Náufrago.

Daniel un joven que busca descubrir su sexualidad tendrá que aceptarse, sin filtros..
CAPÍTULO I: LA TURBULENCIA.

Daniel es un chico de complexión alta de 1.85 c.m., tiene grandes músculos porque anteriormente iba al gym, es de pelo rizado negro, piel de color marrón claro y una sonrisa muy cautivante. A Daniel lo conozco desde hace tres años, hace dos años que iniciamos a convivir más, al principio solo lo veía como un amigo, uno el cual salíamos solo a consumir alcohol, cada vez que salía con él teníamos que ingerir bebidas alcohólicas. Jamás me sobrepasé, ni él conmigo sabiendo que yo soy bisexual.

Cuando él cumplió 19 años tuvimos una salida a un lugar de los que pagas por placer, en esa ocasión no ingerimos alcohol, él quería experimentar el placer del sexo y contrato los servicios de una chica. Recuerdo que cuando lo llevó a la habitación yo fui a escuchar detrás de la puerta. En ese momento yo ya sentía atracción por él, quería saber que ocurría en aquella habitación, el momento para mí fue muy tenso, me dolía que no fuera yo quién tuviera su primera vez, porque Daniel aún conservaba su castidad. ¡Oh! Para mi sorpresa a mi amigo no se le puso duro el pene. ¡Qué alivio! Nos fimos del lugar.

Después de dos meses que no nos vimos por un desagradable comportamiento de mi amigo, le escribí para vernos y consumir alcohol. Fuimos al campo donde nadie nos viera, yo llevaba una botella de vodka, le hice creer que ya estaba muy mareado. Bajamos de la moto y los quedamos mirando frente a frente, aunque mi mirada se desviaba por los nervios, él solo le dio dos tragos. La escena inicia.

Yo: ¿Qué hacemos?

Daniel: No lo sé.

Yo: Ya estoy muy mareado.

Daniel: Yo también.

Sabía que él no estaba mareado, sabía exactamente lo que hacía, de repente le acaricié el abdomen por debajo de la playera. ¡Oh! Él inició acariciar mi pene, hasta el grado de meter la mano dentro de mi bóxer. Lo estaba disfrutando.

Yo: ¿Qué estás haciendo?

Daniel: No sé.

Yo: ¿Me la chupas?

Daniel: Sí, tengo ganas.

Yo: Vámonos más adelante, nos pueden ver.

Llegamos a una casa en proceso de construcción y allí inició todo. Me bajó el pantalón e inició con el sexo oral, hace tiempo que no dejaba que alguien tocara mi pene y esta vez lo permití. Pensé que él me penetraría, pero la realidad fue que los dos nos follamos. No hubo palabras, solo los actos. Por fin tenía al chico que me gustaba y pude sentir su cuerpo rosando con el mío. Estaba tan emocionado porque pude saber el tamaño de su pene y tener relaciones sexuales.

Esto aquí no termina, hay mucho más y más interesante, más encuentros y desenfrenados. Hazme saber si quieres más de esta historia.