Al que cazaron, y le comieron el culo fue a mí…
Un tipo va a visitar la finca de un amigo que lo invita a cazar, pero él de cacería no sabe nada, bien borracho se ponen a practicar tiro al blanco y apostando pierde toda la ropa y finalmente hasta el culo. .
Al que cazaron, y le comieron el culo fue a mí…
Estando el año pasado, visitando a un amigo mío, en su hacienda, salimos de cacería, acompañados por uno de sus peones de confianza.
Lo cierto es que no tenía muchas ganas de acompañarlos, ya que eso de cazar nunca me ha llamado la atención, ya que considero que es algo sumamente violento, además tampoco me han llamado la atención las armas, y la verdad es que los acompañé por el compromiso.
Pero bueno, desde luego que aparte de varias armas, dentro de todas las cosas que llevamos, algo que al parecer no puede faltar en esas salidas, son varias botellas de aguardiente.
Así que prácticamente ya antes de salir, los tres comenzamos a beber, claro que, por no estar acostumbrado, eso me afectó bien rápido, y de eso se dieron cuenta mi amigo y su peón.
Ya que cuando tuve a tiro a un jabalí, fue que después que disparé, quizás porque estaba ya bien mareado por lo mucho que había bebido, o porque realmente no sabía ni como apuntar, ni tan siquiera herí al animal, y él y toda la manada, al escuchar el tiro todos esos animales salieron corriendo, desapareciendo sin dejar rastro.
Fue cuando mi amigo y su peón, comenzaron a burlarse de mí, cosa por la que ni me molesté, la verdad creo que, en realidad, no quería matar a ese pobre animal.
Pero insistieron en enseñarme a disparar, por no hacerlos sentir mal, comenzamos a practicar, entre tragos de aguardiente, y tiros.
Ya después de un rato, al hijo de la gran puta del peón, se le ocurrió decir que seguramente todos los animales se habían espantado por los tiros, lo mejor era que regresáramos.
Pero mi amigo, y yo habíamos comenzado una especie de competencia de tiro al blanco, al principio, por el placer de hacerlo, pero al rato, a pedido de mi amigo comenzamos a apostar.
Perdí todo el poco dinero que llevaba encima, y tras darnos otro trago, el p propuso que apostase alguna prenda de mi ropa.
Por lo que, al poco rato, sin dejar de beber, y de disparar, teniendo al peón como el encargado de ver quien había dado en el blanco, y quien no, yo prácticamente me había quedado del todo desnudo.
Ya únicamente me quedaban los interiores, los que también perdí, al fallarle a una lata de refresco, que habían colocado, como a veinticinco metros de distancia, de nosotros.
Después de eso no sé qué me dio, que pensé que seguramente el próximo tiro, si lo iba a acertar.
Fue cuando a mi amigo y a su peón que ya estaban recogiendo todo, le dije casi cayéndome de la borrachera por tanto aguardiente que había bebido. “Vamos a ver si ahora si le acierto.”
Mi amigo, me vio y me preguntó. “¿Dime que apuestas?” La verdad es que ya lo había perdido todo, lo único que se me ocurrió decirle fue. “Lo que tú quieras.”
Los dos se sonrieron, y de inmediato me dijo. “Dispara, pero ya sabes si fallas vas a hacer lo que yo te ordene.”
Ya con el rifle apoyado en mi hombro, de momento pensé, y si fallo. “¿Qué me van a pedir estos dos?” Yo mismo mentalmente me respondí. “De seguro te van a querer dar por el culo, para que no seas pendejo, y no estés apostando cuando no debes.”
Así que, en lugar de retirarme, y decirles que no iba la apuesta, procuré darle a la lata de refresco.
No sé si fue la borrachera que yo tenía, pero de todos los tiros que realice, fue el peor de todos.
Además, para completar, el condenado peón, sonriéndose con mi amigo le dijo. “Patrón dele otra oportunidad.”
Oportunidad que yo debí aceptar para retirarme, pero no, tontamente pensé que, si le iba a dar a la maldita lata, y desde luego que fallé.
En esos momentos mi amigo acercándoseme por dé tras, se me quedó viendo las nalgas, y me dijo. “Perdiste verdad.”
