Carlos-Karla (DESTINO SELLADO)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mogwligdl.
VI
Simplemente se vistieron cada quien por su lado.
Como buen vasallo Martin se me acerco sin necesidad de que Daniel se lo pidiera y me comenzó a desatar.
Yo estaba completamente sacado de onda.
EL burlón Martin, el avasallante Martin que hace unos momentos me buleaba de tal manera había desaparecido.
Con una seriedad pasmosa me ayudaba a desatarme tomándome del brazo me ayudo a incorporarme dejándome sentado en la mesa.
-Ya sabes.
-ordeno Daniel-Llévalo que se limpie.
-Haciendo una mueca con la cabeza y señalando en dirección del baño.
Yo estaba manirroto.
Apenas si me podía mover.
Era como si una aplanadora me hubiera arrollado.
Parte de mi cuerpo se encontraba entumido y lo que no se encontraba dormido me dolía horrores.
Martin muy condescendientemente me tomo por el brazo y de manera fraternal lo paso por encima de el ayudándome de esa manera a caminar y a ponerme en marcha.
Salimos del almacén y dando traspiés nos dirigimos al baño que gracias a Dios no se encontraba muy lejos.
Llegamos a la puerta y Martin me la abrió y encendió las luces quedándose en la puerta me dejo entrar.
Dando paso lastimero y un poco más recuperado me dirigí al área de lavabos.
Un viejo y oxidado espejo me devolvió la imagen de un Carlos que jamás había yo visto en mi vida.
¡Ahí! Frente a mi mismo me encontré con un Carlos que en cuestión de horas había cambiado.
Estaba irreconocible.
MI cara reflejaba una inmensa tristeza que desde lo mas profundo de mi ser se proyectaba en mi cara.
¿Cara? Bueno.
Si es que así se le podía llamar a esa plasta de carne que parecía vislumbrar entre las ralladuras hechas por no se cuantos alumnos.
Con suma tristeza y asco podía ver claramente aquellas blanquecinas manchas que salpicaban mi rostro producto de ya sabemos que así como el área bien marcada donde el gargajo, seco ya, de Daniel se había depositado y pegado como lapa.
LO más triste eran mis ojos.
La verdad no soy guapo pero ahí frente a mi aquel pendejete que me miraba solo atisbaba a verme a través de unas voluminosas bolsas infladas producto de tanto e inconsolable llanto.
Con muchos trabajos baje mi camisa deportiva favorita.
¿Qué ironía? NI siquiera quiero mencionar de cual era porque me daría vergüenza que la asociaran conmigo pero esa camisa que tanto me gustaba ahora me recordaba y recordaría por siempre al ver esos colores todos y cada uno de los minutos y segundos que pase en el almacén esa dolorosa tarde.
La acomode y abrí la llave.
En es instante no me importo que el agua estuviera tan fría.
De hecho hasta me gusto pues me devolvió de alguna manera el alma al cuerpo.
Voltee a ver mi cara mas compuesta después de habérmela lavado.
En ese momento me entro un ansia indescriptible.
Solo quería salir.
Solo quería escapar.
Solo quería lo mas pronto llegar a mi casa.
Ya no me importaba nada más.
Me voltee para preguntarle a Martin.
-¿Mis cosas? ¿Ya me puedo ir?-como si tuviera que pedir permiso.
Martin me veía muy serio.
Y con gran inseguridad en su voz me contesto:
-¿Ehh? … ah… si… Ya Daniel las trae.
Escuche unos pasos y de repente alcance a percibir un conjunto de voces.
Como dije, me parecía estar en un sueño.
Me sentía yo como que estaba despertando de un laaargo letargo.
No coordinaba todavía bien mis pensamientos.
Así que me quede como lelo sin reaccionar cuando en la entrada del baño escolar y dejando a Martin por detrás Daniel junto con Don Goyo el velador de la escuela se posicionaron tapando por completo la entrada.
Un total silencio invadió nuevamente aquel lugar.
Por unos segundos solo se escucho el gotear de las llaves mal cerradas y oxidadas de aquellas viejas y descuidadas instalaciones.
Daniel me miraba fijamente y extendiendo la mano como quien da permiso de entrada así de esa manera me ofreció a Don Goyo.
Aquel viejo libidinoso se me quedo viendo de inmediato.
Pude sentir en su lasciva mirada todas y cada una de sus intenciones.
SU mirada lo decía todo y de inmediato se clavo admirando mis desnudas piernas.
Don Goyo sin perder un solo instante empezó a caminar hacia mí diciendo mientras se tallaba la verga y descaradamente ya se la entresacaba del pantalón enseñándomela mientras me decía:
-¡MAMACITAA! Que rica estas.
Ven pa’ca.
– y mientras decía esto apuro el paso acercándose hacia donde yo estaba.
Si.
Lo admito.
Es completamente ilógico totalmente estúpido pero al ver aquella mole de masa yo solo atine a tratar de escapar y solo atine a correr al lado opuesto para al final del pasillo encontrarme con una sucia fría pared de azulejos disque amarillentos que me franqueaban el paso.
Con tremendo HORROR quede replegado luego de darme vuelta para ver a Don Goyo aquel viejo cincuentón igual de gordo que yo pero de facciones horribles y desdentado quien sonreía con total lujuria enseñando su mal cuidada dentadura clamar por mi nombre.
-Carlitos… Carlitos.
