A mis 10 años mi primer trió casi forzado. Por Natioronco19
Esta historia verídica sucedió al año o año y medio de mi despertar sexual con mi tío, debo admitir que a mi corta edad mi vida sexual fue bastante intensa, y si bien hasta ese momento siempre lo hacía con mi tío, nunca se me había ocurrido estar con.
Esta historia verídica sucedió al año o año y medio de mi despertar sexual con mi tío, debo admitir que a mi corta edad mi vida sexual fue bastante intensa, y si bien hasta ese momento siempre lo hacía con mi tío, nunca se me había ocurrido estar con otra persona. Bien cuando tenía aproximadamente unos 10 años y como iba a un colegio para señoritas católico, me correspondía realizar la primera comunión, así que las clases eran los sábados de 16:00 a 17:30 de la tarde en el colegio. Y como mis padres eran medio celosos de mi, si hubieran sabido lo que ya hacía, muy pero muy rara vez iba sola así que siempre me acompañaba alguien al las clases de catecismo.
Un día mi madre se enfermó así que tenía que hacer reposo y por razones de trabajo mi padre y mi tío no estaban, así tuve que ir sola a catecismo, como el colegio quedaba a cuatro cuadras de mi casa salí de casa a las 15:20, no había pasado las dos cuadras cuando al pasar por la puerta de una casa en construcción me tropiezo y me caigo rasmillándome las rodillas por encima del vuelo de la pollera, casi de inmediato veo salir a mi vecino y a su amigo para ayudarme. Ahora Mi vecino (hoy dado a la fuga de la justicia por robo) era un muchacho de unos 20 años delgado de piel blanca de un metro setenta, mientras que su amigo también de esa edad era más bajo y de pie cobriza.
Continúo, ambos me ayudan a levantarme y al ver que me había lastimado me llevan adentro donde sentándome en un sofá, mi vecino me entrega un poco de agua y alcohol, al tiempo que me dice: Ten desinféctale.
Ay me va a doler, dije mirando el rasmillado. Un poco, pero quieres que lo haga yo, dijo mi vecino. Mmm, bueno dije y subiéndome la falda hasta más arriba de la rodilla, él se sentó frente a mí y poniendo mis piernas sobre sus rodillas comenzó a curarme, no sé por qué pero al sentir la gasa en mis rodillas me sobresalte abriendo inconscientemente un poco mis piernas. Estas bien, pregunto mi enfermero. Sii, respondí sin cerrar las piernas. Mi vecino que ya era todo un malandra, termino de curarme, y dejando caer la gaza, metiendo su mano por debajo de la falda, al tiempo que preguntaba en tono obsceno: ¿Te duele aquí? ¿Qué haces? Exclame sorprendida al sentir su mano en mi muslo. Nada solo quería saber si te dolía, dijo sin retirarla. No, me voy, comente molesta mientras intentaba ponerme de pie. Vamos, yo sé que te gusto, comento subiendo una mano hasta mi bombacha, mientras que la otra se posaba en mi pecho empujándome hacia atrás. Ay, no, por favor no, dije intentando ponerme de pie. Pero fue inútil, su amigo me sujeto fuertemente por los hombros, al tiempo que los dedos de mi vecino, sus ásperos dedos comenzaban a tocar mi conejo. Ay, no, déjame, déjame, repetía en vano mientras sentía como ambos tocaban mi cuerpecito. Osvaldo (así se llamaba mi vecino) tomándome por las piernas me empujó hacia adelante y abriéndolas metió su cabeza entre ellas, para lamer mi conejo por sobre mi bombacha. De repente algo pasó en mi mente, lentamente comencé excitarme y dejando de resistirme me entregue a mi destino. Un leve gemido comenzó a escapar de mis labios. ¿Te gusta? pregunto el amigo de mi vecino mientras me acariciaba mis pechitos. No respondí, y abriendo un poco más mis piernas, lo sujete por los cabellos, mientras Osvaldo me corría la bombacha. Si le gusta, dijo el amigo de mi vecino, desprendiéndome el vestido. Mi vecino me siguió lamiendo, los bellos de su cara mal afeitada raspaban mi lampiño sexo, al tiempo que su amigo (de nombre Roberto), comenzaba a chuparme las tetillas. Ayy, ahhh, empecé a gemir. Después de un tiempo Roberto se desprendió los pantalones y acercando su pija comenzó a acariciar mis labios con su glande. Rápidamente sentí aroma de su sexo, tímidamente mis labios se fueron abriendo y sin decir nada comencé a mamar su pija. Ay amor, ya la chupaste verdad? exclamo Roberto. No, dije moviendo mi cabeza. Osvaldo para no quedarse atrás también se los desprendió y subiéndose sobre el sofá frente a mí me acerco su miembro a mi rostro, donde comencé a chuparlas alternadamente. El aroma y sabor de sus sexos era fuerte, savia a orín y a transpiración, no me importo, las chupaba, las chupaba lenta y completamente mostrando indirectamente mis habilidades aprendidas.
