Ahora entiendo porque estudié pediatría
Saludos colegas pervers. Recuerden, mis relatos son ficticios y escribo en primera persona; mi archivo está picando mi nombre de usuario..
Hola mi nombre es Juan Pablo, y hoy relataré como el amor y el placer, pueden llegar en muchas y maravillosas maneras, algunas inimaginables. Tengo 22 años, soy pasante de medicina, específicamente pediatría; no tengo mucho tiempo para ir al gimnasio, pero he aprendido a ejercitarme en mi casa, me ayuda mi estatura y complexión para mantener un cuerpo sano. No niego mis privilegios, un papá con años de servicio público, y una mamá con negocio propio, me dotaban de todo, pero siempre me formaron para querer y valorar por igual a todos los seres humanos sin distinciones sociales.
Por ello no me fue complicado siempre involucrarme de manera positiva con los trabajadores de la casa, y vaya que lo haría. Cuando tenía 13 años, mi mamá aceptó como trabajadora del hogar a una madre soltera con un pequeño recién nacido; mis hermanos mayores ya no vivían en casa y aun no tenían hijos, por lo que mi mamá encariñada con los niños, lo veía como la llegada del nieto que deseaba; además Cecilia resultó muy buena trabajadora y el pequeño Bernardo no era chillón. Vivian en el cuarto de servicio, pero claro pasaban todo el día en casa.
Por mi parte, con todo y que ya había entrado a la pubertad, estaba feliz de tener con quien jugar (aunque era recién nacido), se puede decir que de ahí salió mi vocación pediátrica. Técnicamente crecí con él como si fuera un hermano, me encariñé mucho al compartir su infancia más temprana, formando un lazo muy especial, hasta ese momento sin ninguna cosa extra (guiño guiño), con todo y que éramos demasiado cariñosos entre los dos, nada fuera de lo normal, abrazos, infantiles besos en la mejilla, cosquillas. Cuando cumplió 9 y yo 22, le regalé su primera consola de videojuegos, llegando al acuerdo de que estaría en mi cuarto para cuidarla, y él siempre podría jugar.
El primer evento canónico que marcó nuestra nueva relación llegó justo después de su noveno cumpleaños. Él, ya acostumbrado a entrar y salir de mi cuarto, respetaba las horas de dormir, solo tocaba para despertarme, pero esta vez su consola lo hizo entrar si o si a mi cuarto a las siete de la mañana en domingo, era primavera y dormía descobijado; si, lo que imaginan, tenia menuda erección matutina, una respetable verga de 19 cm, digamos que soy “team carne”.
-Bernardo (entra alegre al cuarto sin luz, salta sobre la cama y cae sentado en la erección de Juan Pablo): ¡Pablín Pablotas! (así me decía), despiértate, dijiste que el domingo me ibas a enseñar a usar la consola.
La verdad es que el golpe y la sorpresa no me dejo reaccionar, si sentí que se sentó en mi erección, pero no tuve ningún efecto extra, más bien fue entre dolor y pena, por fortuna las persianas cerradas y la luz apagada, nivelaron la incomodidad cuando dijo:
-Bernardo: ¡Ay, me senté en el control de la tele perdón!
-Juan Pablo: Bernardín no manches, ten cuidado (lo moví y me puse la sabana, fingiendo retirar el supuesto control). ¡Oye que onda, siempre tocas, que tal si me espantas y me quedó tonto como tu! Jajaja
Bernardo: ¡Uy florecita te pisé! Es que me dijiste que hoy practicaríamos en la consola nueva y como querías que la dejara en tu cuarto, pues quise venir.
Juan Pablo: Si, pero como crees Berny, son las siete de la mañana.
Bernardo (forcejeando para levantarme): Flojo, mi mamá ya está levantada, y los tuyos en un ratito para ir a misa, tú eres el único que se duerme hasta tarde, y siempre te tengo que despertar los domingos.
Juan Pablo (tratando de que se le bajara la dureza del tronco): Ay mi Berni, que se me hace que te hago cosquillas hasta que te orines otra vez jajaja. Ve prendiendo pues la consola, deja me pongo ropa.
