Capítulo I: Después de ver a mis padres coger.
Después de ver a mis padres coger, deseo sentir ese placer, mi padre me ayuda cogiéndome como lo hizo con mamá..
— ¡Ey, campeón! ¿Qué tal si me ayudas con estas cosas?— la voz de mi padre sonó con fuerza para llamar mi atención.
A un paso apresurado ayudé a cargar las bolsas que traían mis padres del súper, eran toda clase de insumos para la semana.
— No están tan pesados, Estuard. No exageres— comento mi madre mientras se adelantaba para abrir la puerta frente a nosotros, su sonrisa era muy dulce pero sus ojos demostraban poder.
—¿Cómo qué no? Casi te traes todo el mercado— bufó antes de dejar todas las bolsas en la mesa de la cocina, normalmente mis padres eran muy agradables hasta que discutían por cosas muy tontas, en el fondo sé que a mí madre le divierte colmarle la paciencia a mi padre y eso es tan gracioso.
Somos una familia de tres en una ciudad de proporción mediana, diría que de clase media como la mayoría en el vecindario, el día a día era una rutina constante de las cosas que se debían hacer siempre. Mi madre es enfermera y cada noche salía a su guardia nocturna que terminaba a medias mañana y mi padre solo trabajaba en trabajos casuales de vez en cuando, en cambio mi rutina se basaba en clases matutinas y las tardes libres mayormente para jugar video juegos en mi habitación. Mi relación con mis padres era muy buena, a mis 14 años no les había causado problemas por mi personalidad pacífica e introvertida.
Mi padre era conocido como ese hombre extrovertido y ruidoso, alguien que no se mordía la lengua para intervenir en cualquier tema, muchas personas solo lo soportaba porque a sus 35 años se veía muy bien conservado, además de que su actitud era bastante agradable. Mi madre por otro lado era más serena y respetada por su contribución en su labor, al igual que mi padre gozbaa de una buena juventud. Realmente los admiraba a ambos, yo solo era un joven adolescente acostumbrado a mi propio espacio, a esta edad casi siempre exploraba esas cosas que llamaban mi curiosidad, el porno era una de mis más grandes obsesiones, las hormonas a mil me hacian despertar mi calentura en todo momento, he perdido la cuenta de todas las veces que fantasié recordando los vídeos de sexo.
No me considero feo, pero tampoco destaco del todo, mi piel es clara y estoy algo rellenito, no soy tan alto y casi diría que salí más con los rasgos de mi madre. Mi padre siempre decía que tenía las nalgas como mi madre y me hizo pensar que quizás mi culo era mi mejor atributo, realmente no me consideraba totalmente gay a esta edad Pero me gustaba ver videos de hombres y muchas veces me preguntaba que sentían en el momento de tener sexo, los actores lo hacían parecer lo mejor del mundo, cada noche me masturbaba imaginando como serían los penes de mis compañeros de clase, de cierta forma me daba morbo conocer a otro pene a parte del mio.
— ¡Mira lo que tengo aquí! Palomitas de maiz… Yujuuu— mi padre levantó una bolsa morada mientras celebraba con pequeños saltitos, eso significaba que nos obligaría a ver alguna de sus películas favoritas. Paso a mí lado y con su mano abierta me dió una nalgada haciéndome salir de mis pensamientos con un sonido limpio.
Después de cenar colocó la estufa y pronto el olor a maíz quemado inundó la sala, olia dulce y mantecoso, el ruido de la película y la luz apagada ya había formado la ambientación, esa noche mi madre no tenía guardia, pero debía asistir la mañana siguiente por eso aceptó relajarse un poco.
Cómo siempre mi padre había colocado una película de superhéroes con acción y todo eso, mi padre estaba atenta sin reaccionar mientras que mi padre mantenía su cara de asombro con cada escena, en ese momento pude detallar más los rasgos de mi padre, era alto y delgado, los dedos largos de sus manos sacaban su barba con pelos de días y sus ojos eran profundos y cautivadores, vestía con una camiseta y un boxer holgado que me hizo recordar a una escena de un treinton dotado, no pude evitar detallarlo aún más y notar como su miembro de marcaba un poco bajo la tela de su prenda, por su bulto parecía estar bien armado.
Después de un rato me aburrí y decidí volver a mi habitación. — Iré a dormir, que descansen— les dije acercándome para darle un beso de buenas noches a mi madre, al pasar a su lado mi padre me dió otra nalgada y lo miré con molestia, él solo sonrió y negó con los hombros.
Después de un rato no pude dormir y me puse a ver videos sexuales en mi telefono, solía ver porno hetero y gay, en ese momento me estaba acariciando el pene sobre mi shorts y poco a poco creció hasta estar duro por completo, no era tan grande, diría que un poco promedio pero eso no me causaba inseguridad ni nada.
Después de un rato viendo porno con la verga dura me entraron ganas de orinar y me levanté ocultando mi erección para poder ir al baño en la sala, todo estaba oscuro a media noche, camine con cuidado para no tropezar y escucho susurros provenientes del sofá, el televisor estaba apagado Pero la luz de los focos entraban por la ventana dejándome ver directamente en el mueble, me quedé quieto al ver cómo se estremecía, con la poca luz pude ver cómo las piernas de mi madre abrazaban las piernas de mi padre que tenía sus nalgas al aire Pero aún con sus boxer un poco abajo, el movimiento era rítmico y hasta casi maquinado, los gruñidos de mi padre me hicieron estar conciente de como sus manos tapaban a la fuerza los gritos ahogados de mi madre. Se veía lo extasiada que estaba ella y como mi padre la follaba suave Pero de cierta forma un poco duro en momentos, la escena me paralizó y mi erección empezó a palpitar, el momento era excitante yi cuerpo empezó a reaccionar, inconscientemente toqué mis nalgas al imaginar como se sentirá mi madre cada vez que mi padre le da con fuerza.
