Abuso de un abusador
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por CarlosRolando.
Hace tiempo que quiero escribir esto para poder desahogarme pero no sabía como hacerlo ni dónde ni con quien, para no poder ser rastreado. Bueno una persona me ha hablado de este lugar pero sobre las parte hetero, yo navegando he visto esta área y aquí quiero contarles lo que hice ya hará cuestión de una año.
Me describiré, tal como he visto que acostumbran a hacer personas de las que he leído sus relatos: soy un hombre de 26 años, cabello castaño, alto de 193 cm, con una grandiosa sonrisa, ojos café, una barba-candado muy bonita, piel trigueña blanca(bien cepilladito diríamos en mi país), con una capa de vello negro en todo el cuerpo que no me hace ser lampiño sin ni siquiera asomarme a ser un oso, y que me hace el cuerpo más oscuro, pero me lo adorna muy bien, cuerpo bien definido por el ejercicio militar y la buena alimentación más el gym, porque pertenezco a las fuerzas armadas dominicanas y soy profesional, digamos que de alto rango, tan alto que para escribir esto he tenido que venir a un cyber.jajja. Tengo mi propia casa en una urbanización localizada en una zona recién comenzada, casi estoy en medio de un desierto.
Provengo de una familia muy peculiar, mi mamá es una novicia de las misioneras de la caridad de Calcuta que no la dejaron llegar a ser religiosa y mi papá es un general retirado, mis hermanos son todos militares solteros y mis hermanas mujeres profesionales casadas. En mi familia hay abogados, jueces, doctores, arquitectos misioneros, hijas de la caridad de san Vicente de paúl, monjes maronitas y melquitas, de todo, de todo, en religión y en milicia y en civil, mi abuelos de parte paterna eran de tradición militar y mi familia materna religiosa pero estamos muy emburujados.
Esto lo hago porque he visto que así se escriben los buenos relatos que he leído. Continúo. Acababa de salir de licencia tras una temporada fuera de mi país en formación militar, yo me fui a quedar lógicamente con mis padres porque no juzgué oportuno quedarme solo en mi casa. La señora del servicio, llamémosla Luisa, estaba trabajando y mi mamá le insistió para que se quedara en casa a rezar el rosario con nosotros pues era comienzos de mayo (en mi casa rezamos el rosario a diario, pero en mayo, como es el mes de la Virgen, se reza tres veces al día y en el rosario nocturno se reúnen todas las familias nuestras y las del barrio a rezar y cantar las letanías de la Santísima Virgen, por cierto yo siempre soy el que las dirijo porque tengo voz de tenor y muy buen oído), continúo: y que llamara a su esposo y otro hijo, llamémoslo Rolando, para que se quedara a dormir en mi casa y ellos no se preocuparan. No crean que en Republica Dominicana seamos tan piadosos, esto es en mi casa. La gente aquí es muy bullanguera y fiestera. Yo aparte de buen cantor de capilla soy excelente bailarín de merengue, bachata, salsa, regueton, dembow y tango.
En fin, Luisa tiene otro hijo pequeño de 9 años que lo llamaremos Carlos, yo quiero muchísimo a Carlitos, que es como hijo mío porque lo he visto crecer y lo he educado, me obedece y quiere como a su papa y siempre que salgo al extranjero lo primero que atiendo es a traerle regalos a él, ropa, juegos de todo, y cuando estoy aquí en el país salimos a pasear y a comer helados, le pago el colegio, el seguro social, lo visto y si pudiera lo adoptaría, lo quiero muchísimo.
Después de rezar el rosario, me voy para mi habitación y Carlitos me sigue atrás, nos ponemos a ver el juego de básquet (que me encanta) y nos quedamos dormidos; yo duermo en boxers, por el calor y Carlitos en pantaloncillos(calzoncillos), estamos acostumbrados a dormir juntos cuando él se queda en casa porque siempre se queda a ver tv conmigo. Yo me levanto a las 4:00 a.M. a orinar y vuelvo a tirarme a la cama boca arriba, Carlos se había despertado y comenzó a querer conversar, que le contara como me había ido, y como era de donde venía; yo entre sueños le digo que al otro día le cuento que ahora quiero dormir. Él se queda dando vueltas en la cama y yo comienzo a entrar en el sueño, pero siento que comienza a pasarme la mano en los pectorales y comienza a bajar, hasta agarrarme el pene (por ser esa hora de la madrugada yo siempre tengo una erección o morcillazo el güebo (así le llamamos al pene en mi país, para no tener que escribir la diéresis de ahora en adelante lo escribiré sin ella), cuando siento que va bajando me despierto de repente, y le quito la mano, él se sorprende y como que se asusta, yo prendo la luz y le pregunto, que qué era lo que él estaba haciendo. Él me responde:
-Jugando con tu guebito.
