A uno de mis inquilinos a medida que le seguía dando por el culo me decía que sentía mucha vergüenza.
Cuando un chico acude al dueño de la residencia donde vive, diciéndole que se quedó sin trabajo, el dueño le ofrece un simple trato, y lo convierte en su sirviente y esclavo sexual .
A uno de mis inquilinos a medida que le seguía dando por el culo me decía que sentía mucha vergüenza.
Soy el dueño de una residencia estudiantil para varones, y ya llevo varios años atendiéndola, por lo que en varias ocasiones me he topado con uno que otro estudiante que por razones que no vienen al caso, dejaron de pagar, motivo por el cual me vi en la imperiosa necesidad de llegar a un íntimo acuerdo, o echarlos.
Cuando uno de mis pupilos un día antes de el pago de la renta pidió hablar conmigo, me extraño ya que en los cuatro meses que llevaba en la residencia, siempre sus pagos los había hecho al día, y de su conducta nada negativo que decir, ya que además de estudiar, hasta donde yo sabía él trabajaba en una afamada tienda de ropa.
Apenas entró debido al olor de su cuerpo, me di cuenta de que recién se había bañado, el chico vestía en esos momentos un pequeño pantalón corto que le dejaba parte de sus paradas nalguitas por fuera, y una estrecha camiseta sin mangas.
Sumamente avergonzado me dijo que la empresa para la que trabajaba se había ido a la quiebra, por lo que ni tan siquiera le pagaron el salario de esa semana.
Yo lo escuché detenidamente, pero al mismo tiempo no podía dejar de observar su fino y delicado cuerpo, sus paradas nalguitas, su abundante cabellera castaña clara, así como sus grandes ojos almendrados.
En cierto momento le pregunté si tenía alguien a quien acudir en busca de ayuda, y de manera clara me dejó saber que se encontraba solo en la ciudad, y que, si no tenía donde vivir, iba a tener que dejar de estudiar y regresar a su pueblo.
A medida que él seguía hablando, yo continué caminando a su alrededor sin dejar de observar todo su cuerpo, en especial sus paradas nalguitas.
Le dije que no podía quedarse en el apartamento que le había rentado, ya que eso significaba que yo perdía mis ingresos.
Pero que, en lugar de eso, podía mudarse a una habitación vacía que yo tengo en mi apartamento, siempre y cuando nos pusiéramos de acuerdo en cuanto a su manera de pagarme.
En ese momento su bello rostro se iluminó, pero de momento me preguntó cómo podía pagarme.
Fue cuando al mismo tiempo que introduje mi mano bajo su camiseta y agarrándole uno de sus pequeños pechos, al verlo que se sorprendía, con toda mi clama le dije. “Pon mucha atención a lo que te voy a decir, así que tranquilízate, que te conviene.”
Por lo que le seguí diciendo. “Tú quieres seguir estudiando, pero como no tienes como pagarme, te ofrezco que me dejes cobrarte a mi manera, así tú estudias, y ambos nos beneficiamos.”
A medida que le fui diciendo todo eso, lo fui abrazando por la espalda, aunque él bastante nervioso no dejaba de preguntarme. “¿Qué me está haciendo, por qué me agarra así?”
En esos momentos ya lo tenía bien abrazado, y acariciaba todo su pequeño cuerpo, al mismo tiempo que le fui bajando sus cortos pantalones, además de ir retirando su camiseta, dejándolo completo desnudo entre mis brazos.
El chico, aunque sin llegar a moverse, no dejaba de repetir que eso era muy vergonzoso para él, que me detuviera, fue cuando le dije que si quería podía marcharse ya mismo para su pueblo, y de inmediato se quedó en silencio, mientras que yo continuaba acariciando todo su cuerpo, incluso su pequeño miembro.
Diciéndole lo fina y suave que era toda su piel, y que en muchas otras ocasiones yo había ayudado a otros chicos que como él se habían encontrado en una difícil situación económica similar a la de él, y que ellos al igual que él podía hacer para agradecérmelo era seguir mi juego.
