Capítulo I: Un padre y sus dos hijos adolescentes.
Los deseos de un padre para sus hijos..
Este relato detalla la convivencia y experiencias de un padre normal en la sociedad y sus hijos pubertos. Nicolás, era recordado como un Galán en su juventud, era el típico hombre que cualquier mujer anhelaría, podía ser por su hermosa sonrisa o sus ojos color avellana, muchas dirían que su carisma no tenía igual. A causa de sus encantos y sus muchas conquistas, a sus 19 años tuvo a su primer hijo, un varón nombrado Lucas; un niño casi tan hermoso como su padre y adorado por todo aquel que lo cuidase. Nicolás con felicidad aceptó casarse con su novia de la preparatoria y madre de su hijo para formar una vida feliz, tiempo despues fueron bendecidos con la llegada de otro varon a este mundo; el cuál llamaron Cristofer. Ambos padres eran felices pero no duró mucho tiempo, Elizabeth; su esposa desarrollo un cáncer en etapa terminal y años después falleció.
Nicolás, mantuvo en su cuidado a sus dos hijos durante toda su vida. Gracias a sus esfuerzos ambos niños crecieron sanos y fuertes para convertirse en adolescentes bien formados, eran su mayor orgullo y poco a poco su mejor deseo.
Una tarde luego de uno de los partidos de su hijo mayor, Nicolás celebrará el orgullo de ser el padre del capitán del equipo, amaba a su hijo, durante años había apoyado a Lucas a formarse como el mejor jugador de su linea y lo había logrado. Lucas, era un adolescente de 17 años con grandes atributos; mucho más alto que su padre, ojos claros y músculos bien formados. Era digno a la imagen de la juventud de su padre, Lucas admiraba a su padre como el gran hombre que era y el profesional que los llevo adelante.
— Has logrado ser el mejor de los mejores, me enorgulleces hijo— Nicolás conducía su viejo auto y alardeaba juntos a su hijo de camino a casa.
— Aún así debo mejorar para la próxima temporada, con este partido aseguré mi lugar en las regionales de mi liga— los ojos del chico brillaron y sonrió acomodándose un poco el short sucio que llevaba.
En la mente de Nicolás las imágenes pasaban, primero había mirado el short de su hijo imaginando que tendría que lavarlo al llegar a casa pero un segundo vistazo lo hizo desencadenar pensamientos sobre lo bien que veían las piernas de su hijo mayor, eran blancas y peludas, con una buena formación que las hizo grandes para su edad.
— Tus pantalón están hechos un desastre— repliqué a mi hijo por todas las manchas de mugre en sus shorts blancos del equipo.
— Si, lo siento. Debía tirarme para poder detenerlos y quitarles el balón — Un poco apenado el chico miró a su padre y sonrió.
— eso vi, y gracias a ti anotaron ese último gol— No podía dejar de ver lo bien formado que estaba mi hijo, era prácticamente un hombre muy guapo.
Al llegar a la casa observé como Lucas salía del carro, nunca antes me habían cautivado tanto unas piernas y podía decir que el contraste era perfecto en mi hijo, su cuerpo desarrollado y su carita de niño era un espectáculo magnífico a la vista.
Entro a la casa después de Lucas y busqué a Cristofer para organizar una cena en honor a su hermano por su Victoria está tarde, de la cual tendría que reprocharle su ausencia. Cristofer también era un adolescente, más rebelde que su hermano pero también parecía bien desarrollado como Lucas, el pequeño de sus hijos ya estaba de su tamaño y en unos años lograría estar como su hermano mayor.
Estaba muy orgulloso de mis hijos, eran mi mejor inversión y jamás me arrepentiré de dedicar mi vida a ellos.
— Papá, necesito una afeitadora— Lucas andaba sin camisa por la casa y sonreí al ver al hombre que estaba hecho mi hijo, era esbelto y perfecto, recordaba cuando solía tener el abdomen todo marcado, ahora solo tenía una ligera panza no tan exagerada pero una pancita al fin.
Le indiqué donde podía agarrar las afeitadoras y me agradeció con una sonrisa, no podía dejar de pensar en lo guapo que era Lucas, su cuerpo marcado y el leve caminitos de pelos en su ombligo revolvía mi estómago en varios sentidos. Seguí de camino a la cocina para revisar las cosas que utilizaría en la cena, pensé en llevarlos a un restaurante pero mis hijos son demasiados modestos y no disfrutaban mucho salir a esos lugares con su padre.