Bernardo (jalando la sabana): ¿Te dormiste encuerado?
Juan Pablo: En tiempos de calor siempre lo hago, pero nunca me ves, porque se supone que tocas burro.
Mientras Bernardo prendía la consola, yo, aun con erección, me puse un short y me senté en el borde de la cama tapándome con una sábana; él se dirigió a donde ya estaba y se acomodó en la orilla de mi cama, a unos centímetros de mi verga. Comenzamos a jugar y me pidió que lo guiara, lo rodeé con mis brazos y tomé sus manos para guiarlo con el control. Al estar al borde de la cama, se resbalaba, para acomodarse nuevamente se apoyaba en mi pierna y se empujaba hacia atrás, cada vez más cerca de mi verga. Mientras yo, me sentía raro rodeándolo y sujetándolo de las manos, y era raro, porque no era la primera vez que teníamos contacto físico inocente.
Su olor me provocaba estar a gusto, sus manos suaves igual, y él cada que podía se movía, agarrando mis piernas, estiraba sus brazos alrededor de mi cuello o rosaba sus mejillas con las mías cuando volteaba para decirme algo. En un momento, al acomodarse nuevamente, terminó de plano sentándose en mi pelvis, justo sobre mi verga, flácida ya, pero no dormida. A diferencia de su salto al llegar al cuarto, esta vez no lo retiré, no solo porque ya no tenía erección, sino porque algo dentro de mí me decía que no estaba mal. E inconscientemente di el paso inicial, me recliné sin bajarlo de mi pelvis, al contrario, ubicándolo mejor.
Juan Pablo: Bueno Bernardín ya fueron muchas clases, a ver échate un juego tu solito.
Bernardo (inconsciente o no, se acomodó justo sobre mi verga): Ok Pablín, pero cuando necesite ayuda me ayudas.
Era un juego de carreras, quien ha jugado sabe que los que practicamos movemos el cuerpo como si realmente estuviéramos en el coche. Bueno, Bernardo empezó a moverse ligeramente y luego brusco sobre mi pito, mientras yo lo veía y no hacia nada por retirarlo. Sus nalguitas, bien torneadas para un niño de su edad, comenzaron a contonearse de manera circular y luego de izquierda a derecha, y de arriba abajo, como el control de la consola. No pude contenerme y se me empezó a parar; dejé que él llevara la situación por cualquier cosa, yo solo veía, si reaccionaba mal, lo haría pasar por una confusión. Pero me sorprendió.
Bernardo: ¿Otra vez tienes el control de la tele ahí?
Juan Pablo (a punto de quitarlo y asustado): No, digo si, espérame.
Bernardo: No, ahí déjalo se siente rico
Juan Pablo: ¿Qué? ¿Cómo?
Bernardo: Es que tengo comezón en mi colita, y el control como que me rasca, y se siente bien.
Estaba en shock, tenia a mi “amiguito” de 9 años sentado y moviéndose sobre mi verga erecta, y a él le gustaba, y a mi más.
Juan Pablo: Ah, pues hay que checar que es, puede ser que tengas lombrices, ya ves que comes cualquier cosa sin lavarte las manos, o no te limpiaste bien y tu caquita seca te da comezón.
Bernardo (sin dejar de moverse): jajaja, han de ser las dos, pero así con el control me rasco y siento rico.
Juan Pablo: Ok, síguete rascando
Seguí disfrutando del movimiento de culo de Berna sobre mi pito, cada vez más extasiado, sudando, emocionado y desesperado por sacarlo y hacer más directo el contacto. Mi mente se llenó de ideas tanto morbosas como amorosas por Bernardo. ¿Es posible que la convivencia con un niño tan agradable, al que no me unía ninguna sangre, derivara en enamorarme o desearlo? Algo que no tenía ningún antecedente sexual, era como si fuera la cima de mi relación con él, nuestro contacto físico. Siempre hubo abrazos y cariños, pero esto surgido de la nada, era la gloria para mí. Pero el siguió sorprendiendo.
