24/solo 10
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dogpep.
24/10
1er dia -Dogtraining
Ante la oportunidad de pasar unos días con mi Amo Antonio, ante su ofrecimiento de acompañarle a casa de unos amigos, en una casa en el interior, cercana a mi localidad, me vi inmerso en una de mis experiencias más plenas de sometimiento.
Como no estaba lejos, pero si escondida la casa, llegamos en poco tiempo, tras contactar en diversas ocasiones por el móvil, pero antes de llegar y a la entrada de un camino rural, mi Amo detuvo el coche, se bajo y me indico que le siguiera, hasta unos árboles cercanos.
– Me dijiste que te gustaba la naturaleza, no?
– Si Amo. –le contesté
– Bien, pues en la casa donde vamos, los dueños son amantes de la naturaleza y los animales. Ya lo verás. Y tú vas a estar dentro de este segundo grupo, al margen que se pueda dar otras utilidades. Por lo que desde ahora mismo, deberás ir desnudo siempre, salvo los arreos y atuendos que se te ordenen. “¿Entiendes?”
No fue necesario nada más, por lo que allí mismo y ante su mirada me desnude por completo, ajustando el collar negro ancho de perro que a mi Amo le encantaba y que me había traído para que lo luciera allí. Recogiendo toda la ropa, por indicación suya, y subiendo a la parte trasera del vehículo me ato con la cadena del enganche del respaldo y enfundo mis manos en unos puños de cuero, ajustados con correa en las muñecas que imposibilitaban la disponibilidad de mis manos.
– ¿Te gustan? Los he comprado para que, cuando te los ponga seas un verdadero perro.
Me hizo ponerme a cuatro patas, ya que por el espacio solo permitía esa posición, al cerrarse la puerta, sacando la cabeza por la parte posterior de los respaldos de los asientos traseros, donde al salir había situado las maletas de mi Amo y la mía (ropa que me resulto inútil el haberme llevado).
De esta forma y en poco tiempo llegamos junto a una casa de campo vallada, frente a la que mi Amo detuvo el coche, bajando del mismo para saludar a dos hombres de mediana edad, acompañados por un enorme Gran Danés, de color negro, que tras abrazar a mi Amo, le hicieron entrar entre bromas al interior de la casa.
Desnudo y atado quedé en el interior del vehículo al Sol, en mitad del camino, con la duda de ser visto por cualquier persona que pasara por allí. Cualquier ruido me hacía intentar ver si alguien se acercaba, mientras el calor, al ser mediodía, dentro del vehículo se hacía insoportable, y para acrecentar mi intranquilidad, mi cuerpo me comenzó a pedir orinar, cada minuto que pasaba, más apremiantemente. La situación era de total desesperación e impotencia, suplicando en silencio que mi Amo se acordara de mi y me permitiera mear, ya que ni se me pasaba por la imaginación el orinarme allí mismo, dada la experiencia de enojar a mi Amo. Tan solo, y de forma esporádica, el enorme perro venía junto al coche y apoyando sus enormes patas delanteras en la ventanilla, me regalaba con unos ladridos de advertencia, que en principio me causaron gran estremecimiento, pero que tras un sinfín de idas y venidas, me hicieron vislumbrar la posibilidad de que por los ladridos mi Amo o sus amigos recayeran en mi situación.
Por fin, tras varias horas, mi Amo apareció en compañía de uno de los dos hombres, que a partir de ahora sería mi Amo Andrés, como así me indicó mi Amo, tras presentármelo antes de desatarme y hacer que bajara del vehículo, tirando de la correa y obligándome a sentar junto a él, como me había adiestrado, mientras hacia mención a mi lamentable aspecto tras el largo estado en el vehículo, a modo de excusa ante el Amo Andrés.
– Es algo maduro, – comento – pero siempre que sea obediente y servicial no hay ningún problema. Ya sabes que, tanto a Diego como a mi nos gustan jóvenes. Vamos dentro y veremos que tal se lleva con “Martín”
– Si, espero que se lleven bien ya que lo he traído con la intención de ver si Martín lo monta.
Ya en el interior del recinto vallado, tras atravesar la puerta, a cuatro patas, como mi Amo me había enseñado, el enorme perro, me dio muestras de estar en sus dominios con varios ladridos, para acto seguido olisquearme como a uno de su especie, lo que me indicó que me admitía, en principio, y que no era la primera vez que trataba con un can humano, ya que sin preámbulos intento montarme, siendo detenido por su Amo, con un sonoro “NO”, el perro llevaba enfundadas sus uñas laterales por lo que no podía clavarlas y le costaba asir mis caderas, en principio, y aproveché en ese momento para vaciar mi vejiga junto a un árbol, mientras Martín me olisqueaba por todos lados
– Será mejor dejarlo para más tarde, primero que se conozcan y sepa cada uno quien manda. ¡Déjalo suelto por aquí! Luego cuando venga Diego, y hayan intimado más, seguro que Martín nos brinda con una buena monta……. ¿No será virgen?- dijo sonriendo.
