A mi padre lo violaron
Mi papá era todo un macho, hasta que por pasarse de listo, otro hombre lo hizo su puta,.
A MI PADRE LO VIOLARON
***Si quieres ir directo al grano, desliza hasta donde veas líneas punteadas (—–) pero considero que vale la pena leer todo el relato, ¡Disfruten! J***
Hola comunidad, mi nombre es Armando y lo que voy a escribir en este relato es una experiencia real (con libertades creativas para describir algunos hechos y lograr que sean más calientes), por lo mismo los nombres que utilizaré son inventados para mantener la discreción. Soy un chico de 20 años, un poco moreno y de complexión robusta, estatura baja y con algo de barba. Sé que soy gay desde los 14, y tuve mi primera vez a los 17 con un señor de mi pueblo, la verdad es que mi aspecto y forma de ser no dan pie a sospechar sobre mi orientación sexual, por lo que he mantenido las apariencias de un chico varonil ante toda mi familia, en especial hacía mi padre.
Este relato comienza hace unos meses en un día sábado, en esta temporada el calor está demasiado fuerte y yo estaba encerrado en cuatro paredes de la cocina de mi casa. Desde que mi madre nos dejó a mi papá y a mí, todo ha sido muy diferente. La relación padre e hijo que compartía con mi padre; Pedro, se había vuelto insostenible, siempre eran discusiones intensas sobre el estilo de vida que llevaba mi papá o sobre mis supuestas “irresponsabilidades”. Mi padre tiene ya sus 47 años, y es un hombre que ha trabajado toda su vida en la albañilería, teniendo un cuerpo bastante moreno y fornido con un aspecto muy varonil por su barba de candado. Vivo solo con él desde que se separó de mi madre y pocas veces hemos tenido una buena convivencia, ya que ocasionalmente chocamos en personalidades, siendo los dos bastante explosivos en carácter. En resumen; no tenía una buena relación con mi papá.
Este sábado era particularmente “especial” ya que ese día mi padre me había avisado que iban a echar colado en la obra donde trabajaba. Si alguna vez han trabajado o escuchado sobre el trabajo de albañilería, sabrán que el colado es una de las partes más importantes y sobretodo pesadas de toda construcción. Pedro me había advertido que después de terminar el colado, regresaría a la casa con todos sus compañeros de obra. Eso significaba una cosa; tendría que ser chaperón no solo de mi padre, sino también de sus amigos de la obra. Me había preparado con un poco de anticipación, preparando una gran cantidad de botana que pudiera entretener a los albañiles que pronto invadirían la casa.
Ya eran alrededor de las 2 pm cuando escuche la camioneta de mi padre acercándose. Era costumbre (por órdenes de mi padre) salir a recibirlo para ayudarlo a descargar toda su herramienta de la camioneta. Cuando salí para ayudarlo, pude contar a 6 albañiles en la caja de la camioneta, todos ellos con sus ropas manchadas de mezcla y de otras suciedades. Distinguí hombres de diferentes edades, algunos de ellos unos pocos años mayores que yo, y otros quizás rebasando la edad de mi papá. Todos ellos traían cuerpos fornidos, quemados por trabajar tantas horas bajo el intenso sol y solo cubriéndose con camisas de manga larga, paliacates o gorras en sus cabezas.
Cuando bajaron de la camioneta, cada uno de ellos me dio un cordial saludo, desde los más jóvenes que pronto supe sus nombres: Julio y Raúl, eran dos chicos un poco más altos que yo, pero notoriamente más fuertes. Julio tenía una complexión delgada, pero con unos brazos ridículamente marcados, pero el que me llamó más la atención fue Raúl, que tenía un cuerpo muy moreno, con grandes piernas, algo de panza y una barba que rodeaba todo su rostro quemado por el sol.
Los siguientes en presentarse fueron los señores: Juan, Guillermo, Gonzalo y Bernardo. Todos ellos eran ligeramente más altos que yo, y por la edad tenían una barba muy poblada con una que otra cana que contrastaba con todo el vello que seguramente rodeaba sus cuerpos morenos. Tenían cuerpos muy trabajados en la parte de los brazos, pero con una notoria panza cervecera. A don Bernardo lo conocía desde chico, ya era un trabajador fiel a mi papá y con varios años de amistad.