– repetía- ¿Dónde vas? ¡Con las ganas que te traigo!
NOOOOO….
NOOOOOO….
Y mil veces ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!
Suena a cliché pero cuando finalmente Don Goyo me alcanzo solo echo su cuerpo sobre mí evitando mis manotazos de nena que clamaban por retirarlo.
Don Goyo me aprisiono en la pared y como si de una mujer se tratase sus fuertes y callosas manos me tomaron fuertemente por la cabeza para con gran asco de mi parte buscar mi boca que rehuía de la suya pero que con maliciosa destreza pronto fue atrapada y me empezó a besar con su asqueroso aliento de borracho para luego bajar por todo mi cuello llenándome de sus olorosas babas.
Don Goyo parecía loco.
Parecía un poseso.
Parecía uno de esos tipos que jamás han visto a una mujer y que andan realmente urgidos.
SU verga por fuera del pantalón aparecía completamente erecta y yo podía con la confusión de nuestros movimientos como me pasaba por mi cuerpo causándome una mayor ansiedad.
Esta vez ni Daniel ni Martin reían.
Solo se quedaron allá en la puerta franqueándola y no se si gozando del espectáculo como mudos testigos.
Don Goyo seguía en su faena como poseído.
Sus manos se me deslizaban por todos lados.
Cuando bajo a mis nalgas y las encontró desnudas las apreso con sus fuertes manos y me propino sendas estrujadas que me dolían mas con lo ardido que las llevaba.
El por su parte no dejaba de echarme flores.
-Mira nomas-decía mientras manoseaba por todos lados mi trasero- Mira nomas Carlitos.
Que buen culo te cargas.
SI yo me la jalaba todos los días cuando te veían jugando en la cancha desde el año pasado.
Yo trataba de huir trataba de zafarme pero como dije Don Goyo era muy corpulento.
Me manoseo hasta donde quiso y de repente sentí claramente como me metía un dedo en mi lastimado hoyito el cual por lo dilatado y “lubricado” que lo llevaba no encontró resistencia alguna pero si dolor de mi parte y haciéndome brincar me tuvo en sus manos o mejor dicho en su dedo.
-Jejejej- reía Don Goyo con gran malicia- Jejeje.
¿No que no? ¿No que no Carlitos? Mira como bailas.
Bailas como yo quiero.
Don Goyo me tenía como su marioneta con el dedo dentro de mi culo.
Con la otra mano se empezó a jalonear la ropa y pronto estuvo sin calzones pues al suelo cayeron entre sus pies tanto su ropa interior como los pantalones que holgados que siempre llevaba y que en mas de una ocasión habían sido objeto de escarnio por parte de los alumnos cuando Don Goyo se ocupaba del mantenimiento y nos enseñaba la raja de su peluda cola al agacharse para hacer algo.
Como dije anteriormente, la verga de Don Goyo ya venia lista para la batalla así que con horror pude ver como aquella masa de carne prieta se mostraba ante mí.
Don Goyo exhibía un vergonon cabron.
Se veía muy prieta, muy oscura y resaltaba aquel grueso glande que a simple vista se adivinaba mucho más gordo que los de Daniel y Martin.
Estaba tan caliente Don Goyo que la gran y hasta violácea cabeza brillaba de lo húmedo que se encontraba y soltaba hilos de baba mientras se bamboleaba amenazante de un lado al otro.
EN mi gran desesperación me sacudí y por un momento encontré en mala posición a Don Goyo así que como tenia sus pantalones en los tobillos, le pude hacer a un lado y dando un paso intente huir de lo que me esperaba.
Pero Don Goyo no necesito mucho y alargando su mano me tomo del hombro y con un agarre de águila inigualable me hizo caer al piso casi de costalazo para echarse literalmente y acometerme de nuevo a locos y desmedidos besos por toda mi cara mientras me metía mano por doquier.
Después moviéndose se posiciono abriéndome las piernas y quedando sobre de mi.
Metió su mano por debajo de mi camisa y nuevamente mis senos fueron atacados y lo que es peor, Don Goyo lo tomaba en su mano y lo “inflaba” para chupármelo así con todo y camisa puesta dejando mi valiosa camisa toda ensalivada.
Mientras hacia eso yo sentía como su otra mano me acariciaba las piernas.
Mas que nada la parte interna de mis muslos.
A ratos me daba de pellizcos y luego subiendo nuevamente metió su mano en medio de mis piernas y pasando entre mis testículo busco mi culo nuevamente para volver a meterme otra vez el dedo.
Yo me encontraba desesperado.
NO.
Nuevamente ¡NO! Porque me odiaba tanto Daniel.
Y a me había mancillado y ahora no solo me compartía con su compinche sino que me había ofrecido hasta con el conserje de la escuela.
Y si no disfrute de haber sido violentado por mis congéneres mucho menos me atraía el servirle de desahogo a un vejestorio como el que tenía encima.
Según yo ya había acabado.
Según yo no podía caer mas bajo.
Según yo ya se me habían acabado las lagrimas pero… ¡Oh NO! Esta nueva afrenta era diferente y era como si otra vez volviera a empezar mi desgracia nuevamente.
Para colmo de males yo buscaba desesperadamente la figura de Daniel.
Era como si sintiera que el me fuera a salvar.
Pensé que al verlo a los ojos y ver mi desgracia simplemente gritaría: “YA DON GOYO ¡DEJELO!” y en ese momento todo pararía.
