AMBIGUEDAD SEXUAL O AMBIVALENCIA
La Intersexualidad es una condición con la que no se pide nacer, somos personas duales psicobiológicas.
Nuevamente siento inmensos deseos de hablar y compartir mis vivencias, tal vez me equivoco espero que no, este medio me permite desahogar parte de mis vivencias y situaciones de vida, unas incomodas y otras no tan incomodas, el anonimato que generosamente nos da esta grandiosa página es una excelente oportunidad para quienes deseamos compartir nuestra sexualidad, conocí recientemente a un hombre que ha promovido que tenga mucha confianza en él, es muy especial para mí, con nadie he podido ser tan transparente sin sentirme juzgado ni lastimado, gracias, muchas gracias.
Me he cubierto de escudo protector que llevo ante el mundo, dada a mi dualidad psicobiológica, por ser INTERSEXUAL, es decir, en parte masculino y femenino a la misma vez, a muy corta edad sentí inicialmente el rechazo familiar y luego el aparente rechazo de otros más, por no ser lo esperado por ellos o por el estereotipo que sella la genitalidad, a ese rechazo se suman los intentos por cambiar lo que mi naturaleza instintivamente demandaba, aprecio, cariño, comprensión, estima, amor y todo lo que conlleva estas sutilezas tan esenciales para cualquier niño o niña, ser humano en general, que a lo largo de la vida influye en la formación sentimental, personal y espiritual.
Me formé con tantos miedos, desesperanzas y desconfianzas inimaginables, tenía que aparentar ser fuerte para sobrevivir, sin ser fuerte sino cobarde, asustadizo, repleto de inseguridades, introvertido, con una dualidad evidente, esa falta de cariño y aprecio, me hizo vulnerable, sentía que me odiaban y rechazaban, por parte de mis padres me fue negado el amor, la comprensión, crecer con un panorama totalmente oscuro, aun cuando a mi alrededor me fijaba en el trato familiar a otros niños y niñas muy disímil al que yo recibía, lo que trajo como consecuencia la inminente necesidad de afecto, deseando y anhelando por instinto natural el acercamiento afectivo que no llegaba, como el que naturalmente me era conocido a través del trato que podía observar que le era dado a otros niños y niñas.
Lamentablemente nací intersexual, es decir, presentando complicación hormonal llamado hipogonadismo, así como cromosomas XXY, micro pene, no tenía testículos y otros detalles que sin duda, se hizo notorio en mi conformación no solo anatómica sino psicológica, inconsciente e involuntariamente en lo relacionado al estereotipo de lo que la sociedad establece y demarca al varón, invariablemente navegaba sin darme cuenta en una dualidad que nunca pedí nacer con ella, evidentemente en mis juegos, actitud, necesidad de afecto, y sobre todo en mi físico, distaba mucho a la de un niño varón
Mis padres decidieron que sería varón sin importar mi condición intersexual, sin embargo, debido a mi escasa producción de testosterona, mi cuerpo, mi voz y facciones se definía notablemente como el de una niña, con prominentes sinuosidades, cintura, etc. por lo general era objeto de miradas indiscretas, para evitar esas miradas y comentarios de cualquier persona, mi ropa era comprada totalmente holgada, de dos tallas más de la normal, es decir, privaba el qué dirán, antes que cualquier otra cosa, probable y desafortunadamente, ese fue el detonante para mantenerme aislado(a), vigilado(a), reprimido(a) y hasta acomplejado(a), cuando ya tuve un poco más de raciocinio, sentí hacia mí un trato despectivo, discriminativo y antes mis preguntas, recibía algunas respuestas displicentes, otras casi de odio, lo que consecuentemente originó un mutismo en mí, dejé de preguntar y solo aceptar sumisamente lo que me imponían.