Cuando pasaron a la casa, toda la sala tenía un aroma embriagador a sudor rancio. No podía evitar de imaginar cómo se verían todos esos hombres completamente desnudos, en especial a Raúl que era el que más me atrajo de todos ellos. Todos se fueron al cuarto que mi papá estaba empezando a hacer para en un futuro poder rentarlo, es un espacio amplio donde solo se guardaban varios costales de cemento y que al menos ya contaba con loseta y techo. Todos se pusieron en círculo alrededor de la mesa improvisada que antes era una puerta apoyada sobre cuatro tabicones.
No hubo nada a destacar de la convivencia, solo que todos comían bastante y temía que no alcanzara para todos, pero afortunadamente no fue el caso y todos parecían haber satisfecho su apetito. De todos los presentes, solo fue Raúl el que intentaba sacarme plática, lo cual a mí me tenía encantado (tengo un relato de él, será en una siguiente ocasión).
En un punto mi padre me envió por cervezas para continuar su pachanga, y algunos de sus compañeros propusieron también traer caguamas. Realmente no paso mucho más, así que después de todo este contexto, comenzaré con lo interesante:
Despúes de comer y tomarse unas cervezas, todos los chalanes de mi papá comenzaron a irse, excepto Bernardo que todavía seguía conversando con mi padre sobre la construcción, nada raro en un principio.
Para esas horas unos amigos propusieron vernos en el centro, por lo cual me dispuse a arreglarme un poco para ir un rato con ellos. Fui al cuarto donde aún estaba don Bernardo y mi papá para avisarle que saldría con mis compañeros, noté que ya estaban algo tomados e incluso a pesar de su color tan moreno notaba sus mejillas sonrojadas por culpa del alcohol. Mi papá solo movió su cabeza en asentimiento y don Bernardo tenía un brillo en los ojos mientras extendía su cerveza.
-No te preocupes hijo, yo aquí cuido bien de tu papi.-me dijo con una gran sonrisa mientras ponía una de sus grandes y velludas manos en el hombro de mi jefe.
Ha decir verdad ese gesto se me hizo algo extraño, pero todo lo atribuí al estado etílico de los dos. Una vez que me dirigía a mi encuentro con mis amigos, a uno de ellos se le ocurrió cancelar a mera hora lo que ocasionó que todos se echaran atrás (pinche banda de tibios).
Total, molesto y fastidiado me regresé para mi casa.
————————————————————————————-
Entrando a mi casa me imaginé que todavía mi papa y don Bernardo seguían con su pachanga y decidí no avisarles de mi llegada para que no se les ocurriera mandarme por más caguamas a la tienda. Suerte que no les avise, que de ser el caso no habría visto lo que les contaré a continuación:
Ya eran alrededor de las 6 pm cuando noté que habían subido el volumen de la música de la bocina y había comenzado a recibir mensajes en el chat de WhatsApp de la colonia quejándose por esto (pinche bola de amargados me cae) entonces salí de mi cuarto para decirle a mi papá y a don Bernardo que tendrían que bajarle a su escándalo. Mientras más avanzaba al cuartito donde hace apenas unas horas habían convivido todos los chalanes de mi papá, escuchaba un intercambio de groserías y de cosas moviéndose. En un momento comencé a escuchar sonidos raros que no provenían de la música, sino de mi papá Pedro.
Con algo de cautela me acerqué pensando que quizás estaban comenzando a calentarse el hocico y a discutir como una típica pelea de borrachos. Y mi papá si estaba con el hocico caliente… pero por la verga de don Bernardo.
