BDSM
Me tomó de una de las esposas y me llevaba a la otra habitación, creía yo, pero cuando llegó a la puerta me detuvo y me encadenó a una barra alta asegurada al marco..
En la página de perfiles gays dónde estaba inscripto y en general conseguía citas de mi ciudad, un día un hombre mayor que yo, empezó a escribirme y en el término de una semana logramos concretar mi viaje para una nueva experiencia. La verdad que había estado viendo en internet cosas sobre el BDSM y reconozco que me atraía, pero nunca había practicado una sesión, aunque algunas situaciones habían pasado, por lo que cuando este hombre me propuso iniciarme me atrajo particularmente.
Así fue que un día viajé los 50 km a aquella ciudad. Horacio me esperaba en un bar cerca de su departamento en un barrio de cierta categoría. Apenas entré, lo identifiqué, un hombre alto como yo, con porte, tendría unos 10 años más y muy apuesto.
Me acerqué, aseguré que fuera él y pedí un café mientras me sentaba. Nuestra charla fue amena y el momento donde él investigaba que tanto podría avanzar conmigo en la práctica del BDSM. Una vez seguro me invitó a su departamento y lo seguí durante unas pocas cuadras que transitamos hablando acerca del tema muy discretamente. Ni bien subimos al ascensor me dijo:
-De ahora en más solo harás lo que te ordene
-Lo que desees.
Se acercó a mí y mientras mordía mis labios, pellizcó fuertemente mis pezones por encima del pullover, eso me excitó de tal forma que gemí y lo calentó más
-Ahhh, sos un buen esclavo. Dijo
-Eso me gustaría. Respondí
Enseguida se abrió la puerta del ascensor que daba directamente al hall de su casa. Pretendí acercarme a él, pero de inmediato demostró quien mandaba y me alejó, ingresamos en su departamento directamente a un gran living en el que había un sillón frente a una ventana con hermosas cortinas y Horacio se sentó ahí, junto había una silla donde pretendí sentarme, pero ordenó que permanezca de pie y me acerque, momento en el que me desabrochó el cinturón y bajó mi pantalón para quedar mi cola expuesta luciendo una tanga cola less.
-Epa, muy bien reconozco. Dijo
Y fue cuando me atrajo hacia él tomando mis glúteos con sus enormes manos y marcándolos con las uñas de tal forma que un “ay” salió de mí
– ¿No me diga que ya te duele y recién empezamos?
-Para nada, es placentero. Respondí
-Bien, date vuelta.
Y cuando lo hice pude observar a mi amo con su miembro aún algo flácido fuera del pantalón. -Ahí donde estás parámelo. Ordenó
Pretendí arrodillarme para ponerlo entre mis labios y no me lo permitió, entonces acaricié su pija con mis dos manos suavemente e inclinándome sobre él podía llegar a besar la cabeza, me fue guiando de tal forma que en esa posición dejó mi culo cerca de su rostro y empezó a darme chirlos con cierta dureza para ver mi reacción, demostré con mis gemidos el agrado de recibirlos. Entonces se puso de pie y me desnudó completamente salvo por la tanga que le gustaba verme puesta y me guio hasta el baño, me sentó en el inodoro, bajó sus pantalones y puso en mi boca un pene ya erecto y duro:
-¿Así que te gusta la lluvia dorada? Ahí va. Dijo y empecé a sentir como suavemente un líquido caliente y algo ácido invadía mi boca durante unos segundos hasta que sacó la pija y me tiró todo su orín en mi rostro y cuerpo y mis manos lo refregaban de tal forma que lo excitó aún más.
-Ahhh, pero sos un excelente esclavo. Bien, me gusta. Ahora date una ducha y vení a la cama que te estaré esperando
Ingresé bajo el agua abundante y tibia que caía con fuerza y con un jabón muy perfumado me duché suavemente, fue cuando me di cuenta que mi corazón estaba acelerado de placer; me sequé y enjuagué la tanga que me volví a poner hasta llegar a la habitación donde Horacio me esperaba con varios implementos que, supuse, usaría en mí sobre la cama y mesa de luz.
Del respaldo colgaban dos esposas una a cada lado, sobre la mesa de luz había unos consoladores un pote de vaselina y un but-plug y sobre la cama una fusta y unas cintas terminaban de decorar el ambiente que estaba bien iluminado con la luz natural que ingresaba por una ventana con cortinas de color amarillas.
Él se encontraba sentado en un sillón muy cómodo al pie de la cama, me ordenó que me ponga el but-plug y me acomode sobre la cama boca abajo, cumplí su orden con celeridad, fue cuando sentí que se paraba y poniéndose detrás de mí se cercioró que el implemento en mi ano estuviera correcto, jugó un poco con él y de golpe lo sacó de una sola vez ocasionando un grito mezclado con un gemido muy placentero.
