CARLOS-KARLA (EPILOGO)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mogwligdl.
Mi ánimo deshecho por todo lo que había pasado y la manera en que se habían desencadenado los acontecimientos de los últimos meses se reflejaba en todo mi cuerpo.
Una profunda tristeza me invadía.
Mis ojos se habían secado de tanto llorar.
Arrastrando mis pies con aquellas folclóricas chanclas me dirigí hacia mi antiguo refugio: mi cuarto que ya no me pertenecía.
Al entrar un acallado furor me invadió pues literalmente me dolían mis piernas de estar de pie y las plantas me ardían de estar trabajando todo el día tanto ayudando a Doña Licha en su negocio mas aparte tener la necesidad de llegar y hacer todo el quehacer de la casa como para encima de todo todavía tener que llegar y….
Apague mi mente.
Aleje mis pensamientos.
Total que más daba.
Todo estaba consumado.
Con gran trabajo me acerque y empecé a recoger toda la ropa tirada y sucia que el maldito de Daniel había dejado regada.
¡DIABLOS! De seguro tuvo partido y llego a cambiarse de la escuela para después volver a cambiarse.
Ahí en el suelo tuve que recoger sus dos calzones tirados porque el príncipe no era capaz de hacer nada.
Una a una tome las prendas y las junte con las camisas y los pantalones.
Desparramado también se encontraba su short y su camiseta deportiva las cuales junte y lleve a al canasto de la ropa sucia el cual debería de estar vacio al día siguiente que me tocaba lavar toda su porquería.
Me dirigí al cajón donde estaban mis pocas cosas.
Lo abrí.
Recorrí con la mirada las opciones y dude en escoger que ponerme.
Total nada me gustaba.
Nada era mío.
Nada me pertenecía tal y como mi vida se había perdido y ya no me pertenecía.
La verdad es que mi ¨nueva¨vida no me gustaba ni las opciones que tenía me gustaban pero como no podía escaparme a ellas tuve que apechugar y aceptarlas como tal.
Con desgano absoluto metí la mano y extendiéndole pude observar aquel ridículo calzoncito de tela de algodón.
Si esa pantaletita coqueta llena de estúpidas florecitas me cacheteaba en la cara demostrándome que del antiguo Carlos que vivió en esa casa ya no quedaba ni la sombra.
Carlos era tan solo un triste recuerdo y ahora Karla había nacido y tomado su lugar le gustara o no, lo aceptara o no.
Me dirigí al baño con mi suave y dulce pantaleta acompañada de aquel camisón que hacía las veces de pijama y que me cubrirían lo suficiente como para irme a dormir.
Aquellos dos aditamentos eran los únicos acompañantes en mi repertorio de ropa que me acompañaban últimamente.
Recuerdo claramente el primer día que me presentaron a Doña Licha y la cara que esta puso al verme enfundado en aquel gran camiseton.
SI, aunque ese día por precaución pude ponerme un diminuto short abajo la verdad parecía que llevara yo un vestido pues no se veía nada más debajo de mis piernas.
Días después Daniel me obligaría a usar únicamente los ridículos calzoncitos de tela afeminada que él me conseguía.
Tuve que contener mi enojo y mi gran humillación al escuchar a varios parroquianos hacer comentarios lascivos acerca de mi persona refiriéndose a mis rollizas piernas o a mi protuberante gran trasero.
Unos lascivamente, los más hacían referencias burlonas de mi obeso cuerpo.
Recuerdo claramente como un camionero bigotón le decía al otro:
-¿Te fijaste en ese culote? Yo si me lo chingaba.
Mientras decía semejante comentario se sobaba la verga irrespetuosamente por debajo de la mesa.
Puedo casi jurar que cuando le hice el servicio sentí sus manos deslizarse por debajo de mi camisón acariciándome y deslizando sus manos lo mas arriba que pudo subiendo y palpando mis rollizos muslos.
Por fortuna no perdí la compostura y me contuve en todos sentidos dejándole hacer a su antojo a pesar de la terrible verguenza que me invadia.
Discretamente con el rabillo del ojo trataba de enterarme si alguien mas era testigo de mi humillacion publica.
Eran esos y otros detalles los que me cagaban la madre al cumplir con mi nueva situación.
Sabia muy bien que si se la hacía de pedo Doña Licha me pondría en mi lugar y le daría el gane al parroquiano como ya me había pasado en aquel día que un cliente se había querido propasar conmigo y yo proteste y no me deje.
Dos días después el señor volvió y La Doña me obligo a empinarme en una mesa y ahí PUBLICAMENTE sin empacho alguno con la cara a reventar de vergüenza aquel maldito me alzo mi ¨falda¨ me bajo los calzones y se dedico a manosearme y a dedearme el culo enfrente de toda la audiencia que con gran algarabia presenciaba la escena y escuchaba la sarta de comentarios soeces con las cuales aquel bruto de quinta me hacia sentir el ser mas indefenso del mundo.
Tanto el como la viril muchedumbre se deleitaron con el inusual espectaculo quedando solo satisfechos hasta que después de haberme forzado a pedirle perdón y de gritar públicamente que yo era puto y de haberme obligado a ofrecerme publicamente para servirle en lo que a el se le antojara continuo dedeandome profundamente hasta hacerme gemir y hacerme ¨terminar¨ después del masaje de próstata prodigado.
