2 KM
Mal día para un nene, buen día para algunos..
Apoyado en sus codos sujeta al niño por las muñecas con una mano mientras que con la otra silencia su llanto. Sus fuertes piernas mantienen completamente abiertas las del menor obligándolo a levantar el coxis para no quebrarse. La postura forzada permite al adulto penetrar sin dificultad el esfinter ajado, poniendo a prueba la elasticidad de sus músculos.
Leo siente que el dolor llega a su estómago cada vez que el hombre se queda quieto en su interior. Nota el cálido aliento de su violador en la cabeza mientras le escucha bufar como si de un toro se tratase.
La desequilibrada batalla tiene un claro ganador de 43 años que incansable mete y saca su polla de forma pausada para alargar el placer, dando pequeños descansos al niño cuando siente próximo el éxtasis hasta que no puede más e inunda por cuarta vez la cueva ya encharcada por la leche almacenada en su interior.
El pequeño Leo a sus escasos 7 años respira esperanzado cuando su ano es liberado del tremendo intruso y sus brazos adormecidos quedan libres también. Es volteado y nota el aliento agitado del embrutecido depredador acercarse a su cara. Una cachetada y un elogio que no entiende son el pago que recibe.
Pero retrocedamos en el tiempo. Un año antes Leo empezó sus andaduras entre adultos cuando dejó que su tío materno lo desvirgara una de esas noches que pernoctaba en casa de los abuelos. Su tío se dejó llevar por la lujuria, tomado y caliente no pudo controlar sus hormonas y preñó por primera vez a su sobrino. Él mismo se justificaba pensando que una cosa llevó a la otra, que el niño sólo se quejó al principio, como es normal y que nunca opuso resistencia.
Sea como sea, la realidad es que ese hombre en su treintena necesitaba aliviarse con frecuencia por lo que aprovechó las facilidades que el destino puso en su camino. Cuando yacía con el niño lo penetraba larga y pausadamente y cuando la calentura no podía esperar iba en su busca y lo follaba rápido en cualquier lugar discreto.
Leo disfrutaba de los encuentros con su tío, especialmente cuando éste dejaba que le chupara la polla hasta correrse. Se sentía especial con las atenciones que recibía de su él y siempre estaba dispuesto a complacerle. Nada más verlo se impacientaba esperando alguna señal para ser follado.
El destino fue cruel y alejó al activo follador del domado niño. El niño erró cuando pensó que un trabajador, avispado, alejado de su familia y su país podía ocupar el sitio que su tío había dejado. Ahora ese extranjero disfruta del culo del niño.
Mal día escoge Leo para hacer una visita casual a Stefan. Los trabajadores disfrutan de su descanso y él tiene la libertad de perderse en el pueblo mientras la abuela acude al mercado, limpia la casa y prepara la comida.
Leo se encamina temprano a la casa de aperos que hace la función de vivienda para el trabajador. Él cree que se encontrará con Stefan y que disfrutará del sabor de su polla. No le gustaba tanto cuando lo folla entre las cañas de forma rápida e incómoda, pero un hilo invisible lo conduce a su sino.
El inocente niño imagina que en la casa de Stefan habrá una cama para estar cómodos. En su mente recrea las noches que su tío lo visitaba y que después de mamársela un buen rato lo ponía de costado y lo penetraba. Se calienta recordando su aroma y sus besos con sabor a alcohol y acelera el paso algo ansioso.
Stefan, un joven rumano, se ha estado follando al menor entre las cañas próximas a su lugar de trabajo. Él comprendió que el niño ya estaba roto cuando le ofreció su polla y lo confirmó cuando lo enculó, aunque angosto su ojete ya había sido usado.
A 2 km del pueblo, Leo ve la edificación y en su pequeño porche a Stefan. Vuelve a acelerar el paso y tímido saluda. Entra y ve a 2 hombres más en el interior. Se incomoda, pero se deja conducir tras una cortina por Stefan que lo tranquiliza quitando importancia a la presencia de sus amigos.
Stefan conoce el poder que ejerce su polla en el niño y se baja los pantalones, se sienta en el jergón e invita al niño con un gesto a que empiece su labor.
Amparado por la intimidad que le ofrece la cortina, Leo se arrodilla y se embriaga con el aroma de la chota y chupa y chupa. Se siente en la gloria disfrutando de cada centímetro de la nada desdeñable pija. Su mundo es ese, se deja guiar, se deja tocar, se deja desnudar. Inmerso en su propio placer no es consciente de la presencia de los otros hombres hasta que es penetrado por uno de ellos.
Stefan le convence para que se deje hacer el culo, le asegura que le gustará, acaricia su cara y lo pone a mamar nuevamente. Primero uno y después el otro, los otros hombres se van turnando para disfrutar la acogedora cavidad que parece succionar las pollas deseosas de ser deslechadas.
