Francisco
Eduardo .
Mi relación con Eduardo había sido siempre la de un compañero, desde primer año y nunca había habido algún otro tipo de relación, aparte de ser compañeros.
Todo comenzó en 6° grado en la ducha. No fue idea mía. Mi relación con Francisco era fuerte. Yo era su novia y no sentía nada parecido con Eduardo.
No me sentía mujer, Francisco sacaba toda mi parte femenina y me hacía feliz.
La confianza con Eduardo había ido subiendo de nivel y de las caricias pasamos a masturbarnos mutuamente y a tener eyaculaciones.
Con la llegada de Sabina, mi relación con Eduardo fué más intensa, especialmente después de que nos dejó solos con Sabina en su habitación.
Nunca me preguntó qué había pasado entre Sabina y yo, pero un día en las duchas del colegio, mientras nos masturbabamos me pidió que lo penetrara, quería saber qué se sentía.
Poniendo un poco de champú en mi pene y en su ano comencé a penetrarlo.
Esta idea me la había contado durante mi fiesta de cumpleaños número 13 en mi casa.
Sabiendo cómo era la primera vez lo hice con amor, besos en su espalda mientras lo masturbaba.
– Estás bien? – le pregunté cuando llegué a fondo.
– Sí, estoy bien –
– Te duele? – le pregunté
– Un poco, pero está bien –
– Te gusta? – pensando que sentía lo mismo que yo había sentido.
Asintió con la cabeza y comencé a moverme lentamente. A pesar de que ésto mismo se lo había hecho varias veces a Francisco, sentía que no era lo mismo.
Seguí con mi movimiento cada vez con más impetu, con más ganas, ganas de que él lo disfrutará como yo lo disfrutaba cuando Fran me cogía.
De pronto me dice que va a acabar, bajo un poco el ritmo y con mis manos en sus caderas lo penetraba suave, profundo y con fuerza.
Comenzó con un gemido contenido y eso me hizo descargarne completamente adentro suyo y abundantemente.
Se lo dejé un par de minutos y después se lo saqué lentamente.
Se quedó parado afirmado con las dos manos sobre los azulejos.
– Te sientes bien? – le pregunté al ver que no se movía.
Se dió vuelta y me miró a los ojos, después me abrazó. Ahí, abrazados desnudos me preguntó:
– Tu crees que soy gay? – me la susurró al oído.
– Porqué lo preguntas ? –
– Porque me gustó –
– Terminemos de ducharnos porque es tarde y Sabina está esperando –
No quería entrar en ése tema porque no quería hablar de Francisco.
– Ustedes siempre salen tarde y me hacen esperar mucho rato – dijo Sabina.
Ella me tomó de la mano y caminamos las seis cuadras hasta la esquina en dónde nos separabamos.
En mi casa y en mi cama me puse a pensar qué pasaba conmigo. Porqué tenía una distinta actitud con Francisco, con Eduardo y con Sabina.
Me gustaba hacer el amor don los tres aún cuando Eduardo no me había penetrado aún. Éso es algo que tengo que probar, pensé.
Con Sabina no era fácil estar con ella, tenía que no estar la mamá y eso era difícil.
A la clase de gimnasia siguiente, en las duchas le dije a Eduardo que ahora me penetrara él, que quería saber cómo era. Para que pensara que sería mi primera vez.
La penetración fue suave, sin ningún problema y lo sentí rico.
Francisco tenía 16 por lo que el suyo era más grande.
– Te gustó? – me preguntó Eduardo
_ Si, estuvo rico – le dije y era cierto, lo había disfrutado.
– Crees que somos gay – me preguntó.
– No, porqué lo dices ? –
– No sé, es que dicen que a los gay les gusta –
Me había echo esa misma pregunta varías veces. Pero a los gay le gustan los hombres y a mí no. Me gusta tener sexo anal, lo disfruto y eyaculo mientras me cogen. Tampoco lo hago con cualquiera, no me llama la atención.
– Qué te parece si tenemos una conversación amplia y sin esconder nada al respecto? –
– Si, estoy de acuerdo – dijo.
Ahora faltaba fijar el día y la hora. Mientras seguíamos con nuestros deberes escolares.
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