Después Doña Licha en privado me regaño fuertemente advirtiéndome que aquel cabron era un judicial pesado así que…
Ya en el cuarto de baño acomode mi ajuar para ponérmelo al terminar de bañarme y avente con cierta furia la ropa en el cesto de basura.
Mi puntería fallo y algunas prendas cayeron adentro mientras que otras fueron a dar al suelo.
Me sentí estúpido pero como de todos modos nadie lo haría mas que yo, me acerque y arrodillándome empecé a levantar las diferentes prendas y a depositarlas en su lugar.
Me tuve que estirar un poco para tomar la ultima y al tomarla repare en ese gran detalle.
Ahí estaba.
Si, ahí en mis manos sostenía la trusa que Daniel usaba el día anterior.
La luz del baño le daba de lleno y aquel calzón sin percudir a fuerza de lo que mi madre me había enseñado al lavar la ropa me reflejaba lo excelso de mi trabajo con sus prendas intimas que quedaban más blancas que nuevas.
Mas lo que llamaba poderosamente mi atención no era la limpieza de la prenda sino…
Ahí, justo en medio, justo donde debía de ir su…, ahí ante mis ojos se exhibía un parte semi-amarillenta coronando en medio una mancha de orina.
¡Es increíble! Daniel me usa casi diario.
Daniel me hace servirle en todo momento.
Daniel es un semental incansable y de ello puede dar buena cuenta mi adolorido y casi siempre rozado culito.
Daniel me monta como yegua casi diario.
Y aun así.
¡Aun así! Aquella mancha amarillezca me desafiaba cara a cara mostrando como mi macho chorreaba los calzones de semen.
Aun así Daniel derramaba su leche dejándola en sus calzones.
Seguramente viéndole las nalgas a alguna vieja a Daniel se le había antojado tanto que se le había parado y había dejado escapar alguna o algunas gotas de calentura en su ropa intima.
Ahí esa mancha me desafiaba recordándome la virilidad insaciable de mi macho.
¿Existe afrenta mayor? Estar 100% a su servicio y aun así no tenerlo contento y satisfecho.
Aquella gota me cacheteaba en la ínfima cantidad de orgullo que me quedaba.
Hincado, semi-tirado, en el baño de mi casa contemplaba aquel calzón que me inquietaba tanto.
Lentamente.
Como si de un gran tesoro se tratase lo sostuve con ambas manos y….
Y lo lleve hacia mi cara donde lo repegue lo más profundo que pude a mi nariz y como un loco poseso primero despacio tratando de elongar el momento lo más posible y poco a poco en un arranque incontrolado aspire, si, aspire, respire y recontra aspire aquel pedazo de tela que me seducía con la esencia de mi verdugo.
-¡¡¡¡¡OHHH!!!!! ¡¡¡OH DIOS!!! ¡¡¡SIIIII!!!
Aquel aroma entraba por mis fosas nasales inundándome de lujuria como si de una poderosa droga se tratara.
Solo es escuchaba en aquel baño el sonido que hacia mi nariz al esnifar el sucio aroma de sus calzones.
Recordaba yo aquel día.
Aquella primera vez cuando en el baño Daniel me había restregado su verga y sus huevos en mi cara.
Recordé como durante toda la hora de clase el aroma de sus peludos huevos lo podía yo sentir en mi cara mientras aquel amargo y salado sabor inundaba mis papilas y como trataba yo de enjuagar mi boca con mi escasa saliva en un vano intento de desaparecerlo pero que al hacerlo era casi como si catara sus efluvios y mezclándose aquella potente combinación alterara mis sentidos para siempre.
¿Cómo explicar lo inexplicable? ¿Cómo decirte que ese aroma se mezclaba en mi sangre y corría por mis venas? ¡¡¡UFF!!! Me volvía loco.
Sentí un fuerte calor recorrer mi cuerpo.
No pude dejar de percibir como mi pequeño chilito como el ¨cariñosamente¨ lo llamaba se erguía duramente atrapado en mi diminuto calzoncito de dama que lo atrapaba sin dejarle escapatoria.
A falta del típico agujero de una trusa de hombre aquel calzón tan femenino se imponía castrándome y de manera cruel castigaba mi escaza hombría sometiendo mi pirrin a una pequeñísima cárcel y lo doblegaba a no mostrarse en su esplendor y a someterse doblándose hacia adentro de mi ser forzándolo a esconderse entre mis piernas causándome un extraño pero delicioso dolorcito que me hacia desfallecer en ese momento.
¡¡SNIFF!! ¡¡SNIFF!! ¡¡SNIF!! ¡¡SNIFF!! ¡¡SNIFF!! ¡¡SNIF!!
Tal vez si alguien hubiera presenciado aquel triste momento, hubiera pensado por mi manera de oler semejante objeto que este contenía coca pulverizada y me hubiera visto como un pobre adicto buscando su ración con desesperación infinita.
Y tal vez esa seria la mejor manera de explicarlo.