Pensé que era una mas de sus pruebas y juro que le diría que si que si le obedecería y le seguiría ciegamente si me apartaba de aquel castigo pero….
SIMPLEMENTE NO SUCEDIÓ.
Un repetido dolor me volvió a mi realidad cuando Don Goyo aprovechando la distracción de mis pensamientos muy hábilmente me metió otro dedo y lo movía dentro de mí haciendo espacio más y más grande en mi culo hasta no cejar y meterme tres dedos.
Creo que no te lo puedes imaginas hasta que lo vivas lo que se siente que te exploren dentro de ti de tan fea y ruda manera.
Yo gemía pero no de placer sino de vergüenza y dolor ante sus acometidas mientras que el coreaba y le gritaba a Daniel.
-¡Mira Danielito! ¡Mira y aprende! ¡Así se trata a estas viejas pa sepan lo que viene!
Don Goyo insistía con sus dedos en mi culo así que cuando me los saco fue un gran alivio y nuevamente se descuido causando que yo me le escapara y a gatas tratara de alejarme de el.
¡ESE FUE MI MAYOR ERROR!
Ya que mi culo se encontraba al descubierto, Don Goyo hábilmente me apreso y tal como te lo cuento me penetro nuevamente de una certera estocada.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGGGGGGG!-chille.
Ni siquiera me dio tiempo de nada.
Don Goyo parecía conejo o puerco.
Sin darme tiempo a recuperarme o acostumbrarme así como si fuera de diario simplemente se dedico a cogerme en serio.
Aquel vergajo entraba y salía de mi culo causándome nuevamente ardor y un dolor que sentía que me moría.
Don Goyo no tenía compasión alguna.
Lo peor de todo fue que cuando agarro cierto ritmo me empezó a nalguear diciéndome hasta de lo que me iba a morir.
-Ahhh….
AHHH (PAZ) Así puta… así….
(PAZ) Mueve ese culo perra… Siente a tu macho perrita (Paz)
Los estruendosos azotes que me propinaba llenaban el silencioso lugar al tronar en mis castigadas nalgas.
Yo solo chilleteaba y sin darme cuenta empecé a gemir.
Unos ahogados gemidos me salían mezcla de dolor, llanto, vergüenza y… ¿placer?
Si.
EN ese momento no me di cuenta pero según recuerdo un extraño calor me empezó a invadir y en esa posición mientras Don Goyo me reculaba su gruesa verga tocaba un punto adentro de mi ser que me daba una extraña sensación y que a ratos como que me daba descargas eléctricas y cuando lo hacia yo sentía como mi pijita se me endurecía.
Don Goyo pasaba sus manos por debajo de mi cuerpo y apreso también mis colgantes chiches y agarrándose fuerte me dijo:
-Ahora si chiquita.
Ahora si.
Agárrate porque ahí te voy- y diciendo esto me acometió de manera que tenia que sostenerme en el resbaladizo piso pues sentía que Don Goyo me aventaría hasta la puerta del baño con cada empujón rápido y certero que le propinaba a mis adoloridas nalgas.
Lo sentí.
SI.
Claramente sentí como Don Goyo expulsaba su simiente dentro de mí mientras me estrujaba las chiches hasta casi desprendérmelas.
Con todo el dolor que me causaba pude sentir como me llenaban el interior nuevamente.
Pude sentir como me preñaba y como ese liquido caliente me inundaba por dentro otra vez.
Don Goyo causo un estentóreo alarido para enseguida desplomarse y echarme todo su voluminoso cuerpo sobre el mío aplastándome en el frio y apestoso suelo de aquel baño de escuela.
Los muchachos se acercaron y ayudaron a Don Goyo a ponerse de pie después de sacarme la verga del culo.
Cuando lo hizo, de mi ano lastimado como si se quejara se me salieron una seria de sonoros pedos producidos por la verguiza que me habían metido.
Esto causo gran carcajadas en todos ellos.
-Mira nomas-dijo Don Goyo- Nos salió pedorra la gorda esta.
¡Yo me moría de vergüenza!
Yo me quede tirado en el suelo.
NO quería moverme.
NO tenia fuerzas para hacerlo pero unas patadas prodigadas por Martin me despertaron de mi ensueño.
-Ya puta-dijo- a dormir a su casa
VII
Me dio la mano y me ayudo a levantarme.
Yo parecía viejito entumido.
Cada movimiento que hacia ya fuera con brazos o con piernas me costaba horrores.
Todo mi cuerpo me reclamaba.
Todo mi cuerpo me dolía como si me hubiera pasado por encima una aplanadora.
Me acerque al lavabo para tratar de asearme de nueva cuenta.
Sentía en mi cara el líquido húmedo de aquel piso mezclado con las apestosas babas que Don Goyo me había dejado cuando me atacaba.
-Hay que ayudarlo a lavarse- le dijo a Martin.
Daniel se acerco y tomándome por la muñeca me la doblo de tal manera que haciendo palanca con mi brazo me volvió nuevamente a empinarme.
Sin dejar de provocarme dolor me dirigía con sus pasos y me hizo adelantarme a uno de los cubículos de las tazas.
Al llegar y meternos ahí, forzó aun mas mi brazo haciéndome agacharme mas hasta que…
Si, hasta que me forzó a meter mi cara y mi cabeza en el retrete de la escuela, Forzó, empujo y me hizo meter la cara en el espejo de agua de la taza.
