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Dominación Hombres, Intercambios / Trios, Orgias

Aventuras de mi Amigo parte 1

El siguiente relato puede ser cierto o ficticio querido lector, Me llamo Ingry tengo 30 años, en esta ocasión contare la historia de un Amigo mío al cual le cambie el nombre y a los participantes, es la primera parte.
Muy temprano en la mañana, el sol se filtraba por las ventanas del salón de computo del instituto, bañando la habitación en una suave luz que contrastaba con la quietud que la envolvía. Esteban, un joven de 23 años con el cabello corto y la piel morena, y su novia Angie, una chica morena y delgada de 20, se encontraban solos en el salón. La hora era temprana y sus compañeros aun no habían empezado a despertarse del letargo nocturno. El silencio era su aliado en este inusual escenario pre-universitario, permitiéndoles disfrutar de la soledad en la sala.

Esteban, que era un chico introvertido, se sentía particularmente ansioso por la idea de ser descubierto, sin embargo, la excitación que emanaba de Angie era irresistible. Ella, con sus ojos castaños llenos de deseo, le susurró al oído que no tuviera miedo, que nadie vendría. Sus manos, temblorosas por la emoción, empezaron a desabotonar la camisa de Esteban, revelando su torso delgado y terso. Sus labios se posaron suavemente en los de Esteban, dando inicio a un beso apasionado que se fue profundizando a medida que se despojaban de sus ropas. La tensión sexual en el aire era palpable, y la excitación que sentía Angie por su amado la empujó a tomar la iniciativa, acercando su boca a su miembro, ya erecto, y empezando a darle una mamada que lo haría perder la razón.

Mauricio, el amigo extrovertido de Angie, no pudo contener su sonrisa maliciosa al ver la escena que se desplegaba delante de sus ojos. Con un chasquido de su lenguas, se acercó a la pareja sin ser detectado, su corpulento cuerpo oculto en la sombra. Al ver la oportunidad que se le presentaba, decidió interrumpir el romance. Con un paso firme, salió de la penumbra, y en el silencio del salón, se escuchó el crujir de la puerta al abrirse. Los dos amantes se detuvieron en seco, la sorpresa y el miedo se reflejaron en sus rostros, la ropa desparramada a su alrededor contando la intimida que se les escapó.

Angie, aterrada por la presencia inesperada de Mauricio, se tapó la cara con las manos, intentando esconder su rubor. Esteban, por su parte, se sentía vulnerable e indefenso, con la ropa arrugada en el suelo. Mauricio, con la mirada llena de deseo, les dijo que no se preocuparan, que no les iba a delatar. A cambio, exigió un precio: que Angie le hiciera lo que ella solía negarse a hacer. Angie, con la garganta seca y la mente en un tumulto, asintió con la cabeza, temerosa de lo que podía suceder.

Con un movimiento que parecía ensayado, Mauricio se acercó a la pareja. El olor del sexo llenaba la habitación y su miembro se endurecía en sus pantalones. Sin perder la sonrisa, les dijo que se turnaran en satisfacerlo. Esteban, aun temblando, no podía creer lo que sucedía. Sin embargo, la excitación que le causaba ver a su novia de rodillas ante su amigo era un sentimiento que no podía ignorar. Con la mirada fija en Angie, la tomó por la cintura y la acercó a la polla de Mauricio. Ella, obediente, lo tomó en la boca, saboreando su amargor.

Mauricio, que medía 15 cm, no era el tamaño que Angie solía preferir, sin embargo, la situación le daba un cierto sabor adictivo que la excitó aún más. Sus ojos se cruzaron con los de Esteban, y pudo ver la luz del deseo en los suyos. Esteban, que se sentía a la vez humillado y excitado, se acercó a la cara de su novia, que ahora se encontraba a la altura de su pene. Sin pensarlo dos veces, le metió la punta en la boca y empezó a moverla con suavidad, dando paso a la penetración oral que Mauricio disfrutaba.

Angie, que se sentía a la vez asustada y alagada por la atención que recibía de los dos chicos, no podía dejar de mover su boca de un miembro a otro. El tacto, el sabor, la sensación de ser deseada y controlada la llenaba de un placer que no podía contener. Con la boca llena, sus ojos se cerraban en cada bajada, haciéndola sentir la presión en su garganta y la emoción en su entrepierna. Su propia ropa se enredaba en sus piernas, y la sensación de ser usada era la gota que colmaba el vaso de su pasión.

Mauricio, que era un chico moreno y gordo, no podía creer su suerte. Estaba a punto de eyacular en la cara de la chica que deseaba hacía meses. Su ego se inflaba con cada gemido que escuchaba de la garganta de Angie. Esteban, por su parte, no podía evitar sentir la envidia y el deseo de probar la sensación de la boca de su novia. La penetraba profundamente, saboreando cada centímetro de su garganta. Su miembro, que ya era grande, parecía crecer aún más ante la humillación y la excitación.