Al robarme Daniel mi vida, se había colado no solo en ella sino dentro de mi ser.
Aquellas frases románticas y huecas que antes no entendía cobraban para mí un nuevo significado.
Entregarte para ser de alguien se convertía literalmente en un hecho sin retorno cuando Daniel había tomado posesión de mi cuerpo y yo involuntariamente me había ENTREGADO a el dejándolo apoderarse de mi.
Mi pene reclamaba mi atención.
En ese momento era yo objeto de un masivo ataque de lujuria como nunca antes lo había tenido.
Si hubiera sido otro, el antiguo Carlos en ese momento hubiera llevado mi mano y me hubiera dado satisfacción infinita y me hubiera abandonado al gozo mas sincero del que era capaz pero….
Pero Daniel me controlaba por completo.
Ni siquiera podía yo pertenecerme a mi mismo.
Daniel me había prohibido tocarme.
Yo le pertenecía por completo.
Daniel llevaba un acucioso calendario y solo ante el y en diferentes formas me permitía darme placer y correrme solo cuando el me lo autorizaba.
Debo confesar que si me toque.
Debo confesar que no me pude reprimir.
Debo confesar que por un escaso segundo mi mano acaricio mi diminuto pito y lo alcancé apenas a rozar y ese simple y sencillo roce descargo mil voltios por todo mi ser.
Afortunadamente recapacite a tiempo al sentir la suave y delicada tela de mi calzón completamente húmeda pues era tanta mi ansia que lubrique y como vil puta moje mis calzones tan solo con la erección que en ese momento presentaba.
Sentí ese trastornante calor recorrer mi espalda y al verme privado del poder darme placer de esa manera tontamente empecé a chupar con desesperación aquella sucia y amarillenta mancha.
¡Que se puede esperar de un frustrado GORDO hambriento! Lamí.
Lamí.
Moje el calzón.
Pase mi lengua una y otra vez tratando de olvidar lo que sentía en mi pene.
Al desprender pequeños sorbos de la tela mojada podía deleitar mi paladar con aquella sucia y rara mezcla de orines con semen seco añejado al calor de su entrepierna.
Tratando de sustituir el goce de tocarme por el insustituible gozo de comer.
No pudiéndolo hacer de otra manera.
Me comí a Daniel de esa manera.
Me comí su esencia.
Atrape con mi lengua sus despojos.
Jamás se enteraría.
Jamás lo sabría.
Jamás vería a su GORDA PUTA comiendo el semen de sus calzones sucios.
Los calzones volvieron a caer en el cesto de la ropa sucia.
Húmedos pero igual o más limpios que si hubieran salido de una lavadora de ropa.
Las frías gotas resbalaron por mi recién lampiño cuerpo.
Si.
Otro de los caprichos en los que me veía forzado a complacer a Daniel era el de mantener mi cuerpo lo mas¨lindo¨ posible razón por la cual mis hermanas me habían asistido en depilar mi cuerpo totalmente.
Recuerdo el humillante día en que mi hermana extendía la crema por mis expuestos genitales y no cejo sino hasta dejarme totalmente liso.
Aquel evento fue igual de castrante como si me hubiera removido mis partes.
Recuerdo aquella sensación al verme de esa manera frente al espejo y apreciar mi nueva imagen.
Perdí algo.
Me sentí ridiculizado y minimizado en mi virilidad.
En una palabra EXPUESTO.
Tal como decía, a pesar de haberme bañado, cosa rara, con agua fría casi helada, aquel sentimiento interno permanecía dentro de mí.
Esa calentura que llevaba por dentro no cejaba.
Era una especie de desesperación interna que me agobiaba.
Ciertamente me había apurado a ¨chupar¨ el calzón de mi señor cuando escuche aquellas voces inconfundibles que me sacaron de mi trance.
Con profundo e incomprensible dolor debo de admitir que Daniel me había desplazado y había ocupado mi lugar.
Con profunda rabia recuerdo el día que mi papa se dirigió a él llamándole ¨mijo¨.
En cambio, a mi me había retirado el habla por completo.
SI acaso tenía que disponer de algo hacia mi solo se dirigía a mi madre para mandar o decir cosas que tuviera que hacer.
Yo deje de existir para él desde ese aciago día.
No puedo mas que comprenderlo.
Entiendo muy bien el mal rato que le hice pasar y me imagino la gran humillación que como padre sintió el día que el director lo mando llamar junto con mi madre para expulsarme de la escuela.
SI.
No era conveniente para la escuela que un mugroso chiquillo de segundo año anduviera mamando verga en los baños.
Carezco de las palabras necesarias para describir aquel momento pero jamás mientras viva olvidare su cara, su expresión coronada por el llanto de mi madre.
Debo admitir que el director se porto a la altura de la situación y tuvo gran delicadeza en enunciar la situación evitando vocabulario denigrante.
Con plena certeza explico concluyentemente como el prefecto me había encontrado con… con… bueno si, con la verga en la boca.
También y según su investigación se baso en supuestos testimonios de mas compañeros quienes me hundieron señalándome viciosamente y reiterando que era una práctica común.
Algunos aseveraron que yo recibía dinero al respecto.