-Tenés muy buen culo, espero que soporte todo. Dijo y empezó a meter sus dedos mientras se arrodillaba encima mío.
Primero un dedo, luego otro y ya con el tercero mis manos se aferraban a las sábanas, entonces sacó su mano y llenándola de vaselina metió dos dedos y abrió mi ano de una forma tan especial que él mismo se asombró y ya no aguantando más me anunció que me cogería, separó bien mis piernas y casi tirándose encima metió su pija dura de una sola vez mientras mordía mi cuello por detrás, mis gemidos se confundían con ciertas exclamaciones de dolor mezclado con placer, reconozco que era extraño lo que sentía.
En esa posición bombeó un poco y la sacó y metió varias veces hasta que en un momento me dio vuelta y tomando mis brazos, llevó mis muñecas hasta el respaldo y me esposó de ambos lados. Tomó de la mesa de luz un gran consolador y luego de meter por debajo de mi cintura un almohadón que elevaba y abría mi cola empezó a meterlo suavemente mientras mordía mis pezones, pero este juguete de silicona moldeado tal como si fuera una gran pija 100% real abrió su camino dentro mío con cierto esfuerzo, tanto que mis ojos muy abiertos se lo demostraban a mi partenaire:
-Sí, así te quiero ver, asombrado de vos mismo y como dilato tu hermoso culo, gritá, gemí puto.
Y así lo hacía, no porque él me lo ordenara, sino porque necesitaba gritar como el puto que yo era en su clímax, mi pene empezó a chorrear semen, al principio tan solo unas gotas, pero luego de que sus juegos se intensificaron ya corría hasta mis bolas. Eso lo calentaba aún más y mientras sacaba y ponía una y otra vez ese gran juguete, me besaba con pasión mordiendo mis labios, mis pezones, mi pubis. Boca arriba y con poca movilidad subía y bajaba mis caderas excitado, caliente, deseoso de sentir más y así fue; subió mis piernas sobre sus hombros y con mi culo floreando un ano abierto completamente me dijo:
-Creí que no aguantarías tanto, pero sos excelente sumiso.
-Para lo que quieras. Respondí
Y entonces inició una penetración de su pija dura de una forma muy continuada y rítmica, tanto que pensé que acabaría, pero no fue así y en una de las clavadas a fondo se estiró hasta la mesa de luz y tomó otro juguete un poco más chico que el que ya había usado e inició un juego de doble penetración.
Sentía dilatar mi ano de tal forma que no lo podía creer, nunca lo había hecho. Mis manos se aferraban al respaldo mientras que entre gemidos y gritos sentía un goce que pocas veces tuve, mi pene sin erección seguía chorreando leche y Horacio la tomaba con la otra mano y un poco la desparramaba y otro la ponía en mi boca abierta por el goce. Cuando los dos miembros hicieron tope contra mis nalgas sentí unos fuertes chirlos de sus manos:
-Pocos aguantan lo que vos me bancás. Dijo
-Gracias, deseaba experimentar esto alguna vez. Respondí mientras este hombre iniciaba a sacar su poronga de mi interior, pero dejando el consolador que, obviamente, se sentía suave luego de los dos adentro a fondo, además que yo cuidaba retener para seguir gozando.
Mi partenaire se levantó, fue hasta la cómoda que se hallaba frente a la cama y tomó una pequeña fusta, se acercó por uno de los lados y de pie, conmigo boca arriba y aún esposado me daba suaves toques sobre mis tetitas.
-Más. Le dije
-¿Te excita? Sabés bien que tenés tetitas de nena adolescente y eso nos calienta a los machos que buscamos putitos sumisos. Comentó. Ahora te voy a sacar las esposas y te vas a dar vuelta, y que no se te salga el consolador del culo, ¿entendiste putito? Agregó
-Así será. Respondí
Me di vuelta cuando sacó las esposas del respaldo de la cama, pero las dejó en mis muñecas, sentí enseguida como la fusta empezaba a batirse sobre mis nalgas y realmente eso me daba placer que hacía notar a mi macho dominante.
-Ahora vas a gozar más.
Sacó de golpe el consolador que aún tenía dentro mío haciéndome gemir fuertemente. Me tomó de una de las esposas y me llevaba a la otra habitación, creía yo, pero cuando llegó a la puerta me detuvo y me encadenó a una barra alta asegurada al marco. Llevábamos ya más de una hora de esta sesión sexual y reconozco sentirme algo cansado.
