Botín de guerra 2
Continùa el disfrute del botin de guerra.
-Te dejo, -sonrió Alice -porque si no, esta noche no podremos jugar. Voy a ocuparme de tu invitada.
Alice hizo un nudo en los faldones de su camisa y bajó de nuevo al establo. La alemana estaba de nuevo hecha un ovillo. La única diferencia eran los sollozos que la sacudían. Alice la empujó levemente con la puntera de la bota, como había hecho Connors, y la chica la miró enrte sollozos. Los lagrimones le habían dejado canales blancos entre los churretones que manchaban su cara, dando la imagen de un carbonero al que ha caido algo de lluvia.
-Hungrig? (Hambre?) -le preguntó, mientras hacía el gesto universal de llevase la mano a la boca. Luego lo pensó… -si sólo había comido desde vete a saber cuando lo que le había dado su padre…..
-Apestas (Sie Stinken) -arrugó la nariz para incrementar la afirmación. Se acercó a ella y le desabrochó la falda con dos dedos, a la vez que hacía lo mismo con la camisa, arrojándolas a un rincón. La joven comenzó a negar con la cabeza, tapándose los pechos y el pubis con los brazos y la mano.
-Nein, nein….. Bitte, bitte (No, no, por favor, por favor)
Alice se aproximo a un manguera que se encontraba enrrollada en una columna del establo, mientras cogía una fina fusta de un anaquel.
-Aparta, -ordenó – Voy a lavarte sí o si.
Y procedió a propinar un fuerte fustazo en los brazos que tapaban los pechos de la chica. Esta apartó rapidamente los brazos, pero Alice volvió a golpear, cruzándole de nuevo, esta vez ambos pechos. Una marca rectilínea se dibujó en ambos, mientras la joven lanzaba un chillido.
Alice la miró enfadada a la cara, donde de nuevo surgían los lagrimones.
– Voy a lavarte, lavar, quieras o no quieras. Waschen“.
Abrió el grifo de la manguera y comenzó a dirigirlo hacia el cuerpo de la chica. El agua aunque andaban por Mayo debía de estar totalmente helada, pues esta vez también salió un grito de la alemana, pero esta vez debido a la impresión del agua. Poco a poco los chafarrinones fueron desapareciendo, aunque estaba claro que haría falta una limpieza a fondo, y principalmente en el cabello, que sospechaba tendría una buena colonia de piojos.
Fue dirigiendo suavemente el chorro de la manguera, Comenzó por la cabeza y la cara, lo cual dejó al descubierto, por fin, una cara preciosa, remarcada por los ojos verdes que ahora se podian mirar sin problemas. Fue aprovechando para ir observando el cuerpo de la alemana. Era bellísima, con un cuerpo impresionante. Su cara dibujaba unas facciones elegantes, con un cuello delgado perfecto. Hombros redondos, unos pechos duros, firmes, redondos como manzanas y con una tamaño que ella juzgó como „encantadores“. Los pezones eran levemente oscuros, que con el frío del agua comenzaban a resaltar. La cintura, fina, llegaba a unos muslos que se adivinaban fuertes, bien torneados, y entre ellos un pubis levemente abultado en el Monte de Venus, con una lave pelusilla rubia (que habría que afeitar).
Le indicó con el lenguaje universal de los dedos que se girase, para observar su espalda y sus nalgas. Perfectas, se dijo, no muy gruesas pero no delgadas. Debería ser delicioso separarlas y jugar con su ano, que se adivinaba cerrado y suave. Siguió pasando la manguera por su cuerpo hasta que quedó aceptablemente limpio. Habría que dar otra sesión con jabón. Bueno sacrificaría su jabón de aroma de rosa, que merecería la pena. Le alargó la toalla que había bajado y le indicó que se secase.
-Danke -susurró la joven, y por primera vez una leve sonrisa apareció en su rostro.
-Mich Alice (Yo, Alice), – se identificó. Miss Alice
-Mich Sigrid -lo hizo la alemana.
-Ihre hündin Sigrid, está claro? (Tú, perra Sigrid) -le aclaró Alice, endureciendo sus facciones -Sígueme (folge mir).