Otros que yo lo hacía por ¨deporte¨ y que los enviciaba e invitaba a participar.
Lo peor de todo fue que el chiquillo en cuestión era de primer año así que quede como una puta pedófila.
Nadie me lo ha confirmado pero estoy seguro que TODO fue planeado por Daniel porque a nadie mas le había yo mamado nada y ese día Daniel me obligo a mamársela al pequeñín diciéndome que era su cumpleaños y era su regalo de ?estreno?.
Yo trate de reusarme pero Daniel me convenció fácilmente con sus pendejas amenazas.
Daniel me obligo incluso a esperar hincado ahí mismo donde me había amarrado dejándome expuesto en calzones unas semanas antes.
Esta vez fue más lejos y me obligo a hincarme y a bajarme los calzoncillos, bueno, la pantaleta que me obligaba a usar asegurándose de que yo no pudiera levantarme y huir de ahí.
El me había prometido que ¨cuidaría rancho¨ pero estoy seguro que me traiciono y me tendió la más sucia trampa.
Ya sabrás como me sentí cuando al oír pasos solo escuche un:
-¡¡A CABRON!! ¿Que CHINGADOS es esto?
Al voltear todavía con el pito del morrito en mi boca solo pude ver aquella cara estupefacta del prefecto viéndome con sumo asco y desprecio.
Si, el mismo asco y desprecio que sintió mi padre cuando tuvimos que atravesar la escuela mientras TODOS se asomaban por las ventanas riéndose, gritándome y además señalándome entre gritos diversos:
-JAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJA-se escuchaba las obscenas carcajadas de decenas de chiquillos que tronaban en mis oídos.
-Pinche Gorda Puta
-Puta…puta….
puta…
-¡¡¡Maaaaaaaaammmmmmmoooooooonnnnnnnnn!!!-coreaba otro grupo al unísono.
Me vi en el espejo del baño y en ese momento repare en mi cuerpo.
No me había fijado pero voltee a ver el camisón que me cubría o mejor dicho que apenas me cubría.
?Alguien? lo había recortado torpemente.
Creo que lo hicieron con tijeras.
Las hilachas de una bastilla sin hacer hacían que la tela se desgarrara en pedazos dejando cada vez más al descubierto un área más y más comprometedora de mis rollizos muslos subiendo peligrosamente y apenas si me alcanzaba a tapar mis partes pudendas.
Se me lleno la cara de vergüenza pero no podía quedarme ahí para siempre así que tomando valor abrí la puerta.
¡¡PUTA MADRE!!
Ahí enfrente de mí.
Ahí, como si le hubiera invocado erróneamente.
Ahí bloqueándome el camino sin lugar en donde poder eludirlo o esconderme para que no me viera.
¡Ahí estaba mi PADRE! Si, Don Robert me franqueaba el paso.
Me quede ¡¡FRIO, PARALIZADO, HELADO!!
MI calentura interno se convirtió en el mas frio paramo que pudiera sentir sobre todo cuando repare en su fría y dura mirada hacia mi persona.
EL me vio fijamente a los ojos y en ellos solo pude percibir un profundo vacio donde me fue imposible reconocerme.
Lentamente bajo su mirada observando mientras recorría cada centímetro de mi cuerpo.
¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!
¡DIOS!
¡¡QUE VERGÜENZA!!
Justo cuando había reparado en mi desnudez forzada por aquella ropa.
Justo cuando había caído en la cuenta del juego de Daniel que me obligaba a aputarme cada vez mas.
Justo cuando me sentí mas vulnerable tocando, lamiendo, chupando, devorando su simiente directamente de sus usados calzones.
Justo cuando me sentía la criatura mas desdichada de mi vida.
Justo en ese momento su mirada me lo confirmaba.
Hubiera preferido una y mil veces que me llamara PUTA.
Hubiera soportado con alegría una zurra con cinturón hasta dejarme las nalgas sangrando.
Me hubiera dejado golpear y que ese GRAN hombre me matara a golpes pero si algo no podía soportar era su silencio de desprecio absoluto.
Sin dejar de verme mis expuestas piernas.
El solo se hizo a un lado dejándome pasar.
Y así lo hice sintiéndome el mas desventurado ser que habita este planeta.
Me sentía mal.
Me sentía basura.
Me sentía el ser más pequeño y despreciable.
Con esa carga de emociones llegue a mi tálamo solo para….
Si, solo para encontrarme con él.
Ahí, en mi propia cama.
Echado cuan largo era.
Ahí estaba el.
Ahí estaba el causante de mis desgracias.
Ahí dormía plácidamente seguro que de cansado de haber jugado el partido de futbol que le tocaba ese día.
Me acerque y lo observe.
Allí yacía ese ser cruento que se había convertido en el creador de mi desdicha.
Ahí, ahí estaba.
Ahí yacía.
Por un momento la furia me invadió.
Por un momento quise abalanzarme sobre él y destrozarle.
Por un momento mis puños se cerraron y me recordaron que yo había nacido varón y que era mi derecho reclamar lo que me pertenecía pero….
Pero al acercarme.
Al verlo más de cerca.
Me quede embelesado.