Con la fusta me hizo abrir bien las piernas y jugaba a tocar mis huevos y pija con ella, pero se acercó por detrás y con una mano pellizcaba mis pezones, eso me calentaba mucho y a él también, lo que me di cuenta al sentir su poronga dura, fue cuando dejó el elemento castigador y abriendo mis nalgas metió su miembro muy duro hasta casi levantarme en la embestida e inició un bombeo que pensé que buscaba acabarme adentro, pero solo deseaba demostrar quien era el amo, algo que yo tenía más que claro especialmente en ese momento.
Pero en un instante se quedó quieto y con sus dientes mordiendo mi cuello nuevamente, al mismo tiempo pellizcaba mis pezones con fuerza y mis quejidos de puto nos excitaba a ambos. Empezó a acariciar mi cuerpo con sus dos manos, bajando hasta mi pubis, con ellas tomó mis huevos y pija semiblanda y apretó un poco.
-¿También me la vas a dar? Me dijo al oído
-Lo que me pidas. Respondí ya demostrando mi cansancio.
-Pareces cansadita, llevamos casi dos horas de sometimientos, es lógico eso. Dijo
Yo ya había perdido la dimensión del tiempo; entonces lo sentí pasar por al lado mío, entre el marco y mi cuerpo que seguía manoseando y se arrodilló frente a mí.
-¿A ver si te queda algo de leche? Y se puso en la boca mi pene que empezaba a adquirir rigidez con el saboreo de sus labios.
-No por favor no me hagas acabar en esta posición. Palabras que lo hicieron entusiasmar y continuó con su trabajo por unos minutos hasta que mi trozo de carne empezó a palpitar en su boca queriendo acabar, pero enseguida sacó mi pija de sus labios cortando mi eyaculación, me sacó las esposas de las muñecas y poniéndome al borde de la cama inclinado sobre ella me cogió con fuerza bombeando mientras sentía sus chirlos hasta acabar, momento en que la sacó de mi culo y me hizo arrodillar para que limpie del semen chorreante sus hermoso pene.
-Pajeate. Me ordenó mientras tanto y así lo hice hasta que mi orgasmo salió con potencia y cayó sobre sus piernas y pies.
-Pasame la lengua donde ensuciaste con tu leche.
Y ahí me encontré, a sus pies, relajando mi cuerpo y mis sentidos, fue cuando me tomó por los hombros y levantándome me besó en la boca profundamente
-Ahora acostate en la cama y descansá. Me dijo
Lo que hice sin dudarlo ya que mi cuerpo se encontraba totalmente relajado. Horacio se fue de la habitación varios minutos y volvió con agua fresca que me convidó mientras se acostaba a mi lado.
-¿Querés pegarte un baño?
-Me gustaría. Respondí
-Pasá por este. Y me indicó el que estaba pegado a su habitación esta vez.
Despacio me incorporé y fui a buscar mi ropa para cambiarme luego. Cuando regresé él se encontraba de pie junto a la puerta aún desnudo, con su pene rojo colgando y sobándolo como si quisiera que nuevamente se ponga duro, erecto. Al pasar a su lado quise arrodillarme para mamarla un poco más, pero me llevó más adentro del baño y metiéndome en la bañera me empezó a orinar con fuerza, en la cara, boca, pechos, casi que me empapó con su orín mientras yo lo refregaba por mi cuerpo y mis dedos lo llevaban a mi boca.
-Realmente me asombraste, obvio que volverás. Comentó mientras terminaba y sacudía su poronga como quien muestra un trofeo, algo que para mí lo era.
Yo empecé a ducharme mientras él se retiraba, mi cansancio era tal que en un momento apoyé mis manos sobre una de las paredes y dejé que el agua corra como si fuera un masaje por todo mi cuerpo. Mis muñecas se sentían esposadas al sometimiento, mis nalgas creo que aún rojas ardían de placer, mi ano se dilataba con al agua tibia que lo refrescaba y mis pezones aún marcados sentían un dolor de orgasmo incomprensible. Cuando volví a la habitación mi anfitrión se había puesto una remera y un pantalón muy suelto con elástico a la cintura y había preparado mi ropa sobre la cama; charlamos mientras me vestía y al terminar me guio hasta el ascensor; ni bien ingresamos se me acercó y me dijo:
-Chupamela, tengo 18 pisos para disfrutar de tu mamada
Yo solo me agaché bajé su pantalón por delante y me puse en la boca un pene flácido pero delicioso, los pisos pasaban y yo ni pensaba que alguien podría detener el ascensor solo saboreaba esa pija hermosa que me había ganado, casi llegando a la planta baja me levantó, acomodó su ropa y me besó con fuerza en la boca.
Se abrió la puerta me acompañó hasta la salida donde charlamos un poco y me despidió con la promesa de volver a vernos. Seguimos en contacto un tiempo más por medio del celular, pero un día Horacio dejó de responder y nunca más supe de él.
Igual yo estaba feliz de aquel encuentro ya que había pasado la prueba.


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