El chico no dejaba de decir lo avergonzado que se sentía, cuando con unos de mis ensalivados dedos luego de acariciar sus paradas nalguitas, comencé a atravesar su culo.
Eso lo dejó sin palabras, su cuerpo se fue quebrando a medida que mi dedo lo penetraba una y otra vez, él no dejaba de preguntarme que era lo que le estaba haciendo, mientras que yo continuaba acariciándolo, y continuaba introduciendo mi dedo dentro de su apretado esfínter.
El chico comenzó a pedirme que me detuviera que lo hacía sentir muy avergonzado, en esos momentos me fui sintiendo mucho más excitado, al escuchar que su voz se tornó casi femenina pidiéndome que me detuviera.
Era tal mi excitación que en un dos por tres me bajé los pantalones, y dirigí sin misericordia alguna la colorada cabeza de mi verga al centro de sus bien formadas nalguitas.
Al entrar en contacto mi glande con su palpitante esfínter, como por arte de magia se calló, mientras que yo continué penetrándolo, al principio prácticamente estaba llorando, y quejándose de todo lo que yo le estaba haciendo.
Pero a medida que lo fui penetrando, y sacando mi verga de su culo, su llanto se fue transformando en gemidos de placer, al tiempo que yo le fui diciendo, que me alegraba que él asumiera su parte dentro de nuestra sociedad.
De igual manera casi como por arte de magia, comenzó a mover sus nalgas de manera increíble, a medida que yo continuaba bombeando su culo con mi verga.
Por un largo rato mantuvimos esa posición, pero de momento a mi se me antojó que él se recostase sobre el sofá de la sala, y tras sacar mi verga de su apretado culito, lo tomé por los tobillos y separando sus torneadas piernas las separé.
Luego volví a dirigir mi verga a su precioso hueco, atravesándolo con facilidad, mientras que él no dejaba de gemir y de pedirme que no le hiciera daño.
Cosa que hizo que con más fuerza le enterrase toda mi verga una y otra vez hasta que después de un largo rato me vine por completo dentro de su culo.
Una vez que me vine dentro del, el chico se quedó en posición fetal tirado en el piso, mientras que yo de inmediato me dirigí al baño y me lavé la verga.
Al regresar a la sala, él permanecía aun en el piso, fue cuando dándole una suave nalgada, le dije que después de lavarse y expulsar todo lo que le había dejado dentro, podía traer todas sus cosas a la habitación que le había ofrecido.
Cuando terminó de realizar su pequeña mudanza, le dije que deseaba hablar con él, ya que pensaba mejorar la oferta que le había realizado.
Sin demostrar mucho entusiasmo apenas terminó de traer sus cosas, se presentó ante mí, con su mirada clavada en el piso, demostrándome lo mucho que le avergonzaba la situación.
En pocas palabras le dije que le podía pagar por parte de sus servicios, solo que para eso tenía que hacerse cargo de la limpieza y quizás de preparar la comida.
De inmediato me comentó que no tenía problema alguno en realizar la limpieza, pero en cuanto a preparar la comida, me manifestó que no sabía cocinar, por lo que yo le dije que no se preocupase por ello, ya que yo le iría enseñando lo necesario.
Pero le aclaré que, a partir de ese momento, en todo momento que estuviera dentro del apartamento, ya fuera limpiando, cocinando, o estudiando o durmiendo, tendría que usar las prenda intimas femeninas que se encontraban en las gavetas del closet.
Pienso que en cierto momento pensó en negarse, pero cuando le dije que semanalmente le pagaría lo mismo que le pagaban en la tienda de ropa, sonrió y no hizo comentario alguno, y de inmediato fue y se cambió de ropa.
A partir de ese día, poco a poco el chico se fue transformando en mi chica, ya que aparte de voluntariamente ponerse a mamar mi verga, con el dinero que le doy, ha ido comprando una que otra prenda intima femenina, con las cuales me sorprende ocasionalmente.
Jajajaja uff que rico, te conseguiste una perra deliciosa.
wow admirable