Ahí estaba el.
Ahí estaba ese HERMOSO cuerpo.
Ahí y sin siquiera desear hacerlo Daniel me dominaba con tan solo su presencia.
Mis ojos lo vieron y lo recorrieron de abajo a arriba.
Empecé viendo sus delicados pies y como la fina piel contrastaba con la escasa luz que al parecer los acariciaba.
Subí lentamente admirando sus hermosas y bien formadas piernas.
Como siempre dije desde aquel día en que le vi ante mí por primera vez, desde aquel aciago martes que se había mostrado ante mí sin estar cubierto por la tela de un pantalón, desde ese día sus extraordinarias piernas me habían atrapado.
Y no porque me hubiesen sujetado físicamente como lo hizo esa tarde sino porque habían penetrado en mi mente.
Si, debo de admitir que solo su presencia me disminuye.
¡¡UFFF!! Si pudiera describir este sentimiento interno que me provocan sus hermosas piernas y muslos.
Simplemente son eso.
Son hermosas.
Son ¡PERFECTAS! ¡FUERTES! ¡VARONILES! Son totalmente lo opuesto a las piernas regordetas, fofas, gelatinosas, lampiñas y de niño que yo me cargo.
Me embelesa ver cómo fueron torneadas por el mismo dios y como día a día a base de correr y jugar futbol han tomado su máximo esplendor.
Esos muslos tienen la proporción perfecta empezando en la rodilla y ensanchándose lujuriosamente poco a poco hasta convertirse en dos portentosas masas recortadas por su pubis.
El color.
¡Mmmmmm! Ese hermoso y ardiente color moreno perfecto y sobre todo ese suave vello que las cubre y no lampiñas como mis adefesios.
Estoy ahí.
Estoy viéndole.
Y al hacerlo caigo en la cuenta y dándome una gran bofetada interna me doy cuenta de que….
SI, así es.
Muy en contra mío pero si, es cierto.
Daniel me gusta.
Daniel me excita.
Daniel me hace sentir cosas que nadie más me ha hecho sentir.
Daniel me envuelve con su aroma.
Daniel me domina a más no poder.
Así pasen 100 años Daniel seguirá dentro de mí.
Dentro de mí ser.
Dentro de mis pensamientos.
Ciertamente Daniel se ha convertido en mi DUEÑO, en mi AMO, en mi SEÑOR.
¿Qué puedo hacer? ¿Sera posible rebelarme? ¿Sera posible escapar a su embrujo? ¿Podre hacerlo algún día?
Sigo ahí observándole.
Observo su cuerpo delineado y proporcionado.
Insisto.
Es totalmente opuesto a mí.
Ese TORSO que se antoja delgado pero que cuando te toca, cuando te abraza, cuando te toma te hace sentir la fuerza descomunal y salvaje de un toro en brama.
Esos brazos que parecen tenazas de hierro y que te envuelven sin darte oportunidad de escapar como aquella vez que me aprisiono a la pared en la escuela.
Si ahí está frente a mí.
Le estoy viendo y lo peor de todo estoy gozando mientras le veo.
Mientras le veo mi cuerpo me traiciona.
AL igual que hace unos instantes cuando descubrí su prenda intima y cuando aspire su aroma mi cuerpo me traiciona.
¿O acaso no? ¿Acaso mi cuerpo es más sabio que ni yo mismo? ¿Acaso solo mi cuerpo se entrega sin mas ni mas a la verdad absoluta? SI.
Me odio a mi mismo pero es cierto.
Ahí, viéndole.
MI cuerpo reacciona y vuelvo a empezar a sentir dentro de mí ese calorcillo que va subiendo desde mi pubis.
LEN-TA-MEN-TE sube.
Sube por todo mi cuerpo.
Sube por mi frente y se expande en mi pecho envolviéndome por completo.
Y lo que es peor, aquí, ahorita, viéndole ese calorcillo se deposita en mi pecho haciendo que mi corazón lata más de prisa.
Empiezo a sentir ahí con su mera presencia como me arrebata.
Siento como mi corazón se acelera y ese aroma.
Si, el aroma que aspire hace unos instantes hace mella en mi cuerpo y mi cerebro me hace volver a sentirlo, volver a olerlo.
Mis fosas nasales como si de una poderosa droga se tratara me piden, me exigen ese olor de macho, de MI macho.
¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!! Me enojo conmigo mismo.
Me rebelo ante lo que siento.
Me desespero al darme cuenta de mi sentimiento interno.
Más aun sigo ahí.
Sigo viéndole.
Sigo gozándole.
Sigo admirando su belleza.
Quedo atrapado al ver sus ojos cerrados y esa visión angelical de un niño dormido me inunda.
Se ve tan…tan… ¿hermoso? ¿Angelical? ¿Podría decir INOCENTE? Nada que ver con el energúmeno que conozco.
Nada que ver con el adolescente vulgar y soez que me domina todos los días y que me exige y que me grita y que me golpea y que me viola sin yo quererlo.
Ese cuerpo que yace ante mi presencia es un ser que desconozco pero que ejerce un magnetismo incomprensible para mí.