Al parecer llevaban rato cogiendo y estaba casi por terminar, la calentura la tenía a mil y quise salir de ahí antes de que me vieran, con pasos lentos retrocedí aún con la carpa en mis pantalones de mi pene parado, con la mente revuelta abri la puerta de mi cuarto y volví a entrar pero no calculé mi fuerza y sin querer se trancó haciendo ruido que de seguro alertó a mis padres, durante unos minutos recordé la escena de mis padres follando en el sofá pero lo que más inundaba mis pensamientos era en los movimientos de mi padre y su cuerpo esbelto con cada embestida, era todo un macho que sabía lo que hacía y eso me cautivó el apetito de la curiosidad sobre el sexo.
Pasados 15 minutos escucho unos pasos en el pasillo y veo como la puerta se abre, la luz estaba encendida y logré ver la sonrisa de mi padre, venía recién bañado y solo cargaba un boxer algo apretado, su pecho aún tenía algunas gotas de agua que escurrían a través de sus bellos, sus piernas peludas hacían que el boxer negro resaltara, pero nada comparado con su bulto que parecía una toronja de las grandes, se notaba perfectamente el bicho flácido de buen tamaño, diría que media como 13 centímetros en ese estado y lo tenía acomodado hacia abajo.
— ¿Es algo tarde no crees?— caminaba alrededor del cuarto tocando mis cosas mientras evitaba mirarme, yo estaba sentado en el medio de mi cama con mi teléfono entre las piernas.
—Es que no podía dormir— mi voz sonó cansada para ocultar la calentura que tenía. — ya iba a dormir.
— Está bien, hijo. — lentamente se acercó a la cama hasta quedar parado frente a mí, mi padre era realmente muy guapo y pude verlo así en ese momento.— ¿Estabas viendo porno, verdad?
Su pregunta me sacó de broma, solo me quedé callado y asentí para no parecer sospechoso y poder justificar mi notable calentura.
— Lo sabia, es que se nota cuando estás excitado— me dijo sonriendo mientras se sentó frente a mi, con todas mis fuerzas estaba resistiendo no mirar a su entrepierna pero lo hacía difícil al tomar una posición en la que se marcaba cada vez más. — te pones rojo y hablas nervioso, además, tus piernas se ablandan…— mostró sus dientes perfectamente alineados y colocó su mano sobre mi pierna izquierda causandome una corriente por mi cuerpo, yo solo lo miraba a los ojos y mantenía el silencio, el siguió hablando sobre lo sospechoso que me veía y empezó a acariciar mi pierna lampiña.— Siempre me gustaron como se te ven las piernas en tus shorts, te ves muy guapo, no como yo que parezco un oso— Su comentario me hizo bajar la mirada inconscientemente para ver sus pelos en las piernas, pero mi mirada se centró en su bulto que parecía un poco más grande que hace rato. — ¿Te gusta?— su voz había cambiado, ahora tenía un toque pícaro y seductor que me hizo poner más nervioso, no esperaba esa pregunta y no tenía respuesta a eso, solo desvíe la mirada.
Su mano siguió acariciando mi pierna, con la otra se acomodó un poco el boxer simulando que estaba apretado, sin querer otra vez baje la mirada al ver si mano en su entrepierna, al notar eso mi padre se agarró todo el bulto con su mano levantandolo para mostrar el gran tamaño mientras sonreía.
— Tu viejo tiene este animalón salvaje— decía con su voz juguetona mientras se lo apretaba de arriba a abajo, mi padre parecía excitado y yo solo traté de evitar la erección que se formó desde el momento en que su mano tocó mi pierna.— ¿Tú habrás heredado el dote de tu padre?— noté como su mirada se centraba en mi entrepierna que tapaba con mi celular, su mano aún acariciaba mi pierna y lentamente subió hasta llegar a la tela de mi short.
Se arrodilló sobre la cama colocando su bulto a centímetros de mi cara, su mano dejo de tocarme Pero si abdomen se contrajo un poco.
— Hace rato le di a tu madre una buena cogida, quedó agotada y debe estar dormida— su voz parecía la de siempre Pero su posición no cambió , yo continúe en el mismo lugar y subí la mirada para verlo a los ojos, su mirada transmitía tantas cosas Pero de una forma que no había visto antes, era como si fuera un cazador viendo a su presa.
— ¿Cogida?— mis nervios me impulsaron a fingir demencia, él no cambio el semblante y me miró serio por unos segundos hasta que sonrió.
— Siii… Me encanta cogermela, pero grita mucho— al decir eso se sentó frente a mi abriendo sus piernas alrededor de las mías.
— Debes tener con que hacerla gritar, entonces— mi respuesta solo salían para seguirle la corriente, una corriente que él llevaba por si solo.
— tú mismo lo puedes ver— Sonrió apretándose una vez más el bulto frente a mi. — me encantan tus piernas— dijo mientras acariciaba mis muslos con sus grandes manos, se sentían rigidas y tibias causandome cierta reacción de estremecimiento. — ¿No te gusta el masaje?— preguntó mientras tocaba cada vez más rápido mis muslos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!