Amigo hetero, porros y sexo oral
Historia real de una amistad entre un gay y un heterosexual. Nota; Al escribir esto no pretendía mas que tener una forma de desfogar todo esto, aunque es una forma de relatar acontecimientos sexuales, nunca fue la intención hacer un relato morboso (tal vez después lo haga);.
Nota; Al escribir esto no pretendía mas que tener una forma de desfogar todo esto, aunque es una forma de relatar acontecimientos sexuales, nunca fue la intención hacer un relato morboso (tal vez después de este pueda redactar alguno, porque morboso y puta he sido).
Todo comenzó al iniciar la universidad. Yo con 19 años, moreno, delgado, no estaba mal para todo lo que viví en esa época, hoy tengo 28.
Todo transcurría normal, hasta que comenzaron las clases, en aquel grupo estaba él; 21 años, Alto, moreno, con una masculinidad que me atrapó desde ese momento. Él venía de otra ciudad a estudiar, pertenecía al equipo deportivo y su físico lo delataba: Tenia unos brazos gruesos y con vello fino, pero notable, sus manos eran grandes y gruesas. Sus bíceps, eran grandes, y le gustaba tanto mostrarlos. Tenía unas piernas gruesas, dignas de un jugador de americano y el vello en ellas me volvía loco. Para mi era el cuerpo más varonil y excitante (vaya, que hoy pienso que simplemente a mis ojos nunca había existido alguien que me atrapara de esa forma), y no sólo yo, claro que tenía un imán para atraer a las mujeres y nunca perdió el tiempo en aprovechar esos encantos.
Por mi parte yo soy de complexión delgada, un físico agradable, de complexión mediana, una altura de 1 Metro con 78 cms. Nada extraordinario pero no negaré que he disfrutado de tener aventuras con cada uno de los que he querido, claro que me han rechazado algunos, pero tal vez es suerte.
Regresando a cómo se desarrolló esta historia; Por fortuna pude hacer grupo con varios de mis compañeros de clase, y él con otro. Desde el momento que lo vi se volvió algo platónico, y escuché su nombre que se quedó plasmado en mi; Alejandro.
Al ser deportista realmente pensé que no tendría forma de relacionarme con el, pues los días transcurrían y nunca cruzábamos palabra, hasta que un día se acercó a uno de mis amigos, lo saludo y me saludo, al igual que a todos, comenzaron a platicar y se fue integrando. Siempre he sido un poco cohibido y no tan sociable, no fue la excepción. Pasaron varios días hasta que algo causó que tuviéramos una conversación entre el y yo, dando pie a tener algunas platicas ocasionales.
Algunas semanas después una maestra dejaría tarea en parejas, no fue al azar, solamente ocurrió que el y yo hicimos equipo. Fui a su casa, a partir de ese momento quería estar todo el tiempo ahí, las horas volaban al igual que mi imaginación, mientras mi excitación se elevaba. Resultó que nos llevábamos muy bien y teníamos muchos temas en común, nos hicimos buenos amigos, y en mi interior, aprovechaba cada momento a su lado para observar su cuerpo, sentirlo cerca y sobre todo percibir e inhalar ese aroma que me volvía loco y causaba un deseo incontrolable por olerlo de cerca.
Verlo con shorts deportivos holgados, playeras sin mangas, en sandalias, relajado en su recámara mientras platicábamos, nos conocíamos y causaba que me sintiera más y más atraído a él.
Ver a ese hombre, con su forma de ser, con ese cuerpo tan delicioso, causante de tantas chaquetas, dedeadas, dildos, sueños que hasta el día de hoy siguen, pero ya como un recuerdo, era imposible querer dejar de verlo, un adonis de masculinidad frente a mis ojos.
Después de unos meses de hacer una rutina: Universidad por la mañana, después a su departamento, a ver series, platicar, ver algunos trabajos de la escuela, pasar el rato y entonces por la noche regresaba a casa. Nos fuimos haciendo cercanos, para el yo estaba siendo su amigo y para mi él se volvía un amor platónico o imposible, comenzaba a sentirme confundido y dejé todo aquello en silencio. Nuestra amistad comenzaba a desarrollarse y una de mis formas de poner un freno a esa ilusión era decirle que era bisexual (ocasionalmente tuve mis aventuras con mujeres) pensando en que probablemente estaría incómodo, lo tomo bien, me abrazo, y todo continuo normal.