Bernardo: Oye, pero si tu vas a ser doctor de niños ¿Por qué no me revisas? Así me dices y me sigo rascando, jaja
Juan Pablo: Si verdad, pero ¿no crees que se enoje tu mamá?
Bernardo: Ay Pablín, será nuestro secreto, a mí no me da pena, pero si a ti si, no le digo a nadie.
La puta madre, tenía en mis manos (o en mi verga jaja) a un niño dócil, complaciente, cómplice y caliente, el sueño de todo degenerado. Como carajos lo iba desaprovechar, además confiaba en él, teníamos muchos secretos y complicidades infantiles.
Juan Pablo: Tu sigue jugando, voy por mi maletín.
Le pedí que se parara y me diera la espalda, yo me volví a sentar sobre la cama; bajé su pants y sus calzoncitos, vi ese culito desnudo, no por primera vez, pero sí de manera inédita a estas edades nuestras. Sudaba y temblaba del nerviosismo, pero mi verga erecta y mis dientes mordiendo mis labios indicaban que estaba más excitado. Sobé sus nalguitas y las abrí para ver su hoyito, mi verga estaba a reventar, era un culo hermoso.
Juan Pablo: En efecto jovencito, tiene caquita seca, ya hasta rosado estas, te voy a limpiar con una toallita y ponerte una pomada.
Bernardo: ¿Me acuesto?
Juan Pablo: No, sigue jugando, te la pongo así, pero voy a usar una herramienta para no poner mis dedos.
Y si, usé una herramienta, unté crema en mi verga, y fingiendo que era un instrumento medico la pasé por encima de su rajadita, la abrí y punteé con mi pito su agujerito aplicando la cremita. Él no volteaba y se reía al sentir la frescura de la cremita.
Bernardo: Se siente bien chido, bien rico, se me va la comezón, pero me gusta que la cremita se está untando.
Juan Pablo: Si, que bueno, no vayas a voltear.
Ya no podía más, necesitaba metérsela, hacer algo para pasar del simple erotismo al sexo como tal. Me la jugué, total, éramos amigos, nos queríamos, más que hermanos mayor y menor, éramos dos compañeros de vida. Dejé de aplicarle la crema, me incliné y suavemente empecé a besarle el cuello y la oreja.
Juan Pablo: ¿Ya no te da comezón en tu colita? ¿Te gustó el juego?
Evidentemente yo estaba en pleno dominio de mi lujuria, pero no sabía como iba a reaccionar él. Las interrogantes solo me morboseaban más. Mas allá de ser doctor ¿Por qué me pidió espontáneamente que lo revisara? ¿solo por confianza? ¿Por qué no volteó al sentir una herramienta invadiendo sus nalgas? ¿Por qué no se inmutaba con el bulto, con el beso en su cuello? Después de todo yo era la gran figura masculina de su vida, una mezcla de padre, hermano, amigo, tío, confidente, pero ¿todo eso valía para que ya presentara una infantil erección?
Bernardo (sin despegar las manos del control y los ojos de la tele): Me gusta mucho lo que me estás haciendo Pablín
Juan Pablo (besando su cuello y tocando el pitito infantil parado): Si, a mi me gusta más estártelo haciendo.
Bernardo: ¿Me quieres mucho Pablotas?
Juan Pablo: Como no tienes idea Bernardote
Bernardo: A ver, bésame la boca como los novios.
Después de escuchar eso, era obvio que ya no me iba a detener en dudas existenciales y morales, cuestionando al niño ¿por qué permitía (y pedía) esto? Lo volteé de frente a mí, acaricié su cara y comenzamos a besarnos apasionadamente, claro, el con cierta torpeza, pero bien guiado por mis movimientos de lengua. Claro, no pude evitar una conclusión, el vinculo de amor fraterno que habíamos construido, se había convertido en amor y en deseo sexual.
Juan Pablo: ¿Todos sabían que te ibas a venir a jugar conmigo?
Bernardo: Si, mi mamá se iba a ir con tus papás a misa, estamos solos (voltea hacia abajo) ¡No manches, tienes tu pito bien raro, como duro y hacia arriba!
Juan Pablo: Si, porqué esta feliz de tenerte así.