Exactamente, incomprensible es la palabra como incomprensibles son mis actos al reaccionar ante aquella visión.
Volteo hacia el espejo que me devuelve mi imagen.
SI, me queda perfecto.
Me volteo a ver y verifico desde cada ángulo como me queda.
Si, este baby-doll negro que me robe me asienta perfectamente.
Me acomodo de frente y coquetamente amarro el listón que viene al frente.
Me vuelvo a ver y… muy pero muy femeninamente como lo he visto a mis hermanas hacer acomodo mis….
Si… acomodo mis pechos turgentes y deseosos de ser atendidos.
El sosten entrenador que tome ¨prestado¨ de la caja de cosas viejas hace un juego perfecto con el bikini de algodón negro de corte francés.
Vuelvo a admirarme.
Confirmo nuevamente mi imagen feminizada.
Daniel quería una puta.
Daniel siempre me llama puta.
AL verme al espejo confirmo que efectivamente me veo y me siento como puta como una gran puta deseosa de verga.
Más bien una puta deseosa de SU verga.
Nuevamente estoy ante él.
Ahí está el objeto de mi deseo en su más profundo sueño.
Quisiera no despertarlo para no romper ese halo de inocencia que le rodea pero no puedo.
MI necesidad, Mi arrechura, Mi calentura puede mas.
Como si mi cuerpo no me perteneciera reacciona.
Me acerco lentamente y de rodillas en la cama acerco mi cara a sus pies.
Esos pies que me han pateado.
Esos pies que me han humillado.
Esos pies que… si los pies de mi dueño.
Los pies de mi Daniel.
Me acerco a ellos y simplemente cierro los ojos para aspirar su aroma.
Así, sin atreverme a tocarlos aspiro.
Aspiro su aroma y siento como me inunda.
Subo lentamente hasta dónde puedo y sigo oliendo.
Me siento una perra en celo oliendo a su macho pero ese olor irresistible me provoca a hacerlo y no me importa parecer una hembra en celo sin con eso logro mi objetivo.
Sigo aspirando hasta casi llegar a la media pierna.
Me bajo y….
ahí a su lado paso delicadamente la yema de mis dedos por su cuerpo.
Empezando en su empeine del lado que me queda más cerca.
Esta vez sí le toco.
Le todo delicadamente.
El contacto con su piel me electriza.
Un latigazo de electricidad me recorre cuando percibo su suave calor.
Me llama poderosamente la atención la textura de su piel contrastando con la dureza de su rodilla por ejemplo.
Subo y dejo descansar mi mano en sus fuertes y duros muslos.
Me dejo llevar y masajeo su muslo interno llegando incluso a moverle un poco.
Dejo que mi mano suba y… con únicamente la puntita de mis dedos empiezo a palpar esa área donde la tela de su calzón cuelga delicadamente así como… así como sus huevitos.
¡SSSSSSSssssssssssiiiiiiiiiiii!
Los puedo sentir.
Puedo sentir esa parte de su ser tan delicada.
Puedo sentir como sus testículos descansan en su lugar y los tomos con mis dedos jugando delicadamente con ellos.
MMmmmmmmm-gime delicadamente Daniel aprobando desde su sueño mi reclamo.
Sigue dormido lo cual me agrada al verle aun así a pesar de mis caricias e intento de seducción.
Si quisiera que despertara pero no ahorita.
Ahorita es mi momento.
Ahorita soy yo.
Ahorita es un momento íntimo mío con su cuerpo nada más.
Sin embargo lo veo reaccionar y veo claramente con gran satisfacción como ahí, en medio, su pene al contacto y como resultado del juego que hago con mis dedos, su pene empieza como siempre a reaccionar.
Lo hace lenta pero decididamente.
Lo sé.
MI semental siempre está listo.
Puedo ver claramente como aquella punta que conozco tan bien se proyecta luchando con la tela del calzón tratando de escapar y mostrarse espléndidamente ante mí.
Tal vez sea tonto pero siento una especie de orgullo el saber que es por mi causa que aquella verga está tomando forma.
Me reclino en la cama.
Mis caricias se hacen más cachondas pues alterno el jugar con su bolsita y empiezo a sentir su fierro dispuesto a la pelea sin dejar de atender sus bellas y hermosas piernas mientras que aprovechando mi posición paso mis cachetes delicadamente por su torso sintiendo la dureza de su varonil abdomen.
Reparo en su pezones y recuerdo como él se abalanza sobre los míos haciéndome llegar al cielo cada vez que lo hace así que imitándole pero como si de un gatito se tratase primero saco tímidamente mi lengua para únicamente con la mera puntita casi casi rozar ese pequeño botón obscuro que sobresale.
Lo mojo.
Y después de cierto número de lengüetadas me atrevo finalmente a apresarlo delicadamente con mis labios sintiendo como cambia y sintiendo como se pone algo durito.
Después de repetir la misma operación del otro lado sigo en lo mío.
Sigo besando ese pecho del que salen tantas maldades como redimiéndole de sus pecados hacia mí.
SI, le perdono.
Le perdono con tal de que me permita sentirlo así.
Sentirlo cerca de mí.
Sentirlo dispuesto hacia mí.