Un día de tantos consiguió marihuana, y aunque alguna vez probé, no era algo llamativo para mi, sin embargo me invitó y acepte. Esos momentos eran los mejores, él ponía música, recuerdo su gusto por el rock y el blues, lo que hacía todo aun mejor, después comenzábamos a ver series y se hizo parte de nuestra rutina compartir series y películas, me invito a quedarme a dormir; no pude decir que no.
Esa noche no dormí: entre la cantidad de veces que fumábamos weed, el verlo preparándose para dormir con un short que le marcaba un bulto delicioso, mostraba sus vellos y sin playera, dejándome contemplar su abdomen, no con six pack, pertenecía a quien le gustaba hacer pesas pero no le gustaba estar tan marcado, de su ombligo salía una línea de tupidos vellos negros hacia su entrepierna, sus brazos grandes, fuertes mostraban una axila con la cantidad de vellos Perfecta para mi, el vello en su pecho era delgado, sus pezones cafés pequeños rodeados por algunos finos vellos. Y de tan solo saber que dormiríamos juntos me mantuvo despierto por un buen tiempo, con la respiración agitada y un deseo casi incontrolable de acariciarlo.
El dormir en su casa se volvió recurrente y después mi recámara también. Realmente nos hicimos muy amigos, mi deseo nunca disminuyó, pero después tuve pareja, el igual, no puedo negar que me ponía celoso de saber que nunca podría estar en el lugar de ellas.
Nuestra confianza era tanta que por alguna situación económica le ofrecí vivir conmigo, que realmente nunca fue con una intención sexual, era realmente algo fraterno. Compartíamos todos los días, lo veía entrar y salir de la ducha, verlo en bóxers frente a mi, y entre tanta confianza comenzó lo que llaman “Bromance”.
Amigos de nuestra facultad realmente pensaban que éramos pareja, siempre aclarábamos las cosas y de ahí no pasaba. Pero al estar solos, le gustaba nalguearme, jugar a meterme un dedo, esas manías tan homoeroticas y deliciosas que tienen los heterosexuales, nos molestábamos mucho de esta forma, a mi claro que me encantaba. Por mi parte también le decía que era mi novio, el a veces decía que yo parecía su vieja.
Hubo muchos momentos de confusión en esta amistad. Yo ya me había resignado de imaginar cualquier escenario más allá de la amistad, aceptaba su heterosexualidad y que solo éramos amigos.
El tiempo pasó, terminó la carrera, cinco años después esta relación continuaba. Frecuentemente se quedaba en mi casa o yo en la suya.
Notaba que de pronto el se volvía celoso cuando hablaba de algún ligue, o si en ese momento tenía pareja, notaba que me trataba de una forma cuando estábamos solos, cuando teníamos fiestas o veíamos a otros amigos su actitud cambiaba, nunca era grosero, simplemente esa forma de ser era cuando estábamos solos. El era mi refugio, y yo era el suyo: Éramos inseparables.
Hubo un momento que cambió todo en mi, si bien, mi deseo por él nunca había disminuido, si no lo contrario, se salió de control una noche (como era regular con unos fumes de weed). Estábamos en la cama, con la laptop en medio de los dos disfrutando de una película, de un momento a otro el hablo;
A.- Oye wey, y si me haces piojito? Ándale, nada más para dormirme.
Y.- Jajaja, ah chinga, nada más así?
A.- Andale wey, no seas culero
Me reí y le dije que si, en mi interior temblaba de emoción, comencé a acariciar su cabeza, a él le gustaba y a mi también. Y esto se volvió constante. Noches después me pidió lo mismo;
A.- Eh we, hazme piojito… ándale, siempre me haces piojito.
Y.- No wey, déjame ver la película
Comenzó a insistir y a mi me gustaba que lo hiciera, por eso me negaba, aunque siempre accedía.
