Aunque en ocasiones lo niegue, me gusta que me claven una buena verga.
Un joven que trabaja limpiando en un baño turco se queda impresionado por la verga de su jefe, quien se da cuenta y antes de que se marchara le da por el culo. .
Aunque en ocasiones lo niegue, me gusta que me claven una buena verga.
Me encontraba en las duchas del baño turco donde trabajo, encargado de limpiar y recoger las toallas, por lo que debía ser el último en bañarme, o por lo menos en salir de las duchas, para no dejar nada regado.
Yo comencé a enjabonarme, cuando uno de los propietarios, entró en la ducha colocándose prácticamente a mi lado.
De inmediato comenzó a enjabonarse, pero haciendo mucho énfasis en su verga, y testículos, los que, sin yo darme cuenta, capturaron por completo mi atención.
El miembro del, prácticamente era el doble del tamaño que el mío, de inmediato me sentí acomplejado a su lado, hasta que dirigiéndose a mí me preguntó, descaradamente. “¿Quieres tocarlo?”
Aparte de que me sentí sumamente avergonzado, y sin decir una palabra, comencé a retirarme, me sentía ofendido, por la pregunta, ya que, en ese momento, no me consideraba maricón.
Pero de momento sentí que me abrazó por la espalda, eso me dejó petrificado, en mi vida jamás pensé que algo así me fuera a suceder.
De inmediato su boca se apoderó de mi oreja, y al tiempo que la medio mordisqueaba, me decía suavemente. “No te de vergüenza, por la manera en que la ves, me doy cuenta de que te gusta mi verga, yo solo quiero que la pruebes.”
Como si fuera un muñeco de trapo, inclinó mi cuerpo hacia adelante, y haciendo que separase mis piernas, comenzó a pasar la cabeza de su verga completamente enjabonada entre mis nalgas.
Mientras que yo no sabía ni qué hacer ni cómo actuar, estaba a punto de darme un ataque de pánico, mi respiración se aceleró tremendamente, mi corazón parecía ser que se me quería salir por la boca, todo mi cuerpo temblaba, sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo, era como si me estuviera muriendo de frio.
Pero cuando uno de sus enjabonados dedos, penetró mí ano, como por arte de magia todo mi cuerpo se quedó tranquilo.
Casi de inmediato sentí esa cosa larga, caliente, y bien dura que se abría paso dentro de mis nalgas, aunque sentí un fuerte dolor, que hizo que se me brotasen unas cuantas lágrimas, no fue hasta que él terminó de penetrarme del todo, que comencé a sentir otras cosas.
En mi vida había sentido nada igual, yo pensaba que mi mayor satisfacción hasta esos momentos era, el venirme cuando a solas me masturbaba viendo alguna revista de mujeres desnudas.
Pero en esos instantes, el sentir los constantes golpes del contra mi cuerpo, me producían una satisfacción jamás sentida antes por mí.
De manera involuntaria comencé a mover mis nalgas, al tiempo que él me decía una, y otra vez. “Ves cómo te gusta que te lo clave, tienes un culito sabroso, mi reina.”
El que me tratase de reina, lo cierto es que en nada me molestó, yo seguí moviendo mis caderas, mientras que mi jefe extraía por completo su verga de mi culo, y nuevamente, con fuerza me la volvía a enterrar divinamente.
En ciertos momentos me decía a mí mismo, que eso no podía ser, que yo era un hombre, pero nada más bastaba que me apretase entre sus brazos, para que yo me derritiera prácticamente.
Involuntariamente gemía de placer, en cierto momento, pero al levantar la vista me encontré con la seria mirada de mi otro jefe, su socio, quien desde una esquina de las duchas nos observaba detenidamente.
Aunque al parecer no se dio cuenta de presencia de su socio, a pesar de ello, seguí disfrutando de lo que me hacía, hasta que finalmente se vino dentro de mi culo, apretando con fuerza todo mi cuerpo contra el de él.
Después de eso al volver a levantar la vista, ya el mi otro jefe no se encontraba, mi momentáneo amante tomó su toalla, y tras un corto duchazo se marchó.
Yo me quedé con mi culo bien abierto, hasta que la naturaleza hizo que expulsara todo lo que mi repentino amante dejó dentro de mí.
Ya estaba por ir a buscar mi ropa, cuando apareció nuevamente mi otro jefe, se me quedó viendo de pies a cabeza, caminó a mí alrededor, y me dijo. “Ya sabes, o me das el culo y me mamas mi verga, o aparte de que llamó a tu familia, y le cuento lo que ha pasado, te despido, tú decides.”