Era una escena increíble de ver: mi papá estaba aún con su ropa de trabajo, pero estaba arrodillado mientras que de su boca salía y entraba el mástil moreno y gordo de don Bernardo que ahora tenía los pantalones completamente caídos y con su camisa ligeramente por arriba de su barriga. Me quedé pasmado por unos segundos, y por el volumen tan fuerte de la música no me escucharon y pude ponerme detrás de la pared sin saber realmente qué hacer. Ahora entendía que esos sonidos tan raros que escuchaba no eran más que las arcadas que daba mi papá cuando don Bernardo sin ninguna pizca de piedad tomaba a mi papá de la nuca y enterraba toda su virilidad en su boca. Mi papá a veces ponía sus manos en los muslos de don Bernardo intentando apartarse un poco de la verga peluda del macho que lo estaba sometiendo, pero por más increíble que pareciera; el agarre del don Bernardo parecía mayor que el de mi papá.
En una ocasión don Bernardo tomó con sus dos manos la cabeza de mi papá y se hundió por completo en su boca, no parecía ser considerado con los múltiples intentos de mi padre de zafarse y tomar algo de aire, no al menos que don Bernardo lo permitiera. Cuando por fin aligero su agarre, mi padre se sacó por completo la verga del señor mayor de su boca.
La verga de don Bernardo era morena, grande y gorda con una curvatura hacia abajo que estaba rodeada por un inmenso matorral de vello púbico. La cabeza era más gruesa que el resto del tronco, pero sus dimensiones eran enormes en general. Don Bernardo aprovechó para darle un gran trago a la caguama que sobraba. La imagen se me quedó muy grabada en mis ojos:
Ahí estaba mi papá arrodillado ante otro hombre mientras intentaba recuperar el aliento y noté como varios hilos de saliva y pre-seminal aun conectaban su boca con la verga de don Bernardo, mientras que este último admiraba el desastre que era mi papá con la caguama en su mano. Mi padre con apenas fuerzas se limpió con su mano los restos de fluidos que quedaron en su barba y mentón.
-Todavía no terminamos Pedrito.-dijo Bernardo con un tono de voz lascivo.
Mi papá apartó su vista de la inmensa verga que tenía enfrente para mirar a los ojos a don Bernardo. Era notorio su estado de ebriedad, y también la indisposición de mi papá para continuar chupándole la verga a otro hombre, pero en ese momento él no podía hacer nada, y yo no pensaba intervenir en lo absoluto.
No lo voy a negar; ver a mi padre ser abusado/sometido/humillado me causaba una enorme excitación que comenzaba a crecer dentro de mi pantalón. Mi padre que era un todo machito, un hombre serio y varonil, ahora se encontraba arrodillado ante un verdadero macho que quería poseerlo.
-Espérate cabrón.-dijo mi papá empujando débilmente las piernas de don Bernardo.-yo no soy puto.
-Pues yo te haré puto pendejo.-dijo el hombre mayor mientras agarraba bruscamente la cabeza de mi padre.-y serás mi putita.- con esto último volvió a hundir su verga en la boca de mi papá, no fue gentil en lo absoluto e iba acelerando el ritmo de las embestidas hasta el punto en que notaba como sus huevos chocaban frenéticamente con la barbilla de mi papá.
-Aquí yo soy el patrón cabrón.
Era increíble la bestialidad de don Bernardo, parecía de verdad querer hundir hasta sus pelotas en la boca de mi papá. De la boca de mi padre salía sonidos húmedos y guturales acompañados de arcadas cuando don Bernardo profundizaba sus embestidas, y de sus ojos comenzaron a asomarse lágrimas ante el esfuerzo que seguramente le provocaba tener una gran verga invadiendo su boca. La verga de don Bernardo se veía espectacular bañada en las babas de mi papá, y tan solo de imaginar el olor a macho que debía desprender después de una larga jornada laboral, se me hacía agua la boca.
-Ya me cansó tu boca wey.-dijo Bernardo separando bruscamente a mi papá de su verga mientras volvía a tomar de la caguama. Su mirada se desvió a los bultos de cemento colocados en pila y de nuevo observo a mi padre.
