Capitulo I: un padre y su hijo solos en el mundo.
Después de que los militares se llevarán a todas las personas del pueblo, solo quedaron un padre y su hijo adolescente con ganas de coger..
Al despertar esa mañana lo único que sonaba eran gritos desgarradores por todos lados, mi único pensamiento fue en buscar a mi esposa y a los niños dentro de la casa, el vecindario estaba revuelto y el ruido se expandía con fuerza. Abraham corrió con lágrimas en sus ojos hasta cruzar su mirada con la mía, me tomó del brazo y me llevó con fuerza hasta llegar a la alacena oculta del garaje donde estaba el carro familiar, entre todo el ruido su silencio me molestaba, quise hablar pero me silenció con su mano.
Ambos nos escondimos dentro del espacio subterráneo donde almacenamos alimentos enlatados, no era muy grande y a penas cabíamos los Dos, intenté moverme causando molestia a mí hijo detrás de mí pero pronto los pasos apresurados me causaron una parálisis al notar como militares armados apuntaban con sus rifles por todos lados buscando un objetivo, no pude emitir ni una palabra mientras buscaban por todos lados, pude sentir como mi hijo dejó de respirar por un momento y su corazón empezó a latir muy fuerte.
Sonidos de computadora sonaron y el escuadrón armado abandonó la casa dirigiéndose hasta los camiones llenos de personas gritando, mis pensamientos rápido se llenaron de imágenes de mi esposa e hija, no las había visto desde ayer en la noche y ahora no había nadie más en la casa. En la madrugada cientos de soldados se dispersaron por el pueblo secuestrando a todas las personas que encontraron y disparando a quien se resistiera, muchos murieron intentando defenderse pero hasta sus cuerpos desaparecieron, pudimos reconocer sus esfuerzos por los charcos de sangre ya secos.
A penas reconocimos que estábamos fuera de peligro salimos del escondite improvisado, mi hijo; Abraham, estaba pálido y en un leve estado de shock, después de un rato me dijo que los soldados se llevaron a la gente en sus camiones blindados, su madre había salido con mi hija a comprar cosas para la casa y posiblemente habían sido interceptadas, ambos explotamos en lágrimas al imaginar el infierno que se desató en cuestión de horas.
Nos mantuvimos alertas por semanas por si volvían los soldados, llorábamos cada noche sin entender el por qué, cuando tomamos valor recorrimos el pueblo en busca de más personas pero no encontramos absolutamente nada, no había rastros de gente, todas las tiendas estaban intactas, lo único que faltaba eras más personas. Durante meses, vivimos en suspenso y terror del miedo constante de todo lo que vivimos, mi hijo con el pasar de los días se distanció más y dejó de sonreír como lo hacía antes, como padre siempre intenté ayudarlo a superar esta situación aunque a mí se me hiciera difícil.
Con el pasar de los meses nos fuimos acercando un poco más para formar una amistad y sobrevivir con lo que pudiéramos, encontramos de todo porque las tiendas seguiem con mucha mercancía solo para nosotros Dos, fue un alivio que todo se mantuviera abundante, a sus 17 años Abraham ya estaba de mi tamaño y era muy fuerte, gracias a eso cargamos muchas cosas para mantenernos en nuestro hogar y almacenar comida como por 50 años más. Poco a poco el duelo dolía menos y nos permitimos sonreír de vez en cuando mientras pasábamos tiempo juntos.
Nuestra rutina se basaba en permanecer en casa y ver películas de CD a causa de que todas las transmisiones dejaron de funcionar por completo, estábamos totalmente incomunicados con todo el mundo, si es que aún existía el mundo.
Abraham maduró muy rápido a pesar de estar en su etapa de rebeldía pero aún así se notaba mucho su comportamiento juvenil y dominante, todas las noches vigilaba el vecindario para estar alerta, durante meses no hubo ningúna señal de otras personas y nos resignamos a permanecer seguros en la casa, pronto la naturaleza empezó a tomar el pueblo y la maleza ya enterraba una buena parte del pueblo, por lo tanto, Abraham se había vuelto una especie de centinela experto en vigilar desde las formaciones naturales, en ese tiempo me dediqué en formar un jardín con las cientos de semillas de la tienda naturista.
— Ey, mira este gran tómate—lo levanté con un brillo rojizo — está gigante.