Comencé a hacerle piojito, recuerdo que en algún momento baje un poco más, tocando su espalda y su hombro. Me detuvo, y dijo que nada más en la cabeza, que se sentía raro.
Al poco rato, me dijo “Ay we y si me haces piojito en la espalda?”
No tuvo que pedírmelo dos veces, le pedí que me diera la espalda y comencé a acariciarlo. Disfrutaba sentir y acariciar esa espalda ancha, sentía su piel tensarse y reaccionar a mi tacto, eso lo hacía dormir a él y me hacía dormir a mi también. Después ya no solo era la espalda, comencé a acariciar su pecho, rozar sus pezones, sentir un poco más de él.
Por supuesto, si antes mencioné la confusión, esto fue el claro ejemplo: Yo pensaba en qué tal vez solo era por la confianza, que era algo que le pedía a su mejor amigo gay, y eso comenzaba a hacerme cuestionar todo y que es lo que pasaba entre nosotros. Aunado a que cada que fumábamos siempre mencionaba que estaba muy drogado, al día siguiente que no recordaba mucho, a veces me hacía fumar mucho porque el ya estaba muy pacheco.
Llegue a masturbarme innumerables veces oliendo su ropa interior, sus calcetines, cualquier prenda que me diera algo más de ese aroma masculino y alimentara mis fantasías resignadas, pero latentes de cada noche tocar su piel.
En ocasiones me decía que quería una puta, que fuéramos por una, pero siempre era así, nunca lo intentaba realmente. Y yo jugando le decía que yo me animaba y nos reíamos. Eso me excitaba aún más, hoy lo pienso y hubiera sido algo digno de vivir, un trío con el, realmente por el, pero no fue así.
Una ocasión le dije “pon porno”, abrió una página y empezó a buscar un video, y tal vez el temor, su hombría, o alguna otra cosa, lo hizo decir “que estoy poniendo?” Y conteste: “pues porno wey” rogando al universo que lo pusiera, se calentará y nos jaláramos la verga para así por lo menos verla. Pero en cuanto “reaccionaba” lo quitaba y ponía alguna otra cosa.
Las noches de dormir juntos, acariciarlo, sentirlo continuaban. Como ya lo mencioné, sus piernas eran una debilidad para mi, tan fuertes, varoniles, velludas, un manjar a la vista, pero quería averiguar cómo se sentían; Aquella noche coincidió en que llegó cansado por el gimnasio, nuestra rutina weed+comida+series para terminar en caricias estaba en su curso.
Charlando y viendo nuestra serie me dice que había estado pesado su día, estaba cansado por el trabajo y le dolían las piernas, de forma automática solo pude decir: “¿Quieres que te haga piojito en las piernas?” Su respuesta fue primero con su cara, haciendo una mueca de extrañeza y negación, después de un “No wey” y una risa seguida de un corto silencio igual de incómodo, antes de continuar con risas y charlas.
Importante mencionar que muy seguido me decía que mis manos se sentían con madre, y eso es algo que siempre me han dicho, pero estoy seguro que mis mejores caricias siempre han sido y siempre serán de él, era un intento de ver que pasaba, tenía que arriesgarme. Valía la pena.
En mi mente yo estaba desilusionado de haber fallado en mi intento de tocar más de su cuerpo y sentir sus deliciosas y fuertes piernas, pero por lo menos lo había intentado, cuando la voz de Alejandro me saca de mis pensamientos diciendo;
“Y como me acomodaría para que me hagas piojito en las piernas? A ver que se siente?”
¿Alguna vez has sentido que en un momento de “sexo prohibido” de esos que puedes ser descubierto y meterte en un pedote, se siente una vibra extraña de intimidad, hermetismo, como si en ese momento únicamente existieran ustedes dos? No lo sé, es algo difícil de explicar, pero seguro alguien me entenderá y podrá explicarlo mejor.
Le dije que pusiera su cabeza a los pies, lo hizo, sus pies quedaron cerca de mi cara, inhalar el aroma masculino de sus pies, me volvió loco, quería lamerlos, chuparlos, olerlos directamente y restregar mi cara en ellos, pero en cambio comencé a acariciar, primero le hice un masaje en sus pies, quería sentirlos y después de disfrutarlos y escucharlo relajarse comencé a acariciar sus pies y poco a poco avanzar a su pierna, e incluso al recordar ese momento mi corazón palpita y mi respiración se acelera como en ese momento.