-Desnúdate y acuéstate sobre los bultos Pedro.- don Bernardo comenzó a quitarse su ropa, quedando completamente desnudo ante mis ojos, era una vista espectacular: era un hombre ancho, fuerte y moreno que tenía unos brazos repletos de venas, y tenía un pecho fuerte con mucho vello negro con apenas canas. Ignorando que tenía un rosto muy tosco enmarcado por una barba y bigote muy descuidado, la verdad es que don Bernardo era todo un macho que desprendía varonilidad en todo sentido.
-Estás pendejo wey, no voy a hacer eso.-mi papá se notaba muy molesto, y a pesar de las cervezas que llevaba ya encima se levantó e iba a darle un madrazo en la cara a don Bernardo, pero el golpe llego con mucha lentitud y poca fuerza que don Bernardo apenas tuvo que hacer esfuerzo por esquivarlo. Antes de que pudiera reaccionar, fue don Bernardo quien le dio un madrazo bien fuerte a mi papá.
Mi padre se quedó medio tirado, solo apoyado en los bultos de cemento que estaban atrás de él. Miré con algo de temor como don Bernardo se aproximó amenazadoramente hacia mi papá, pero él rápidamente extendió su brazo seguido de un “ya wey”
-Entonces has lo que te digo pendejo.-dijo en tono brusco don Bernardo haciendo la finta de que le iba a volver a pegar, y mi papá inútilmente intentó cubrirse.-acuéstate y ábrete de patas cabrón.
Eso me comenzó a asustar, estaba preparado para intervenir cuando vi como mi padre se quitaba la ropa con apenas fuerzas, y lentamente se acostaba sobre su espalda en los bultos de cemento, y poco a poco empezó a abrir las piernas.
-Eso mamacita.
Estaba sin palabras, todo me daba vueltas y en la cara de mi papá vi miedo ante lo que aquel hombre podría hacerle. Mi papá a pesar de ser fuerte, era chaparro, midiendo apenas dos centímetros más que yo (1.69 cm), y por otra parte don Bernardo era un señor igual de fuerte pero mucho más alto, alcanzando quizás los 1.80 cm de estatura.
-¿Con estas miserias te cogías a tu mujer?-don Bernardo tenía razón; el pene de mi papá parecía pequeño, pero no estaba ni por asomo excitado. Mi papá se sonrojo y en su rostro veía la humillación que estaba sufriendo, pero yo disfrutaba cada segundo.
Don Bernardo se colocó entre las piernas de mi papá y puso sus manos en cada muslo para arrimarlo más hacia él. Como mencioné antes, don Bernardo era un hombre muy alto, por lo que su pene quedaba a la altura perfecta del ano de mi papá.
-¿Así te cogiste a Maricela, verdad pendejo?-don Bernardo nuevamente le propinó un golpe a mi papá.
Maricela era la hija de Bernardo, una mujer con muchos atributos, era tetona y con un cuerpo con demasiadas curvas, sin mencionar el gran trasero que tenía.
¿Todo era por venganza? Parecía que sí.
Mi papá estaba quieto, hasta por un momento pensé que quizás el golpe de Bernardo había sido tan fuerte que lo habría noqueado, pero no, mi papá estaba aún consciente pero totalmente resignado a lo que estaba por suceder. Don Bernardo alzo una de sus manos a la altura de su rostro solo para escupirle saliva, poco a poco descendió ante el ano de mi papá. De forma inesperada vi cómo se secó en su pierna la saliva que hace apenas unos segundos se había untado en su mano.
Mire confundido la escena, hasta que Bernardo dijo:
-No te mereces ni saliva cabrón.-le escuche decir a don Bernardo con emoción en su voz.-le quitarse a mi Maricela su inocencia, y ahora yo te quitaré tu hombría.-se inclinó un poco hacia mi papá que estaba evitando a toda costa tener contacto visual con don Bernardo.-y no seré nada gentil.
Con esto último don Bernardo se acomodó entre las piernas de mi papá que ahora colgaban sobre sus hombros, me era difícil ver que estaba ocurriendo, pero el vaivén que estaban haciendo las caderas de don Bernardo me daba una pista muy clara: estaba intentando meter su verga en el estrecho agujero de mi papá.