Una y otra vez me hundió ahí mientras me decía:
-Limpia.
Siii.
Así.
Bien limpia putita.
Eres una caquita más así que las caquitas se limpian en su lugar.
EN eso el estúpido de Martin le recordó:
-Oye Daniel.
¿Y si la bautizamos?
-Tienes razón-contesto- Y que nos ayude Don Goyo.
Daniel me forzó de la misma manera en la que habíamos entrado y sin dejar de atormentar mi brazo le dijeron a Don Goyo.
-Quiubo Don Goyo.
¿Nos ayuda a bautizar a la putita?
Don Goyo soltó una sonrisita maliciosa y dijo:
-Ustedes dicen.
¿Pa que soy bueno?
-Sáquesela Don Goyo-le dijo Daniel.
-Sáquesela y síganos pa que este lista pa que la use.
¡PUTA! ¿Qué quería Daniel ahora? ¿Qué nueva humillación me tenia preparada? Ya no lloraba.
Solo hipeaba por el dolor tanto físico como moral.
Dando traspiés me llevo a la esquina de entrada del baño donde había un pequeño cuadro con un batiente y una pequeña llave de agua.
Ahí era una esquina que le habían puesto y usaban los del aseo para enjuagar los trapeadores.
Cuando llegamos ahí.
Daniel forzó la llave que me estaba haciendo obligándome a inclinarme mas hasta que me tuve que arrodillar y para que no me quebrara el brazo me hizo seguir hasta bajar mi cabeza lo mas que pude quedando nuevamente empinado.
Nuevamente me encontraba ciego.
Nuevamente mi campo de visión se concretaba únicamente a alcanzar a ver aquellos pequeños pedazos de azulejo dizque blanco que cubrían el piso de aquella esquina.
Escuche un cierre que supongo seria el de Martin pues Don Goyo ya se había sacado su moronga y vi como había caminado con nosotros aquel trecho bamboleándola de un lado a otro sin pena alguna.
Por unos segundos no paso nada.
No se.
Pensé que me iban hacer mamárselas de nuevo.
Pero ¿Por qué ahí y no a medio baño donde habría más espacio? Todavía Daniel tenía guardadas sorpresas de su alma negra y el odio que sentía hacia mi persona.
Un extraño calorcillo empezó en mi nuca y lentamente fue bajando por mis cabellos.
¿¿¿QUE DIABLOS??? Era acaso…
-Jajajajajajaaj-reian los tres.
SI hasta mis oídos llegaron las nuevas carcajeadas de Don Goyo que ni por un instante se toco el corazón al ver aquella vejación de la que era objeto en ese momento.
-No pues yo también coopero-alcance a escuchar que dijo y así fue.
Escuche los pasos de Don Goyo acercándose y posicionándose a un lado alcance a percibir con el rabillo del ojo sus desgastados zapatos para luego sentir como aquel cálido chorro que se escurría por mis cabellos se incrementaba con la donación voluntaria que Don Goyo hacia a la causa.
-Y ¿como se va a llamar el niño?-pregunto con toda la sorna de la que era capaz.
-Dirá la NIÑA-corrigió Daniel.
-Jajajajajaj-rio Don Goyo y Martin.
-Pues que le parece ¿KARLA? Para no variar tanto y mantener las apariencias.
-Jajajajajajaja- volvieron a reír haciendo que los chorros de orín se movieran de un lado para otro por le movimiento causado por su hilaridad.
-Le toca Don Goyo-dijo Daniel-Usted es el padrino.
-Con gusto-respondió.
-YO te bautizo con el nombre de KARLA.
-Siiiiii.
–casi grito Martin de gusto
-KARLA-volvió a repetir Don Goyo para terminar diciendo-KARLA, ¡KARLA LA ZORRA!
Al decir esto, como que hizo mas fuerza y sentí claramente como los chorros de orina se incrementaban y me caían con más fuerza en la cabeza sellando mi destino.
Trate de resistirme pero fue algo mayor a mi.
Si pensaba que estaba ya seco por dentro.
Si por unos momentos pensé que ya no me era posible llorar ahora nuevamente de muy dentro de mi volvió a surgir un llanto lastimero.
El llanto mas amargo de mi vida.
Nuevamente las lágrimas salieron a mi cara y no pude hacer nada por detenerlas.
Salieron junto con unos gemidos lastimeros que salían de adentro de lo más profundo de mi alma.
Ahí embrocado, con los calzones rotos, después de que 3 gañanes me habían usado a su antojo y que habían dispuesto de mi dejándome por dentro su simiente en contra de mi voluntad.
Ahí ahora estaban orinando sobre mí.
Y además de miarme, me estaban “bautizando’ como una puta.
En ese momento mi condición de ser humano quedo reducida a cero.
En ese momento ya no me quedo dignidad alguna.
En ese preciso instante me convertí en solo un objeto.
Un objeto sin valor.
En un objeto que se usa y se tira sin mas.
Los ríos de lluvia dorada mojaron por completo mi corto cabello.
Aquellos ríos pestilentes me escurrían por la cara reptando por mis mejillas y de manera burlona goteando incesante por mi nariz hacia el suelo.
Todo aquello sucedía mientras aquellas escorias sin alma seguían burlándose y hasta haciendo competencia de cual tenia mejor puntería en mi desamparada cabecita.