Definitivamente lo que me terminaba de decir, no era en tono de juego, yo que me encontraba extremadamente confundido, por no entender que eso me hubiera gustado tanto.
Mi jefe me tomó por el brazo, como sabiendo la respuesta que yo le daría, así desnudo como me encontraba, después de llevarme hasta su oficina, apenas abrió la puesta me hizo entrar, cerrando la puerta tras de nosotros.
Él antes de tomar asiento en su poltrona reclinable, me colocó las manos sobre mis hombros, y haciendo un pequeño esfuerzo, logró que yo me arrodillase frente a él.
Casi de inmediato extrajo su verga del pantalón, y la colocó frente a mis ojos, resignado a mi suerte, no me quedó más remedio que abrir mi boca, y comenzar a chupársela.
La verdad es que me sentí, sumamente sucio, al tener su miembro, dentro de mi boca y chupárselo, hasta que él agarrándome por la cabeza, comenzó a movérmela más, y más rápido hasta que de momento se detuvo en seco, fue cuando sentí ese chorro de semen invadiendo toda mi boca.
Casi me dan ganas de vomitar, pero apenas salí de su oficina, escupí todo, y en repetidas ocasiones me enjuagué la boca, hasta que él dándome una nalgada me dijo. “Mañana te espero a esta misma hora, no faltes.”
Me sentía atrapado, entre la espada, y la pared, por una parte, uno de los socios me había comido el culo salvajemente, y por otra el otro dueño del negocio me había puesto a mamar sin que hiciera nada por evitarlo.
Esa noche en mi habitación no dejaba de auto recriminarme, el dejar que el primero me penetrase, pero también pensé en lo rico que me había sentido cuando él me daba por el culo, sin que yo opusiera real resistencia, y que, para colmo de males, el que mi otro jefe, me pusiera a mamar nada más diciéndome que me llamaría a familia.
Después fue que me di cuenta de que mi jefe utilizó eso para presionarme, finalmente hasta me reí de lo ingenioso que resultó ser, ya que yo jamás le he dado el número de teléfono de mi casa, pero la cosa es que en ese momento le creí.
Al siguiente día, durante el resto del día procuré no encontrarme con ninguno de los dos, por miedo, por vergüenza, o porque quizás no supiera como decirles que no.
En cuanto a mi otro jefe, simplemente no pensaba presentarme a su oficina, pero ya había terminado con todas mis tareas en el baño turco, cuando al darme cuenta de que ya eran casi las ocho de la noche, salí como un desesperado corriendo hasta que llegué a la oficina.
Apenas llegué mi jefe cerró la puerta tras de mi nuevamente, y sin que él me dijese nada, me desnudé completamente.
Es algo que yo no puedo controlar, sabía lo que me esperaba, y con eso y todo me presenté, así que cuando mi jefe, me comenzó a acariciar, y buscó mi boca para besarme, lo dejé que me hiciera lo que se le antojaba.
Sin que él ni tan siquiera me lo insinuase, me agaché, y comencé a mamar su verga, hasta que en cierto momento escuché su particular acento, y ronca voz diciéndome. “Mamacita quiero darte por ese culito.”
Su manera de decirme eso, hizo que dejase de mamar, y sumisamente me colocase en cuatro patas esperando ser penetrado por él.
Sentí sus gruesas, y tocas manos acariciando mis nalgas, una y otra vez, hasta que comenzó a presionar suavemente la cabeza de su verga contra mi palpitante esfínter.
Nuevamente sentí ese sabroso dolor que me volvía loco, y al cual ya con una vez bastó para sentirme adicto a eso.
Él metía, y sacaba todo su miembro de entre mis nalgas, mientras que yo como poseído, movía mis caderas buscando una mayor satisfacción, y deleite.
A medida que me continuaba dando por el culo, mi jefe me fue diciendo un sinfín de cosas, que jamás pensé que me agradaría escuchar de la boca de otro hombre.
Sus brazos me aprisionaban fuertemente contra su pecho, mientras que yo con fina voz le decía que me diera mucho más duro.
En esos instantes sentí que una de sus manos agarró mi pequeño miembro, y al tiempo que me continuaba clavando por el culo, comenzó a masturbarme, hasta que a los pocos segundos hizo que me viniera salvajemente.
Él también se vino, pero dentro de mi culo, cuando nos separamos, mientras que yo expulsaba lo que él me había dejado dentro, y me lavaba el culo con agua, me dijo. “La verdad es que eres todo un maricón, te encanta que te den por el culo verdad.”
A lo que yo no pudiendo negarme, y algo avergonzado finalmente le dije que sí, desde ese momento me di cuenta de que, aunque en ocasiones lo niegue, me gusta que me claven una buena verga.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!