Realmente a mí edad estoy muy guapo, tengo muy buenos rasgos y no estoy para nada arrugado pero desde hace tiempo renuncié a la búsqueda de alguna pareja, ya ninguna mujer lograba llenar el vacío emocional que sentía desde que perdí a mi esposa, ella era la mujer indicada para mí en mis tiempos de galantería, sin ella nada era suficiente para mi, salvo, mis hijos. Ellos me llenaban más de una forma, eran mi creación más perfecta y me enorgullecían más de lo que podía revelar.
— Ey, papá. Vi que el equipo de Luke clasificó para las regionales, debió ser un espectáculo.— Mi hijo Cristofer estaba en su etapa de rebeldía y casi no lograba conectar con él, lo he castigado más veces en un mes de lo que podía imaginar antes de su desarrollo de hombre, aún así siempre noté que trataba de acercarse mas a mí pero a veces puede ser volatil.
— Así es, Hijo. Van rumbo a las regionales, deseábamos que te aparecieras— lo miré buscando respuesta pero él solo bajó la cara.
— Estuve ocupado con unas cosas— siempre sacaba escusas, no traté de reprocharle nada porque siempre acaba molestándome y lo castigo por días, está vez me calmé para llevar las cosas en paz.
Él se fue a su cuarto y yo arreglé todo lo necesario para tener una buena noche, hoy cenaríamos lasaña y pizza, Lucas amaba que cocinará para él y quería complacerlo está vez. Después de todo he estado un poco ausente con ellos, desde que me volví el secretario general de la empresa donde trabajo he estado muy ocupado con el trabajo que mi tonto jefe no sabe hacer.
— Papá, huele increíble. Adoro tus lasañas— Lucas se acercó a la cocina y se sentó frente a mi colocando sus brazos en la isla de la cocina, no había notado los brazos fuertes con músculos bien definidos, el año y medio en el gimnasio le han servidos bien.
— Es para el campeón de la casa— sonreí al verlo y me devolvió la sonrisa, sus dientes eran tan perfectos en su linda cara juvenil pero masculina. — De seguro todas las chicas de tu instituto quieren estar con el capitán del equipo— solo trataba de hacer un comentario tonto, no pensé realmente en querer una respuesta.
— Te mentiría si dijera que no, pero si— me picó el ojo y cambió el tema, yo sentí la curiosidad de saber mas sobre su vida personal, despues de todo siemore es muy reservado con sus cosas.
La cena fue totalmente tranquila, los tres estuvimos toda la noche pasando el rato y conversando sobre cualquier cosa solo para hablar. Mis hijos eran todos unos hombres, me encantaba mirarlos y reír con ellos, quería acercarme más y conocerlos mejor.
Después de un rato agradable cada uno se retiro a su cuarto y me quedé recogiendo todo lo que esos chicos desordenaron por el poco de confianza que les di, después de un rato Lucas llega a la sala y empieza a sacarme plática pero de una forma extraña, era como una distracción.
— Lucas, ¿Ha salido?— pregunté mirándolo directamente, él solo asintió y bajo la cara. Estaba acostumbrado a tapar las cosas que hacía su hermano menor, ya se había escapado un par de veces y sinceramente no me preocupaba tanto mientras no llegara tan tarde a casa, después de todo a penas eran las 10:30 de la noche.
Mi hijo era 15 cm más alto que yo y me sentía un poco enano a pesar de que no soy bajito ni nada, Lucas vestía una camisa holgada y unos shorts sobre las rodillas. Mis pensamientos volaban al imaginar aquellas partes de su cuerpo que no me muestra, me daba curiosidad.
Me senté a su lado en la sala a mirar un partido viejo que estaban pasando, después de un rato me aburrí y me fui a mi habitación. A altas horas de la noche no podía dormir y sentí un poco de ruido en la sala de la casa, me escabullí para sorprender a Cristofer con el castigo de esta semana por escaparse pero mi sorpresa fue visualizar a mi hijo mayor mirando un programa que bien no era erótico pero salían escenas un tanto excitantes, mi sorpresa fue acercarme y notar que estaba en unos boxers negros con plateado muy ajustados a su cuerpo, y acariciaba su bulto sobre la tela de la prenda. La virilidad de mi hijo parecía ser grande por el tamaño que se le formaba, sonreí de orgullo por mi muchacho pero también me sentí caliente por ver tal escena, mi hijo acariciándose el bulto mirando un programa a mitad de la noche.