Finalmente terminaron aunque el goteo prosiguió.
No contento con ello.
Me hicieron arrodillarme y exprimiendo sus vergas para no dejar a la ¨gotita¨ traicionera, se sacudieron sus penes frente a mi cara.
Cuando lo hizo Daniel, magistralmente jalo mi cabello de tal forma que al quejarme abrí la boca y unas gotitas de sus miados me cayeron adentro.
Nuevamente coreado con sorna y burla repitieron la acción de “lavarme” y meter mi cabeza en la taza de otro de los cubículos y se les ocurrió la brillante idea de que seria bueno que conociera bien todas ellas así que me llevaron de taza en taza por todo el recinto ahogándome y en ratos haciéndome tragar parte del agua pues Daniel prolongaba mi inmersión ahí adentro por lo cual me vi forzado a tragar mas de un buche de aquella sucia agua.
Mientras como posesos gritaban y gritaban Karla, Karla, Karla.
Por fin Daniel me soltó y como pude me enderece mientras ellos se separaban.
Don Goyo se despedía de Daniel diciéndole cuanto le había gustado mi culo y que tenia ganas de volver a usarlo que a ver cuando se lo prestaba.
Daniel le recordaba que un trato era un trato y de que si se ponía de modo pues seguirían haciendo “negocios” juntos.
Justo cuando yo salía pude observar como Daniel sacaba de su bolsa un par de bolsitas de plástico llenas de “hierba” verde a lo cual Don Goyo le agradecía y le aseguraba que estaba para servirle.
¡YO me quede estupefacto! ¿Con quien me había venido a meter sin quererlo?
Daniel al verme se acerco a mi amenazadoramente.
Poniendo un dedo en su boca me hizo la seña de guardar silencio y nuevamente me acoso y me arrincono contra la pared.
-Si sabes lo que te conviene KARLITA.
Calladita, ¿eh? O te puede ir MUUUUUY mal- remato.
Martin se acerco con mi mochila en mis manos.
Y aventándomela me la dio.
Yo inmediatamente la abrí tratando de buscar mis pants y shorts para poderme vestir.
Pero antes de abrirla Martin los saco no se de donde mostrándomelos.
Daniel le arrebato el short y rompiéndoles la entrepierna me los aventó diciéndome:
-¡Póntelos para que te largues Karlita! Ya tienes faldita.
Nuevamente Daniel tomo su pose de energúmeno y me lo dijo casi gritándome y con una determinación impresionante mientras me tronaba los dedos apurándome a hacerlo.
Yo.
Yo estaba todo nervioso.
Temblaba tanto por dentro como por fuera.
Ilusamente hice un intento por quitarme los rasgados calzones cuando Daniel se acerco y asestándome un doloroso pescozón en la cabeza me grito al oído:
-Noooo.
Putita.
Déjate tus calzones.
Así quiero que te vayas.
Quiero que te los lleves puesto para que te recuerden lo puta que eres.
Y quiero que los guardes en tu casita para que no te olvides de mí.
No me dio tiempo a chistar y obedeciéndole, sin dejar de sollozar, como pude me puse mi destrozado short encima acomodándomelo de la mejor manera mientras Daniel no dejaba de gritarme y de tronarme los dedos diciéndome que me apurara que si solo era una gorda inútil y lenta y pendeja.
Ni que decir que su actitud y sus acciones me ponían más nervioso y más lento y pendejo me ponía haciendo que mis movimientos se entorpecieran grandemente.
Tomándome por el brazo con mucha fuerza y lastimándome me jaloneo hasta la misma puerta de la escuela donde me despidió diciéndome:
-Ahí te deje un “regalito” en tu mochila.
Más vale que lo uses o me vas a hacer encabronar.
Después saco mi cartera de su bolsillo y la abrió para retirar todo el dinero que yo traía.
– un billete y algunas monedas que me habían quedado de mi lonche.
Y guardándoselas en su bolsillo me la aventó al piso gritándome:
-Lárgate ya putita.
No te vayan a regañar en tu casita y tus papis se enojen contigo.
Me agache a recoger mi despojada cartera solo para volver a recibir una patada en el culo que me llevo de bruces a caer en la acera de la calle.
Empecé a caminar desolado por aquella calle que tantas veces había recorrido.
La veía y la sentía diferente.
Algo había cambiado.
Recordé como aquel primer día de secundaria la había recorrido con tanta alegría y ahora mis sentimientos giraban en una dirección totalmente opuesta.
Increíblemente ya oscurecía.
TODA, TODA la tarde le había llevado a Daniel divertirse conmigo.
Camine como si caminara en piloto automático.
Aunque no podía decirse que mi casa se encontrara tan lejos si me tomaba un buen tiempo llegar allá si no tomaba el camión.
Además al empezar a caminar afortunadamente mi mente me alcanzo para pensar en una ruta más discreta que la que usualmente tomaba.
Cuando llegue a una esquina donde había una tienda y la luz me daba alcance a distinguir mi lastimera figura.
Allí la imagen me reflejo la imagen de un pobre gordo al que ciertamente el short roto le colgaba a manera de faldón mal hecho.
EN aquella imagen se podía apreciar una camisa deportiva de un famoso equipo toda desaliñada, arrugada y llena de manchas de suciedad indescriptible.
Aquel gordo con lentes solo miraba su propia y deplorable imagen.
