Acabé empotrado en un coche por un maduro
Relato de cómo con 18 años, avergonzado y con miedo, le entregué mi virginidad a un hombre de 52 años que me enseñará el paraíso….
Hola! Me llamo hago llamar Scarlett y soy una chica crossdresser de 19 años aunque todavía no he comenzado con las hormonas así que meto mi relato en la categoría de «Gays» aunque esa sea la categoría incorrecta pero es a la que más se adapta ya que ahora mismo solo tengo el pelo largo y visto más femenina. He cambiado la localización y los datos para que no se me reconozca pero esta es la historia real de cómo perdí mi virginidad a los 18 años al llegar a la gran ciudad.
Ya había tenido experiencias anteriormente con chicas pero no habían resultado muy placenteras así que al llegar a la gran ciudad decidí probar con un macho. La cosa no fue nada bien, tras una noche loca de fiesta borracha y cachonda decidí meterme en un chat gay y buscar alguien que follara, contacté con un chico y sin ni saber su nombre en 15 minutos estabamos junto en unos aparcamientos al lado de mi casa. El chico era incapaz de metermela así que tuvimos que desistir y en un minuto de paja se acabó corriendo en mi mano. Con una experiencia tan horrible no quería volver a intentarlo, hasta que apareció él.
Llevaba unas semenas con Grindr recibiendo muchos mensajes que no llevaban a nada, no creía que encontraría a nadie que me llamase la atención. Entonces apareció Raul, al principio me asustó su edad, a día de hoy tengo muchos tabues con el sexo y entonces tenía aun más. Pese a su edad decidí contestar sus mensajes ¿que tenía que perder? Al parecer mi virginidad.
Ante mi inseguridad me sorprendió la firmeza de sus mensajes: sin ser agresivo dejaba claro que él llevaba las riendas y esa seguridad hacía que me sonrojara, me gustan los hombres decididos y que me tratan al mismo tiempo como una princesa y como su propiedad. Incluso me mandaba videos de su polla follándose a otros chicos jovenes como yo, eso me puso a cien y mi cabeza dejaba de razonar, necesitaba tener su polla entre sus piernas, necesitaba que me completase… Eso sí, seguía algo asustada y le pedí por favor que la primera vez fuese con condón.
Tras un par de días volvíendome loca quedamos que me recogería con el coche y me llevaría a un sitio alejado, yo soy muy tímida y el sexo me asusta mucho (en mi cabeza sigue siendo como algo malo) así que me dijo que me tomase un par de copas antes de ir a verle y, yo, le hice caso.
Entre el alcohol y sus mensajes estaba que no era capaz de pensar en otra cosa. Los minutos mientras esperaba su coche se me hicieron eternos, que le iba a decir? cómo debía comportarme? que se supone que tenía que hacer? de qué le iba a hablar? Y si nos veía alguien? Estabamos en mi barrio. Llegó su coche, me abrió la puerta y entré. Nada más entrar abalanzó sus labios hacia los míos y mi primer instinto fue resistirme pero entonces decidí relajarme me dejé llevar por sus besos y su lengua que estaba consiguiendo invadirme. Todas mis dudas se disiparon con aquel beso. Me estaba besando a plena luz del día, en el centro de mi barrio pero una vez me dejé llevar por sus besos no me importó que alguien nos viera, me estaba haciendo feliz.
– Estás muy guapa, lo vamos a pasar muy bien nena.
– Espero que sí.
– Entonces, nadie te ha quitado la virginidad?
– Nadie. Tan solo el chico que te comenté que no fue capaz de metermela, estoy un poco preocupada porque lo tengo muy apretado todavía…
– Seguro que no tenía ni idea de lo que hacía, no te preocupes – dijo llevando mi temblorosa mano a su entrepierna mientras conducía – hoy no te vas sin probar esto.
Aunque tenía miedo de tocar su paquete al tocar el miedo cambió a curiosidad, necesitaba tocar ese mountruo que crecía en su entrepierna. Me preguntaba ¿de veras puede ser tan grande?¿esto va a conseguir estar dentro de mí? Era gigantesca, algo digno de una peli porno, me iba a destrozar… Pero estaba preparada. Por fin llegamos a nuestro destino, una pequeña colina en una carretera secundaria donde no había ni un alma. En el asiento de detrás de ese coche perdería la virginidad.
Llevó de nuevo sus labios a los mios esta vez lo estaba deseando y no opuse resistencia, me moría por sus besos. Mientras me besaba el manoseaba su culo agarrándolo fuerte como dejando claro que ese culo iba a ser suyo, mientras yo intentaba desabrocharle el pantalón sin poder aguantar ni un minuto más sin tener esa polla en mis manos.
Por fin conseguí desabrochar el pantalón y, ahí estaba. Era incluso más grande que en las fotos, no me creía que estaba viendo, por un momento me quedé parada delante de aquella monstruosidad, estaba babeando.
