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Bisexual, Dominación Hombres, Gays

Adiós y hola

Él totalmente lampiño y de piel oscura olía a hombre cuidado y deseoso de otro hombre, yo peludo de piel muy blanca olía a sexo y eso lo calentaba mucho según veía, ya que ni hablábamos, gemíamos pasión, chupé sus pezones, mi lengua recorrió su cuerpo y pubis.
En el tiempo que estuvimos viéndonos Chon fue claro en sus lecciones, cada cita, era casi una clase de como tratar a un hombre a la hora de querer llevarlo a la cama, debo reconocer que yo no lo tomaba como si fuera una enseñanza, por mi edad solo quería coger, o mejor dicho estar desnudo junto a mi maestro para excitarlo, pocas veces acabé, pero no iba a eso y no era algo que me atrajera demasiado hacerlo.

Una noche que asistí y al llegar Chon estaba despidiendo a un amigo de unos 40 años, apenas me hizo pasar dijo:

-Con este amigo ya no pasa nada entre nosotros, pero viene a visitarme y hablamos de nuestras vidas, por supuesto que hablé de vos y quiere conocerte, ¿te gustaría?

La idea de que me ofreciera a otro hombre me hizo sentir bien:

-¿En serio? Creo que sí.

-Bien, por ahora vení, vamos a mi cama que preparé algo especial. Y abrió la puerta de su habitación, donde había velas en la mesa de luz, la cómoda y un estante en el que ponía los implementos que usaríamos, algún consolador, aceites o lo que la ocasión ameritara, esta vez velas, muchas. Lo tomé como algo romántico, pero me parecía raro. Igualmente me quise desnudar y no me dejó:

-Despacio, mientras me besás, sacame la ropa.

Y así lo hice, fui derecho a sus labios para iniciar un franeleo caliente en el que desabroché su camisa y se la quité, el cuerpo lampiño me atraía y lo besaba hacia abajo dejándome de rodillas ante él; bajé su pantalón, su slip y sin tragar el miembro erecto besé cada centímetro de su longitud, tragué sus huevos y me paré nuevamente para abrazarnos y besarnos con la pasión que lo hacía con mi mujer….. Entonces me ordenó acostarme e inició el rito de desvestirme y acariciarme al mismo tiempo, yo me encontraba muy excitado y en cuanto sacó mi pantalón, la poronga se asomó por el costado del bóxer y se la tragó de una, lo que me hizo gemir fuertemente.

-Sí, así te quiero hoy, mi putito. Dijo en un momento que saboreaba mi cabeza y me miraba directo, eso me calentó mucho, y aprendí que le calienta a los hombres mirarlos mientras se la mamás.

Una vez que me dejó completamente desnudo, me dio vuelta, abrió mi cola y su lengua casi penetró mi ano, jugaba entre eso y mordisquear mis glúteos hasta que dejó de hacerlo y desnudo a mi lado con su miembro duro tomó una vela y derramó la cera derretida y caliente sobre mi espalda desde unos 50 cm encima de mí. Me estremeció:

-Ahhhh, Gemí

-¿Muy caliente? ¿La soportás?

-Sí, no lo esperaba, nunca me lo habían hecho.

-A mí me calienta mucho hacerlo. Y poco a poco fue llenando mi espalda y cola de gotas de cera que algunas recorrían mi cuerpo.

Entonces en un momento puso su pene erecto y duro frente a mis ojos y mientras me ordenó tragarlo esparció algo más de cera abriendo mis nalgas para empezar a introducir sus dedos dentro mío. Sentía mucho placer, mi cuerpo ardía por el calor externo e interno, se empezó a pajear y a bombear con fuerza dentro de mi boca, mis lágrimas y arcadas eran continuas pero él no paraba aun cuando quise sacarla de mi boca y no me dejó; no tardó mucho en llegar al éxtasis, pero exactamente en ése momento la sacó y bañó mi cara con su semen, bombeó hasta la última gota de su leche caliente en todo mi rostro haciéndome tragar algo también. Entonces me puso boca arriba y vio mi pija dura, roja y erecta:

-Así te vas a ir hoy, para que vayas y claves bien a tu señora. Ahora levantate y andá a bañarte.

Como siempre lo obedecí y casi acabo mientras me bañaba, pero me logré contener, porque tenía razón quería coger a mi señora.

Una vez cambiados ambos, franeleamos un poco más y en ese momento dijo algo que nunca olvidaré y que luego, con los años, entendería.

-Yo sabía que uno de ustedes iba a ser así. Me gusta. ¿Te gustó lo de hoy?

-La verdad que sí, pero fue raro.

-Pero excitante. Y me acompañó hasta la puerta despidiéndome como siempre con un beso muy apasionado.