Aquel gordo del vidrio no podía compartir conmigo las punzadas que mi culo me propinaba a cada paso que daba como para hacerme recordar que no había sido un mal sueño o una mala pesadilla sino que cada punzada me recordaba la presencia de Daniel junto a mi por siempre.
Aquel pobre gordo no podría sentir como a cada paso sentía como un hilillo de desecho me salía del culo y se escurría por mis piernas o como con gran vergüenza al pasar por un grupo de chiquillos nuevamente mi cuerpo me traiciono y un sonoro pedo se me salió ante la burla de aquellos mocosos que se me quedaron viendo con descaro y riéndose de mi me señalaron como a un apestado.
Aquel reflejo no podría explicarte la gran vergüenza al llegar a concurrida avenida y al estar esperando junto con un par de señoras una de ellas se dirigió a mi solo para decirme:
-¡AY niño! A ver si te bañas pronto.
No seas tan cochino.
¡APESTAS!-mientras que con nariz arrugada jalaba a su compañera conminándola a poner distancia de mi persona.
Finalmente después de tanta desventura.
Llegue a mi tan anhelada casa.
Estaba a punto de entrar cuando la sangre se me helo.
¿Qué pasaría? ¿Que le podría decir a mi mama? ¿Como respondería a sus preguntas cuando me viera en tal estado? ¡¡¡Oh DIOS!!!
Saque la llave de mi bolsillo y con un terror inmenso abrí la puerta.
Aguce el oído para escuchar los pasos de mi mama o ver si alguien salía a mi encuentro.
NADA
SIMPLEMENTE NADA
O mejor dicho: NADIE
Para mi gran fortuna o para fortuna de Daniel.
No se.
Ese día mi madre había decidido ir a la iglesia a pedir por la salud de un familiar y mis hermanas la habían acompañado.
Aunque yo en ese momento no lo sabía.
Corrí.
Esta vez si corrí y me encerré en mi cuarto.
Así tal como estaba me avente a mi cama y aun sin saber que me encontraba solo LLORE.
LLORE como nunca.
O LLORE como siempre.
Como tantas veces había llorado.
Como todas y cada una de las tardes en que después de llegar de la escuela me encontraba finalmente arropado por la seguridad de mi cama y ahí el sentimiento me ganaba y simplemente podía LLORAR.
No se cuanto tiempo paso.
No se por cuanto tiempo me desahogue.
Ya un poco repuesto, me levante y me dirigí al baño.
Me desnude y me acerque al espejo.
Ahí.
Ahí pude mirar el resultado de su obra.
Ahí ante mi pude ver mi cuerpo castigado.
Mis senos estaban algo inflamados y enrojecidos.
Mis pezones me empezaron a arder o caí en la cuenta de cuanto me dolían y recordaba como me los habían estrujado, mordido, pellizcado.
Volviéndome, pude apreciar los tallones y raspones propinados por la mesa en mi espalda baja y…
Y si.
Mas abajo.
Pude ver claramente mis castigadas nalgas.
Como pude me acomode y tanto en mis nalgas como en mis piernas se apreciaban claramente los verdugones inflamados de aquel cinto que me había castigado.
Me metí a bañar y nuevamente me solté a llorar.
Me hice bolita en el suelo.
Deje que el agua corriera por mi cuerpo.
Deje que el agua se llevara y me dejara limpio.
Quería yo que el agua desvaneciera toda huella de lo que había pasado aquella tarde.
Mas el agua solo pasaba por mí externamente.
Mientras me encontraba allí hecho bolita mi cabeza, mi mente me traicionaba y me jugaba una mala pasada.
Allí hecho bolita una y otra vez las imágenes recurrentes de Daniel pasaban ante mis ojos nuevamente.
Una y otra vez podía sentir sus manos sobre mí.
Una y otra vez mi pelo era jalado para obligarme a hacer lo que a el se le vino en gana.
Lo peor de todo.
Una y otra vez la aquella imagen de su pubis en calzones me inundaba y me llenaba la visión.
Una y otra vez pude ver su verga frente a mi cara acercándose a mi boca inexorablemente y casi podía sentir que la volvía a abrir para recibirlo.
Una y otra vez los insultos de Martin me llenaban los oídos.
Una y otra vez todos y cada unos de aquellos nuevos olores inundaron mi nariz y mi lengua repasaba todos y cada uno de aquellos nuevos sabores.
Una y otra vez sentía como me habían abierto y usado mi cola rebotando en mis adoloridas nalgas.
Una y otra vez mi culo se abrió para recibir todas y cada una de las embestidas de las que fui objeto.
Una y otra vez sentí como se descargaban adentro de mi Daniel, Martin y… si hasta Don Goyo.
Una y otra vez mi cabeza se hundía en todas y cada una de las letrinas de la escuela.
¡Una y otra y otra vez!
Lo peor de todo no fue eso.
Lo peor de todo fue mi propia traición.
Me traicione a mi mismo pues mientras aquellas imágenes pasaban una y otra vez por mi mente.
Pude apreciar como sin quererlo mi pequeña pija reacciono.
SI.
La maldita pijita de la que se habían burlado diciéndome que parecía clítoris.
Aquella cosita se paraba erguida.
Trémulamente la tome entre mis dedos.
Trémulamente la abarque por completo.
Trémulamente empecé a subir y a bajar rodeado por la calidez de la ducha.