Yo quedo un poco atónito, de repente se me presenta al pensamiento que mi niñito sea gay y eso me aterra, pero decido guardar la compostura y averiguar qué es lo que pasa e incluso si ya él había hecho eso con alguien. Podía ser incluso que su papá estuviera abuzando de él.
Yo le respondo:
– pero ¿eso tú lo haz jugado con alguien en otra ocasión?
– Con Rolando, me contesta él, -pero él me ha dicho que eso no es malo, y que solo se juega entre hombres que se quieren mucho y que uno lo debe besar y lamer mucho, mucho, entre más uno quiera al otro hombre, y que yo no debía jugarlo con nadie más, pero como tú eres mi papá yo quería jugar contigo.
En este momento comenzó a llorar, a mí mientras él me hablaba se me subió la sangre a la cabeza y quería matar a Rolando. Pero me repongo y lo agarro y lo abrazo y lo consuelo y le digo que no pasa nada que yo lo quiero mucho pero que eso no se debe hacer entre hombres que cuando él sea grande las mujeres van a jugar con su guebote y que él lo va a tener tan grande como el mío (me mide 8.7 pulgadas -23 cm- por 5.5 de ancho). Que no le diga nada a nadie de lo que hemos hablado, que no tenga miedo y que cuando Rolando quiera volver a jugar con él a eso que le diga que yo quiero hablar con él.
No pude conciliar el sueño, me levanto, me baño y baño a Carlos, lo visto y me pongo una franelilla desmangada y unos shorts cortos, de correr. Nos vamos para la cocina desayunamos y ya Luisa se preparaba para irse, porque era su día libre. Me siento a esperarla viendo tv con Carlos abrazados en el mueble de la sala y a la media hora cuando ya ella se vá le digo que yo la llevo en mi jeepeta y que por ahí mismo recojo a Rolando, si está disponible, para que me ayude a limpiar y a arreglar mi casa. Ella encantada me dice que claro que sí, dejamos a mi familia a punto de comenzar el rosario de la mañana y nos vamos.
En el camino, no hablamos mucho, yo iba pensando en qué le iba a hacer a ese desgraciado, pero necesitaba tenerlo solo, en un lugar que no pudiera escapárseme y que no hiciéramos escándalo. Tengo que decir que yo de por sí no soy violento, soy un hombre afable, cariñoso hasta más no poder y discreto, macho hasta la medula y nunca había tenido la menor tentación de tener sexo gay. Ni la pensaba tener. Ni siquiera me gustan las relaciones ocasionales con mujeres.
Llegamos a la casa en los arrabales del pueblo, Luisa se apea a buscar a Rolando y vuelve a decirme que él ya se fue a la cancha pero que vaya a buscarlo, que está en la cancha de la escuela, yo me dirijo hacia allá y lo llamo, él desde que me ve deja el juego y se me acerca, le digo que necesito que me ayude a arreglar mi casa y que le voy a pagar muy bien, él me dice que hasta gratis me ayuda, que me espere que recoge su mochila, va y vuelve y nos vamos a mi casa.
Ahora quiero describir a Rolando: él de por sí no es hijo de Luisa, ella se casó con un hombre que tenía un hijo de su matrimonio anterior, pero la mujer lo había abandonado, al poco se murió el hombre y le dejo su hijo a Luisa, para que se lo acabara de criar, y ese hijo era Rolando. Luisa se volvió a casar y tuvo con su esposo actual a Carlos. Rolando tiene 17 años, es alto como de 5.8 pies, más bajo que yo, es de cuerpo bien esculpido, porque va mucho al gym, tiene los ojos azules que contrastan con su piel canela, y es el encanto de las muchachas de su barrio y escuela (yo diría que del pueblo, porque sus ojos son las delicias del encanto), es machote y tiene un vozarrón que espanta de lo masculino que lo hace lucir, su único defecto es la ordinariez propia de su ser barrial y una ignorancia en cuestiones culturales endógena de su naturaleza. Siempre nos habíamos llevado bien. Hasta ahora. En el camino no pasamos de cosas bobas y preguntas a las que yo respondía en monosílabos.