Escuchaba los quejidos de mi padre que nuevamente intentó sin éxito apartarse.
Don Bernardo no se daba por vencido con su tarea de penetrar el ano de mi padre, a veces hacia movimientos largos intentando que el esfínter de mi papá cediera ante el invasor que amenazaba con entrar y causarle mucho daño. Mi papá por otra parte soltaba pequeños gritos de dolor y algunas súplicas en forma de murmullos para que don Bernardo dejará de intentar meter su verga en su agujero virgen.
-Eso perra, hazlo difícil.-se inclinó nuevamente hacia mi papá.-haré que cada centímetro de mi pito entre en tu culo.-con esa última amenaza empujo con brusquedad sus caderas y mi padre soltó un grito acompañado de varios “no mames”.
Estaba hecho; don Bernardo había metido apenas la cabeza de su verga en el culo de mi papá, pero eso sería suficiente para que el resto entrará con apenas esfuerzo. Con el esfínter de mi papá vencido, el resto de la longitud de Bernardo hizo su camino en el interior de Pedro que seguía peleando inútilmente contra el invasor en su culo, mi papá se retorcía y movía sus piernas para intentar librarse, pero era demasiado tarde: Bernardo ya lo había ensartado por completo. Pude apreciar como la cadera de don Bernardo estaba completamente pegada a las nalgas de mi padre.
-Hoy te enseñaré lo que puede hacer un hombre de verdad.
Poco a poco la verga de Bernardo abandonó la cálida cavidad de Pedro, y en el rostro de mi papá pude ver el alivió que sintió por unos segundos antes de que Bernardo volviera embestir brutalmente el culo de mi papá. Pedro soltó un grito de dolor cuando nuevamente toda la virilidad del señor mayor estaba profanando su interior.
Las siguientes embestidas de don Bernardo no se hicieron esperar, algunas eran más cortas que otras, lo que ocasionaba que mi papá lanzará pujidos de dolor, y en las embestidas más fuerte y profundas mi papá no podía contener sus gritos de dolor acompañados por varias suplicas para que don Bernardo se detuviera, pero el otro hombre hacia caso omiso de esas súplicas y parecía que entre más se quejaba, más profundo daba sus embestidas. Quizás como a mí, a don Bernardo le causaba más placer escuchar los lloriqueos de mi papá.
Mi propia excitación amenazaba con estallar de mis pantalones, podía sentir como mis bóxer estaban ya algo húmedos por el pre-seminal que me ocasionaba ver a mi padre abierto de piernas para otro hombre en contra de su voluntad.
-Ay si mami, si…-le decía en torno burlesco ante los quejidos de mi papá. -¡Ufff!, puedo sentir como me aprietas la verga.-con esto último le soltó una nalgada que sonó bien recia y por unos breves instantes se le quedo marcada la mano de don Bernardo en la nalga de mi papá.
-Que culo más pinche apretado carbón ¡no mames!-mi papá solo se limitaba a quejarse y pujar con sonidos de dolor.
La verga de don Bernardo salía del culo de mi papá, con la poca luz que tenía el cuarto podía apreciar sus venas hinchadas alrededor del tronco y su cabeza roja mojada con el resto de su longitud igual de brilloso. En un punto don Bernardo sacó por completo su pene del interior de mi papá y se alejó un poco sin soltar sus piernas.
-No mames cabrón.-dijo con una sonrisa maliciosa.-ya te deje bien abierto.-soltó unas risas antes de inclinarse un poco para apreciar su obra más reciente. Colocó unos dedos callosos en la entrada de mi papá y sin avisar comenzó a dedearlo violentamente. Observé que de la verga de don Bernardo escurría bastante pre-seminal, era increíble la gran cantidad que estaba soltando de tan solo jugar con el culo de mi papá, sin duda estaba disfrutando de todo esto.
No había notado que mi papá estaba ya completamente rendido, no soltó ni un quejido cuando los dedos de don Bernardo exploraron su interior. Pero algo llamó mi atención, vi que mi padre estaba teniendo una erección.
