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Dominación Hombres, Gays

Al principio lloré, grité, y hasta le supliqué para que me lo sacase, pero luego comencé a menear mis nalgas, y ha gemir y chillar de placer.

Un joven cuenta como uno de sus amigos lo inició poco a poco y como finalmente le comió el culo..
Hace unos cuantos años atrás, yo tenía un amigo en el instituto, él era, a quien más confianza yo le tenía, y él a mí me apreciaba mucho, tanto que por vacilar se colocaba tras de mí, y frente a todos, tomándome por la cintura, hacía como si me estuviera dando por dé tras.
Lo que, cuando me decía. “No te vayas a molestar que esto es tan solo un vacilón.” simplemente me reía, y no le daba importancia.
Pero como de costumbre en ocasiones nos íbamos a su casa, para pasar el rato, ya que, su familia tenía de tras de su casa, una vieja fábrica de no sé qué, la parte donde estaba la fábrica era inmensa, llena de viejas maquinas, así como de un gran tanque de agua, varias pequeñas habitaciones, las cuales estaban vacías.
Desde niños jugábamos en ese lugar, pero a medida que fuimos creciendo, fue nuestro mejor escondite, ya que su familia jamás entraba, era donde nosotros, y varios de nuestros amigos del instituto, y de nuestro barrio, nos escondíamos para ver un montón de viejas revistas pornográficas, en las que salían un sinfín de fotos mujeres desnudas, y en algunas de las revistas, se les podía ver teniendo relaciones, ya fuera con hombres, y hasta con otras mujeres.
Desde luego que nos hacíamos la paja, pero en una de esas ocasiones, por descuido, manché mi pantalón con mi leche, y cuando llegué a su casa y mis padres se dieron cuenta, y me castigaron.
Yo le conté a mi amigo, lo que le había sucedido la última vez que vi una de esas revistas, y como se manchó todo el pantalón, después de haberse hecho una tremenda paja.
Por lo que mis padres, me tenían amenazado con meterme en un seminario, fue cuando a mí amigo, de momento se le ocurrió, decirme. “Bueno quítate toda la ropa, la dejas colgada en uno de los percheros, de las oficinas, y luego haces lo que te dé la gana”.
La verdad es que la idea me pareció magnifica, al fin y al cabo, los únicos que entrabamos a ese sitio, éramos nosotros, y ocasionalmente alguno de nuestros amigos.
Además, en ocasiones nos bañábamos desnudos en el tanque de agua, y nadie se daba cuenta de eso, me quité todo, menos los interiores, hasta que, en tono de broma, mi amigo me dijo. “Mejor te los quitas, no sea que los ensucies, y tus padres te vuelvan a castigar”.
Lo que me sorprendió a mí amigo, fue que yo siguiera su recomendación, ya que no tan solo me quité los interiores, sino que, hasta las medias también me quité.
Quedando completamente desnudo, luego nos pusimos a ver varias revistas, y comenzamos hacernos cada uno la paja.
Pero como al segundo o tercer día, en que yo estaba ya del todo desnudo, mi amigo también se quitó toda su ropa, y mientras veíamos las revistas, nos volvimos hacer la paja, solo que, en esos momentos, mi amigo se dio cuenta que yo no dejaba de observar su verga, que es mucho más grande, gruesa, y larga, que la mía.
Así continuamos reuniéndonos, hasta que como a la tercera, o cuarta vez, me propuso que nos hiciéramos la paja mutuamente, al principio le dije que no, pero nada más le bastó insistir un poco, para que, terminara diciéndole que sí.
Por lo que a medida que él manoseaba mi verga, yo comencé a masturbarlo, y así seguimos haciéndolo, hasta que, en cierta ocasión, mientras que lo masturbaba, él comenzó a tocar mis nalgas, a lo que al principio no le di importancia, hasta que mi amigo comenzó, a rozar mis nalgas con su verga.
De inmediato se lo reclamé, pero lo que me dijo fue. “Es que tú tienes unas nalgas tan lindas, tan bien formadas, y tan redonditas, que provocan agarrarlas. Contrario a las mías que son planas”.
No sé, pero esa tonta excusa, como que me bastó para que lo dejase seguir tocándome las nalgas, además, para él era evidente que yo disfrutaba tanto agarrando su verga, entre mis manos, que le dije que estaba bien, que él podía seguir agarrándome las nalgas.