A lo que yo respondí que sí, en ese instante mi amigo dijo. “Tú nos dijiste que vas a hacer lo que te digamos, ¿verdad?” A lo que yo en medio de mi borrachera le respondí que sí. “Bueno queremos que nos des el culo.”
Yo me quedé como paralizado, y aunque era algo que yo había pensado que podía sucederme, al escuchar a mi amigo decirme esas palabras, no lo podía creer.
Fue cuando el peón, al mismo tiempo que mi amigo, los dos comenzaron a bajarse los pantalones, dejando al aire sus respectivas vergas.
La verdad es que no sabía ni que hacer, por una parte, hasta ganas de salir corriendo me dieron, pero lo verdad es que ni idea tenía hacia donde correr, pero, por otra parte, yo mismo fui el que dije, que haría lo que ellos quisieran.
Fue cuando sentí las manos de ellos dos apoyadas en mis hombros, y sin mucho esfuerzo, en medio de ese frondoso bosque hicieron primero que me arrodillase, y luego que pegase mi pecho a la tierra.
Casi de inmediato escuché a mi amigo diciéndole al peón. “Deja que yo le dé por el culo primero, pero mientras tanto dale otro trago.”
Seguidamente me dijo a mí. “Separa las piernas un poco, para que no te duela.” Cosa que yo en medio de mi borrachera sumisamente hice sin oponerme, ni resistirme a sus pedidos.
Yo aún estaba como en shock, como era posible que mi propio amigo, me fuera hacer eso, yo no lo podía, o no lo quería creer.
Hasta que comencé a sentir sus ensalivados dedos acariciando el centro de mis nalgas, y suavemente introduciéndomelos por mi culo.
Luego me dijo. “Relájate, para que no te duela.” y así continuó metiendo y sacando sus dedos, todos llenos de saliva, mientras que el peón primero me dio un trago, y luego otro.
Pero de momento sentí como esa cosa caliente, y bien dura se fue abriendo paso atravesando mi esfínter.
Yo aun, a pesar de sentir que me estaba metiendo toda su verga, no lo podía creer lo que me estaba sucediendo, y a medida que él continuó presionado su cuerpo contra el mío, seguí sintiendo como dolorosamente su miembro atravesaba mi culo.
Yo estaba a punto de pedirle que me lo sacase, cuando el peón me dio otro trago de ron, el que de inmediato me bebí.
Ya me había comenzado a meter, y sacar rítmicamente toda su verga dentro de mi cuerpo, cuando yo no sé, por qué razón, sin que ninguno me lo dijese, comencé a mover mis caderas.
Restregándolas contra el cuerpo de mi amigo, como buscando sentir más y más dentro de mí, su buen pedazo de carne.
Así que a medida que él continuaba clavándome su verga dentro de mi culo, yo comencé a mover mis caderas, y apretar y soltar mi esfínter, sin que nadie me hubiera dicho como hacerlo.
Fue cuando de momento, al levantar mi cabeza, buscando otro trago de ron, lo que me encontré fue la verga del peón, prácticamente frente a mi boca.
Y de igual forma, sin que nadie me dijera nada, yo abrí mis labios, y él penetró mi boca con su parada verga.
En cierto momento ambos hombres me tenían completamente sometido, y yo lo único que hacía era mover con gusto infinito, mis nalgas, y mi cabeza.
Estaba tan excitado, que apenas agarré mi propia verga, de inmediato me vine, como un mismo pendejo.
Por un largo rato ambos me estuvieron dando por el culo y la boca, hasta que de momento mi amigo me apretó con muchas más fuerzas, y seguramente se vino dentro de mi culo.
Mientras que yo le seguía mamando su verga al peón, hasta el momento en que él también se vino, y acabó completamente dentro de mi boca.
Haciendo que en lugar de escupir, comenzara a tragar todo lo que salía de su verga, hasta que ya no soltó más nada.
Después de eso, quizás por lo mucho que yo había bebido, y por el esfuerzo realizado, creo me quedé dormido.
Al despertarme, me di cuenta de que ya había oscurecido, ellos dos se encontraban sentados frente a una fogata, que seguramente habían hecho mientras yo dormía la borrachera.
Muerto de vergüenza, y completamente desnudo me les fui acercando, al llegar los dos me saludaron como si nada hubiera sucedido.
