Campaña contra los violentadores
Es una reflexión sobre un cartel y video que recibí..
En el estado donde vivo, acaba de iniciar una campaña para que las mujeres nos atrevamos a denunciar a nuestros violentadores. Supongo que se refieren a golpeadores y violadores sexuales, como las violaciones que nos ha contado Tita que sufrió, y no precisamente señalar a alguien por “violencia política de género” cuando nuestros adversarios políticos señalan nuestros yerros.
En lo particular, me indigna que existan sujetos (también sujetas) que golpeen a su cónyuge o novia(o). Más me indignan las personas que se cogen a otro sin su consentimiento. ¿Para qué hacerlo, si “NO” es “NO”? Aún queda el recurso de la seducción, en el cual ejercemos con mayor destreza las damas. El día en que decidí tirarme a mi jefe, lo logré con unos cuantos trucos: vestimenta sugerente, poses que le pararon el pito de inmediato, y al poco rato ya nos estábamos fajando riquísimo. (Toda la acción, sus motivos y la preparación las escribí en mi primer relato.)
Claro, también está el preguntarle si quiere y mostrar la mercancía… Eso me pasó con Ber, nos mostramos lo que prometíamos dar a usufructo, ¡y fue delicioso…! (También lo escribimos Ber y yo, un relato cada quien.)
También, en pleno clinch y en la etapa culminante, mi amante ha recibido rasguños míos y de otras amasias, pero, en descargo a esta conducta, una no se puede contener ante tanta pasión que está recibiendo. Lo mismo pasa con mis amores, que me nalguean fuerte cuando me tienen enculada de perrito y, más que dolerme, me enardecen. No sé qué piense Bernabé, mi amante, de los rasguños y la sangre que le sacamos en la visita al cielo, quizá no los disfruta, pero lo que sí goza, y se aplica más en la fornicación, es ver la cara de puta que ponemos en esos momentos. ¿Eso entra en la violencia?
Por otra parte, están los verdaderos masoquistas, quienes buscan relacionarse con alguien que domina el sadismo. ¡Esos, para mí, si son casos extremos! Seguramente así son felices ambos, pero no faltará el buen samaritano que llame al 089 para denunciar a sus vecinos, al fin que la denuncia es anónima…
Educar son violencia no es fácil. Es más sencillo dar una bofetada a la niña cuando llega tarde por andar con el novio, o a los niños cuando están jugando al “papá y la mamá” o al “doctor” regodeándose como adultos, que explicarles que eso no se debe hacer, al menos entre hermanos (mira quién lo dice). Mejor aquí dejo el texto porque me sale la psicóloga (sin licencia) que traigo dentro y que en ocasiones está en contradicción con mis actos.
¡Coincidimos, maestra!
¿Verdad que sí?
Tienes razón, Mar.
Ayer vi a una señora muy buena, pero tuve que hacer como que no la veía, portarme hipócrita y callarme lo que pensé, no me fueran a acusar de acoso.
Sí, ese es otro problema. A veces ya no nos echan flores para evitarse problemas. El otro día, un amigo de mi marido, cuando ya se retiraba, me dio unos apretones suaves y cariñosos en mis «llantitas». Sí me gustó, pero vi cómo mi marido al saludar a su esposa le había dado un abrazo y le deslizó la manota por la parte superior de las nalgas. Ella sólo sonrió y cuando se retiró las movió como puta. Así que yo, le tomé la mano al amigo y me la resbalé por la nalga sonriéndole. ¿Qué hubiese ocurrido si una, o ambas, nos hubiésemos quejado?
Obviamente los piropos, incluidos los que estén subidos de tono, y los roces, accidentales o caricias reales, forman parte de los despliegues de seducción. Pero, supongo hay que saber a quién y bajo qué circunstancias se hacen.
De acuerdo contigo. Incluido lo delicioso que es recibir nalgadas cuando nos cogen, y, obviamente, no son adrede los rasguños que hacemos en la espalda ni cuando les encajamos las uñas en las muñecas cuando tenemos orgasmos extraordinarios.
¡Es rico!, ¿verdad?