Esa fue la primera vez que vi el pene de mi papá; era un pene grueso y de un tamaño promedio, la cabeza era más pequeña que el tronco y ahora estaba apuntando directamente al techo del cuarto. Don Bernardo lo notó y solo negó con la cabeza mientras sonreía.
-Que puta eres Pedro.-dijo mientras sacaba sus dedos del culo de mi papá.- ¿Te gusta ser mi puta, cabrón?-dijo mientras volvía a separar las piernas de mi papá.
Los labios de mi padre se movieron, pero no escuche que fue lo que dijo debido a la música tan alta, y parece ser que don Bernardo tampoco lo escucho por qué insistió.
-¿Te gusta ser mi puta?-repitió moviendo un poco sus caderas, rozando su pene con la entrada maltrecha de mi padre.
-Si. Soy tu puta
Eso fue todo lo que necesitaba escuchar don Bernardo para volver a hundir su hombría en el ano mi padre.
Mi papá lanzó un gritito acompañado de un gemido, ahora las embestidas eran más duras y frenéticas, don Bernardo entraba y salía ferozmente del culo de mi papá que ahora no podía contener sus gemidos. Al principio no eran gemidos afeminados, supongo que para que mi papá conservara un poco de su orgullo después de admitir que era “su puta”, pero mientras más embestidas recibía poco a poco esos gemidos se fueron distorsionando hasta que mi papá estaba gimiendo como una verdadera puta que disfruta de la cogida que le está metiendo su macho.
Eso hizo que don Bernardo enloqueciera por completo y comenzó a darle más fuerte si es que eso era posible, toda la habitación olía a sudor y sexo, los cuerpos de ambos estaban cubiertos de una fina capa de sudor y el choque de la pelvis de don Bernardo contra el culo de mi papá hacia un sonido húmedo de “clop clop”.
-Te voy a llenar perra.-dijo don Bernardo entre gemidos que parecían de toro.
Siguió con sus embestidas un buen rato, hasta que don Bernardo se detuvo y pensé por un momento que ya había eyaculado dentro de mi papá, pero no era el caso. Con algo de brusquedad, don Bernardo abandonó el interior de mi papá solo para ordenarle que se pusiera en cuatro sobre los costales de cemento. Mi papá muy obediente, en un torpe movimiento se colocó en cuatro sobre los costales, recargando solo la parte superior de su cuerpo sobre estos y dejando a merced de don Bernardo sus nalgas y su agujero que ahora escurría de líquido pre-seminal.
-Separa tus nalgas.-le dijo el hombre que estaba detrás de mi papá esperando ansioso para empalarlo de nuevo.
Sin dudar ni un segundo, mi papá separó con ambas manos sus nalgas, dejando ver un culo algo peludo con un agujero completamente irritado y palpitante que se cerraba y abría repentinamente. Don Bernardo lanzaba bufidos como desquiciado cada que el ano de mi papá se apretaba dejando salir algo del líquido pre-seminal de su interior.
-Así quédate Pedrito.-dijo con voz ronca mientras se sacudía su verga que poco a poco iba perdiendo firmeza.
Mire extrañado la escena, no comprendía por que la erección de don Bernardo estaba bajando…hasta que vi el primer chorro de pis salir de su pene.
No podía procesar todo lo que estaba viendo ahora. ¿Realmente está sucediendo? Me preguntaba si era real la imagen de mi papá abriéndose sus nalgas mientras que ahora don Bernardo le orinaba el culo. Escuchaba como el chorro potente de orina se colaba en los intestinos de mi padre que estaba soltando gemidos de gusto y en ocasiones separaba aún más sus nalgas y piernas para dejar expuesto su ano. Los costales de cemento recibieron parte de los orines que salían del culo de mi papá cuando este pujaba y cerraba su ano, poco a poco el chorro de pis iba perdiendo fuerza hasta que solo quedaron unas gotas en el pene de don Bernardo.
Don Bernardo solo suspiro y agarró con firmeza las nalgas de mi papá antes de soltarles unas buenas nalgadas y mi papá soltó unos pequeños suspiros. Se rio un poco mientras negaba con la cabeza, incrédulo de lo que acababa de hacerle a mi padre.
