalgas comencé a moverme fuerte en sentido contrario. Cuando bajaba yo subía y cuando subía y bajaba. El choque era inevitable y el impacto sonaba como un aplauso y un quejido de él y un gruñido mío rebotaban en las paredes de la habitación.
Me descargué completamente, se quedó un momento sentado encima mío, con los ojos cerrados y la barbilla sobre su pecho.
Mis manos sobre sus muslos y su pene daba los últimos estertores. Mi estómago y mi pelvis bañados en sus jugos disparados contra mí.
Después lentamente se fué acostando sobre mi pecho y se quedó quieto.
– Te amo – me susurró al oído. Lo mismo que yo hacía con Fran.
Doblé bien las rodillas y lo acomodé bien de manera que no saliera ni una gota de mi semen de su ano.
Le di u beso en la frente y le hice cariño un rato, como si fuera mi hermana. Tuve ese sentimiento con emoción.
– Me hubiera gustado que hubieras sido mi hermana – le dije pensando en mí.
– Tu hermana? Pero si soy hombre no mujer –
– Pero en momentos como éste, no te gustaría ser mi hermana? –
Levanto su cara de mi cuello y me miró.
– Soy lo que tú quieras que sea –
– No se trata de lo que yo quiera, se trata de lo que te gusta –
– Me gusta estar así contigo, tenerte como te tengo ahora –
– Pero Sabina va a ser un problema –
– Porqué sería un problema –
– Cuando sepa de nuestra relación –
– Tú crees que Sabina es tonta, que no se ha dado cuenta? Lo sabe, ella me preguntó y yo se lo dije –
– Y aún así quiere ser mi novia? –
– Porque te ama y sabe que yo también te amo, pero por ella estoy dispuesto a sacrificarme. O piensas que acaso lo del trabajo que teníamos que hacer, ella se lo tragó? No, ella sabía a qué veníamos y cuando llegue me va a preguntar cómo estuvo –
– Y le vas a contar? –
– Todo, todo, y te aconsejo que hagas lo mismo, odia las mentiras –
– Ella me dijo, soy tu hermana y si me amas, dime toda la verdad. Y se la dije. Yo pensé que no te iba a mirar más, pero fué todo lo contrario. Ahora te ama más, no la hagas sufrir –
– No, de ninguna manera. Ahora vamos a la ducha –
Estábamos estilando, desde el pecho hasta los testículos. Nos fuimos corriendo al baño. Después se vistió, lo acompañé a la puerta, antes de salir de dió un beso en la boca y se fue.
Me fui a mi cama y me puse a pensar en todo lo que había ocurrido.
– Pero hijo, estás desnudo y destapado. Te vas a resfriar – era mi mamá que no la sentí llegar.
Me levanté, la abracé, le di un beso en los labios como siempre, aunque ahora fué un poco más largo.
– Te amo mamá –
No era la primera vez que me veía desnudo. Hasta los 10 años me bañaba, me lavaba las orejas con y paño y con su mano suave me jabonaba mis genitales. Así era imposible no tener una erección.
Una vez que la abracé y puse mi pilín duro entre sus piernas, me dijo que ya podía bañarme sólo.
Me puse un boxer y bajamos a cenar, mi papá en la cocina hacía los preparativos.
Lo abracé por atrás, y lo saludé, dió vuelta la cara y nos dimos un beso.
De chico los saludaba con un beso a los dos. Aveces saludaba a mi mamá con un beso y a mi papá no.
– Y el beso del papá? – decía mi mamá. Así que le daba un beso gordo a mi papá.
Entonces les conté que tenía una novia y que se llamaba Sabina.
– Quiero conocerla – dijo mi mamá.
– La invite el sábado a tomar once –
– Qué bueno hijo, la vamos a esperar –
– Es probable que venga con el hermano – dije
– No hay problema, hijo –
Ahora faltaba ver qué pasaría el sábado.
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