Dure un buen rato acariciando, cuando caí en cuenta que como era común se quedaba dormido mientras yo lo seguía acariciando hasta que me diera sueño a mi. Cuando noté que ya dormía no pude contenerme más y me acerqué a inhalar y embriagarme de su aroma natural.
Observe con mayor detenimiento su anatomía. Que perspectiva era esa; sus pies prácticamente en mi cara, sus fuertes pantorrillas a mi Merced, su espalda ancha y unas nalgas grandes, deliciosas, dignas de admirar y si a caso probar su Virgen y masculino culito. Nunca me interesó ser activo con el, todas mis fantasías eran sobre el clavándome su verga, haciéndome su puta, utilizando a su amigo el jotito para satisfacer sus necesidades de macho, yo quería ser su esclavo. Si lo hubiese pedido, no habría dudado en aceptar.
Y de la misma forma que antes, esto se volvió rutina cotidiana…
Pero esa noche, la que dio inicio a una breve aventura, fui a verlo, desde que iba en camino sentía algo diferente. Lo salude, fuimos a su recámara y comenzamos a fumar, comer, ver series, reír… hasta que llega el momento de acariciarlo, lo recuerdo Perfecto.
Al sentirlo dormido, seguí acariciandolo, para este punto ya recorría prácticamente todo su cuerpo; cabeza, espalda, brazos, pecho, abdomen, piernas y pies. Mi mente siempre decía que era algo que hacíamos como amigos, creo que de otra forma me hubiera vuelto loco.
En fin. Esas caricias seguían mientras el dormía, y recuerdo tocar su abdomen para sentir el camino de vellos hacia su verga. El vestía un pants deportivo amplio, recuerdo que mis dedos rozaron el pants, decidí volver a pasar y poco a poco tocar más abajo encima de su ropa, fingir dormir si despertaba y me descubría.
Cuando toque lo sentí; tenía la verga durísima, firme, no pude quitar mi mano de encima de su verga, tenía que tocarla, sentirla. Se sentía de un muy buen tamaño, de un buen grosor, apretaba y tocaba, quería sentir sus bolas, sentir esos huevos y verga que tantas veces había imaginado y olido a través de sus bóxer.
No pude parar, aunque el pants que llevaba era bastante apretado pude hacer que mis dedos entraran sin despertarlo o permitiéndole fingir que dormía, no lo sé, me lo he preguntado mil veces, pero pude sentir y darme cuenta que tenía una buena cantidad de vellos, se sentía riquísimo, pero entonces sentí la cabeza de esa verga, húmeda, dura, sin circuncidar, baje, quería tocarla toda la sentí, la agarre y comencé a acariciarla.
Mi respiración, su respiración, ambas eran diferentes.
Comencé a masturbarlo nervioso y a las posibilidades de lo que su ropa permitía, y aproveché cada segundo para disfrutar su cuerpo. La noche se fue disipando, cuando me di cuenta ya comenzaba a amanecer estuve despierto durante toda la noche. Dormí un poco y después desperté para irme a mi casa, Alejandro seguía dormido, solo me abrió para irme. Al llegar a mi casa me masturbe cómo nunca, mi mano aún olía a su verga. Explote en semen, con un buen jugueteo en mi culo con mi consolador, imaginando que era su verga penetrando mi culo.
La oscuridad era mi amiga y cómplice para llevar a cabo este toqueteó tan caliente, y poco a poco pude ver en esa oscuridad cada parte de su cuerpo, recorrer entre penumbras cada centímetro de su piel, con mi tacto el calor que desprendía, los vellos. Era fascinante.
Los días siguientes no nos vimos y no hablamos, tampoco era raro, pero yo imaginaba que probablemente había estado despierto, pero me escribió un día por la noche:
“Ey chiquita, vamos a echar porrito, yo compro la cena, vente a mi casa”
Deje lo que estaba haciendo y fui a verlo, con una cantidad de nervios y excitación que sobrepasaban mis límites, desde que leí ese mensaje tuve una erección, la más dura que he tenido en mi vida.