Mi familia la enmarco dentro de una teoría “ortodoxo machista”, donde preminentemente las familias suelen ser por imposición conservadoras, clásicas, la figura de la mujer subyace ante la imposición del hombre, que es quien ordena, delimita, gobierna a su antojo y parecer, la relación familiar bajo estrictos estándares machistas, mientras que la mujer tiene que ser servil, reproductora, supina, sumisa y entregada a relaciones con el hombre más mecánicas que afectivas, donde la regla sin estar escrita es que al hombre hay que hacerlo sentir el Rey y merecedor de lo mejor, dada a mi condición psico morfológica, mi formación fue entremezclada, unas veces como varón y otras no, recuerdo una oportunidad donde en unas vacaciones fuimos varias familias a una playa donde alquilaron varias cabañas juntas, tendría alrededor entre 10 a 13 años y disfrutaba normalmente como el resto de los niños que nos encontrábamos, yo andaba en traje de baño y una franelilla que me imponían usar para que mi cuerpo no delatara mi silueta, en especial que mi cintura estrecha no fuera notoria, sin embargo, como siempre me sucedía no faltaba quien me observara de manera maliciosa, mi intuición por experiencia propia no me fallaba, solo me alejaba de esas miradas para poder disfrutar sin acoso esos momentos infantiles, no fue un don sino un aprendizaje que tuve para entender el lenguaje secreto de las miradas y gestualidad de muchos hombres y chicos, recuerdo que en esa oportunidad mi madre se dio cuenta de esas miradas y me llamó para indicarme que me pusiera un pantalón bermuda, inocentemente no sabía el porqué de ese mandato, aun cuando siempre obedecía sin rechistar, en ese momento se me ocurrió contradecirle porque realmente me sentía bien y yo sabía que ella se daba cuenta que yo como mis hermanas y las otras niñas evitaba el contacto visual y táctil con los varones, al negarme y preguntarle porque tenía que cambiarme airadamente me dijo en voz alta:
. – Lo haces porque estas mostrando lo que no debes…,
Por la misma deficiencia hormonal mis piernas tenían revolveras bien formadas, mi desarrollo no era precisamente varonil, ante mi atrevimiento por contradecir a mi madre, papá bajo el clima del licor, muy autoritario me dijo que me fuera al cuarto “castigada”, esa expresión femenina hacia mí, me impacto mucho más que el propio castigo, fui irremediablemente el centro y el foco del momento, de inmediato me fui al cuarto a la carrera hecho un mar de lágrimas y al cabo de unos minutos el cuarto estaba lleno de primas, tías y mujeres, me hablaban y consolaban, me calmé sin decir nada, quería preguntar porque tenían que tratarme tan mal, porque nada de lo que hacía estaba bien para nadie, porque yo era así, pero tenía que callar y hacerme el desentendido(a), llegué a odiarme a mí mismo(a), a mi cuerpo, a la familia y a todo a mi alrededor.
Supongo que no había menos de unas quince mujeres entre los 14 años hasta los 34 o 40 años, se daban cuenta que me avergonzaba de mi cuerpo, intentaba cubrirme con una sábana para no dejarme ver, en eso espontáneamente mi tía le increpa a mamá que culpa tiene de tener ese culote y que la vean, tú también lo tienes y sabes que te lo miran, a mí también y a ella y a ella, que hago me lo corto, córtatelo tú también, realmente todas eran mujeres llamativas en especial las tías incluyendo mi madre y de manera espontánea la tía se quitó el traje de baño y comenzó a bailar y reír, luego una primita dos años mayor que yo de unos 13 o 14 años, y otra más, al cabo de unos minutos casi que todas estaban desnudas y se tiraban las almohadas en medio de risotadas estruendosas, sin pensarlo me dio mucha risa y ellas se dieron cuenta que ya me encontraba mejor, en eso dijeron vamos a hablar con “B” (Mi padre), esto es injusto, sino ninguna salimos de aquí y ellos que se atiendan a ver quién manda de verdad, unas cuantas por supuestos ya trajeadas salieron y regresaron triunfadoras, me habían levantado el castigo pero con la condición que me cambiara de ropa, tal como mama lo había indicado, al salir de mi posible encierro por todo el resto de la semana, evite a papá y a los demás familiares y conocidos mayores que estaban en la reunión, me sentía no del todo bien por vergüenza de mí mismo(a).