– Tranquila, no tengas miedo, confía en mí.
Y acto seguido empujó mi cabeza hasta su polla, la cosa más deliciosa que había podido probar. Quería esforzarme al máximo por él, así que no escatimé en los lametones e intentos de comerme su polla entera pero era demasiado grange y no me cabía en la boca, por suerte, eso para él no era problema, sujetó fuerte mi cabeza y la empujó hacia abajo mientras con su pelvis me clavaba toda su polla en la garganta y allí me mantuvo unos segundos hasta soltar una arcada.
– Muy bien zorrita, has visto cómo con un poco de ayuda entra enterita?
Me estuvo follando la boca sin piedad un buen rato hasta, me lubricando bien la polla que por fin me daría por culo. Mientras me comía su polla con sus dedos me iba abriendo el culo, metía uno mientras que si trataba de quejarme aprovechaba para meterme aún más profundo su polla. Después de un dedo vinieron dos, me dolía pero siempre dejaba unos minutos sin moverlos dentro de mi culo para que se acostumbrara.
-Tu coñito ya está preparado, creo que va siendo hora de que te enteres de lo que es un macho de verdad, ponte a cuatro patas y así te la meto como la perrita que eres.
Estaba a cuatro patas, nerviosa, lista para soportar aquella polla, con la cabeza apoyada en una pequeña almohada que había traido.
-Muerde la almohada y no tengas miedo. Cuando por fin te abra el culo me vendrás suplicando más te lo aseguro.
Notaba como colocaba la punta de su descomunal rabo en mi culo, jugaba un poco masajeandome el ano con su glande «me va a volver loca a este ritmo» pensé. Y entonces ocurrió, me metió la punta y sentí uno de los mayores dolores que había sentido en mi vida mientras mordía la almohada como él me decía.
– Tschh, tranquilaa, lo peor ya ha pasado, relajate, lo estás haciendo muy bien, eres una muy buena chica.
Poco a poco notaba como ese mountruo se hacía paso en mi interior cm a cm pensaba que no lo aguantaría (aunque el alcohol ayudó mucho) pero entonces cuando estaba a punto de pedirle que parara, lo noté, sus huevos habían chochado con mi culo, lo habían conseguido.
– Ya está, ya te han abierto el culo, ya eres mía, a partir de hoy te voy a descubrir un mundo del que no podrás salir.
Y poco a poco comenzó a follarme lentamente mientras el dolor se fusionaba con el placer en mi interior. Cuando me quise dar cuenta los lentos metesacas eran embestidas, me estaba follando sin piedad y cada vez me está gustando, me estaba follando como la putita que estaba destinada a ser y eso me hacía muy feliz. De repente levanté la cabeza de la almohada para pronunciar unas palabras que nunca pensé que pronunciaría.
– Más, más, más por favor – decía mientras gemía sin parar, no se si nos podía escuchar alguien pero en ese momento me daba todo igual, era feliz.
– Vaya parece que por fin ha salido la zorrita hay en tí, desde el momento en el que vi tu culo supe que estaba destinado a vivir para las pollas.
– Me corro me corro me corro – decía yo
Entonces sacó su polla de mi culo y me sentí vacía, incompleta.
– Dime lo que quieres
– Tu polla, necesito tu polla dentro demí
– Qué eres?
– Una zorrita destinada a servir polllas
– Parece que te has ganado esto – cogiendo mi cadera e impulsandose con su pelvis me la metió hasta el fondo de una estocada, y empezó a darme la follada de su vida.
Aceleró las embestidas chof chof chof chof por un momento habría jurado que me iba a partir en dos.
– Me corro me corro, vamos a corrernos a la vez.
Entonces la clavó en el fondo de mi culo y comenzó a correrse mientras yo derramaba mi leche en el asiento de su coche. Me la sacó y volví a sentir esa sensación de vacío que no me gustaba nada, me hacía sentir incompleta.
– Anda acercaté, porque no limpias la polla que te ha hecho chillar de felicidad
Sin dudar ni un momento me abalancé sobre su polla hasta dejarla completamente limpia y por último le dí un último besito mientras le miraba a los ojos esbozando una sonrisa.
– Lo has hecho muy bien, pero has ensuciado el coche ¿por qué no lo limpias con tu lengua como la buena zorrita que eres?
Sin oponer resistencia lamí mi semen del asiento del coche hasta no dejar rastro.
– Eres una perrita muy obediente, muy bien.
Entonces me senté a su lado, le di un beso con lengua y me acosté en su pecho. Intentando recuperar la respiración le dije «Muchas gracias» y le volví a besar.
Bueno es el primer relato que escribo espero que les haya gustado mi experiencia. Haganme saber si les gustaría que siguiera con este tipo de relatos.
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