ARM UP / FUTURLAND (1)
En un recóndito planeta sólo había hombres jóvenes que tenían sexo con hombres.
Aquel extraño planeta tenía soldados. Una especie de guardisa que solían ser jóvenes guapos, cachas, bien dotados. Con cuerpo de gimnasio, pectorales como una coraza del medievo, y pollas largas. Su finalidad era follarse a los chavales rebeldes sometiéndoles a la ley, aunque a veces ayudaban a un pobre muchachito que se había quedado sin semen, a dale del suyo, con su polla, follándosele o simplemente dandole de mamar
Los soldados eran los guardianes de la paz en la isla y estaban a órdenes de los hombres de negro. Solían entrenar en la academia de policía a partir de los 17 años bajo un intenso y duro entrenamiento de gimnasio, que los hacía en unos hombretones musculados con penes largos –los que no daban 18 centímetros de talla mínima no podían entrar–. Y aunque había penes robustos de 19 centímetros de largo –era lo más habitual– había otros de 23 y 25 centímetros de largo que podrían romper el culo de un prepuber rebelde.
Los guardias recibían un entrenamiento inferior al de los hombres de negro, pero también eran entrenados para poder follar 10 o 12 veces en un día –la gente normal la mitad– y no morir en el intento, aunque acudían a los cubículos de los hombres de negro si a mitad de su guardia habian perdido 10 descargas de su semen en doblegar culos de jóvenes rebeldes. Todo el mundo se dejaba inseminar una o dos veces al día por una polla larga que eyaculaba en el interior de su ano.
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Marcus se acababa de graduar en la academia. iba a empezar la que sería su primera guardia tras meses de entrenamiento. Tenía 19 años, complexión fuerte, una polla gorda de 19 centímetros de largo con la que doblegar a cualquier insurrecto follándoselo –la principal arma de los hombres de negro y de los guardias era su pene, que solía ser más gordo y largo que los de la media de los muchachos de la isla (sólo se elegía para estos cuerpos de seguridad los cuerpos mejor desarrollados, aunque no se admitían soldados con polla super larga, porque se trataba de castigar con tu pene, y no dañar a nadie –y menos a un niño– con una polla descomunal, porque se hubiera portado mal).
Marcus, desnudo del todo, se colocó los arneses de cuero negro sobre su pecho. Este era el uniforme de todos los guardias –y que les distinguía entre todos los demás miembros de la isla–. Unas cinchas de cuero unidas con cadenas metálicas plateadas lo eran todo. Y en la parte inferior de su uniforme era un dispositivo que yo había diseñado que denominada ‘armor up’. El armor up era como un frente de goma gruesa protectora con dos agujeros, uno por el que se sacaba el pene y el otro que dejaba presos y tiesos los huevos. Una vez colocado hacía como un doble anillo de goma: uno empalmando el pene –con lo que los guardias llevaban el pene siempre tieso, enhiesto, hacia lo alto y adelante como un garrote–, y el otro anillo de goma atrapaba y dejaba salir los huevos. Alrededor del pene quedaba como una coraza de goma gruesa que daba protección, y sobre el perineo también había una gruesa goma que protegía esa zona genital interior de patadas. Pero para que esta prenda –este arnés– quedase ajustado y no se moviese, llegaba por el perineo con una manguera de goma hasta un huevo –similar en forma a los de los tail pero este de goma negra en vez de metálico– que se tenía que incrustar en el ano del guardia. Este huevo anal que se introducía en el ano del guardia, le empalmaba. Y los anillos que formaban los agujeros de goma hacían que ya su pene no se pudiese bajar durante toda la guardia, con lo que los guardias no necesitaban ninguna droga artificial (viagra, supositorios) para ir empalmados por la isla durante sus 8 horas de guardia, para follarse en cualquier momento a cualquier muchacho pequeño rebelde. El huevo de goma que estaba en su ano les estimulaba su próstata al estar de pie o al andar, y como iban empalmados en todo momento, se podían follar a un revoltoso en un momento y lo solían hacer con ansia para liberar su semen en cualquier momento a la mínima de cambio.
Marcus, tras las cinchas de cuero y las cadenas, se preparó para ponerse el armor up –la última parte de su uniforme– y salir a su primera guardia. Se sentó en el banco del vestuario y metió sus huevos en el primer agujero. Era la parte más difícil y la primera que había que hacer sin estar empalmado ni excitado, porque los agujeros eran lo justo para el pene y para aprisionar los huevos.