– Si te refieres a ser montado por un perro, si.
– Bueno, es un poco diferente, habrá que ayudarles, pero seguro que solo al principio, luego aprenden bastante como para no necesitar ayuda.
Martín no paraba de olisquearme por todos lados, mientras yo me quedé quieto para no inquietarle, dejándole hacer todo lo que deseara, ya que me era un enorme perro que me sobrepasaba de sobra en altura, estando ambos a cuatro patas. Su hocico se perdía en oler mi trasero y genitales, recibiendo varios lametazos a cada momento, que hacían que su excitación fuera en aumento.
– Parece que le gusta, mira como ya luce una buena erección , dijo Amo Andrés- pero haría falta que le calentaran aun más
– ¡No has oído perro!, debes corresponderle y calentarlo más. ¡Huélelo tu también y lame sus genitales para mostrarte dócil y dispuesto.
Mi Amo lo quería así, y aunque resultara humillante, mi deseo era obedecerle y que se sintiera orgulloso ante sus amigos, por lo que tímidamente, situé mi cabeza bajo su vientre y comencé a olisquear con temor, en principio, sus genitales, pudiendo comprobar como su gruesa y roja verga lucía tiesa y dura fuera de su escroto totalmente excitado. Poco a poco lamí el miembro lentamente, comprobando el agrado y aceptación de dichas atenciones, por lo que al poco tiempo le succionaba la verga saboreando sus salados jugos, que sin parar destilaba por su hinchado miembro,
En ese momento, escuche como la voz del Amo Diego se hacia oír, por encima de los comentarios y jadeos.
– ¿Todavía no lo ha montado? ¿Es que no le apetece?, o la perra es un poco estrecha
– No que va, si estábamos haciendo tiempo para que tu llegaras – le dijo el Amo Andrés
– Bien, entonces nos sentamos en el porche, y vemos como se lo folla, ¿no? Pero tu Antonio tendrás que hacer de cabo gastador – dijo socarronamente.
Mi Amo se acercó hasta mi, me sujeto del collar e hizo que levantara y expusiera mi trasero aun mas, con lo que el gran can no tardo en saber lo que tenia que hacer y comenzar a intentar clavar su verga dentro de mi culo sin conseguirlo, pero mi Amo dirigiendo la verga del perro la oriento hasta que sentí la fuerza de sus embestidas dentro de mi culo, permaneciendo quieto para regocijo del perro y de mis Amos, así como el mío propio, ya que la gruesa verga del animal no me dejaba de dar placer, lo cual era claramente visible e hizo que el ambiente se caldeara aun más, ya que mi Amo aprovecho para darme a mamar su dura polla al tiempo que Martín forzaba sus movimientos dando claros síntomas de llegar al orgasmo, que me inundaron el culo de caliente esperma, que sentí resbalar por mis muslos, mientras mi Amo excitado clavaba su polla llenando por entero mi garganta hasta casi ahogarme, descargando sus testículos por entero, obligándome a tragarme toda su corrida y limpiarle el capullo hasta la última gota, mientras el perro seguía olisqueando mi entrepierna llena de su corrida. Contentos con el resultado de la experiencia Diego comentó
– No sé de los tres a quién le ha gustado más.
– Martín parece que ha disfrutado lo suyo, aunque por como está en cuanto se recupere un poco le va a dar más caña – comentó Andrés.
– Vamos dentro Antonio y hacemos planes para esta noche. Si quieres puedes atarlo junto al árbol este, que tiene una argolla para la cadena en el suelo y está a la sombra, así los dejamos solos, se conocen mejor y Martín sabrá lo que tiene que hacer cuando le apetezca, ya que él esta suelto siempre por aquí siendo el amo del jardín.
De esa forma, mientras ellos se metían en la casa, nos quedamos Martín y yo, en la zona ajardinada, yo sujeto por la cadena y el yendo y viniendo por el recinto, lo que aproveche para intentar beber de un cubo que habían dejado lleno para eso y descansar, pero Martín entre idas y venidas, tanto por el jardín como por el interior de la casa, venía junto a mi y ladrando me hacía levantar para montarse sobre mi y follarme con gran fuerza. La primera vez los dos solos, le costo poco, ya que había aprendido y nada más subirse sobre mi, enseguida me penetraba, hasta llegar a sus bestiales corridas. Se notaba que el perro llevaba tiempo sin follar, ya que en el tiempo que estuvimos en el jardín hasta la noche, me follo un total de cuatro veces más, lo cual como la primera vez, lejos de disgustarme me hacia disfrutar como una perra en celo, nunca mejor dicho, y excitarme cada vez más, ya que sin posibilidad de descargar mi caliente estado, solo podía acumular más excitación y permitir que Martín me obsequiara con sus tremendas folladas, que me proporcionaban un enorme placer cercano al éxtasis, pero sin permitirme culminarlo, por lo que mi excitación crecía y crecía.
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