Amos y putitas, parte 8
Se concibe la violación de Felipito: entre la vida y la muerte. publico la parte 8 antes que la 7 por cuestiones de preferencia narrativa.
Advertencia: esta serie de relatos trata de sexo brutal, violaciones a menores y sadismo. Así que, si eres una de esas personas que no les gusta este tipo de relatos, tienes libertad de salir ahora.
Sin duda los más fuertes son los que deben dominar el mundo y ser los amos. La escala evolutiva se regula para esto: para darle placer a los verdaderos machos, los vergudos, quienes deben ser los que dominen el mundo con sus genes, ellos son los verdaderos dioses vergudos.
Danielito: 10 años. 1.45 de altura. culoncito. Cabello castaño, ojos color miel.
Felipito: Amigo de Danielito. Ojos y cabello negro. Piel blanca. 1.43 cm de altura. 11 años. Culón. Piernas largas y torneadas. Bastante afeminado y le gustaría ser mujer.
Alejandro: 16 años. 1.75. 19cm de pija por 15 de gruesa. Delgado pero piernón. Medio moreno. Cabello y ojos castaños.
Andrés: el mejor amigo de Alejandro. Blanco. Cabello y ojos negros. 17 años. 1.77 de altura. 78kg. Esbelto pero piernón. 21cm por 16 de gruesa, cabezona y bastante venosa.
David: El primo de Alejandro. Trigueño. 25 años. 1.85 cm. 83kg. Bastante ejercitado. Es del ejército. 23cm de larga por 19 cm de gruesa. Voz grave del ejército y bastante mandón.
Nicolás: El tío de Danielito. 27cm por 21 de gruesa. 1.75. cara de malo. Jefe de una banda. Musculoso, rapado y tatuado. Es moreno y dicen que ha violado a muchas chicas de la ciudad de las que no se ha sabido nada.
Sebastián: el amigo del tío de Danielito. Un moreno de 1.95. igual que su amigo rapado, musculoso y bastante tatuado. Se dice que entre Nicolás y Sebastián encularon a un puto de 20 años en una doble, y lo dejaron casi un mes en el hospital. Este hombre tiene una verga de 25 cm por 18 cm de gruesa y bastante venuda.
Santiago: El amigo de David, el primo de Alejandro. 25 años. Soldado. 1.81. 22cm por 18 cm de gruesa.
Danielito ya llevaba quince días cabizbajo. Sus padres estaban preocupados por la salud del niño. Ni siquiera era capaz de mirar a su padre a los ojos, después de haber conocido que traicionara a su madre nada menos que con su mejor amigo Felipito. Gabriel, el padre de Dani, no sabía que más hacer. Lo habían llevado al médico y este había dicho que el niño no tenía nada. Pero igual seguía osco, sin querer comer. Cuando de repente tomó la decisión de llamar a su hermano Nicolás, la idea se le venía ocurriendo desde hace varios días, por que Nicolás siempre se había llevado bien con Danielito, pero lo había pospuesto ya que no quería que su hijo tuviera ningún contacto con su hermano, ya que este era jefe de una banda criminal, y era uno de los hombres más temidos de todo el país.
Nicolás miró a Danielito desde el marco de la puerta. Tenía cierto parecido con Gabriel, pero era mucho más grande. Sus hombros tocaban de lado a lado el marco de la puerta de lo anchos que eran, y sus músculos se evidenciaban gigantes, aún a través de su ropa. Tenía una cara de depravado imposible de ocultar, su mandíbula era prominente, sus labios gruesos y su nariz recta. Llevaba el cabello rapado y los tatuajes podían divisarse por toda la piel descubierta desde el cuello. En ese momento tenía una expresión algo dulce, mirando a su único sobrino.
Cuando Danielito lo miró, su felicidad fue inmensa, ya que en verdad amaba a su tío. Trato de abrazarlo, pero con lo ancho que era aquel hombre, fue una tarea imposible.
–hola bebé, que te pasa? le preguntó Nicolás a su sobrino con una voz que a cualquier pasivo le dejaría el culo aguado. Era una verdadera voz de macho, de semental dominante.
–nada tío, dijo Danielito.
–seguro? Tu papá me llamó diciendo que no querías comer, que no salías de tu cuarto, que lo mirabas mal, y que no salías con tu amigo Felipito, y que ni siquiera lo habías querido recibir.
Cuando su tío le nombró a aquel puto, Danielito hizo una cara de desagrado, ahora parecía furioso más que triste.
–es Felipito, ¿verdad? ¿Qué te hizo?
Daniel se puso a llorar y le contó todo lo que había pasado, no de que se lo culiaban, sino de que su ahora examigo se había comido a su padre, y de cuanto lo odiaba por haberlo hecho, a él y también a su padre, por haber traicionado a su mamá.
Nicolás hizo una cara de duda, pues sabía algo de quien era Felipito, pues, aunque este niño nunca lo había visto a él, pero él si lo había visto un día en el parque con su sobrino, y de como se movía, parecía ya una puta experimentada, pero de ahí a poderse comer una verga de uno de sus familiares masculinos, lo creía imposible. Todos eran súper vergudos, lo sabía por que se había pajeado junto a varios primos y con sus otros cinco hermanos, y ninguno bajaba de 20cm por 15 de grueso.