Me desnudé y lo mismo hice con Bernardo. Lo llevé a mi cama, y lo acomodé de manera que pudiera seguir besándolo y que mi verga hiciera contacto con la suya.
Juan Pablo: Oye ¿Y tú me quieres?
Bernardo: ¿Te digo algo y no te enojas?
Juan Pablo: No, claro que no, mi amor tu puedes decirme lo que sea
Bernardo: Tu me gustas mucho, me gusta todo de ti, tu voz, tu pelo, tus brazos, tus pies, como me tratas, y me daba pena decirte, es como en la tele, como si fuéramos novios, así.
Su inocencia era excitante y liberadora.
Juan Pablo: Mi amor, tu eres más que mi novio, eres mi todo, te deseo un chingo y te amo más.
Sabiendo del material que tenía a la mano, dejé salir todo mi animal sexual interior, moviéndome con intensidad, pero con cuidado, sobre su pelvis y pecho, besándolo, acariciándolo y mordiéndolo ligeramente.
Bernardo (tomando mi pene): ¿con esto me pusiste la cremita? Jajaja tramposo
Juan Pablo: Castígame, lo merezco, muérdeme la verga.
Bernardo: No, te va a doler, mejor la limpio.
Sin que se lo pidiera comenzó a lamerla y limpiarla con la mano, en dos movimientos magistrales que le pedí que repitiera.
Me recosté y dejé que se divirtiera con mi verga, la jalaba, la lamia, la chupaba y hasta se engullo mis huevos. Cuando se cansaba se acercaba a mi oído, me decía “te amo” y me besaba.
Juan Pablo: Oye, hagamos un trato, siempre que queramos nos amamos como ahora, guardándolo en secreto, ok.
Bernardo: Si
Juan Pablo: ¿Todavía tienes cremita en tu culito mi amor, vamos a aprovechar?
Me llené la verga de cremita, lo puse en posición de frente hacia mí con sus patitas en mis hombros, y poco a poco comencé a metérsela.
Bernardo: Jaja, siento como si me estuvieras rascando por dentro
Juan Pablo: Es solo la cabecita con la que te unté, ahorita te va a doler poquito, tienes que ser fuerte, y si quieres gritas me das un beso ¿de acuerdo?
Bernardo: De acuerdo
El niño se entregó maravillosamente, resistió mi primera envestida, en la segunda gimió y apretó mis brazos, en la tercera me besó. Ayudó mucho que la cremita era fría, casi anestésica. Lo cambié de posición para cargarlo como candado hasta un sillón de mi cuarto, ahí lo volví a cambiar, esta vez para sentarlo en mi verga, lo ayudé y aprendió muy bien a darse sentones solitos, mientras gemía deliciosamente.
Bernardo: ¡Ah, ah, ah, ay, se siente muy bonito, me duele, pero me gusta!
Juan Pablo: ¡Así mi amor así, uff que rico estas, tú, tu culito, tus nalguitas todo de ti, uff, me voy a venir adentro
Bernardo: ¿Qué es eso?
Juan Pablo: Que te voy a embarazar
Bernardo: jajaja, si, si quiero jeje
Aceleré el ritmo, aunque temía lastimarlo, la sensación de mi verga entrando en su cuerpo, casi tocando sus tripitas, sus nalgas rebotando en mis huevos y su expresión de placer y dolor, me sustraía de cualquier cargo de conciencia. Cuando estaba por venirme lo abrasé muy fuerte y me incliné con todo y su cuerpecito para dejarlo lleno de leche hasta el fondo.
Juan Pablo: ¡Ahh, no mames, no mames, que chingón, ahhh!
Bernardo: ¡Ahhh si, ayyy!
Lo llevé a mi cama, lo recosté, nos besamos, y descubrí que el placer y el amor llegan a veces en el mismo e inesperado paquete o paquetito jaja.
Que linda historia, como se desarrolla el amor de forma natural 😊
como sigue?
Excelente relato. como sigue?
Gran relato. Como sigue?
Sin duda este relato debe continuar, esta maravillosamente ardiente 🔥