1. Crónicas de un prostituto adolescente. El gran Premio.
Él podría follarme tan fuerte y rudo como le viniera en gana, y yo no tendría derecho de quejarme. Además no habría ningún tipo de lubricante, ni siquiera una mísera gota de saliva. En el momento en que sintiera su verga saliendo de mi culo, debía darle las gracias por haberme usado e irme ..
Llevaba varios minutos parado frente a la entrada de la casa, esperaba juntar el valor para tocar a la puerta. No era un principiante en este trabajo, llevaba ya varios meses viviendo del dinero que obtenía al vender mi cuerpo para que todo tipo de hombres pudieran satisfacer sus deseos más bajos.
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Puedo decir que siempre he sido muy bueno en mi trabajo, pero esta vez las circunstancias eran distintas. Normalmente mis servicios se limitan a hacerle un oral a un hombre maduro que busca placer a escondidas de su esposa, ayudar a algún un chico virgen y retraído a sentir por primera vez el calor de un hombre en su interior o simplemente servir como juguete sexual de algún hombre en sus treintas que no tiene la habilidad para conseguir sexo de alguna forma que no fuera pagando.
El cliente de esta noche me había contactado con una petición muy especial, que sinceramente no hubiera aceptado en otras circunstancias, pero él solo quería estar conmigo durante 5 cortos minutos, y a cambio me daría el dinero equivalente a acostarme con 20 hombres distintos durante 1 hora con cada uno.
El nombre de este cliente era Joel, un hombre de escasos 25 años, su aspecto no era para nada desagradable, su cuerpo era algo más grande que el mío pero mucho más marcado.
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Para este punto ustedes deben estarse preguntando que podría haberme pedido él para tenerme tan nervioso, pues les contaré cada petición que aquel hombre me hizo cuando me contactó:
- En primer lugar, debía llegar a su casa durante la madrugada, cuando todos los vecinos de su exclusivo vecindario estuvieran dormidos ya.
- En segundo lugar, debía llevar puesta una camiseta blanca y un short azul que hiciera juego con mis ojos que, en palabras suyas, eran lo que habían llamado su atención cuando vio mi foto anunciada en el anuncio de prostitución. Además, no debía llevar ningún tipo de ropa interior puesta.
- En tercer lugar, tenía prohibido prepararme antes del encuentro. Esto implica que no podía hacerme mi tipico lavado anal para evitar accidentes, y por supuesto tampoco podía dilatarme previamente.
- En cuarto lugar, él podría follarme tan fuerte y rudo como le viniera en gana, y yo no tendría derecho de quejarme. Además no habría ningún tipo de lubricante, ni siquiera una mísera gota de saliva.
- Por último, el servicio duraría menos de 5 minutos, y terminaría justo después de que Joel depositara su semen en mi interior. En el momento en que sintiera su verga saliendo de mi culo, debía darle las gracias por haberme usado e irme inmediatamente.
Y si hice todo bien, al volver a casa podré ver en mi cuenta el generoso pago por mis servicios.
Al leer estas peticiones supe que aquel hombre tendría que estar loco. ¿Qué clase de persona paga por meter su verga en un culo sin lavar?
De cualquier forma, no hice más preguntas, el dinero que él me daría podría pagar todas mis deudas. A cambio, tan solo tendría que soportar el dolor de una brutal follada en seco, sin ningún tipo de lubricante, y la humillación de irme de vuelta a casa con el culo lleno del semen de un desconocido. (Y el riesgo de que su verga fuera lo suficientemente grande como para dejarme sin poderme mantener de pie)
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Joel abrió la puerta y pude sentir el miedo recorriéndome de arriba a abajo. Yo tengo tan solo 19 años, estoy marcado y aunque soy alto también estoy bastante delgado, así que un hombre como Joel es realmente imponente para mi.
Apenas tuve tiempo de tragar saliva, cuando una sonrisa arrogante y pervertida se extendió por todo el rostro de mi cliente de esa noche. Inmediatamente él puso sus enormes manos sobre mi cintura, que en comparación parecía diminuta, y en hábil movimiento me atrajo hacia él. Todo sucedió muy rápido, de pronto ya estaba bajo el umbral de la puerta, con mi pecho recargado sobre el marco de la misma. Podía sentir su verga completamente erecta presionando con fuerza contra mi culo, a través del short. En ese momento, me di cuenta que sería follado en plena vía pública…
Deben saber que todo lo que les contaré a partir de aquí sucedió en una sucesión muy rápidamente, ya dentro de los menos de 5 minutos que duraría mi servicio.
Joel pasó mis brazos detrás de mi espalda, frente a su abdomen, y con una sola de sus manos fue capaz de sujetar mis dos muñecas, dejándome completamente inmovilizado. Con la mano que le quedaba libre me bajó el short de un solo jalón, dejando completamente expuesto mi culito blanco.