Desató la cadena que mantenia a Sigrid en el muro del establo, y, tirando de ella, subieron al piso superior. En el salón se encontraba Connors, que sin decir nada, inspeccionó a la joven, y viéndola cubierta con la toalla, le dirigió una mirada dura a Alice, enarcando las cejas. Alice retiró la toalla, dejándo a Sigrid desnuda frente a su padre. La joven intentó cubrirse, pero Alice le sujetó las manos encadenadas, procedió a retirarlas, dejando sólo la cadena del cuello y poniéndole las manos juntas a la espalda, a la altura de las nalgas, y le movió la cabeza, inclinándola para que su mirada fuera hacia el suelo. Luego ella misma tomó la misma posición, tras abrirse totalmente la camisa y mostrar sus pechos. Se dirigió a Sigrid, mostrando a Connors:
-Mein Besitzer (Mi Dueño). Ihr Besitzer (Tu Dueño) – le indicó, siempre con la cabeza baja, mirando al suelo.
Connors pasó un dedo por los pechos de Sigrid, siguiendo la marca el azote propinado por Alice.
-Se nota que te has portado mal, no? Bien. Eso no se repetirá. Esta noche serás azotada. Prepárala.
-Si, Amo -contestó Alice -con su permiso la voy a dar de comer y bañarla y adecentarla
Alice cogió a Sigrid de la mano y la llevó al baño. Comenzó a llenar la bañera mientras buscaba jabones de olor, unas tijeras y una maquinilla de afeitar. Una vez llena, cogió de la mano a Sigrid y la ayudó a entrar en la bañera, acostándola en ella. La expresión de la chica fue como encontrarse en el Paraiso. Ojos cerrados, totalmente relajada. La dejó así unos minutos mientras también ella se desnudaba. Metió la mano en el agua, estaba suficientemente caliente, así que cerró el grifo e indicó a Sigrid que se sentara en la bañera. Se sentó detrás de ella y procedió, suavemente a enjabonarle la espalda, lentamente, con leves movimientos circulares, fue pasando la esponja hasta que llegó a las axilas. Le subió los brazos y pasando los suyos, comenzó a enjabonar los pechos de Sigrid. Notó cómo, levemente, los pezones respondían con una leve erecciòn. Apartó la esponja. No quería avanzar demasiado ràpido. Enjabonó la cabeza, tras deshacerle las trenzas. Un leve toque hizo volver la cabeza a Sigrid. Le indicó, por señas, que iba a recortarle las trenzas, llenas de mugre. Midió un poco la longitud y las cortó, dejándolas caer al piso. Así ya fue mucho más fácil enjabonarle la cabeza, aclararla y volver a enjabonar, revisando minuciosamente la no existencia de bichitos indeseados. De nuevo aclaró y de nuevo enjabonó. Sigrid, con las pernas encogidas y los brazos alrededor de ellas, se dejaba hacer.
Viendo que la alemana disfrutaba con el baño (a saber cuándo fue la última vez que se dió un baño con agua caliente), Alice la dejó relajarse, pasando levemente la esponja enjabonada por la espalda y los hombros, con alguna levísima incursion en los pechos, notando cómo disminuía su alerta. Ese era su objetivo, acostumbrarla a sus próximas caricias íntimas. Le ayudó a ponerse de pie. Con un gesto la separó las piernas, y de nuevo volvió a pasar muy despacito la esponja enjabonada entre las piernas de Sigrid. Se detuvo muy despacio sobre su Monte de Venus, separándole suavemente los labios mientras notaba cómo su respiraciòn se iba haciendo más profunda. Apartó la esponja y la colocó bajo el brazo de la ducha, aclarándola. La verdad es que el agua, aunque previamente habá dado la sesion de manguera, estaba con un tono gris un tanto sucio.
Le secó concienzudamente con la toalla y una vez fuera de la bañera, le alargó una banqueta. Le hizo señas con los dedos de que iba a cortarle el pelo. Ingrid abrió los ojos aterrada cuando vió, en el espejo, el desaguisado del corte de trenzas, pero de nuevo Alice le hizo señas de tranquilidad, que todo iria bien. Una vez sentada en la banqueta, Alice sacó el juego de tijeras, grandes y pequeñas, para poder hacerle un corte aceptable. Comenzó a cortar e igualar, escrutando además a ver si existìa algún bicho maligno por el pelo, pero no… Su pechos desnudos rozaban a espalda de la alemana, y al rato ya notó cómo sus pezones se endurecían. Sonrio, pensando que tambien Sigrid lo notaría, aunque no la notó en absoluto tensa. Al cabo de un rato le pasó el espejo a la joven para que viera su obra. Una media melena rubia que enmarcaba su cara casi infantil. Se colocó frente a ella, y ahì Sigrid si que puso cara de sorpresa, al ver los pezones durísimos de Alice. La miró muy fijamente a los ojos y esbozó una pequeña sonrisa. Alargó un poco la mano y los rozó muy levemente.
-Si, pequeña zorra nazi, me estás poniendo cachonda – musitó
-Vamos, que ya sólo nos queda el final -se rió Alice.
