5 años (parte 2)

Capítulo 2: Amigo fiel. .
Después de llegar a casa me sentía muy frustrado y enojado, no estaba seguro de que hacer.

Cuando mi mujer llegó quise contarle pero…solo de verla tan contenta, alegre y con el embarazo y que ya estaba muy cerca de nacer…era demasiado para mí hacerle tal maldad, aunque no fuese mi culpa.
Así que aunque sabía que después ella me odiaría, decidí no decirle nada por el momento.

Había bañado al niño, aunque me había costado hacerlo, quería hacerle sentir amado pero sólo de mirarlo volvían a aparecer las escenas de lo que había pasado recién iniciada la tarde, no quería ni cerrar mis ojos, cada que lo hacía veía la lengua pequeña de mi hijo subiendo por el calzón negro de ese tipo asqueroso y medio gordo.

Sabía que me volvería loco y que si no lo contaba a alguien, iría directamente a matar a esos imbéciles.

Esa misma noche llegué a mi límite, al ver a mi niño jugando como si nada hubiese pasado con mi mujer, ¿era tal su inocencia?, ¿o desde cuando le hacían esas perversas cosas que el mismo sabía que no debía decir nada?

Yo tenía un amigo de confianza, y se me ocurrió la idea de contarle a él, tenía que hablarlo, y quería que ellos pagaran más de lo que en la cárcel podrían experimentar.

Así que lo llamé y le dije que necesitaba verlo, y al oírme molesto y medio alterado accedió a hacer una visita.
Su nombre era Demian, tenía mi edad, 25 años, y era mi amigo fiel a pesar de nuestras diferencias, el era un hombre de ejercicio y si bien yo era delgado el tenía marcado el cuerpo y el si se dejaba una barba suave y marcada que le daban un aspecto mayor pero de alguna manera parecía modelo, pero lo más importante era padrino de mi hijo también, y sabía que entendería mi frustración.

Cuando llegó, medio desaliñado y luciendo un poco de sueño, le hice seña para que no se bajara de su auto y engañé a mi mujer haciéndole creer que era él, el que tenía un problema.

Le conté todo, cada parte, cada detalle aunque lo odiada contar e incluso le mostré la foto…
Me quedé en silencio esperando…

El miraba la foto con detenimiento, se alcanzaba a ver a mi niño sentado en el pito del maestro, y como el conserje le sujetaba la cabeza contra su pene de igual forma, incluso como el maestro sujetaba sus piesitos con las calcetitas azules que en la foto se veían más intensas.
Entonces me miró…

– Dime, ¿que hago? – le dije por fin después de un momento de silencio.

– ¿Quieres venganza? – me expresó con seriedad.

– Quiero que ellos lo paguen – le dije haciendo puños mis manos.

– Entonces tendrás que callar, pero tu niño debe de ir al kínder de nuevo, porque se me ocurre un plan y se que no estás preparado…- extendió su mando deteniendo mi queja antes de lanzarla, pues había visto que me iba a exaltar y continuó – Tranquilo, debes procesarlo, deja que falte una semana por el momento, di que es por el embarazo de tu mujer, se alivia en unos días ¿cierto? -preguntó.

– En 3 días – respondí sin expresar más.

– No lo lleves más, dame esta semana y te diré que haremos para deshacernos de esos perros miserables – expresó con cierta indignación.

Lo cierto es que logró calmarme pero, aún tenía mucho que procesar, y yo confiaría en que él haría un buen plan para destruir a esos asquerosos seres.
Y así fue como logré quitarmelos de encima por una semana.