A sus 6 añitos, lo descubrí con el culito hinchado y lleno de semen.
El niñero del pequeño Lucas 04: Aunque la verdadera sorpresa vino cuando sintió un líquido espeso y tibio brotar desde el interior de su anito y cuando acercó el rostro notó el color blanquecino junto al particular olor. No había duda, lo que salía del culito del niño… era semen..
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Continuo con el relato del pequeño Lucas. Aclaro que es una historia ficticia hecha con fines de entretención y no como manual para cometer actos reales. Este capitulo está dedicado a Jose y Dnd Teg, gracias por sus riquísimas fotos de sus vergas.
En el capitulo anterior: Luego de casi ser descubierto por Manuel mientras veía pornografía 1nf4nt1l, Fernando continua con su lucha interna entre seguir o parar. Más tarde ese día mientras cuidaba de Lucas, por accidente lo descubre oliendo su ropa interior de una manera tan morbosa que empezó a dudar y para colmo, en la noche sueña que esta teniendo sexo con el menor, algo que aparentemente… no fue un sueño.
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Capítulo 4: A sus 6 añitos, lo descubrí con el culito hinchado y lleno de semen.
Jueves, día cuatro.
Cuando el archivo finalizó, la respiración del joven niñero estaba tan acelerada que casi parecía que tendría un paro cardiaco, una señal de que debía parar, pero entonces lo vio, un video que hizo que todo se redujera a cero.
Era un bebé, un maldito bebé, acostado desnudo en una cuna, mientras un hombre balanceaba su carnoso mástil delante de sus nalguitas. ¡Absurdo! Pensó Fernando al pensar que una verga de esas dimensiones podía entrar en ese culito, pero la realidad le golpeó al instante cuando vio como el hombre apuntaba su glande y de un movimiento empalaba 17 gordos centímetros hasta el fondo.
El bebé reaccionó ante el intruso, pero no lloró, volvió a dormir como si nada, acto que el hombre aprovechó para comenzar un lento y firme vaivén contra su pequeño culito, empalándole su mástil hasta el fondo. A ese punto el niñero yacía de pie, masturbándose mientras que su otra mano se deslizaba en su cuerpo intentando parar el placer.
El video cambio a una escena peor, una donde el hombre yacía sentado con las piernas abiertas y agarrando al bebé con fuerza mientras batallaba para meter su miembro. Le costó, pero de alguna forma lo logró y enseguida comenzó a embestirlo, penetrándolo una y otra vez, abriendo su anito a niveles inexplicables y causando un viscoso ruido que puso al abusador como un loco.
La diferencia de sus cuerpos también era igual de impactante. Un hombre de 1,80m abrazando a un nene que no era ni la cuarta parte de él. Se sentía insano, doloroso, ilegal. Los testículos del hombre rebotaban en las nalguitas del niño chocando sin parar. Apretaba el tierno cuerpecito a su robusto torso mientras le embestía el culito como si fuera un masturbador de juguete. Eso… un juguete, es lo que el bebé parecía para el abusador.
Sus sospechas se confirmaron cuando el hombre se levantó con el niño aun pegado a su torso y se ubicó frente a la cámara. De un movimiento abrió sus piernitas a la par y comenzó a bufar como un toro. “Qué apretado mi juguetito, estoy a punto de llenarlo de leche” y acto seguido, embutió su dura verga hasta el fondo, comenzando a llenar el estrecho y caliente orificio de potentes chorros de semen. Fernando colapsó al ver tal escena, al ver como la verga del hombre palpitaba como si fuera a explotar, al tiempo que sus gemidos se hacían más y más fuertes. “Ahh que rico es ser p3d0filo” gemía con desesperación mientras que su verga salía lentamente del culito del menor y los hilos de semen fresco comenzaban a brotar.
El corazón de Fernando se aceleró y todo su rico cuerpo se tensionó, haciéndole soltar un gemido desgarrador; Nueve chorros de semen salieron disparados hacía la pantalla del computador, justo en el lugar donde el abierto anito del bebé relucía desvirgado y lleno de leche, dándole la ilusión que era su semen el que se derramaba como fuente.