Cuando llegamos a mi casa, que como dije esta bien apartada de toda civilización jajajaj, abro por la puerta que da al garaje y que entra a la cocina. Nos sentamos y me pregunta:
-¿por donde comenzamos?
Yo-Porque me digas como diablos se te ha ocurrido poner a Carlos a pajearte y a que te la mame.
En este momento se puso tenso y me miró a la cara y bajó la mirada.
Yo- Anoche Carlos estaba durmiendo conmigo, le digo con la voz cada vez mas ronca pues así se me pone cuando estoy enfurecido, y ¡Coñaso!!!!!!!, mi hijo, mi propio hijo quiso pajearme y mamármela. ¡Coño hijo de perra! ¿Cómo se te ocurre? ¡Maldito mariconaso!
En este momento ya enfurecido no aguanté y lo tomé de la franellilla de básquet (el llevaba puesto el uniforme de básquet) lo levanté de la silla y lo apreté contra la pared y le iba a dar una trompada, cuando se comenzó a defender, claro que no podía conmigo y tiraba golpes al vacío.
-¡Perdóname Fernando!, yo no sabía lo que hacía, ¡perdóname!
Le di una trompada en la barriga que lo deje privado agarrándose el estomago, casi tirado en el suelo, él me miraba con furia y con rencor.
Al verlo en esa posición le digo:
-¿Tú no lo querías hacer, maricon?, pues ahora vas a mamármela para que no lo vuelvas ni a pensar, hijo de puta, mama ñema!.
Me bajé el shorts y le puse el guebo enfrente, le agarré de las orejas y se la puse frente a la boca. Él no quería abrir la boca y me miraba y comenzó a llorar, diciéndome:
– No Fernando yo no soy maricon, yo te la voy mamar.
Yo enfurecido, le di una bofetada y le grité:
-Ahhhhhhh ¿con que tú no eres maricón y mi muchacho sí que lo es para mamártela a ti? !Maricon, mama ñema!
(Vulgarmente los dominicanos le decimos ñema al falo).
Me subí el shorts y lo agarré del cuello y lo saqué al garaje abrí mi jeepeta y tomé mi arma reglamentaria volví a entrar y cerrar las puertas, él no se me resistía, pero cuando vío el arma comenzó a pedirme que por favor no lo matara. Yo a cada petición suya lo mandaba a callar y lo insultaba.
La verdad es que ahora que lo recuerdo, ni me reconozco, yo no soy así de violento, si soy agresivo y autoritario, por mi rango militar, pero no soy violento ni torturador. Cuando le puse el pene en la boca yo no estaba excitado ni nada, simplemente lo hice como por una reacción externa al sexo. Un demonio se apoderó de mi, por decirlo de alguna manera.
Al entrar lo puse de rodillas y le dije:
– Te voy a dar un tiro en la pierna, otro en el brazo, y otro en el estomago, en sitio que no te mate, y voy a decir que cuando estábamos discutiendo te me enfrentaste, te voy a meter preso y ya sabes lo que te va a tocar en el reformatorio y en un año la cárcel, por violador de niños ya tú sabes lo que le hacen en la cárcel a los de tu tipo (es verdaderamente aterrorizante estar en una cárcel dominicana acusado de violación y más aun si es aun menor, los presos te meten hasta tubos de hierro por el culo, porque se hacen la imagen de que fue a uno de sus hijos o sobrinos).
Darle un tiro no me iba a acarrear muchas dificultades pues la verdad los militares dominicanos gozamos por decirlo de alguna manera de inmunidad en estos casos.
Él llorando, con grandes sollozos, me imploraba que no, que lo perdonara. Yo, ni por un momento lo pensé, me bajé el shorts y le dije que si me lo tenía que volver a subir contara con sus tres tiros, que estaría huérfano porque Luisa no iba a volver a querer saber nada de él y que yo me iba a encargar de que en la cárcel lo mataran. Me senté piernas abiertas y él de rodillas vino y entre sollozos comenzó a mamármelo, con los ojos cerrados y con grandes muestras de asco. Al principio no sentí nada, pero cuando me peló el pene y sentí su boquita rosadita mamármelo comencé a disfrutarlo y a decirle:
– Eso es mariconaso, mamela bien que dentro de un rato te doy tu premio.