Y así seguimos, yo dejándome agarrar las nalgas por mí amigo, mientras lo seguía masturbando, pero como a la semana siguiente cuando nos volvimos a ver en nuestro escondite, cuando ya habíamos comenzado a disfrutar de nuestro juego, de momento se le ocurrió pedirme le mamase su verga.
De inmediato le dije que no, diciéndole. “Además, ni tan siquiera te la has lavado”. Fue cuando me condujo a uno de los baños, que aun funcionaban, y frente a mí, en uno de los lavamos, se lavó con bastante jabón, y agua toda su verga.
Aunque continué negándome, diciéndole. “Una cosa es que te haga la paja, y te deje que me agarres las nalgas, y otra muy diferente, el que me ponga a mamar tu verga”.
Fue cuando mi amigo sacó un envase de dulce de leche, que él sabía que a mí me gustaba mucho en ese tiempo, y me dijo. “Bueno si quieres lo endulzas”, y de inmediato regando una buena cantidad sobre la colorada cabeza de su verga, me volvió a proponer que le mamase la verga.
Bueno la verdad es que, no me pude resistir, y acercando mi cara a su verga, comencé por pasar mi lengua, como si se tratase de un helado, para luego comenzar a chupar, y chupar, hasta que le dejé su verga, sin una sola gota de dulce de leche.
Apenas quité mi boca, de su verga, mi amigo le volvió a derramar más dulce de leche, y al terminar de hacer eso, me dijo. “Si quieres chúpamela otra vez, pero ahora hazlo más lento”.
Eso lo hicimos varias veces más, hasta que, de momento acabó dentro de mi boca, la cosa es que en ese momento terminé tragándome todo su semen.
Eso lo volvimos a repetir en varias ocasiones, pero no solamente con dulce de leche, sino que también con Nutella, que también me encantaba a mí, así que mientras yo le mamaba su verga, mi amigo se las ingeniaba para seguir agarrándome las nalgas, e ir penetrándome con sus dedos, a lo que yo no me oponía.
Hasta que finalmente, cuando un día mi amigo me dijo. “A ver si hoy, me dejas que te lo meta.” En ese momento, no supe, o no pudo decirle que no, al fin, y al cabo, le había hecho un sin número de veces la paja, lo había dejado que me agarrase las nalgas, y hasta me había puesto a mamar su verga, al tiempo que me introducía sus dedos dentro de mi culo.
Esa tarde, mi amigo vino bien preparado, trajo vaselina, y por un buen rato antes de enterrarme su verga, primero se dedicó a dilatar mi culo, con sus dedos, así que cuando se colocó tras de mí, y comencé a sentir la cabeza de su verga, como se iba enterrando dentro de mi culo.
Al principio lloré, grité, y hasta supliqué que me lo sacase, pero al poco rato, sin que me dijera nada, comencé a menear mis nalgas, y ha gemir y chillar de placer como si fuera una chica, pidiéndole que me diera más, y más duro.
Con el tiempo, seguí haciendo con él, lo que a mi amigo le daba la gana, mientras que yo disfrutaba de todo lo que él me hacía, ya fuera moviendo mis nalgas, o chupando su verga.
Hasta que una tarde, justo cuando me tenía bien clavado, llegó otro de nuestros amigos, y nos encontró a mi penetrando por el culo, bueno, se lo podrán imaginar, al recién llegado se lo tuve que mamar, y luego dejar que me penetrase, y así poco a poco, la mayoría de nuestros amigos fueron descubriendo, que a mi me gustaba que me dieran por el culo.
Cuando terminamos de estudiar en el instituto, no sé cómo mis padres enteraron de mis deslices, y sin tan siquiera consultarlo conmigo, me exigieron que entrase a un seminario, y que para llegar a ser cura.
Pero unos años más tarde, lo que mis padres ignoraban, es que fue peor el remedio que la enfermedad.
Ya que, eventualmente fui expulsado del seminario, por estar acostándose con varios seminaristas, y ahora, después de operarme, me dedico al oficio más antiguo del mundo.

21 Lecturas/28 junio, 2025/0 Comentarios/por Martehijodejupiter
Etiquetas: amigo, amigos, culo, joven, leche, mayor, semen, verga
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