Tumbó a Sigrid en una mesa alargada donde se colocaba toda la ropa blanca, toallas, etc, tras dejarla despejada, cogiò el jabón de afeitar de Connors y su maquinilla y enjabonó el pubis de la jovencita, pasando una y otra vez la brocha de afeitar hasta que tuvo una buena cantidad de espuma. Con dos dedos separó los labios del coño, dejando al descubierto un clítoris, rosado y levemente abultado, por el que pasó un dedo suavemente, observando cómo respondía abultándose aún más, mientras la respiraciòn de Sigrid se agitaba levemente. Comenzó a pasar la navaja de afeitar, aprovechando de vez en cuando para volver a rozar el rosado garbancito, que iba respondiendo aún más, hasta el punto que el resto de los pliegues rosados comenzaban a brillar con los líquidos que rezumaban.
Continuó con su tarea, hasta que el pubis quedó totalmente limpio y lampiño. Los labios del coño se notaban ya brillantes, mientras Sigrid mantenía los suyos entreabiertos y respirando aún más agitada. Alice estuvo tentada de introducir un dedo o dos, notar el coño tierno de la joven, pero sabía que eso no podía hacerlo. Pero sí podia saborearla. Se inclinó y rozó el clítoris con la punta de la lengua, levemente, varias veces. Notó como se hinchaba y las piernas de Sigrid se separaban, facilitando la tarea. Desplazó la lengua más abajo, y con una mano separo los labios que ya chorreaban líquido claramente. Pasó la lengua arriba y abajo, y la incrustó en el interior, moviéndola golosa, mientras con la otra mano acariciaba el suerpo de la alemana, hasta llegar a sus pechos. Pinzó suavemente uno de los pezones, notando como Sigrid gemía placenteramente. En ese punto ya comenzó a lamer gozosamente el coño de la alemana, que movía sus caderas apretándolo contra los labios de Alice.
Dejó de abrir con sus dedos el coño de Sigrid y pasó a acariciar el suyo propio. Estaba chorreando, caliente como una perra salida. Se masturbó furiosamente mientras seguia lamiendo el coño joven que se abria ante su lengua, y en ese momento notó unos dedos que apartaban su mano. Era la mano de Sigrid que la acariciaba. Mmm la perrita comenzaba a aprender.
-Le susurró al oído -bitte finger rein (mete los dedos por favor) -mientras movía el pubis apretándolo contra la mano de Sigrid. Notó que, en efecto, los dedos de la joven se introducían en su coño, y de forma intuitiva comenzaban un movimiento de vaiven.
– Sí, así, pequeña zorra, siii, sigue….
Sigrid no entendió lo que musitaba Alice a su oído, pero comprendio que eso daba placer a su nueva amiga e incrementó el movimiento, mientras Alice sorbía y repasaba con la lengua los deliciosos licores del coño de la joven, que ya sin control, movía su pubis incrustándolo en su cara, hasta que notó como la alemana lo subía al máximo y lo mantenìa en alto, pegado a sus labios mientras un gemido surgia de su garganta, simbolo del brutal orgasmo que sentía. Alice siguió lamiendo y apretando cu coño contra los dedos de Sigrid y en ese momento consiguió simultanear ambos orgasmos. Casi desmayada, apoyó sus labios sobre el coño de Sigrid, mientras ella movía lentamente los dedos en el interior de Alice, mojándose con los liquidos que chorreaban. Alice cogio la mano encharcada de Sigrid y la llevó primero a sus labios y luego a los de su amiga, que los saboreó titubeando, aunque al final los introdujo totalmente en la boca, chupándolos golosa.
– Lecken, hündin, lecken (lame, perra, lame) – musitó a su oído. – tu Amo va a disfrutar , zorra. Gute hündin (buena puta).
Sigrid abrió los ojos y sus labios dibujaron una sonrisa agradecida y brindó los labios a Alice. Alice, con los labios embadurnados de los jugos de Sigrid los pasó , introduciendo la lengua en la boca de la alemana, jugueteando enre las dos, riéndose.
-Dann peitschen, -le informo Alice (Luego azotes). Bestrafung (castigo).
Los ojos de sigrid reflejaron el temor que sentía, pero desapareció cuando Alice le acarició levemente los pechos, que de nuevo se irguieron.
– Sí, le vas a gustar a nuestro Amo (Bitte unser Meister).
(CONTINUARA)
Deliciosa lectura! Me hizo excitar!
Gracias por tu comentario. No quiero hacer un simple relato con folladas a tope. Quiero hacer una historia.