Fernando cayó al suelo, derrotado, con los ojos abiertos y la respiración entrecorta. Había perdido ante la tentación. Con la mente colapsando y el corazón lleno de incertidumbre, cerró la laptop, cayendo en un profundo trance. Una voz en su cabeza le recordaba lo que había hecho una y otra vez, una voz que también le gritaba “gay”.
¿Por qué lo hizo? Eran hombres, con niños… No lograba entender por qué lo disfrutó, eran niños, adultos, y que por más inmoral que fuera, eran hombres con pene y testículos como él. ¿Es que acaso… se estaba volviendo gay?
Siempre tuvo clara su sexualidad; era un hombre heterosexual. La manera como su novia jadeaba y gemía mientras se la metía hasta dejar la vagina inflamada lo confirmaba. Entonces maldijo a Juan y Manuel entre lágrimas por ser unos maricas. ¿Qué le costaba que fueran niñas? Era doloroso de pensar, quizás porque tal vez siempre lo había sido y los videos solo le mostraron su realidad.
– F: No puedo…creo que tengo que renunciar.
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Llegada la tarde, Fernando toco puntual a la puerta encontrándose con Manuel y dos hombres jóvenes que por el uniforme intuyó trabajaban con él. Intentó informarle sobre su renuncia al cual había practicado toda la tarde, pero por la prisa no lo logró y en cambio el adulto le pidió si podía llevar a Lucas al parque. El pequeño llegó segundos después ya vestido para la ocasión a lo cual le regaló una sonrisa, viéndole con ternura, aunque lo que trasmitía era preocupación.
Salieron de casa media hora después, caminaron al parque el cual se encontraba a tres cuadras de la casa y una vez allí, el rostro del niño se llenó de felicidad por los juegos, globos y los inflables del lugar. Uno a uno Fernando llevó al pequeño a cada juego, haciendo que las horas pasaran como minutos. Sin embargo, había algo en ese sitio que lo tenía ansioso, estresado y nervioso… los niños.
– F: Anda, ve a hacer la fila para que te subas al inflable, yo te espero aquí en esta banca – le dijo a Lucas señalando el lugar que estaba a pocos metros de la actividad.
– L: ¿No me vas a acompañar Fer? – respondió con cierta tristeza en su voz.
– F: Estoy cansado pequeño, pero ve, yo te vigilo.
Lucas salió con prisa a formarse en lo que tomaba asiento en una banca. Desde allí se concentró en vigilarlo, pero el pequeño o se perdía entre tantos niños corriendo por el parque… Niños, ahí estaba el maldito problema.
Desde que llegó al parque su cerebro comenzó a jugar con él. Las risas de los niños le agobiaban, así como sus tiernas caritas y pequeños cuerpos que resaltaban entre los demás, como invitándole a seguir observándolos. Desde la banca podía ver cada lugar, cada niño que corría y saltaba por el parque. Inconscientemente fijo su mirada en sus partes privadas, percatándose que algunos sus pantaloncitos marcaban nalguitas grandes.
– F: ¿Como se verán sin nada puesto? – pensó de manera inconsciente – Sin nada de ropa…
Sacudió la cabeza preocupado por lo que estaba imaginando ¡Por dios! son niños, ¡son varones! Eran más las niñas en el lugar y aun así sus ojos solo se posaban en los pequeños, ¿Qué le estaba sucediendo? Cada niño que pasaba cerca a él era desnudado automáticamente por su mente, como si sus ojos se hubiesen transformado en rayos x.
El sudor inició a caer por su frente, paniqueado y asqueado por su actuar ¿Qué estaba haciendo? Se suponía que no pensaría más en un niño de esa forma, pero en cambio, su verga comenzó a ganar grosor, dureza, alargándose lentamente y reflejando su frágil estado y mentalidad.
– F: Ya basta, al menos ve a las niñas, al menos míralas a ellas – se decía mentalmente.
Pero no funcionó Por mucho que intentaba mirar a las nenas, sus ojos volteaban hacia el niño más cercano a ellas, incluso si se trataba de jóvenes adolescentes a las cuales sus pechitos iniciaban a crecer, no le causaban el mismo interés.