En medio de esa conversación durante mi castigo, entendí prematuramente por medio las tías y de las otras damas y chicas que allí estaban, que mi actitud, mi sentir y mi apariencia fémina, suponía una tentación a los hombres, que ellas también conocían muy bien esos impulsos sexistas, pero igual conocí que ellas aceptaban la subordinación al hombre, ya que era casi que un derecho y necesidad de poder de los hombres hacia la mujer, quien tenía que prestarle obediencia, respeto, atención, cariño y ser complacientes, que todo se debía a que ellos al tener más carga de testosterona les otorga como que la supremacía natural y religiosa sobre la mujer, entre otras cosas entre ellas mencionaban que la testosterona se puede percibir, que ese olor a macho que expele un hombre se llama feromonas, y hace que vaya despertando un supuesto deseo en la mujer, que por lo general, concluye en el ejercicio sexual.
Ahora bien, la verdad que yo estaba consciente de todo lo comentado por ellas, yo en ocasiones percibía ese especial aroma en algunos hombres y chicos, al igual compartía con ellas sobre el acoso a que el hombre acostumbra someter a quien le pone el ojo, la diferencia es que ellas tienen mucha narrativa que se comentan entre sí, pero en mi caso, no tenía a nadie con quien compartir tantas aventuras y desventuras que me ocurrían, no confiaba en nadie, era una especie de ermitaño(a), hablando metafóricamente, pero si tenía secretos propios y no compartidos con nadie, por ejemplo, sabía muy bien, que muchos hombres tenían un supuesto y aparente odio y lenguaje homofóbico, hago hincapié en “aparente”, porque esos machotes para demostrar su hombría en grupúsculos de machos, denigran grotescamente de las personas diferentes y realmente son los que más asedian y buscan intimidad homoerótica, por si fuera poco, en la intimidad su comportamiento es afectivo, tierno, asegurándose con esa actitud que tendrán acceso para nuevos y seguidos encuentros íntimos con quien hacen ver que odian, que hipocresía tan suprema, pero es una realidad.
Lo cierto es que la vergüenza, el miedo, la soledad, la incomprensión y el constante asedio y acoso solo convulsiona en más sufrimiento, terror a ser violentado, injuriado, el dolor inexorablemente a recurrir al aislamiento voluntario en la relación con las personas que uno supone que ama y que deberían amarte, pero al final todo está nefasta experiencia provee de saberes, intuición y algo de desconfianza para resistir e intentar avanzar en tan sinuoso camino de vida, sin embargo, para ello muchas veces tienes que aceptar que para vivir con más tranquilidad tendría que satisfacer deseos de terceros, doblegarse ante chantajes, ante situaciones violentas, todo para evitar el escándalo, el escarnio público, hasta que llegas como que aceptar que es tu realidad, no cuentas con alguien en quien confiar que sienta que realmente te comprende en una milésima parte de lo que te sucede, que además te brinde ese gran calor humano, sin darle mucha importancia al qué dirán, una tía muy especial para mí, se convirtió de alguna manera en alguien importante en mi vida, era con quien podía hablar a medias, desahogarme en parte y sentir que me entendía en ocasiones.