Roberto me saco su pija y ubicándose entre mis piernas empezó a lamer mi paloma. Mmm, mmm, mmm, exclamaba con la pija del vecino en mi boca, al sentir como su amigo lamia, besaba, mordía y chupaba mi conejito. Después de unos minutos, me pusieron de pie, me desnudaron, después siguieron ellos, los tres estábamos parados frente a frente, sin nada de ropa, mire sus cuerpos, delgados, con la piel quemada por el sol, mire sus pijas, no eran como la de mi tío pensé; eran más chicas de aproximadamente 15 o 16 cm. No podía dejar de mirarlos, era la primera vez que estaba desnuda frente a otro hombre, en este caso dos. Nuestros sexos contrastaban notablemente, el de ellos era oscuro, con abundante bello negro al rededor, no estaban circuncidados, la fina piel del prepucio cubría casi la mitad de sus glandes; mientras que el mío, pequeño, blanco casi pálido, sin nada de bellos, solo con la punta de mi clítoris coronando mi sexo.
Ambos me miraban obscenamente, mi vecino dio el primer paso y seguido por su amigo, me rodearon con sus brazos me besaron los labios, el cuello, mis tetillas, nalgas ombligo y vientre. Roberto fue el primero, me recostó en el sofá, con delicadeza abrió mis piernas y ubicándose sobre mi, comenzó a rozar mi paloma con su pija. Podía sentir su glande bajar y subir por mi raja pasando suavemente por la entrada de mi cuevita, mi respiración se agito, un pequeño gemido se escapaba de mis labios, Roberto comenzó a presionar sobre mi agujerito, que lentamente comenzó por abrazar la punta de su miembro, para luego seguir con su glande y para terminar con su tronco. Ayy, ahh, ahh, gemí al sentir su falo adentro. Ya lo hiciste verdad? pregunto Osvaldo que miraba como su amigo empezaba a cogerme. Noo, noo, respondí con mi pierna derecha sobre la cintura de Roberto, sus movimientos eran lentos continuos, y deslizando mis brazos por su espalda, exclame con vos entrecortada: Ayy, ahh, ayy. ahh. Mi vecino acerco su pija a mis labios, mi lengua que había escapado de mi boca ligeramente entre abierta, lamió la punta de su miembro para luego hacerla desaparecer un poco más de la mitad dentro de mi boca. Después de unos minutos, mi vecino comento: Es mi turno. Los hombres intercambiaron lugares Osvaldo se recostó sobre mí y metiéndomela de una estocada comenzó a cogerme casi salvajemente, Ahh, ayy, ahhh, gemía con cada una de sus estocadas al tiempo que sentía los testículos de mi vecino golpear entre mi esfínter y mi vagina. Te gusta? Pregunto Roberto mientras acariciaba mis rosadas tetillas. No respondí, Osvaldo se detuvo y sosteniéndome por mis nalgas, se puso de pie para luego sentarse conmigo sobre él. Estaba cabalgando sobre su sexo, mientras que su amigo besando mis labios obscenamente, metía una de sus manos entre mis nalgas hasta llegar a mi esfínter. Mmmm, auuu, exclame inclinando mi torso hacia adelante, al sentir su dedo clavarse dentro mío. Sandri quien te reventó? pregunto mi vecino, mientras movía mis caderas de atrás hacia adelante. Su amigo que ya estaba detrás mío, poso su pija en mi ano, para luego clavármela toda. Ayy, ahh, ahhh, gemí con mis dos agujeros llenos de carne. Comenzaron a moverse sus pijas entraban y salían lentamente, Te gusta? Pregunto mi vecino. Ayy, ssiii, siii chiiccooss, ssiii, exclame, fascinada por el calor y el olor de transpiración que emanaban de sus cuerpos.