Sus piernas temblaban y el sudor seguía cayendo, estaba teniendo una especia de crisis en la que los recuerdos de las fotos y videos se reflejaban en los pequeños a solo metros. No aguantaría más, tenía que irse de ese lugar.
Antes de levantarse por Lucas, acomodó su verga hacia arriba sigilosamente, aprisionándola contra el elástico del boxer para que los padres y niños no notaran que estaba por explotar. El jogger de algodón tampoco le colaboró y por el contrario hizo más visible su erección, marcando un bulto difícil de ocultar. Finalmente visualizo a Lucas en la multitud y salió rumbo a su lugar sin percatarse que un niño venía corriendo en esa dirección.
– S: ¡Auu! Perdón señor – jadeo el niño de 8 añitos al golpearse con la entrepierna del mayor.
– F: No pasa nada, tranquilo.
– D: Santi ven ¿te lastimaste? – gritó una mujer detrás de ellos.
– S: Mami, el señor y algo duro que me lastimó.
Fernando palideció ante el inocente comentario y con miedo salió rápido del lugar, rogando porque nadie se hubiera dado cuenta que su pene estaba por reventar y por desgracia Lucas no estaba así que tuvo que ponerse a buscar. En ese momento lo mejor que se le ocurrió fue meter las manos a los bolsillos y disimular la erección. Por fortuna, divisó de nuevo a Lucas, pero se asustó al ver que venia llorando y cubierto de barro.
– F: ¿Lucas que te pasó?
– L: Me caí en ese charco Fer ~ snif, snif ~ me lastimé el bracito ~ snif, snif.
– F: No llores pequeño, fue en accidente… vamos a… vamos a casa para que te limpies.
– L: ¿Qué tienes metido ahí? – preguntó ante el evidente bulto duro que se le marcaba.
– F: ¡Nada! vámonos rápido de aquí.
Por suerte cuando llegaron a casa su erección se había disipado, al igual que el llanto del pequeño. Fernando lo mandó a ducharse para quitarse el barro, pero estando allí, Lucas soltó un quejido y tuvo que acudir de inmediato y entonces lo vio. Allí frente a él, se hallaba el pequeño, desnudo, mojado y con jabón por todo cuerpecito.
Su cuerpo reaccionó en automático expulsando una extraña electricidad que culminó en la punta de su verga. Hasta ese momento no había tenido pensamientos malignos hacia el pequeño más allá del incidente con su ropa interior, pero el ver a Lucas desnudo por primera vez causo que su piel palideciera y que su verga volviera a entrar en erección. Rápidamente se giró dándole la espalda y con su mano se la acomodó, aprisionándola contra el elástico para que el niño no lo notase.
– F: ¿Qué te pasó Lucas?
– L: Fer ayúdame, me calló jabón en los ojos.
– F: Ten más cuidado – dijo quitando el jabón de sus ojitos – Listo, ¿ya no te arde?
– L: No, ya se me quitó.
– F: Bien, te espero afuera.
– L: ¿Fer me ayudas a bañarme? – Preguntó con su carita y ojitos llenos de ternura.
“No, pero por supuesto que no” es lo que pensó al instante, sin embargo la insistencia del niño logró convencerle y se metió a la ducha con él.
– L: Fer, me limpias en la espalda que no alcanzo, por favor – le dijo dándose la vuelta.
Allí posó sus manos sobre el cuerpecito del niño y las deslizó, enjabonándolo. Entonces vio su colita, esas bellas y redondas nalguitas que brillaban por el agua y sintió una fuerte necesidad de tocarlas. Sabía que estaba muy mal, pero aun así… lo hizo.
– L: Fer, mi papá dice que no me deje tocar ahí.
– F: Es para quitarte la suciedad, además no te voy a hacer nada, soy tú… tu niñero.