–no creo que eso sea posible, hijo, tu padre es revergudo, dijo Nicolás mirando a su sobrino.
–no sabes lo puta que puede llegar a ser Felipito. el otro día se comió a dos hombres, uno de 22cm y el otro de 19cm, dijo Dani con rabia, pues aún se acordaba que no había podido comerse a Alejandro solo por la culpa del puto de Felipito.
–y solo por eso estás triste? ¿Si le pasara algo malo a Felipito te contentarías?
–si, dijo Danielito, sin pensar que estaba condenando a su amigo a una tortura inimaginable o tal vez la muerte.
–cuéntame más sobre tu amigo, donde vive, con quien vive, que hace, a que hora sale, con quien se ve, etc.
Cuando Danielito terminó de contarle todo a su tío, este pensó que este era el asunto más fácil que le había tocado. Un niño que vivía casi siempre solo, que le encantaban los hombres y que no era desconfiado.
–puedes llamar a tu amigo Felipito?
–no es mi amigo.
–llámalo ahora y has como si se reconcilian. Pregúntale con quien está y si puede prestarte alguna cosa, no sé, inventa cualquier cosa, y dile que yo paso por eso.
–para qué, preguntó Danielito curioso.
–yo voy a regañar a ese niño por haber hecho eso, y decirle que estás triste por su culpa, para que sufra.
–bueno, dijo Danielito confiado en que su tío haría lo que le había dicho.
Nicolás admiró la casa de Felipito, se notaba que era gigantesca, aunque unos altos muros la ocultaban de la vista de los curiosos. Tocó el timbre y una voz afeminada le contestó en el citófono:
–quién es?
–soy el tío de Danielito.
–ya bajo, contestó Felipito.
El niño abrió la puerta y le entregó un control de Xbox a Nicolás. Este recorrió rápidamente con su mirada al niño. Era pequeño, delgado, con maneras de mujer. Tenía el cabello y los ojos negros, unas grandes pestañas y una boca sensual de puta. Nicolás pensó en cuantas pijas habrían entrado por allí.
–tengo un poco de sed, no me das algo de agua, le preguntó al niño.
–sí señor, dijo Felipito haciéndose a un lado para que pasara aquel enorme hombre. También él había mirado de arriba abajo a su visitante. Era una verdadera mole. Muy Ancho de hombros. Con una cara de malo que no podía con ella. Pies grandes (calzaba 49), brazos que eran más anchos que todo el niño, con unas enormes bolas como músculos, cuello musculoso, unas enormes piernas y gemelos que se veían ajustados a los pantalones, y sobre todo el enorme paquete que marcada y su voz, que de solo escucharla a Felipito se le abrió el culo al máximo. Nicolás no pasó por alto el como lo miraba el niño.
–donde está la cocina?
–por allá, dijo Felipito saliendo de su ensoñación, pues sabía que nunca podría tener a ese hombrote para sí.
–y no tienes algo más? ¿Cerveza por ejemplo?
–si, mi papá tiene unas en una nevera especial, también hay varios tipos de tragos acá, dijo mostrando un gran bar.
–Nicolás cogió una botella de wiski y se sirvió una gran copa, sin hielo, pues para el echarle hielo era de maricas. El hombre se sacó la camisa mostrando unos músculos que podían competirle a los del fisicoculturista o rugbista más musculoso.
–hace mucho calor, dijo el hombre como excusa.
Felipito ya no pudo contenerse más y adoró aquel sujeto. Sus hombros eran redondos y enormes, sus pechos eran gigantescos, sin llegar a exagerados, su sixpack se le marcaba de una manera impresionante, como si fueran de acero, mostrando una suave mata de pelos negros que iban desde su ombligo hasta más abajo (Nicolás creía que tampoco depilarse era cosa de machos, por lo que nunca se había quitado sus bellos (tenía muchos vellos en su barba, su pubis o sus piernas.
Con sus enormes manos cogió la copa y se la mandó de un trago. Así continuó por media hora más, hablando de cualquier cosa. Sus ojos ya estaban enrojecidos, pero ni de lejos estaba borracho. Nicolás aguantaba tanto en la bebida como en el sexo, mucho, pero muchísimo tiempo. de repente una copa se cayó en la camisa de Nicolás, haciendo que esta se empapara.
–uy, dijo Nicolás, ahora no puedo colocarme esta camisa, olería a trago, y pegó una sonora carcajada.
–si quiere yo se la lavo, dijo Felipito acomedido, y llevó la camisa a la lavadora automática.
–y no tienes otra camisa que me prestes, dijo Nicolás.
–una de mi papá, pero no creo que le queden, usted es mucho más enorme que él (el doble pensó Felipito, que sabía que exageraba un poco, porque su papá también era muy musculoso, pero no tanto como el macho que tenía en frente).
–pero si quiere voy arriba y busco una para que se mida, dijo el niño y subió las escaleras.
–te acompaño, dijo Nicolás mirando como el culo del puto se movía de un lado a otro, y pensando que por fin lo tendría en una habitación insonorizada a su disposición.
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