Después de unos minutos de cogerme mi vecino comento, Bájate un poquito Sandra. Ambos me sacaron sus pijas, me pare sobre el piso con mis pies descalzos, Osvaldo me dio vuelta por la cintura, y sentándome de espaldas a él, metió su falo mi esfínter, Roberto que estaba de frente a mi, me levanto las piernas, haciendo que mi cuerpo se recueste de espalda sobre el torso de mi vecino, se acomodó entre mis piernas para luego meterla por mi vagina. Ahhh, ayyy, gemí al sentirme clavada nuevamente por mis dos amantes. Empezaron a moverse, sus pijas entraban y salían alternadamente de mis orificios, mi vecino beso mi cuello y mordiendo mi oreja pregunto; ¿Te gusta?. Ayy, ssii, siii, dije al tiempo que sentía el roce de sus vellos en mis nalgas. Sus pijas como les dije no eran muy grandes, pero me fascinaban eran del tamaño justo, llenando es decir entrando por completo en mis orificios. Sus miembros que entraban y salían suavemente de mi ano y vagina lentamente me llevaron al cenit, gemía, un cosquilleo comenzó a recorrer mi espalda, mis piernas temblaban, me estaba por orinar, me orinaba y lanzando un agónico gemido de placer mis jugos escaparon de mi interior mojando en parte a mis dos amantes. Eso les calentó aun mas, mi vecino se quedó quieto dejando que Roberto acelerara sus estocadas, para luego terminar dentro de mí. A los pocos segundos y después que Roberto se bajara, Osvaldo me quito de su cuerpo y recostándome boca arriba, se montó sobre mi para comenzar a cogerme con mis piernas sobre sus hombros, Ayy, ahh, ahh, ayy, gemía al sentir como sus testículos golpear mi zona peri anal, hasta finalmente derramar su semen junto al de su amigo. Se quedó quieto, y después de bajarse, nos sentamos los tres en el sofá, Roberto rozándome las tetillas con sus dedos pregunto: Ya lo había hecho, ¿Verdad?. No, ¿Por qué? respondí. Porque te entro muy bien, comento mi vecino. Sí, eso ya la comiste, exclamo seguidamente su amigo. No, es que a veces me masturbo, respondí. Así? exclamo Roberto sorprendido. Si, Que hora es? pregunte mientras miraba mi ropa. Están por ser las cinco, respondió mi vecino. Comencé a cambiarme, ellos hicieron lo mismo. Fuimos hasta la puerta, mi vecino mirándome a los ojos pregunto ¿Te gusto?. ¿Quieres que lo repitamos? No respondí, después de cerciorarse que no había nadie me dejaron salir, no había dado ni tres pasos cuando, dándome vuelta comente: Si quiero, para luego dirigirme rápidamente a mi casa.
Bien espero que les haya gustado, esa no fue la única vez con ellos, hubo otras pero eso es otra historia.
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