Me acerqué hasta quedar a su lado, inmediatamente salto del susto e intento buscar sus pantalones, yo me senté a su lado y detuve sus movimientos para calmarlo un poco, estaba hignotizado viendo cómo se le marcaba a su amiguito.
— Hijo, no te avergüences por cosas que son normales— lo tomé por los brazos y lo abracé para reconfortarlo, después de todo yo le prohibi los aparatos electrónicos y no ha podido entrar al mundo del porno, diría que parece un poco inocente en ese sentido.
— Papá… No quería — estaba sonrojado de la vergüenza y yo solo me reí en su cara por la situación, era gracioso.
— Disculpa, hijo. Es que parece que no conoces muy bien este tema, y la excitación que cargas— dije muy animado mientras veía su bulto marcado.
— A veces me pasa y es difícil de bajar— me confesó bajando su mirada a su bulto, tal parece que a mi hijo le faltaba malicia. Otros chicos a su edad disfrutaban las perversiones de la lujuria pero mi Lucas solo parecía molesto.
— Lucas, ¿no has tenido sexo con alguna chica en tu instituto o algo?— me miró enojado.
— Las chicas de mi instituto son unas interesadas, siempre me molesto y no quiero hacer nada con ellas, están locas.— su respuesta de verdad que me sorprendió, mi hijo era un virgen con las hormonas a mil y aún así no se ha follado a cualquier niña fácil que se lanzará.
Estaba hignotizado mirándolo, sus piernas pálidas y peludas, esos boxer a explotar por el buen dote de mi hijo me hacía volar la cabeza y traté de disimularlo con risas pero estaba nervioso porque después de mucho tiempo estaba deseando a alguien que por mal que sea era mi hijo.
— Solo quiero follar pero las chicas allá tienen mala fama, no quiero una ETS.— mi hijo estaba caliente e inconscientemente volvía a acariciar su bulto que crecía cada vez más.
— Tienes que tener mucho cuidado con eso hijo— no podía pensar bien, estaba calentándome también.
Inconscientemente mi mano empezó a tocar su pierna con suaves caricias, yo no apartaba la mirada de su bulto que crecía sin control. Mi cuerpo se sentía caliente y mi respiración se hacía pesada, él no parecía mostrar reacción y yo me cuestioné en dejar de tocarlo y salir corriendo pero queria eso, trate de mover mi mano para salir de ahí pero mi hijo me tomo con fuerza y la acercó lentamente a su entrepierna que armaba una carpa de buen volumen.
Ninguno dijo alguna palabra, solo nos dejamos llevar con la excitación y lo caliente que se sentía todo. Miré a mi hijo y su cara era diferente, su mirada se mostraba mas seria y varonil como si estuviera poseído por el demonio del sexo y la verdad me estaba encantando, toque si pene sobre la tela del boxer y era magnífico lo duro que estaba y el grosor que aparentaba, acaricié su verga unos minutos sobre la tela y mis mejillas estaban hirviendo.
— Me duele mucho — Mi hijo soltó una voz casi inaudible y después dejo a la vista el burro animal que traía entre las piernas, mi hijo estaba bien dotado.
Me quedé atónito por semejante verga que tenía mi muchacho, su dote era impresionante y hermoso, respiró y me miró tan lascivamente que temblé ante él y su fuerte presencia. Yo me sentía vulnerable y él lo sabía me tomo del cuello y me acercó a su pene chorreante de líquido, tomo su verga por la base y la apuntó a mi boca. Sentí el sabor de su presemen y estaba delicioso, sentir los fuertes brazos de mi hijo sonetiendome a tratar su miembro era un feeling sin igual.
— ¿Papá?¿Estás despierto?— abrí los ojos y miré a Lucas con su tierna cara mirándome fijamente, estaba confundido. — Me estabas llamando, vine a ver qué necesitabas.
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