Su siguiente acción fue realmente asquerosa, al menos para mí. Sin perder el tiempo, introdujo uno de sus dedos por mi ano, tan profundo y con tal fuerza que no pude evitar soltar un grito, sabiendo que aquella queja se vería reflejada en mi pago final. Joel sacó su dedo de un solo tirón y lo puso frente a mi cara para que ambos pudiéramos comprobar que efectivamente no me había hecho ningún lavado antes de venir. Y algo aún peor sucedió después, cuando decidió limpiar su dedo usando mi camiseta blanca impoluta, hasta ese momento.
El asco que sentía en ese punto solo pudo ser interrumpido por la sensación de la verga de Joel recargándose contra la entrada de mi ano. No pasó ni un segundo antes de que me diera cuenta de que la suerte no estaba de mi lado, pues pude sentir que esa verga era más gruesa que cualquier otra que alguna vez me hubiera follado. Solo me quedaba aferrarme a la esperanza de que no fuera demasiado larga, y para sorpresa de nadie, estaba totalmente equivocado.
Tan solo un instante después, una enorme presión fue ejercida sobre mi ano, exigiendo entrar y abriéndose paso por mi interior. Como si hubiera pasado en cámara lenta, podría jurar que sentí cada centímetro introduciéndose a la fuerza en mi culito. No puedo explicarles el dolor que sentí, mi vista se volvió completamente negra por unos momentos.
Cuando finalmente Joel estuvo completamente adentro de mi, él soltó un gemido de evidente placer, mientras que a mi no me quedaba más que gritar para mis adentros, aferrarme con todas mis fuerzas al marco de la puerta e intentar calcular cuánto medía el falo que se encontraba presionando mi vejiga o algún otro órgano que no sabría nombrar. Realmente en ningún momento pude verle la verga, pero les aseguro que medía por lo menos 20 cm, aunque para mi culo completamente seco y sin dilatar pudo parecer el doble de eso.
Nos quedamos en esa posición durante un par de segundos a lo mucho, lo suficiente para que Joel tomara aire, e inmediatamente después iniciara con la follada más brutal y jodidamente dolorosa de toda mi existencia.
Las lágrimas corrían por mi cara, estaba usando todas mis fuerzas para evitar soltar gritos de dolor, ya no solo porque involucran una reducción en mi paga, sino porque estábamos parados justo en la puerta abierta de la casa, cualquier vecino podría vernos si yo hiciera algún ruido demasiado fuerte.
Estaba completamente atrapado entre el enorme cuerpo de Joel y la pared, mi propio cuerpo buscaba irse para arriba en un intento desesperado reducir la cantidad de centímetros que se introducían en mi a un ritmo de por lo menos 3 metidas por segundo.
Había dejado de sentir las piernas cuando, por fortuna para mi, Joel decidió dar por terminado nuestro encuentro. En una última gran embestida que literalmente me levantó del piso, pude sentir 7 chorros de espeso y caliente esperma inundando mi interior. Cuando la última gota de líquido quedó dentro de mi, Joel sacó instantáneamente su verga de mi culo.
La velocidad y la fuerza con la que aquel hombre salió de mi, me hizo quedarme sin aliento.
No tuve más opción que sujetarme con desesperación al propio marco de la puerta, ya que mis piernas no podían mantenerme de pie por sí solas.
Mientras luchaba por volver a respirar después de lo que acababa de pasar, Joel me dio una nalgada y acercó su boca a mi oído para emitir la primera palabra en toda la noche:
-¿Cómo se dice putito?- Me susurró al oído con una voz grave que me hizo estremecer.
-Gracias- Le respondía instintivamente, sabiendo que esa palabra sería la que marcara el final de el episodio más doloroso de mi vida.
Joel sonrió al escucharme decirlo. Mientras que yo recuperaba fuerzas para ponerme erguido de nuevo y subirme el short que ahora estaba manchado por el semen que había escurrido desde mi interior.
En el momento en que terminé de cubrir mi culo y solté el elástico del short, la puerta me golpeó empujándome hacia la calle.
Probablemente fue el momento más humillante de toda mi vida, estaba realmente furioso pero tuve que recomponerme rápidamente, pues estaba parado a media calle durante en plena madrugada.
Emprendí mi camino de vuelta a casa, reconfortado al pensar que al menos tendría una jugosa cantidad de dinero esperando en mi cuenta.
Al llegar a casa busqué impacientemente mi celular para verificar los numerosos ceros que adornarían mi saldo bancario.
Una parte de mi murió al darme cuenta de que había vuelto a ser engañado.
Siempre se cobra antes del servicio 😉