Llegue a su casa, él se veía drogado y me dijo;
“Ando bien drogado wey, la neta mañana no me voy a acordar de nada. Fúmale wey, pero dale un buen jalón” y yo era felizmente obediente, cenamos algo y después dijo; “Quiero cojer, vamos por una puta y nos la cojemos entre los dos we, o culeas?” “Busca una y si se arma” le conteste, pero en lugar de eso decidió acostarse, pusimos nuestra serie favorita, no había pasado mucho tiempo cuando me pidió que le hiciera piojito, y eso era que quería dormir, se quito su playera y dejo al desnudo su torso.
Comencé a acariciarlo directo en su pecho, tocaba sus pezones que rápidamente se volvieron duros. Tocaba sus brazos, sus bíceps, su abdomen. Un rato después dormía, o al menos así parecía, comencé a acariciar cada vez más abajo, su ombligo para tocar ese camino a la gloria cubierto por pelos masculinos y rozar su bulto por un “falso” error.
Su verga estaba dura, comencé a acariciarla, a sentir lo dura que estaba por encima de su short deportivo (siempre usaba unos estiló Basketball) para después meter mi mano debajo para sentir lo caliente y duro de su verga.
Cuando la toque, su respiración cambio y su verga se movió. Jugaba a apretarla y soltarla, pero ya no era suficiente, tampoco oler mi mano después de esos jugueteos, decidí arriesgarme más, baje un poco su short y su bóxer, quería liberar su verga y poder verla, no podía seguir imaginándola, lo hice con cuidado de no despertarlo, nuestras respiraciones eran diferentes, profundas, de nervios y entonces la vi entre la penumbra y con la poca luz que entraba a la habitación;
Era una verga grande, más de lo que esperaba, fácilmente pasaba los 18 centímetros, gruesa, morena, podía ver como una mata de vellos la adornaba haciéndola digna de ese pedazo de macho que tenía a mi lado, pude tocar sus huevos con facilidad y observarlo; grandes, peludos, una verga de trofeo y que sigue impregnada en mi memoria.
Su glande ya soltaba líquido preseminal, lo probé con mi dedo. Esa cabeza húmeda era deliciosa, rosada y grande, al probarlo enloquecí, no podía dejarlo así, mi mente olvidó que era mi amigo y únicamente pude verlo como el hombre que causaba mis mayores deseos sexuales; Fui bajando mi cabeza para oler su verga, aspire directo de ella y su aroma me embriago, olía a el, era su verga una mezcla deliciosa de sudor, pelos, antes de acostarse había ido al baño, y un poco de ese aroma a orina estaba ahí. Era un aroma masculino muy agradable.
Nuevamente no pude detenerme, abrí mi boca y probé esa verga que estaba frente a mi, pasaba mi lengua por su glande. Disfrute unos instantes saboreando su verga, él se movió, me retiré y su verga seguía de fuera. La volví a tocar, y masturbarlo un poco, pensé en dejar todo así. Pero cuando estaba por quitar mi mano esa verga se movió. Volví a agarrarla y soltarla, y de nuevo su verga se movía, pidiendo ser estimulada y no pude parar, seguí tocando, lamiendo y metiéndola a mi boca.
Y de pronto, se movió de forma brusca, y decidí guardarle su verga por si despertaba, pero no pude hacerlo bien, eso me asusto, pues al menos su glande salía por el resorte del short, me hice el dormido y el despertó, fue al baño y escuché caer sus miados, hubiera deseado que fuera mi boca donde hubiera soltado sus jugos. Regreso, se acosto y decidí dormir.
Los siguientes días hablábamos, todo era normal, por su trabajo no podíamos coincidir en los días siguientes, al paso de los días nos volvimos a ver.
Era una noche de finales de diciembre, un clima agradable. Llego a mi casa y como siempre comenzó nuestra rutina de unos porros de weed, charlas, risas, y claro que llego el momento de las caricias.