Trémulamente caí en el juego de darme placer mientras recordaba todo aquello.
Me odie a mi mismo.
Me odie porque mientras una parte de mi alma sufría y lloraba reviviendo aquellas vejaciones, justo cuando volvía a revivir aquellos cruentos momentos, justo cuando mis oídos se llenaban con aquellas palabras de injuria repetida, justo cuando mi corazón se volvía a romper en mil pedazos, justo en ese momento mi erección crecía proporcionalmente a las vejaciones sufridas.
Era como si yo mismo me castigara sintiendo placer mas y mas fuerte conforme esos recuerdos crecían y crecían y en el momento en que mas miserable me sentí, en el momento en que como en un punto focal los tormentos se concentraron … TODO, TODO mi cuerpo se estremeció y lanzando un profundo gemido eyacule disparando chorros y chorros de semen como si nunca antes lo hubiera hecho.
Fue como si mi propia verga se rebelara y quisiera sacar con aquel líquido todo aquello que se acumulaba en mi interior: la frustración, la ira, el coraje, las palabras calladas.
Sentí que mi propia verga lanzo litros y litros de semen.
Sentí que en cada descarga que me estremecía se me salía la vida como nunca y un extraño gozo me inundaba.
Todavía me quede un buen rato ahí.
De hecho creo que me hubiera quedado ahí de no ser porque unos sonoros toquidos a mi puerta me sacaron de mi ensueño.
Era mi padre que ya había llegado y me recordaba que no debía de desperdiciar tanta agua en la ducha.
Me levante con grandes trabajos y termine de bañarme.
Esta por demás decir que mi madre me recrimino por no haber llegado o llamado.
Por fortuna no se había enojado ni me habían castigado y su tono mejoro cuando mentí olímpicamente diciéndoles que me había caído y que se me había caído el dinero y había tenido que caminar hasta la casa.
Como prueba les mostré las palmas de mis manos y mis rodillas todas raspadas que eran prueba de mi supuesta caída.
También mentí diciéndoles que me había caído en un arroyo y que por eso me estaba bañando por las aguas pestilentes con las que me había ensopado.
Finalmente pude llegar a mi cama y dormir.
MI madre me había dado una pastilla que me hizo caer en el más profundo sueño.
Un sueño del cual ojala jamás hubiera despertado.
VIII
La mañana llego demasiado rápido.
Fue un abrir y cerrar de ojos en que la noche se convirtió en dia.
En un nuevo dia.
Cuando desperté pude apreciar el sol.
Era tarde ya.
El delicioso olor del desayuno que mi madre me preparaba me hizo acudir ansioso a la mesa.
Mi mama me atendió de maravillas y me dijo que no me preocupara porque ella ya había hablado a la escuela avizando que no iria lo cual me alivio sobremanera.
Regrese a mi cuarto.
Era como si nada hubiera pasado.
Era tan solo un mal momento.
Tal vez era solo una pesadilla.
Las horas pasaron entre viendo tele y me evadi de la realidad jugando mis juegos favoritos.
Entre pelea y pelea que no podía hacer en la realidad SASORI se imponía y ganaba.
Todo iba bien hasta que …
Pues nada.
Me dieron ganas de ir al baño y pues fui.
Llegue a la taza y me sente.
Cuando empeze a pujar y por consecuencia mi ano se abrió nuevamente.
¡¡¡¡UUUUuuuyyyyyyy!!!! ¡¡QUE DOLOR!! Mi culo me reclamaba la afrenta del dia anterior.
SI mi madre no hubiera estado en la casa juro que habría gritado del dolor que sentía.
Ayyyyy….
Ayyyyy… Ayyyy…-me quejaba yo lo mas quedito que podía mientras mis manos se aferraban a la toalla como si con ello aminorara el dolor.
Lo peor de todo no fue el dolor físico.
Lo peor de todo fue el abrir nuevamente la cloaca y como a mi mente volvia nuevamente aquel revuelo de imágenes implantadas para siempre en mi memoria.
Nuevamente las humillaciones salieron a flor de piel lastimándome nuevamente.
Como pude termine y sali notando como el papel quedaba ¨manchadito¨con algunos rastos de sangre.
Busque una pomada y me la aplique sintiéndome un poco mas aliviado.
Me acoste en mi cama y solloze nuevamente.
Me di cuenta de mi nueva situación y aunque no lo había pensado en ese momento pensaba en que pasaría cuando me presentara nuevamente a la escuela.
Por un lado, me di cuenta de que Daniel había ocultado todo asi que no creía que lo hiciera publico aunque también me daba muy mala espina Martin y sobre todo cuando recordé a Don Goyo pues solo pude sentir un escalofrio por mi espalda.
Me aterraba pensar que los demás se dieran cuenta.
Si asi ya era yo la bufa del todo el salón me preguntaba que podría pasar si encima se enteraran de todo lo que me había hecho Daniel.
Recorde lo que me dijo de Abel.
En fin, me la pase cavilando acerca de todo.
Asi pasaron las horas hasta que llego la tarde casi noche.
Yo había ignorado por completo todo lo relacionado a la escuela.
Pero mi madre antes de salir nuevamente a la iglesia me pregunto como me sentía y pues no pude mentirle y le dije que mejor a lo que ella me contesto que entonces me preparara para ir a la escuela al otro dia.
Me quede aterrado pero no pude encontrar excusa para decirle que no.
