Abusando de un amigo. *
¿Quien dice que las mujeres no violan? .
Mi esposo y yo tenemos un querido amigo de nombre Cristofer (Cris).
Cristofer tiene 28 años, cuerpo atlético, siempre usa el cabello corto, es de tez blanca, ojos verdes, con finas expresiones en su cara. Muy guapo. El único problema para varias chicas que lo conocemos es que es gay.
Yo soy Mónica. Tengo 37 años, de caderas amplias, piernas llenitas al igual que mi cuerpo, busto copa b, cabello hasta los hombros, nalgona.
Y he de confesar que siempre me a gustado Cris.
Decía que era buen amigo de mi esposo y mío; pues, a pesar que mi marido es celoso, no tenía problemas con ver a Cristofer conmigo, ya sea en la calle o a solas en casa. Sabía su gusto.
Todo comenzó un día que Cris estaba deprimido por haber cortado con su novio. Yo pues, lo invite a que fuera a la casa para platicar.
Tuve que dejar a Cris por un rato, para ver a mis hijos, encomendandoles terminar sus tareas y deberes en casa.
Al regresar a la sala, veo que Cristofer ya estaba bebiendo de uno de nuestros tequilas. Yo no le dije nada, porque la confianza y la amistad era grande.
Platicamos sobre muchas cosas y así se nos pasó el tiempo.
No podía tomar mucho con Cris, por el tema de mis hijos y la preparación de la cena. Así que deje a mi amigo escuchando música y tomando.
Al regresar con él, lo encuentro ya muy borracho, por lo que casi cargando lo lleve al cuarto de servicio.
Al acostarlo, lo observe por un momento.
Llevaba puesto una bermuda blanca y una camiseta sin mangas verde.
¿Como es posible que un hombre tan guapo tenga gusto por otros hombres? Que desperdicio, pensé.
Al poco rato regresó a la habitación para ver cómo estaba y ¡vaya sorpresa. Tenía una gran erección, la cual hizo que se me hiciera agua la boca!
Me dirijo al otro lado de la cama, sin quitarle la vista a su pedazo de carne, el cual me apetecía por mucho.
Me senté a un lado, poniendo mi mano en su pecho para tratar de despertarlo, pero nada.
A sabiendas que mi esposo llegaría tarde y por lo que he escuchado acerca de los borrachos.
Con todo el descaro puse mis manos sobre su erección, disfrutando de su dureza. Recorrí su pecho y sus piernas para luego quitar sus bermudas, contemplando su palo.
Como animal hambriento, le hice un oral, él solo se movía y gemia despacio.
Que rico pedazo de carne disfrutaba dentro de mi boca, ahora sabía porque tenía suerte con otros chicos.
Toda enferma de calor, me quite mi blusa amarilla, acompañado de un brasier negro, para hacerle una rusa.
Ese gran trozo de verga atrapado en mis pechos, hacían que le mamara el glande con ganas.
Ahora me despoje de mi short negro, mi tanga blanca, para ensartar esa rica carne en mi interior.
Daba de sentones de un modo delicioso, toda esa parte de Cris dentro de mi,
me volvía loca.
Me incline para besarlo y sorpresivame me correspondió.
Pero era tanta la excitacion que no me quite, lo seguí besando sin importar nada.
Solo le dije entre gemidos apagados que me perdonará.
Él. No dijo nada y siguió besandome.
Era casi un sueño sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, nuestras lenguas casi enrolladas, era un sueño hecho realidad.
Le propuse a Cris que hiciéramos el 69, pues quería sentir su boca en mis labios, a la vez que yo le daba otra mamada.
No se si sus lamidas en mi vulva o los dedos que introducía en mi culo, pero me prendía al más no poder.
Dejé lo que estaba haciendo para rogarle que me atravesará el culo.
¡Ay, ay! Decía al sentir a Cris dentro de mi culito.
Pero que rico era tener su grueso chorizo en ese caliente culo.
Me coloque boca arriba para que Cris me penetrara. Él solo me observa y yo casi suplicando le pedí que me hiciera lo que quisiera, pero que no me dejara así.
Echándose encima, acomode su pene para que me penetrara rico.
Mamaba mis senos con mucha experiencia, que la verdad eso era lo de menos.
Nuestras bocas, nuestros cuerpos y nuestro sudor, junto a nuestras secreciones, eran lo mejor que podía sentir.
Le pedí que me dejara montarlo y así fue.
Fue tan placentero el compartir el orgasmo al mismo tiempo, que caí casi rendida en mi amigo.
Lo bese y me dispuse a vestirme.
Él me observaba y aún con voz de ebrio me dijo:
– Si no me he vuelto hetero, me volveré bisexual. Jaja. Que bien la pase. Gracias.
– Fue un placer haber abusado de ti amigo mío.
Le dije.
Lo deje descansar y salir para que mi marido encontrará todo como siempre.
Vladimir escritor.
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