Otra tortura eran las interminables sesiones con distintos especialistas en psicología, donde me inundaban de test, de dibujos para mi sin entender su lógica, desde dibujar a nuestras familias, pasando por dibujar nuestros héroes y heroínas, relatos de cuentos imaginarios que nacieran de tu psiquis, juegos mixtos unisex, otros tildados de exclusivamente de varones o de niñas, en fin, un calvario interminable para asegurarse ¿de qué?…
Igual como olvidar los cientos de suplicios y asedio a que fui sometido(a) durante mis primeros 15 o más años, desde Kínder, el colegio, liceo, universidad, hasta en un gimnasio de lucha que me inscribieron para aprender a defenderme, en un equipo de beisbol y otro de futbol para dizque fortalecerme, particularmente en el colegio era sometido(a) a un constante abuso y asedio sistemático, muchas veces me hicieron llorar, avergonzar con sometimientos descarados unos y otros en privado, tenía muy pocos instantes de sosiego y tranquilidad, se aprovechaban de mi fragilidad no solo corporal para meterme mano, para imponerse sobre mí, sentía miedo, terror, una suerte de sensación que no le importaba a nadie, que era un objeto sexual para muchos, metederas de mano, explícitamente me refiero, a roces siempre a mi culo, a besos forzados, a toqueteos, nalgadas, apretones, a bajarme el short o mono de gimnasia, a mostrarme sus penes tanto hombres, profesores, estudiantes, viejos, etc… es como sentir que mi cuerpo no me pertenecía, jamás tuve una actitud violenta, era sumiso(a) más bien, por lo que cuando me sucedían estos escabrosos infortunios solo me hacia el(la) distraído(a) por miedo a no enfrentarme a nadie y ser vapuleado(a), muchas veces no volteaba a mirar quien me tocaba el culo o quien se me acercaba por atrás y me maraqueaba suave o salvajemente, sobre todo las escasas veces que fui a la cantina y al hacer la cola me rodeaba un grupo cobardemente para no dejar ver lo que harían conmigo, allí era sometido, me violentaban, me vejaban bajándome los calzoncillos y restregando su penes en mis nalgas, yo luchaba por librarme, mientras más me resistía como que las hormonas se les alteraban más, sin embargo, llegó el momento que los efectos de esas prácticas no siempre me generaban los mismos sentimientos, en algunos casos los sentí placenteros o tal vez me fui acostumbrando a ello, en una oportunidad leí algo sobre que esta práctica no es casualidad sino causalidad de los cambios hormonales en el hombre sobre todo, en cuanto a que es la erotización del dominio masculino sobre la base del efecto de necesidad de imponerse sexualmente, donde por consecuencia hormonal surge la urgencia primitiva de penetrar como símbolo de poder, no recuerdo a que edad me atrajo un chico, me hizo sentir muy mal reconocer esos sentimientos, por supuesto que no se lo dije a nadie, no tenia en quien confiar, no obstante, mis sueños eran para él, lloraba por sentir todo esto que no entendía, pero había en mí una inmensa necesidad de sentir cariño, amor, aprecio, y sentirlo de esa manera me consternaba, me confundía totalmente, tuve mis primeras experiencias sexuales sin consentimiento, pocas deseadas, generalmente por alguna razón despertaba morbo, en el fondo en cada acto violento hacia mí, buscaba sentir el afecto que me había sido negado, el cariño de alguien a mi lado, aunque mucho tiempo después me di cuenta que no era cariño lo que buscaban en mí, no tenía amigos, no contaba con el amor de mi familia, por alguna razón, el sexo fue el refugio afectivo que solo podía obtener, no contaba con alguien que me acompañara y al cual pudiera contarle todo lo que me sucedía, hasta los momentos más dolorosos.
Disculpen por atreverme a contar cosas de mí, además de mis faltas gramaticales, la verdad que no acostumbro en releer lo que te escribo, seguramente borraría el 95 %, gracias por leer, seguiré escribiendo.
Guao es fuerte
Te felicito bella dama, tu relato es una obra maestra, no pensé que me daría tanta parazon de guevo, me he masturbado unas seis veces, deseo conocerte y hacerte mi mujer.
Hola querido/a amigo/a me encantó tu relato, escribes genial, espero que sigas escribiendo. Si gustas puedes hablarme a mi telegram @artemisamagna, creo que tienes un espíritu profundo