Me hize el remolon un buen rato y haciendo de tripas corazón tome mi mochila para acomodar mis cosas y sacar mi horario para ver que clases tendría al dia siguiente.
NO me preocupaba mucho ya que como era buen alumno pues estaba seguro que me pasarían la tarea y me pondría la corriente fácilmente.
EN fin.
Al ir por mi mochila lo primero que revise fue mi celular.
Se me había olvidado por completo.
Lo encendí pues estaba apagado desde ayer.
Cuando lo abri, me sorprendió tener un chingo de llamadas y mensajes de un numero desconocido.
EL mensaje se repetía incesantemente:
¡CHECA TU CORREO!
¡CHECA TU CORREO!
¡CHECA TU CORREO!
¡CHECA TU CORREO!
¡CHECA TU CORREO!
No me dio mala espina pues pensé que era alguno de mis compañeros que me mandaba decir algo importante de la tarea o trabajo.
En fin, accese mi compu y me meti a mi correo.
Tenia al igual que en mi celular un correo que se repetía y repetía llenando mi bandeja de entrada.
Abri el primero y ¡la sangre se me fue a los pies! ¡ME QUEDE HELADO Y SIN HABLA!
El correo se abrió y ante mi aparecieron en un gran despliegue una seria de fotografías mias.
No eran mucho pero eran las suficientes para que quien las viera pensara lo peor de mi.
Una de ellas me mostraba de espaldas caminando con la camisola volando y mis calzones exhibidos.
En otra se me veian claramente las nalgas en posición semi agachada asi como la otra a cuatro patas exhibiendo mi trasero.
La que mas me dolio fue una donde se veía mi cara con la boca abierta y una erecta verga frente a ella.
Se podía ver claramente mis facciones.
Y la ultima donde se me ve en el piso echado con el culo al aire mientras un cuerpo me esta tomando por atrás.
En ninguna de ellas se veía la cara de mis agresores.
En ninguna de ellas se me veía maniatado o coaccionado de ningún modo.
Por el contrario, en ellas se me veía claramente mi cuerpo y era fácil reconocer quien era YO.
ME quede como muerto.
¡NO PODIA CREERLO! Recorde la sentencia de Daniel: ¨Esta puta no se nos escapa.
¨
Acompañando aquellas imágenes se podía leer una sola línea:
COMUNICATE AL TELEFONO INMEDIATAMENTE
Solo tuve que ingresar al mensaje para de ahí comunicarme al numero desconocido.
-¿SI?-contesto la voz
-Yo ….
Yo….
llamo….
-¿Quién eres?
-Ca… Ca ….
Car….
Carlos-dije al fin.
-No conozco ningún Carlos-sin decir mas me colgó.
Estaba estupefacto.
¿Era otra broma? Apenas si trataba de pensar en que hacer cuando vi como en el correo me llegaba un nuevo correo el cual abri desesperadamente para leer con gran tristeza.
Lo pendejo no se te quita.
¿No recuerdas que ayer te bautizaron? ¿O quieres repetir la fiestecita? ¡VUELVE A MARCAR Y NO TE EQUIVOQUES!
Entendi.
Entendi perfectamente y como un autómata le obedeci sin chistar.
-¿Si?
-Bue…bue.
bueno…so….
so….
soy….
soy…-la palabra se me atoraba en la garganta.
NO quería salir.
No quera pronunciarla.
NO quería aceptarla hasta que…
-Soy KAARLA
-Jajajajajajajajajja- se escucho al otro lado de la línea.
-Hola Karlita.
¿Cómo estas?
-Bi….
Bi… bien.
-respondi.
-¿SI? ¿Entonces que paso pendeja?¿Porque no fuiste a la escuela hoy? Me dejaste esperándote Karlita.
Eso no se hace.
¿ENTIENDES?
-SSSSSssss….
ssiii… bueno… yo… es que.
es que… si… bue… bueno… es que….
Si estaba un poco… bueno… un poquito mal… pero….
Si….
-Te espero mañana sin falta ¿eh?-remato aquella conocida voz.
-Sssss….
ssssii.
siiiii.
Yo… mañana…
– Y espero que te pongas tu regalito ¿eh? ¿Ya lo viste?
Aquello si que me tomo por sorpresa.
NO había recordado nada al respecto.
¿Regalito?
-Na….
Naaa… noooo.
NO he visto-respondi como idiota.
-Pues te lo puse en tu mochila y si no quieres problemas mas vale que lo traigas puesto.
Te voy a estar esperando en la entrada.
¿SI?
-Sssss….
sss… sii Da….
Dan….
Si Dani….
SI Daniel.
Como… como… como tu digas.
-SI Karlita.
NO queremos que por descuido esas fotos tuyas las vean en la escuela.
¿No crees?
TRAGAME TIERRA pensé temblando de arriba abajo.
-¿Sabes? Hoy paso algo chistoso.
Alguien puso un video chistoso en youtube y TOOOODA la escuela se entero y se rieron como changos.
¿Tu crees? Pinche gente sin quehacer.
¡¡PUTA MADRE!! Aquella línea me dejo completamente perplejo que me quede sin habla.
-Asi que ya sabes GORDA.
Obedientita ¿eh?
Estupidamente solo asentí con la cabeza pues estaba completamente sin habla.
Mi cabeza daba vueltas.
De no haber estado sentado, creo que me hubiera caído redondito al suelo.
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