Leo adapta su ojete y comienza a disfrutar de ambas vergas. Las percibe diferentes, una presiona su esfínter sin pausa y la otra se adentra más de la cuenta dificultando la mamada. El niño disfruta, los tres adultos disfrutan, el tiempo pasa, los adultos siguen disfrutando y Leo empieza a sentirse cansado, su boca ya no tiene saliva y su cola abierta al máximo da signos de irritación.
L- Stefan ya basta
S- Shhhh campeón
L- Me duele, quiero irme a casa
S- Shhhhhh ya, poco más
Stefan urge a sus amigos para que terminen, él también quiere largar leche. Los hombres aumentan el ritmo, hacen caso omiso de las primeras quejas acalladas por la polla de Stefan. El tiempo no pasa para Leo, desea que lo preñen ya, la carne de Stefan en su boca ya no le distrae y empieza a llorar.
Afortunadamente el primero se corre, ¡qué alivio!
El segundo ocupa su lugar, sujeta al niño por las caderas y lo somete 5 minutos más hasta llenarle las tripas.
Stefan acaricia al niño y lo acomoda en el jergón, se pone tras él, lo abraza y con su torpe uso del idioma lo elogia por su aguante, lame la oreja de Leo y le dice que ya ha llegado su turno. Penetra con cuidado el inflamado depósito y anima al menor a aguantar sólo un poquito más. Su polla embarrada con la leche de sus compadres penetra fácilmente. Lo folla tranquilo, no quiere correrse nada más meterla.
Leo intenta satisfacerle, pero el culo le duele mucho y protesta.
Stefan cambia de posición y empieza a besar al niño mientras se la mete otra vez. Con besos, elogios y promesas de que ya termina lo folla 10 minutos más. El orgasmo llega para uno y el alivio para el otro.
Stefan limpia el culo del niño con una toalla húmeda y lo apremia para que se vista y vuelva a casa. Leo baja la cabeza, avergonzado cuando se encuentra con los otros hombres al irse del lugar.
Camina chueco y su esfínter no recuperado no puede retener en su interior la blanca leche, ahora con tintes rojos en su interior.
Al salir a la carretera un conocido del pueblo lo ve y se ofrece para llevarlo al pueblo al verlo renqueante. Conoce a Leo, siempre pensó que era un nene…digamos, delicado. Observa la mancha húmeda en los pantalones, cree saber de dónde viene y empieza a atar cabos.
H- ¿Qué pasó Leo? ¿Estás lastimado?
L- Bueno, un poco. Me caí.
H- ¿A ver?
L- No, es igual. Ya casi no me duele.
H- Deja que te vea. Estás herido y hay que evitar que se infecte la herida. Vamos que te cure.
L- No, da igual.
H- No querrás que tu abuela se lleve un susto y te regañe por jugar tan lejos. ¿Te han pegado los rumanos por jugar por aquí?
L- No…son mis amigos.
El hombre lleva al niño a su casa para sanarlo. Limpia con agua y jabón las nalgas y el ojete también. El niño se queja por el escozor que siente. El adulto le pone crema para aliviarlo y confirma que ese ojete está cedido al máximo. 2 + 2 = 4
El oportunista sujeto advierte al niño que tiene que inspeccionarlo porque sabe a lo que ha estado jugando con los rumanos.
El niño baja la vista y confirma la sospecha del señor con su silencio y deja que lo acomode boca abajo. Oye como el vecino se despoja se su ropa y al girarse ve al hombre sin pantalones con su polla parada. Se asusta y empieza a llorar.
El hombre inmoviliza a Leo con su cuerpo, apoyado en sus codos sujeta al niño por las muñecas con una mano mientras que con la otra silencia su llanto. Sus fuertes piernas mantienen completamente abiertas las del menor obligándolo a levantar el coxis para no quebrarse. La postura forzada permite al adulto penetrar sin resistencia el esfínter ajado, poniendo a prueba la elasticidad de sus músculos.
Leo siente que el dolor llega a su estómago cada vez que el hombre se queda quieto en su interior. Nota el cálido aliento de su preñador en la cabeza mientras le escucha bufar como si de un toro se tratase.
La desequilibrada batalla tiene un claro ganador de 43 años que incansable mete y saca su polla de forma pausada para alargar el placer, dando pequeños respiros al niño cuando siente próximo el éxtasis hasta que no puede más e inunda por tercera vez la cueva ya encharcada por la leche los rumanos.
El pequeño Leo a sus escasos 7 años respira esperanzado cuando su ano es liberado del tremendo intruso y sus brazos adormecidos quedan libres también. Es volteado y nota el aliento agitado del embrutecido violador acercarse a su boca. Un prolongado beso y un elogio que no entiende son el pago que recibe.
Nada sabe el niño del futuro próximo que le espera; Hay puertas que son difíciles de cerrar cuando las abres.
Como sigue?
Gran relato. como sigue?
Has conseguido que me corra pero bien… Que morbo me ha dado esta historia. Ojala la sigas escribiendo.
Excelente relato. como sigue?