Le perdono eso y más.
Le perdono todas sus vejaciones si tan solo me dedica un segundo de su vida.
Le perdono si tan solo siento que le importo aunque su manera de demostrármelo sea diabólica y vandálica.
Nadie jamás me había vuelto a ver.
Nadie jamás me había tomado en cuenta.
Nadie jamás había expresado interés en mi ser en mi cuerpo.
A nadie le gusto.
El gordo fofo, el gordo chichón, el gordo nalgón jamás fue objeto de deseo hasta que llego él a mi vida.
Tal vez sea que no sabe decírmelo pero cuando me toca.
Cuando él me toma, el me hace sentir que no hay nadie a quien pueda gustarle yo mas.
De esa forma se ha ganado mi perdón y si.
Se ha ganado que yo le pertenezca para siempre.
Bajo, bajo del pecho acariciando, sintiendo y queriendo aprisionar y grabar ese momento para siempre en mi mente.
Lego por fin al centro de su ser.
Aspiro nuevamente y la delicada tela me devuelve el olor de esa ropa limpia y del aromatizante que yo mismo agrego cuando lavo su ropa.
Vuelvo a aspirar pero esta vez, mi nariz se pone lista y percibo mas allá del olor superficial de limpieza, percibo SU aroma.
Ese aroma que me ha embriagado.
Ese aroma que al principio me disgustaba por la forma en que su dueño me había tomado y me había marcado para toda la vida.
Ese aroma de hombre.
Ese aroma de genitales.
Ese aroma impregnado de su feromona que me hace desearlo tanto.
Al mismo tiempo siento la calidez, que decir calidez, siento el fuerte calor de su miembro listo para la batalla.
Siento como emana efluvios de lujuria su verga bien parada pidiéndome que le atienda.
Estaba tan ensimismado en mi faena que…
Repentinamente siento.
Siento una mano deslizándose por la parte de atrás de mi muslo.
Mejor dicho.
Siento una cálida y suave mano deslizarse por la parte de atrás de mi rodilla subiendo delicadamente, acariciándome y despertándome aun mas mi sentimiento de lujuria intensa hasta llegar lo más arriba que podía pues ya no podía subir más al terminar mis muslos cosa que no le inmuto pues siguiendo la línea natural del cuerpo se poso en mis sentaderas o mejor dicho en mi sentadera izquierda y abriendo sus dedos la abarco por completo apresándola y apretándola al cerrarse sacando de lo más profundo de mi garganta un suave gemido como respuesta.
Temí lo peor.
Temí su reacción.
Temí que mi sueño se hubiera terminado.
Temí que como siempre se levantara y a punta de patadas me pusiera en mi lugar por no saber o por no adivinar lo que él quería.
Gire mi cara para voltear a verlo y atenerme a las consecuencias mas esta vez me había equivocado.
Volteo a verlo y su imagen me cautiva.
Ahí está mi señor.
Ahí está Daniel Ahí está MI DANIEL.
Mas esta vez su cara no es de enojo.
Su cara no es de agravio.
Esta vez volteo a ver y ese ser angelical que minutos antes había yo acariciado con mis ojos me devuelve la imagen de un ser casi divino.
¡Esa cara! ¡Esa mirada! Jamás podre olvidar esa imagen embelesada.
Daniel me veía y me veía con una gran cara de satisfacción.
Me veía invitante a seguir atendiéndole y lo más importante: Me veía con una cara de complicidad como la de un niño travieso que se confabula con su expresión dando a entender lo malicioso de la acción pero previendo la gran satisfacción de la acción cometida.
Con tan solo mirarme comprendí inmediatamente su anuencia y dentro de mi solo nació el sentimiento de satisfacerle a más no poder.
¡Si! Daria lo que fuera.
Haría lo que fuera necesario para que ese día en aquel momento mi señor quedara satisfecho.
En ese momento no me importaba nada.
No me importaba ser el gordo.
No me importaba ser el puto.
No me importaban las burlas.
Con gusto volvería a sufrir todo absolutamente todo lo que había vivido si desembocara en aquel mágico momento que me hacía sentir sublimado y totalmente feliz.
Daniel se recostó nuevamente y acomodándose como si de todo un pacha se tratara campechanamente me obsequio su cuerpo para que yo me satisfaciera así que seguí.
Bese con reverencia cada milímetro de su piel mientras mis manos le acariciaban.
A ratos tomaba y empuñaba esa verga para que no se bajara de su posición.
A ratos metía mis dedos traviesamente por debajo para tocar, acariciar, reverenciar sus hermoso y colgantes tanates.
Lo hacía bien y creo que aquellas caricias le gustaban sobre manera pues cuando lo hacía percibía como cambiaba de respiración y como su pelvis se me proyectaba de tal manera que me pedía, me suplicaba con su cuerpo que le siguiera haciendo aquello.
A sugerencia suya, me monte sobre él y entonces empecé a hacer algo que jamás había pasado por mi mente.
SU cuerpo, al estar ahí encima yo de él, su cuerpo me enloquecía.
EL baby-doll lo soltó el y dejándome semi-descubierto acaricie todo su cuerpo frotando mi cuerpo con el suyo.