Angie, sumisa y excitada, sabía que no podía detenerse. Ella adoraba el semen, la sensación de ser llenada y usada era lo que la hacía sentir viva. Mientras Esteban continuaba con su torpe y apasionada cunnilingus, Mauricio la penetró sin piedad, llenando su vagina con su verga gruesa. Los gritos sordos de placer se escapaban de su boca, que ahora se encontraba en la polla de Esteban. El ciclo de placer se repetía, y la habitación se llenó con los sonidos de la carne chocando contra la carne.

Esteban, que ya no podía contenerse, decidió dar el paso final. Sin consultar a Angie, introdujo su dedo en el agujero que Mauricio aún no se atrevía a tocar. Ella, que se sentía a la vez asustada y ansiosa, jadeó al sentir la intrusión en su culo. El dedo se movió con confianza, lubricando la entrada, preparando el camino para su miembro. Angie se estremeció al sentir la presión de su pene contra su abertura anal, mas no dijo nada.

Mauricio, que se encontraba en el borde del clímax, se detuvo por un instante al ver la acción de Esteban. Sin embargo, la idea de compartir la chica que le gustaba con su amigo lo excitó aún más. Con la cara roja de placer y los ojos en blanco, Angie sentía que se descontrolaba. La penetración fue lenta y cuidadosa, Esteban no quería lastimarla, a la vez que disfrutaba de la sensación de poseerla por completo. Ella gimió, y el sonido resonó en la habitación silenciosa.

A medida que Esteban se hundía en el culo de Angie, Mauricio la penetraba vaginalmente. Ella se sentía llena, estirada al límite. Sus manos se agarraron a la silla de la computadora, buscando apoyo en la realidad, ya que su mente se encontraba en un ciclón de sensaciones. Los gemidos se volvieron más fuertes, y la habitación se llenó del olor a sexo, a sudor y a deseo. La tensión se acumulaba en sus caderas, y la excitación se extendía por todo su ser.

Mauricio, que ya no podía resistir más, empezó a empujar con furia, cada embestida hacía que los ojos de Angie se cerrasen de placer. Esteban, que se sentía en la cima de su propia excitación, se detuvo por un instante, y con un gesto de triunfo, le dijo a su amigo que ya podía correrse. La respiración jadeante de la chica era la melodía que acompañaba a la danza salvaje de sus caderas.

Mauricio, con la cara desfigurada por el placer, se corrió en la boca de Angie, llenando su boca de semen. Ella, sin dudarlo, tragó cada gota, saboreando la sal de su victoria. Esteban, que ya no podía contenerse, la penetró aún más, profundizando cada embestida. El placer que sentía era indescriptible, su pene se movía en la carne caliente de su novia, y la sensación de llenarla por la puerta prohibida era la gota que rebasó el vaso.

Con un grito ahogado, Esteban eyaculó en el interior de Angie, llenando su culo de su semen caliente. Ella, que ya no podía soportar la intensidad, se corrió de la emoción. Los espasmos de su vagina se transmitieron a su esfínter, haciéndola sentir cada pulgada del miembro de Esteban en su interior. La sensación de ser poseída por dos chicos a la vez era demasiada, y su orgasmo fue explosivo, su cuerpo tembló de placer.

Los tres exhaustos por lo que acaba de suceder, descansaron un rato en la sala de computo, cada uno en sus pensamientos. La situación que se les presentó era inesperada y cargada de sensualidad, sin embargo, la tensión se esfumó lentamente, reemplazada por una sensación extraña, una combinación de culpa, satisfacción y camaradería.

Mauricio fue el primero en vestirse, su sonrisa maliciosa aun asomaba por las comisuras de sus labios, disfrutando del sabor de la victoria. Se acercó a la pareja y les dijo que no se preocuparan, que su secreto estaría a salvo, a condición de que se repitieran este tipos de escenarios de vez en cuando. Esteban y Angie se miraban el uno al otro, la confusión y la excitación aun en sus ojos. Sin saber que responder, se limitaron a asentir con la cabeza, aun aturdidos por la intensa experiencia que acaban de compartir.

Esteban y Angie, se cambian dándose cuenta que ya se acercaba la hora de clases y que no podrían continuar con su aventura erótica. Sus rostros se enrojecieron al pensar en lo que sucedería si alguien descubriera su secreto. Se vestían con prisa, cada movimiento lleno de la excitación que aun no se disipaba por completo. Mauricio, por su parte, se retiraba a su asiento, sonriendo a la pareja con un brillo malicioso en sus ojos café.

El ruido de las voces y los pasos de sus amigos que se acercaban al salón de computo les devolvió a la realidad. Con la ropa ajustada y las sonrisas forzadas, se prepararon para enfrentar el día.

24 Lecturas/14 junio, 2025/0 Comentarios/por Johan19
Etiquetas: amigos, anal, culo, oral, orgasmo, semen, sexo, vagina
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