Yo estaba asombrado por todo lo que había visto, y no parecía haber terminado.
En menos de lo que pareció un minuto, la erección de don Bernardo volvió y estaba apuntando directamente al agujero de mi papá.
-Ahora si podré venirme.-dijo mientras tomaba de las caderas a mi papá.
-Te voy a hacer varios chamacos pinche puto.- con esto último, don Bernardo metió de una dura estocada su verga en el interior de mi papá.
Varios gemidos salieron de la boca de mi papá, eran ruidosos y llenos de una mezcla entre dolor y placer.
Don Bernardo nuevamente enterró su mástil de carne en el interior cálido de Pedro, mi papá dejaba que el otro hombre tomara el control mientras que él se aferraba a los costales de cemento donde estaba apoyado. El ritmo de sus embestidas iba aumentando y se escuchaba como sus grandes huevos chocaban frenéticamente contra los de mi papá causándoles unas muecas entre el dolor y placer.
Mi papá en un momento arqueo su espalda, y don Bernardo colocó sus manos sus hombros mientras daba embestidas más profundas. Don Bernardo jadeaba contestando a los gemidos de mi papá, ambos estaban perdidos en el placer que le causaba el cuerpo del otro; mi papá gozaba como una verdadera puta al tener a otro hombre en su interior, mientras que don Bernardo disfrutaba del estrecho agujero de mi papá que apretaba su verga.
Don Bernardo dio unas embestidas bestiales que hicieron que mi papá gritara de dolor. Asombrado por el cambio de actitud del hombre que lo estaba penetrando mi papá intento pujar para que su violador saliera de su interior. Don Bernardo no salió de su interior y le dijo:
-Eso mismo sentía mi hija cabrón.-dijo mientras ahora le daba una embestida más gentil, eso ocasionó que mi papá gimiera de forma afeminada y dejara de intentar que la verga del otro hombre saliera de su culo. Don Bernardo sonrió y pego su pecho peludo contra la espalda de mi papá.-pero al menos ella no fue tan puta como para disfrutarlo como tú.-le dijo al oído de forma lasciva antes de morderle el lóbulo y continuar con el cuello. Mi papá gimió disfrutando del estímulo que le estaba ocasionando los besos y mordidas del otro hombre.
-¿Listo para recibir tu leche putita?-don Bernardo empujo la espalda de mi papá para que volviera a acostarse sobre los costales.
-Si.-mi papá estaba poseído por el placer y me parecía increíble como un hombre tan macho como él estaba disfrutando de tener el pene de otro hombre en sus interiores. Mi papá estaba siendo violado por otro hombre, pero ahora disfrutaba de las embestidas que le estaba propinando don Bernardo soltando varios gemidos de placer.
El ritmo de las embestidas se hizo más rápido, sus cuerpos húmedos sonaban cuando la pelvis de don Bernardo y las nalgas de mi papá chocaban. Los gemidos de toro de don Bernardo opacaban los gemidos de mi papá que estaba siendo aplastado por el cuerpo del otro hombre. Fue el último gemido de mi padre que escuché antes de que los propios gemidos de don Bernardo se hicieran más fuertes.
–Que bueno que la música esta alta.- pensé, porque de otra forma estoy seguro de que todos en la colonia se habrían enterado del clímax de don Bernardo.
Don Bernardo seguía gimiendo como un toro, mientras sufría de espasmos. Su gran espalda se veía brillosa por el sudor y noté como sus huevos se contraían mientras aún seguía llenando a mi papá con su esperma. Cuando parecía que por fin había dejado todo su semen en el interior de mi papá, sacó su verga y se sentó en uno de los botes con las piernas extendidas mientras su pene iba perdiendo dureza. Soltó unos suspiros mientras agarraba su bóxer para limpiarse el sudor de su cuerpo.
