BOTIN DE GUERRA Sexta parte
Sigrid comienza a descubrir su destino, de la mano de Alice.
Sonaron unos golpes en la puerta, y Alice suspendió la conversación. Se vistio rápidamente, bajando para abrir, quedando sorprendida al ver en el quicio dos Policias Militares americanos, con su correaje y casco blanco. Saludaron
– Mensaje del Teniente Coronel Connors para la señorita Alice Connors -dijo un entregándole un sobre cerrado.
Alice tomó el sobre y se reuniò de nuevo con Sigrid. Abriño el sobre y ley`´o durante un par de minutos.
– Bueno, parece que Connors vendrá mañana. Creo que podríamos prepararle una bonita bienvenida, no te parece?
Durante todo el día estuvieron atareadas, limpiando la casa, barriendo, fregando, hasta que la dejaron impecable. Luego salieron a la calle para hacer diversas compras, fruta, y poco más, pues tampoco es que el mercado estuviera muy abastecido, por lo que Alice decidió dirigirse a un par de soldados americanos que se encontraban sobre un jeep.
– Hola, serían Vds. tan amables de acercarnos a la base?acercarnos a la base?
Los soldados, muy jóvenes, sonrieron al ver a Sigrid, una adolescente con calcetines por los tobillos y un vestido ligero y a Alice, con su permanente gorra de piloto y su cazadora de la USAAF.
– Por supuesto, señoritas, encantados de llevar a unos chicas tan preciosas en nuestro humilde servicio de taxi -dijo uno de ellos, ayudando a subir a Alice en el jeep.
La falda vaquera que llevaba era un tanto estrecha, por lo que tuvo que remangarla para poder mover las piernas y subir, ayudada por el soldado. La falda se deslizó un poco por los muslos de la americana, dejando ver la parte inferior de las braguitas blancas que llevaba, con gran contento del militar. El otro compañero ayudó asimismo a Sigrid a subir.
– Bueno, al menos han mejorado bastante las vistas de este maldito jeep -se rió el primero, el copiloto observando las piernas de Alice, exhibidas generosamente hasta su ropa interior.
– Tú tendrás buenas vistas, que yo tengo que mirar esta maldita carretera -se quejó el conductor.
– No te quejes, que a lo mejor estas señoritas no tienen inconveniente en que paremos un ratito y nos enseñen el bosque un poco, verdad, señoritas? -dijo mirando con groseramente las piernas de ambas chicas.
Alice sonrió picaramente:
– Huy, por supuesto que seguro que seria un placer enseñarles nuestro bosque a estos chicos tan guapos, ¿verdad Sigrid? E incluso las cuevas tan bonitas que hay en él…. Pero a la vuelta, ¿no?, después que veamos a mi padre, el mayor Connors.
En ese momento el soldado se puso más serio y rígido.
– Perdón, señoritas, era sólo una broma sin mala intención. Será un placer llevarlas a la base, y si el sargento no tiene inconveniente, esperarlas y traerlas de vuelta.
– No pasa nada, soldado. Estamos encantadas de ser acompañadas por unos soldados tan guapos como vosotros. Seguro que ya tenéis por aquí un montón de novias para ver el bosque y sus cuevas, ¿verdad?
Llegaron al poco rato a la base, donde, tras identificarse en la barrera, y presentar Alice a Sigrid como sirvienta ante el oficial de guardia, se dirigieron al almacén, acompañadas de los dos soldados.
Alice, con los tickets autorizados por Connors, compró diversos comestibles, alguna botella de vino y de whisky. Luego se dirigió a un cabo pelirrojo y pecoso en un aparte.
– Hola, Artie, que tal? Me pregunto si tendrás todavía esa colección de ropa interior de nylon que guardas para enrrollarte con las chicas….
Sonrió el cabo.
– Por supuesto, Miss Alice, enseguida se las enseño, -dijo cediéndola el paso hacia la trastienda.
Allí, de un cajón sacó una caja de donde extrajo multtud de sujetadores, braquitas, ligueros y medias de diversos colores, a cual más provocativas.
– Bueno, algunas son para regalarle a mi amiga, que como habrás visto, es muy jovencita. Yo me llevaré las negras, pero creo que a ella le vendrán mejor las blancas, ¿no te parece, Artie? ¿Y tienes alguna novedad de esas que a veces cuentas?
– Se refiere a …. eso?
– Exacto, Artie, tienes?
Artie sonrió pasando la lengua obscenamente por los labios.
– Algo tengo, Ahora se lo enseño. ¿Para Vd. o para su amiga?
– Para las dos, enséñame para las dos.
Artie sacó de una caja diversos instrumentos, de los que Alice curioseó, eligiendo algunos de ellos. El cabo empaquetó todo con la ropa y se embolsó un puñado de dólares en el amplio bolsillo de su pantalón de campaña
– A su servicio, señorita Alice. Y si tiene algún problema con algo, será un placer ayudarla, ya lo sabe.
– Por supuesto, Artie, estoy segura que sería un placer para tí ayudarme -sonrió Alice con picardía.
Salió del barracón con el paquete debajo del brazo para encontrarse con Sigrid, que permanecía en el jeep, y en ese momento divisó a su padre que se acercaba.
– Hola, cariño -la besó Connors- te entregaron mi mensaje?
Alice observó que en su cazadora de campaña, su padre ya no lucía la estrella de Mayor, sino una nueva, un águila de Teniente Coronel.
– Sí, ayer me comunicaron el ascenso, con efectos de hace 4 meses.
– Genial, así podremos celebrarlo, que he comprado algunas cosas. Vuelves mañana?
– Si. mañana estaré de vuelta, y en unos días podremos hacer una fiesta para celebrar mi ascenso. Una fiesta…. como las que te gustan a tí. Ahora me llevo a tu amiga para que la vea el doctor Ralston.
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