Yo estaba piernas abiertas disfrutando de lo más lindo y le agarré la cabeza, se la clavé hasta las amígdalas, le dieron arcadas, yo lo estaba singando por la boca como un loco sin importarme sus pataleos y ahogos. Él estaba sufriendo todo esto llorando a mares y entre gipíos y sollozos.
A mi el pique y la rabia no me abandonaban a pesar de la excitación. Hubo un momento en que comencé a desarmar el arma y él pensó que le iba a disparar se echó atrás y calló en el suelo gritándome que por favor tuviera compasión. Su voz ronca y su machismo ya me estaba comenzando a excitar. Era como poseer a un toro bravo y la idea me comenzó a fascinar. Yo me reí y le dije que la iba a desarmar para que ni se tentara de cometer una idiotez, me guardé el súper (donde se introducen las balas en la pistola) en el bolsillo del short, dejé las piezas en la mesa de la cocina, me guardé el guebo en el boxer y me incliné lo tomé por los sobacos y lo levanté, le dije:
– vamos pa´ la habitación pa´ que disfrutemos mejor.
Él se dejó llevar como cordero llevado al matadero. Entramos, cerré la cortinas y prendí las luces y el aire acondicionado. Lo pegué de la pared y le dije al oído.
– te voy a singar como nunca lo va a volver a hacer nadie en tu asquerosa vida.
Y le pasé la lengua por el cuello. Él se hecho de nuevo a llorar y a pedirme que no se lo metiera. Déjenme aclararles algo, para la mentalidad popular de mi país el ser gay es un carácter que se imprime no al mamar un pene sino al momento que te lo meten, por eso hasta ese momento creo que lo que él más había temido es que yo me dispusiera a metérselo, porque para él al momento de metérselo se le introduciría el amaneramiento o algún tipo de señal que lo delataría como gay, otra cosa, después que eres gay nunca jamás ni tu familia ni la sociedad te lo perdonaran ni lo olvidara, es algo con carácter imborrable.
Yo le dije:
-Mira maldito hijo de puta, no tienes opción, porque para que me lo mamaras necesitaba tu consentimiento, pero para metértelo no lo necesito, y dale gracias a Dios que te lo voy a meter yo solo y que no voy a hacer que sea un ejercito el que te singue hasta que se te salgan las tripas de tanto bombeo, además mira que guebo mas bonito es el que se va a estrenar el culo tuyo, ahhhhhh, si es que no te lo han metido antes ¡maldito mariconcito de mieda!.
Él me contestó llorando, con la cara bañada en lágrimas:
– Nadie me lo ha metido; aparte de Carlos yo nunca había hecho nada de esto con nadie. Por favor no me lo metas, que yo no quiero ser maricon.
Sin pensarlo dos veces, le mandé a que se desvistiera, él obedeció y se quedó en pantaloncillos, luego yo me le cerqué y le metí la mano por los pantaloncillos y le fui metiendo un dedo por el culo, él con las manos se cubría el guebo y cerraba los ojos, yo me quité la camiseta, y lo tiré en la cama boca abajo, luego busqué en la mesa de noche un aceite de baño que uso, y le mandé quitarse el pantaloncillo, se lo quitó a regañadientes y le dije
-para bien el culo para no rompértelo.
La verdad es que como yo lo tengo bien grueso y sé que el culo de los hombres es bastante mas estrecho que el de las mujeres y que me daría mucha brega metérselo a capela, sin lubricante, fue que me compadecí, pero si hubiera podido hacerlo sin él lo hubiera hecho con tal de que sufriera.
Entonces me volvió la idea de que me la mamara, le di la vuelta y lo mandé a que me la mamara, a lo que él obedeció, ya se estaba poniendo más dócil aunque no parara de llorar.