La hipocresía en esas palabras no tenía precio. El simple tacto hizo que su pene se hinchara casi al tope. Inició un suave movimiento en las nalgas de Lucas, masajeándolas con el jabón. Se sentían firmes, pero al mismo tiempo suaves como seda. Lentamente fue incrustando la mano en su rajita, pasando los dedos arriba abajo hasta que le abrió las nalguitas y su dedo tocó su ano.
Pero entonces notó que estaba un poco hinchado, hecho que le sorprendió, aunque la verdadera sorpresa vino cuando sintió un líquido espeso y tibio brotar desde el interior de su anito. Ganado por el morbo, le pidió al niño que se flexionara para [poder lavarlo mejor] y cuando Lucas lo hizo, acercó el rostro, notando el color casi blanquecino del pegajoso líquido que incluso burbujeó en ese momento. No había duda, lo que salía del culito del niño… era semen.
La mente de Fernando se nubló en ese instante y nuevamente los videos descubiertos volvieron, lo que terminó por romperlo. Dirigido por el miedo y el morbo, lentamente introdujo su dedo en el ano del pequeño sintiendo la estrechez al instante.
– L: Ahh ~ Fer ¿Qué hiciste? – dijo arqueando la espalda al sentir el dedo de su niñero introducirse lentamente en su cavidad anal.
– F: Nada, solo me aseguro de limpiarte bien.
Fernando alucinaba, el pequeño ano de Lucas se fue tragando su dedo con mucha facilidad, hasta que logró introducirlo todo como en los videos. Esperó unos segundos por la reacción del menor y al no observar rechazo, comenzó a menearlo, sintiendo al instante el semen tibio dentro de su recto y como este burbujeaba y envolvía su dedo.
– L: Mi papá me limpiaba la colita cuando estaba pequeño, pero no como tú mmm – dijo volteando hacia él – ¿No te da miedo que te ensucie de caca Fer? Por ahí sale el popo.
– F: No te preocupes, por eso lo estoy haciendo, para comprobar si está bien limpio.
Siguió moviendo el dedo sintiendo así las paredes anales del niño expandirse por el roce. La textura era extraña, era la primera vez que sentía un ano por dentro pues sus dedos, su boca y su verga solo habían probado la viscosidad vaginal. Luego de unos segundos más, sacó el dedo de un jalón trayéndose consigo el semen acumulado el cual comenzó a escurrirse por la dilatación. Fernando observó a detalle la escena, lleno de excitación y sintiendo devastadoras ganas de acercar su cara y devorar ese culito de manera feroz.
Observó su dedo manchado de semen de cerca, sintiéndose tentado a llevárselo a la boca y probar de aquel masculino manjar, pero desistió y en cambio se lo limpió y luego sacó a Lucas de la ducha, pero al secarlo con la toalla notó que su pipicito tenía una tierna erección.
– F: Eh, mejor sécate tú, toma.
Lucas sujetó la toalla y comenzó a pasarla por su cuerpo, secando cada gota ante la atenta mirada del mayor. Incluso estando en el cuarto su mirada no cambió y se deleitó viendo al pequeño deslizar sus calzoncitos por sus delgadas piernecitas hasta cubrir sus suaves, blancas, redonditas, infantiles y esponjosas nalguitas… y allí fue cuando cayo en cuenta… ¡Estaba morboseando a un pequeño! ¡un niño de solo 6 añitos!
Fernando cerro los ojos con fuerza y negó varias veces con la cabeza en un acto desesperado de parar, pero le fue imposible, e incluso fue cuando se dio cuenta que su propia erección era mas que visible. Rápidamente se dio la vuelta, y le pidió a Lucas terminar de vestirse. Caminó desesperado por el salón, atrofiado, ofuscado. Sus manos iban de su nuca hacia la cabeza intentando descifrar el porqué de su actuar. Su duro miembro ardía en llamas dentro de su ropa interior pidiendo a gritos atención, al igual que su cuerpo el cual temblaba en excitación, pero de terror y preocupación.
– F: Tengo que salir de aquí, me estoy volviendo loco… ya no más, ya no puedo más.