Recuerdo a la perfección esa noche; llevaba un short, una playera a la cual le había quitado el las mangas para mostrar sus brazos, le gustaba mostrar sus músculos en cualquier ocasión, una gorra y tenis negros. No podía dejar de admirarlo, de observar su cuerpo y desear que me pidiera acariciarlo, o hacerle piojito, como el le llamaba. Y lo pidió.
Yo comencé a acariciarlo y darle placer con mis manos sobre su cabeza, sus brazos, su pecho y abdomen. Cayó dormido. Siempre resaltaré que ese cuento de estar dormido no lo he creído, en algún momento pensé qué tal vez si, y yo me había aprovechado de él, nunca tuve una confirmación o negación, probablemente mi mente busca la forma de negar que pude aprovecharme o no lo sé.
El cayó dormido y mis manos comenzaron a bajar cada vez más buscando sentir su verga y huevos. Baje su ropa dejando ese mástil tan chingon, esta vez mi calentura me venció, comencé a masturbarlo con mayor libertad, toque sus huevos y me permití sentirlos para después ponerme a darle una manada como si de eso dependiera mi vida. Engullí toda su verga.
Esa noche me comí su verga cómo si fuera la última que me fuera comer, saboree su cabeza y la trague con tal gusto que no me importo nada más.
La penumbra era mi cómplice en esos encuentros, me cobijaba en la intimidad de la intimidad como si supiera que estaba satisfaciendo mis deseos mas profundos y yo sentía que ese momento era eterno, que jamás terminaría, solamente tenía el sabor de esa verga, la vista de ese mástil efecto frente a mi, el sentir los huevos de ese cabron a mi merced, el tacto de sus pelos en los muslos y piernas, pero sobre todo el aroma… ese aroma tan embriagante, entre sudor, masculinidad, su desodorante, su naturaleza. Ese olor característico, que era únicamente de él, sus feromonas, tal vez, es ese aroma que aquel cabron que te ha atrapado identificas y que es únicamente de el, por mas veces que intentes replicarlo jamás podrás, es únicamente de ese wey.
Pues yo estaba mamando y tocando lo que podía, en esta ocasión me trague su verga como dios manda, sin miedo, sin pensar y sin detenerme, en un momento decidí tomarlo de su mano y acercarla a mi verga dura, al acercarlo el la retiró y la puso sobre su pecho, y yo seguí chupando , tragando cada parte de su verga, no pude más, baje a lamer sus bolas peludas, a saborearlas, meterlas a mi boca y sacarlas, lamiéndolas hasta subir por su verga hasta llegar al glande.
Cuando llegue a la cabeza volví a tragar, trague tan profundo, yo creo que jamás he hecho una garganta profunda como esa vez, no sentí ni ganas de vomitar, mi excitación era tal que al tragarla sentía que quería más, creo que lo único que me detuvo de tragarme esa verga con todo y huevos fue que mi boca no abría más.
Dure un buen rato chupando y chupando, tragándome toda esa verga y en un momento el se movió de forma brusca, gimió y se retorció un poco, mi corazón se aceleró a más no poder…. Entonces todo termino, el se movió y aunque pude seguir chupando ya el Sol comenzaba a hacerse presente y aunque no tenía sueño caí dormido.
El despertó, me pidió abrir la puerta para irse, se despidió como normalmente, lo admiré antes de que se fuera. Al regresar a mi cama no pude más que masturbarme como muchas veces había ocurrido, pensando en que quería probar su leche, ese jugo que terminaría por esclavizarme a él, obviamente ese orgasmo fue y ha sido insuperable.
Al paso de los días me bloqueo de redes, de WhatsApp y de todos lados, han pasado 3 años de eso y aún lo siento como si hubiese sido ayer. Tal vez no valía la pena echar a la borda una amistad tan perfecta, porque esa es la verdad, era como mi alma gemela, pero eso momentos tampoco los dejaría sin disfrutarlos. Es algo agridulce. Pero seguramente hay quienes tienen una historia similar y entenderán mi sentir y todo lo que se ha narrado en esta historia.
Si tienen alguna experiencia similar envíen un mensaje.
Gracias por llegar al final de este relato y ser parte de este secreto que llevo dentro de mi.
Definitivamente ese final me ha dolido demasiado