Entonces me fijé que el muy maldito tenia el pene tan grande como el mío la diferencia es que el de él es recto y flaco, el mío es grueso, cabezón inclinado a la izquierda. Lo agarré de las orejas y le dije riéndome:
-¡Coño pero que tenemos aquí! Un guebo de hombre, maldita maricona, y pensar que este trabuco es que le estabas haciendo tragarse a mi Carlos.
Y le di un apretón de testículos que lo dejó sin aire, pero no dejé que se repusiera para meterle el guebo en la boca y hacer que me lo mamara. Cuando ya lo tenia bien parado, le puse una almohada en la espalda, tomé sus piernas y me la puse en los hombros, le metí un dedo con aceite como lubricante, dos y tres dedos, rápidamente sin mucho remilgos, él se quejaba y gritaba como un loco pero yo seguía dándole con ganas, luego me embarduné el guebo de aceite y fui a metérselo, él cerró los ojos y se agarró de las sabanas y comenzó a quejarse apretando los dientes, yo sin piedad empujaba y empujaba, para metérselo y comencé lentamente a sacárselo a partir de la mitad y a ir metiendo y sacando cada vez más largo, a lo que él daba cabezazos como un loco del dolor, yo le miraba y simplemente me concentraba en meterle un pedazo más en la próxima embestida, luego que se la metí entera, comencé con un mete saca despacio, muy despacio y aumentando el ritmo, hasta estar metiéndoselo agresivo.
Él con los ojos cerrados trataba con las manos de impedir que yo se lo metiera hondo, a mi no me importaba y llegaba hasta el fondo, se sentía delicioso, lo apretadito y caliente de aquel culo, la cara de dolor y desesperación del pobre muchacho con su voz ronca pidiendo perdón.
Ya cuando yo había durado como unos diez minutos metiéndoselo, le dije:
– Ahora te pajeas y te vienes mientras yo te lo meto, porque yo no me voy a venir hasta que ya seas un maricon consumado.
Y me reí a carcajadas por mi ocurrencia, él comenzó a agarrarse el guebo y a manaosearselo, entre dolores, y se le fue parando de a poco, y para ayudarlo y porque la verdad ya quería venirme, pero tengo muchísima fuerza de aguante, le di mas despacio hasta que se le paro, pero cuando se lo vi parado le comencé a dar mas fuerte, y cuando él se vino aceleré hasta que sentí que me iba a venir, entonces me controlé, le saque el guebo y se lo puse en la boca, él no esperó a que se lo ordenara, abrió la boca y recibió una descarga abundante de leche que tragó sin que yo se lo mandara y me mamo el guebo hasta que yo le solté la cabeza.
Después de esto me quedé un rato acostado a su lado, él con la mirada perdida en el techo se quedó boca arriba con las piernas tiradas como un muerto, llorando y limpiándose las lagrimas con el brazo, y después se volvió dándome la espalda en posición fetal. YO me repuse y me fui a lavar el guebo del aceite que me había ensuciado. A diferencia de lo que pensé, no tenía ni mierda ni sangre. Al volver lo encontré dormido, me tire a su lado y lo abracé, mi pene topaba con su culo y le dije al oído:
– ahora vamos a hacerlo despacito y con gustito.
Él abrió los ojos. YO lo besé y comencé a acariciarlo, aunque él no se dejaba mucho, yo le abrí la boca con mis labios y le di un beso de lengua, al tenerlo parado le tome una pierna se la levanté y se lo fui metiendo despacito y volví a darle una buena singada viniéndome esta y otra vez más dentro de su culo.
A partir de ahí al dejarlo en la puerta de su casa ya casi de noche, le dije, que eso quedaba entre nosotros, pero que si volvía a saber de Carlos que él se le había acercado ya sabía lo que le pasaría y que no me tratara mal al muchacho porque se las vería conmigo. Después cuando estoy de licencia paso por la puerta de su colegio lo recojo y nos vamos a mi casa supuestamente “a ver una película”, cada vez es una violación lo que sucede porque de él no puedo decir que se acostumbre, es muy machito. Juego básquet a veces con él y sus amigos y mientras nos gardiamos yo le pongo el guebo entre la raja del culo y se quita como con un sobresalto, mirando de que nadie nos vea. De mi yo sé que nadie sospechara que me gusta metérselo al violador de mi niño, y a él nadie lo ve como pájaro, así que mientras puedo seguiré dándole guebo por ese hermoso, calientito, terso y redondito trasero.
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