La verdad es que al verme se sonrieron, y después de que tomé asiento en un tronco caído me dijo mi amigo. “Si quieres limpiarte, por haya está una quebrada.” y dirigiéndose al peón le dijo. “Acompáñalo para que no se pierda.”
El peón iba tras de mí, alumbrando con una linterna, aunque la mayor parte del tiempo se la pasó alumbrando mis nalgas, indicándome por donde caminar, yo seguía delante de él, sin levantar la vista.
Hasta que llegamos a la quebrada, y señalándome una pequeña poza, me dijo. “Ahí te puedes lavar, para que después me des el culo.”
Yo la verdad es que no podía creer lo que me decía, procuré no hacerle caso, y tras expulsar lo que mi amigo me había dejado dentro, y lavarme las nalgas.
Apenas salí del agua, vi algo asustado, la figura del peón, pero completamente desnudo, con su verga parada, diciéndome. “Ahora me toca a mí, así que no te hagas de rogar y ponte en cuatro.”
Yo la verdad es que nuevamente me dieron ganas de salir corriendo, pero ante la oscuridad imperante, y en las condiciones en que me encontraba, ni idea tenía para dónde ir.
Así que sumisamente le obedecí, y apenas me arrodillé, se colocó tras de mí, por un corto rato me estuvo pasando la ensalivada cabeza de su verga por entre mis nalgas.
Cuando de momento sin consideración alguna me lo ha empujado toda su verga, arrancándome un tremendo grito, que seguramente mi amigo en el campamento escuchó.
Después de ese doloroso comienzo, el peón continuó metiendo y sacando su verga de mi culo, sin consideración alguna, y a medida que él me continuaba sodomizando.
Fui dejando de quejarme, y nuevamente comencé a mover mis nalgas, restregándolas contra el cuerpo del tipo ese, buscando sentir más, y más dentro de mi todo su duro miembro.
Al poco rato, yo gemía, pero no por el dolor, sino más bien por el placer que me estaba haciendo sentir.
Así seguimos hasta que inevitablemente después de un buen rato de que el peón estuviera metiendo, y sacando prácticamente su verga de mi culo, yo me comencé a masturbar otra vez, como loco, hasta que a los pocos segundos me vine.
Al tiempo que sentí como él seguramente acababa dentro de mí culo.
Cuando finalmente me sacó su miembro de mi cuerpo, de inmediato me dijo. “Vuelve a lavarte, que de seguro el patrón va a querer volverte a ensartar.”
Sin decir nada al respecto, nuevamente me lavé las nalgas, en la cercana poza, y con mis propios dedos pude constatar que había expulsado, lo que me había dejado dentro de mi cuerpo.
De regreso a donde se encontraba mi amigo, le pregunté cuántas horas había dormido, me respondió, que casi un día entero, seguramente por lo borracho que me encontraba la noche anterior.
Al llegar donde él, se encontraba recostado, y tapado con una sábana, frente a la fogata, de la manera más desvergonzada me dijo. Al tiempo que me hizo señas con sus manos. “Ven y pon tu culito aquí.”
Al decir eso movió la cobija que lo cubría, y bajo la cual estaba tan desnudo como lo estaba yo, ero con su miembro erecto.
Así que no me quedó más remedio que obedecerle, y acostarme a su lado dándole la espalda, fue cuando se me ocurrió preguntarle hasta cuando me estarían haciendo eso, y su respuesta fue. “Hasta que tú digas basta.”
Fue cuando justo en ese instante comencé a sentir su ensalivada verga entre mis nalgas, yo me quedé en silenció, y frente al peón, mi amigo me volvió a enterrar toda su verga, dentro de mi culo.
Después de eso, tanto a uno como al otro, les volví a mamar sus vergas, hasta que regresamos al siguiente día a su hacienda.
En donde, más rápida que inmediatamente todos sus peones se enteraron de lo que había sucedido en la fallida cacería.
Así que el resto de mis vacaciones en la hacienda de mi amigo me la pase, de lo más feliz, dejando que tanto mi amigo, así como todos sus seis peones, me dieran por el culo y les mamase la verga, cada vez que ellos o yo queríamos.
Costumbre que hoy en día la sigo practicando, pero de manera mucho más discreta, aunque estoy planificando este año, volver a pasarme unas largas vacaciones en la hacienda de mi amigo…
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