Comenzó a guardar sus cosas una tras otra en su mochila mientras deseaba que la mañana llegara. Su mundo se derrumbaba e incluso su moralidad se veía afectada, aunque, mientras terminaba de limpiar la sala y se dirigía a limpiar su cuarto, una aterradora cuestión le llegó.
¿Por qué Lucas tenía semen en el culo?
– F: No puede ser… Manuel…
Su mente se volvió un caos total. ¿Acaso podría ser? ¿Era Manuel el pederasta? No, eso no podía ser posible, no teniendo en cuenta que el hombre anhelaba convertirse en un médico pediatra. Pero entonces, ¿Quién era? Manuel era el único que convivía con Lucas aparte de él.
– F: Oh no…
y fue allí que recordó a los dos hombres extraños que estaban con Manuel cuando llegó.
– F: ¡Dios mío no!.. pobre Lucas…
Pensaras que dichas palabras estaban repletas de hipocresía ya que poco le importó el sufrimiento de los niños en los videos mientras se masturbó, pero con Lucas era diferente. Al niño lo conocía desde hace años, a diferencia de los otros que eran desconocidos, y lo mismo pasaba con los adultos; esos hombres perversos eran extraños, pero Juan y Manuel eran sus amigables vecinos que incluso cuidaron de él cuando era un niño.
Tenían que ser esos dos… ellos debían ser los pederastas, si no fuese eso ¿Por qué había toda una colección de pornografía en esa casa?
– F: Tengo que salvar a Lucas, tengo que sacarlo de aquí, alejarlo de estos… estos demonios.
Era una decisión difícil, pero era la correcta. Iba a denunciar, iba a exponer a esos pederastas aun si eso significaba que podría terminar tras las rejas. Con ese sentimiento terminó de limpiar el cuarto, luego agarró sus cosas y se encaminó hacia la habitación del menor pues lo mejor era llevarlo a la policía o hacia un hospital y que los exámenes determinaran quien era el responsable de tan aberrante acto que vivió. Pero apenas puso un pie en la puerta, un sonido familiar lo paralizó. Escuchó con atención el ruido a las afueras del cuarto del niño, y cuando pegó la oreja en la puerta lo confirmó, eran gemidos.
Lentamente abrió la puerta quedando perplejo al observar la escena. Allí, bajo la tenue luz que se filtraba por la ventana se encontraba el pequeño Lucas, con su cuerpecito descubierto, con solo un suetercito puesto y con las piernitas flexionadas a su barriguita, mientras él solito se introducía un objeto rítmicamente por su rajita.
Atrapado por la intriga y en un estado de shock, entró a la habitación de manera silenciosa y se ubicó detrás del closet. Desde ese lugar Lucas no podía verlo, pero él si veía cada detalle.
Cuando supo de qué se trataba abrió los ojos de golpe. Aquel objeto no era nada pequeño, todo lo contrario, debía medir unos 12cm, aunque no era tan grueso. Estaba formado por cuatro círculos unidos uno tras otro, círculos que parecían estar hechos de goma, y de color rosa… No cabía duda alguna, era un vibrador anal.
Aquello no tenía sentido, Lucas era apenas un niño, un ser tierno, un ser puro e inocente, ¿Cómo era posible que un niño supiera algo tan adultero y morboso? Su respiración se cortó al instante y su miembro comenzó a llenarse de sangre.
Observó atónito como Lucas disfrutaba de aquel objeto sin pudor, objeto que se movía despacio haciendo el típico ruido mecánico y que taladraba su pequeño culito sin control. Por un momento pensó que aquello era un sueño y que tal vez lo que veía era el resultado del abuso sufrido por el menor, pero al ver cuidadosamente su carita, vio que se reflejaba una clara y única expresión, una expresión muy similar a las pequeñas victimas que tanto remordimiento le causó ver… la carita del pequeño Lucas… reflejaba placer.
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Hasta acá la cuarta entrega. Gracias a todos los que leyeron el capitulo anterior, en especial a los que mandaron fotos de sus vergas. Disfruté cada imagen como no tienen idea. Les dejo el tele @Samu19973. Si mandan fotos prometo les respondo. NO hago cambios porque no consumo ese material, solo relatos y morbo.
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