Hice un esfuerzo para enfocar el culo de mi papá, y mis sospechas eran reales; don Bernardo aparte de ser un dotado, era también todo un semental. Del culo de mi papá salían varios chorros de semen que estaba mezclado con algo de sangre, cuando el ano de mi padre pujaba; más ríos de esperma volvían a salir y bajaban hasta sus propios testículos. Don Bernardo tras recuperar su aliento se levantó y se aproximó hacia mi padre.
-De ahora en adelante ya no eres un hombre.-dijo mientras le agarraba una nalga con sus manos callosas. -Eres mi hembra y mi puta.-mi papá lo miro con muchas emociones en su rostro, pero ahora lo veía derrotado. El arrepentimiento lo había golpeado tan duro que olvidó el placer por el que había atravesado hace unos instantes.
Mi papá bajó la mirada hasta la verga ahora flácida de don Bernardo antes de que las lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos.
-No…-dijo con emoción en su voz mientras negaba débilmente con su cabeza.-yo no soy…-dijo con apenas fuerzas para terminar la oración.
Don Bernardo lo veía con desdén, sin prestarle atención a las lágrimas de mi papá. Sin ningún tipo de remordimiento por lo que acababa de hacerle al otro hombre, don Bernardo limpio los restos de semen que quedaron en su verga en la cara de mi papá, su ahora flácida erección recorría de forma burlona el camino de lágrimas de sus mejillas, dejando ahora un rastro de esperma.
Eso fue lo último que pude ver, y antes de que pudieran percatarse de mi presencia me fui para la casa. Fue difícil caminar con la erección que tenía entre mis piernas, el roce contra el pantalón ya comenzaba a ser muy incómodo.
Me quedé sentado en la sala, procesando todo lo que había visto y escuchado. Creo que tuve un subidón de adrenalina porque mis manos temblaban. Me preguntaba que iba a pasar con mi papá, ¿Cómo procesaría él todo esto? Yo tenía mis propios conflictos internos tras presenciar cómo habían abusado de él, pero solo hasta ahora me había detenido a pensar como lo sobrellevaría mi padre.
Estaba absorto en mis pensamientos, y no sé cuánto tiempo pasó, pero lo que me sacó del trance fue escuchar como la puerta que conectaba al patio se abría. No volteé de inmediato, si no que espere unos segundos intentando adivinar de quien se trataba ¿Era don Bernardo o mi papa? ¿Eran los dos?
Sentí una mano en mi hombro antes de mirar a don Bernardo que me dedicaba una sonrisa bonachona, como si no hubiera abusado sexualmente de mi figura paterna. Notaba en sus movimientos poco coordinados que aún quedaba algo de alcohol en su sistema. Me pregunto, si cuando pase el efecto del alcohol, ¿Recordará lo que le hizo a mi padre? ¿Se arrepentirá?
No puedo evitar en pensar en la hija de don Bernardo y como atravesó el mismo destino que mi papá. Esta era la forma de venganza de este hombre; arrebatarle su hombría a mi papá que se proclamaba como un macho ante la sociedad.
-Ahí está tu papi en el cuarto, pero le ganó el sueño.-me dijo mientras me sonreía despreocupadamente.-deberías ir a ayudarlo en un rato.
No recuerdo que le dije, o si realmente dije algo antes de que se fuera de mi casa.
Espere un buen rato antes de que me animara por fin a volver a salir para buscar a mi papá. Cuando llegué lo encontré dormido, con su ropa puesta y con varias botellas rodeando su cuerpo para que pensará que efectivamente se había pasado con la cerveza. Pero yo sabía la verdad.
Perdonen si el relato fue demasiado largo, pero no quería omitir ningún detalle que consideré importante. Como mencioné esto ocurrió en realidad hace unos meses y la historia de don Bernardo y mi papá continuó. Tengo algunas historias más por contar…
Igual si quieren compartir experiencias reales para que les haga en relatos pueden escribirme a mi correo.
¡Los leo en la próxima!
Cómo fue la relación con tu padre después de eso y como cambio el en actitud.
Seguramente puedes cogerte rico a tu padre que debe tener un gran hermoso ojete carnoso ce macho adulto.