— Papá, hay mucha comida en el super, podemos ir caminando en 15 minutos y conseguir toda la ketchup que quieras— habló desviando la mirada con sus vinoculares.
— Jovencito, no hay nada mejor que la comida natural y es muy importante para tu crecimiento — me miró frunciendo sus cejas pobladas acentuando sus ojos oscuros.
— No soy un niño — sonreí por su reacción, pero pude notar la verdad en sus palabras, Abraham ya estaba un poco más alto que yo y aunque era un flacucho se veía muy fuerte.
— Si, capitán — hice una señal colocando mi mano en mi frente como un soldado.
Volteó los ojos y me dió la espalda dirigiéndose a un matorral que se dirigía a su «guarida», normalmente le daba su espacio en ese lugar y siempre volvía a comer a la casa, esa era nuestra relación.
Pasaron las horas y sentí curiosidad de ver su lugar y emprendí la búsqueda de su madriguera hasta que noté una formación entre árboles que formaban perfectamente una cueva, se esforzó en eliminar rastros de actividad humana en esa zona pero lo descubrí al escuchar unos quejidos por ese lugar, me acerqué con cuidado y entre ratos de luz pude observarlo entre un montón de chatarra y basura, no notó mi presencia y logré mirar el lugar que había construido, estaba un poco torpe pero funcionaba como su lugar seguro y era lo importante.
Al visualizar mejor a mí hijo noté ver cómo su torso brillaba con los reflejos de la luz y el sudor que le corría, estaba un poco agitado y su cabello negro se estremecía un poco, no tenía camiseta pero aún conservaba sus pantalones hasta los muslos mientras se tocaba un poco fuerte el bulto en su entrepierna con una revista entre sus manos, la revista mostraba a mujeres con sus vaginas abiertas, mi hijo sobaba su boxer que ya estaba lleno por su amigo que era bastante grande, me impacto ver el trozo que tenía mi propio hijo bajo la tela.
El boxer negro se estaba mojando mientras crecía cada vez más, me incomodó de cierta forma observarlo pero no me fui, solo me quedé observándolo, si cuerpo era perfecto y transpiraba un fuerte olor a macho con la testosterona alta, era cautivante mirar su piel blanca y cabello negro bajo los rayos de luz mientras crecía su bulto en sus boxers, inconsciente mi pene empezaba a revivir después de tanto tiempo y solo podía mirar los movimientos de mi hijo.
Aún con su mano en su gran bulto, tomó otra revista y pasó las páginas deteniéndose en una revista aparentemente de contenido mixto y miró una imagen de un hombre más o menos mi edad y con rasgos parecidos a los míos que mostraba sus nalgas de una forma provocativa, mi hijo no pasó la página y en cambio empezó a meter su mano dentro del boxer moviendo un miembro con fuerza. En ese momento estaba un poco excitado y decidí irme de ese lugar para dejarlo solo, llegué rápido a la casa y me puse a organizar las cosas para la cena sin dejar de pensar en esa imagen de mi hijo, estaba en sus años más hormonales y las cosas encajaron, después de todo siempre tomaba su tiempo y quizás se masturbaba en su «guarida», me causó cierta curiosidad todo el monumento que cargaba Abraham y en el hombre que era.
No sé en qué momento dejé de verlo como un niño, pero ahora estaba claro que era todo un hombre y tenía sus necesidades, noté como dentro de mis pantalones se formó cierta humedad por mis pensamientos.
— Papá, ¿qué comeremos esta vez?— Abraham llegó a mí lado mientras agarraba una caja de snaks— no quiero más de tus ensaladas, hazme más proteínas.
— ¿Qué? ¿Es una orden?— su voz me hizo salir de mis pensamientos y quise desafiarlo para ver si reacción.
— Tómala como quieras, pero ya te dije lo que quiero. — sus palabras sonaron bruscas mientras caminaba al sillón que usamos para comer siempre.
Su actitud siempre había sido así, pero está vez no me preocupe en corregirlo, ya no estaba para eso y solo hice lo que me dijo. Debo admitir que poco a poco su personalidad me causa cierta intimidación, después de todo mi hijo ya me había superado un poco en la imagen de «hombre», mientras yo me ocupé de que no pasara hambre él entrenaba su cuerpo por si le tocaba luchar, como hombre estoy un poco fuera de forma y mentalice mis atributos para permanecer en paz, mi hijo en cambio se mantuvo alerta por el resentimiento que aún carga.
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