Aún no sé por qué, pero ése fue nuestro último encuentro con Chon después de casi dos años de citas sexuales todas en su casa, yo rondaba los 28 años.

Es así que mi vida continuó como si nada hubiera pasado…una vez más. Yo seguía usando ropa femenina cuando podía, alguna vez compraba algo, no importaba de donde provenía, pero sentía una necesidad de hacerlo cada tanto, he escondido ropa y desechado muchas veces, pero el sexo con hombres se acabó por otros tres años.

No salía a cazar, pero digamos que mis radares estaban siempre prendidos. Fue así que un día, haciendo un trabajo en el centro de la ciudad tengo que ir a comprar unos materiales a una zona un poco más alejada, al salir del negocio pasa un hombre apenas más grande que yo y me mira fijamente, quizás tenía cierto porte afeminado, pero nada que sea demasiado evidente, me subí al auto y miré qué hacía, él también me miró, fue entonces cuando decidí seguirlo despacio desde la distancia, obvio que se dio cuenta que lo hacía y las dos cuadras que nos llevaron hasta su pensión fueron de adrenalina pura que retornaba a mí para iniciar un nuevo camino.

El intercambio de miradas constantes lo hizo demostrar una posición pasiva que me atraía aún más, digamos que se le notaba que era puto ahora, y eso me atrajo especialmente. Entró a la pensión y yo paré el auto unos pocos metros más atrás, expectante, viendo que haría ese morocho atractivo; y se asomó hasta la puerta, me vio e hizo una seña con la cabeza que respondí igual al mismo tiempo que bajaba del auto con mi corazón casi taquicárdico, por primera vez levantaba un desconocido en la calle e iba a tener sexo.

Sólo lo seguí por el pasillo hasta su habitación, entré, cerró la puerta con llave detrás de mí y me preguntó mi nombre y yo el suyo, se acercó y nos besamos, al principio fueron suaves como viendo la reacción del otro, pero casi de inmediato nos apasionamos más aún y nuestra ropa desapareció como por arte de magia encontrándonos en su cama desnudos reconociendo nuestros cuerpos con las caricias sobre la piel caliente.

Él totalmente lampiño y de piel oscura olía a hombre cuidado y deseoso de otro hombre, yo peludo de piel muy blanca olía a sexo y eso lo calentaba mucho según veía, ya que ni hablábamos, gemíamos pasión, chupé sus pezones, mi lengua recorrió su cuerpo y pubis, tragué un pene duro y grande, sus huevos eran deliciosos y enseguida entregó su cola que empecé a saborear; con el ano abierto, me rogó que lo penetre, obvio que lo hice, despacio, como buscando aceptación en cada centímetro que ingresaba en él, hasta que mi cuerpo acarició sus nalgas y entonces inicié un rítmico bombeo que lo hacía gemir de forma que nos deben haber escuchado los vecinos.

Y al cabo de unos pocos minutos me llevó derecho a explotar y derramar mi semen en su interior; ahí me quedé, encima suyo, besando su espalda, acariciando su piel excitante, sintiéndolo. No sé cuanto tiempo estuvimos así, no mucho, quizás apenas un minuto, pero para mí fue un momento imborrable; me senté al borde de la cama:

-¿Te gustó? ¿Estás bien? Preguntó delicadamente

-Sí, la verdad que lo pasé muy bien.

-Bárbaro, porque me gustaría que vuelvas. Dijo mientras me acariciaba lo que hizo que yo también lo haga con él e iniciamos un nuevo franeleo, abrazos y besos de lengua que calentaban a cualquiera nos llevaron a acostarnos y esta vez quien exponía la cola era yo.

Volver a sentir un hombre detrás de mí era una sensación especial, aunque parezca raro me generaba cierta seguridad y placer, sentí sus besos en mis nalgas, las abrió, lleno de saliva mi ano y arrimó su pene duro iniciando una muy suave penetración mientras alababa mi cuerpo y lo bien que me entregaba al sexo, cuando sentí su pubis sobre mis glúteos con un “¡¡¡así!!!” le di el visto bueno para que me bombee con ganas, no creo que haya pasado más de 10 minutos hasta que sentí su semen en mi cola, pero era tanto que se derramaba por mi raja hacia los huevos. Él se recostó encima de mí y besaba mi cuello:

-Hacía mucho que no acababa en una hermosa cola como la tuya, sos muy bueno, me gustás.

-A mí también me gustó mucho, volveré seguro. ¿A qué te dedicás?

-Enfermero, tengo muchos días libres.

Entonces nos levantamos, nos cambiamos y me acompañó hasta la puerta, al subir al auto nos miramos y con un delicado movimiento de cabeza nos saludamos sabiendo que pronto nos veríamos.

180 Lecturas/20 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Augusto1960
Etiquetas: amigo, leche, metro, pija, putito, puto, semen, sexo
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