Logró pasar sus gordos testiculos cargados de semen por el primer anillo y metió inmediatamente su pene por el segundo de los agujeros. La parte delantera del uniforme ya estaba lista. Parecía un guerrero. Ahora quedaba la parte de atrás –que sujetaría todo el armor up a su cuerpo cincelado de Adonis griego. La operación de vestir el uniforme sería rutinaria, pero esta era la primera vez que Marcus lo tenía que hacer y era algo complejo porque, aunque luego quedaba bien, ajustado pero sin apretar, ponérselo era un poco complicado ya que el agujero de los huevos era estrecho, y el de la polla también. Y si no seguías bien los pasos no te lo podías poner –había que seguir ese orden de huevos, pene y culo.
Se colocó enfrente de un espejo y vio lo bien que le quedaba la armadura. La verdad es que el uniforme imponía. Con su torso musculado, sus pectorales marcados, aquellos arneses de cuero y cadenas, y el frente protegiendo sus bajos –del que asomaba por un aro su grueso pene, le confería un aspecto de guerrero medieval.
La coraza de goma protegía su vejiga. Por debajo salía su pene apretado en un anillo de goma que iba a retener la sangre imposibilitando que perdiera su empalmadura de que se empalmase.
Marcus estaba semiempalmado. Los testiculos, apretados por aquel arnés, asomando por aquel agujero –por el anillo inferior– parecían gigantes y fuertes. Prietos imponían aún más, porque el armor hacía que los llevase mostrándolos, fuertes, marcados.
Ahora venía la parte más difícil. La final.
Marcus se tumbó en la camilla y se puso en posición fetal para terminar de vestirse el traje tipo arnés llamado ‘armor up’. Lo estiró sobre su perineo –la parte que separan los huevos del ano y que es una zona sensible (sobre todo a lametazos) que también hay que proteger (y este arnés iba a evitar que el perineo quedase expuesto a patadas en la entrepierna. La gruesa goma lo cubrió. Y ahora quedaba lo mejor: la parte final, que iba a sujetarlo todo (el pene tieso, los huevos apretados, pero sobre todo iba a empalmar el pene: el huevo de goma que tenía que meterse en su cavidad anal). Esta bola de goma en su ano iba a proteger el culo de los guardias, para evitar que fuesen penetrados o les metiesen algo por el mismo –dildos,supositorios…– por lo que los guardias lo veían no como un instrumento de tortura sino como un protector.
El huevo de goma estaba al final de un hilo de goma que unía el protector del perineo. Tendría unos 8 centímetros. Una vez se metiese el mismo en su ano el pene se le iba a empalmar, y como no podría sacárselo, y tenía ya un anillo de goma apretando su pene, este no se iba a desempalmar en 8 horas –hasta que terminase la guardia y la patrulla–.
Marcus cogió el huevo de goma, que se unía con una goma fina y dura, a la parte del arnés o armadura que ya protegía su perineo, y sin lubricar la punta, presionó el mismo contra el agujero que hasta entonces cerraba su ano.
Marcus, como cualquier chico de la isla, ya se había metido muchos dildos en su ano, por lo que no era nada nuevo para él. Incluso le habían follado alguna vez con un pene grande… y se había puesto un tail, por lo que no era la primera vez que se metía algo en forma de huevo en su cavidad anal.
Sorprendentemente ejerciendo una firme presión con sus dedos, en posición fetal, ¡¡ziuuuuuu!!! el huevo traspasó rápida y automáticamente su esfínter anal y, una vez se metió la parte gorda fue absorbido rápidamente por su ano, quedando la goma estrecha que lo unía con el perineo y la parte anterior del arnés por la que a través de dos anillos apretaban su polla y sus testiculos, apretada fijamente contra su perineo. ¡¡Era una maravilla aquel invento!!
El huevo, dentro de su ano, lo empalmó de inmediato (empalme de polla que tendría toda la jornada porque el huevo anal, que no se iba a salir hasta que se lo arrancara al final de la guardia tirando con fuerza) estimulaba su próstata. La goma entre el huevo y el perineo se ajustó de tal manera que aquello quedó amarrado firmemente. La armadura le protegía esa zona sensible de patadas, y el ano de ser follado. Y Marcus, empalmado como estaba, con su «espada» tiesa, ya se podía poner de pie, salir del vestuario, y empezar su guardia.
Siguiente parte espectacular
Genial relato! Tus relatos siempre me dejan con la verga bien dura. Sigue con tus escritos