Primero empecé con mi cara y deje que mi cuerpo siguiera aquella inercia por lo cual mis pechos mis chiches pasaban y rozaban su cuerpo.
Empecé en su torso y baje delicadamente hasta sus pies.
Lo hice totalmente sin dejar ni un milímetro desatendido.
Mi panza y mis lonjas fueron las que de regreso como si de un masaje total se tratara cubrían sus piernas, sus muslos, su obligo, su pecho provocando que Daniel me dijera:
-Siiii….
mffff…si… ¡Qué rico! …¡sigue!
Y así seguía yo.
Así le obedecía.
NO fue una sola vez sino varias veces que absorto ya en el sueño febril que vivíamos repetí y repetí todas las caricias alternando todas y cada una de ellas queriendo hacerlo reventar de placer.
Ni que decir cuando con su mirada ya vidriada de deseo Daniel me dejo que metiendo las manos por dentro de su prenda íntima le despojara yo de ella quedando ante mi vista en pleno esplendor y finalmente liberada de su cautiverio su maravillosa verga para que yo la admirara por completo.
Mi reacción fue enfermiza.
Como gatito juguetón me coloque al final de la cama y subí a ella sin dejar de mirar el objeto de mi febril deseo.
Daniel observaba atento cada uno de mis movimientos incrementando su lujuria al sentirse deseado como nunca.
Me fui acercando lentamente y justo al pasar sus rodillas acerque mi cara para husmearle como perro o mejor dicho como perra en celo intoxicándome con su aroma.
Delicadamente me seguí desplazándome alternando una pierna y luego la otra.
Al llegar a medio muslo incremente mis olidas con suaves lametoncitos que le hicieron respingar ante la sorpresa para luego al estar casi llegando al lugar de mis ensueños agregar la caricia de mis gordos cachetes en sus alterados muslos internos.
Cuando lo toque con mi cara, se le escapo un profundo pero autentico gemido de excitación total así que en respuesta hundí mi cabeza en medio y deslice mis cabellos entre sus huevos provocándole un éxtasis que jamás se había imaginado.
-¡AY CABRON!-le escuche exclamar con una voz irreconocible.
Es ridículo pensar pero cuando lo vi y le escuche reaccionar de esa manera no pude menos que sentirme satisfecho al saber que era YO quien le causaba aquel sentimiento de deseo.
Reaccione bajándome lo más que pude y metiendo mi nariz entre sus aguadas bolsas.
Aspire aquella esencia embriagadora y de igual manera deslice la puntita de mi lengua prodigando una agradable y sutil caricia sobre la fina piel de sus rebosantes huevos.
Una y otra vez lamí y lamí escuchando como su respiración cambiaba y se acompasaba al compas de mis lamidas.
Abrí mi boca y abarcando toda su anatomía deje que aquella glándula se deslizara hacia mi boca y deje que se depositara por completo dentro de mi boca.
Lo deje ahí.
Por unos instantes simplemente no hice nada mas que acunarlo tiernamente haciéndole sentir el cariño de mi boca para luego con avidez inusual cerrar tiernamente mis labios dejándolo que se deslizara una y otra vez dentro y afuera mientras su dueño daba pequeños saltitos cada vez que mis caricias le acometían.
Una y otra vez lo hice volviéndole loco.
Una y otra vez alterne cada lado escuchando como sus leves gemidos se convertían en bestiales gruñidos que clamaban por paz.
Una paz que no estaba dispuesto a darle en ese momento ya que todavía me faltaba mucho.
Le tenía tan embelesado que mientras yo mamaba laaargamente sus huevos él se me entregaba abriéndose de piernas por completo por lo cual algo inusitado paso y es que al estar yo tratando de comerme literalmente sus huevitos un peculiar y más profundo olor llamo mi atención.
Su ingle.
Si ese espacio, ese pliegue cerrado arribita de sus gruesos testículos se abrió liberando un profundo pero seductor aroma que llamo poderosamente mi atención.
NO le pude ignorar así que acerque mi nariz y olí nuevamente esa esencia que me enloquecía.
Como respuesta, mi cuerpo descontrolado me hizo enterrar mi nariz ahí olisqueando y lamiendo intensamente al mismo tiempo que sentía como Daniel embargado de lujuria total tomaba mi cabello y lo estrujaba entre sus dedos propiciándome un delicioso dolor de pasión total.
Por un buen rato no hice mas que dedicarme a dejar concienzudamente limpia esa recién descubierta área de su cuerpo, de ese cuerpo recién descubierto por mi y que se me entregaba a propiciarme tal nivel de placer.
Debo confesar que me encontraba fuera de mí.
No sé.
NO puedo explicarlo.
En ese momento mis hormonas o lo que fuera tomaron el control.
Ese calor que sentía por dentro no hacia mas que aumentar conforme estaba yo dedicado a conquistar a Daniel.
Nada me importaba.
Solo lo deseaba y deseaba más.
Deseaba sentirlo.
Deseaba satisfacerlo.
Deseaba conquistarlo a como diera lugar y volverlo loco tan loco como él me había vuelto.
Deseaba que se embriagara de mi y que jamás me olvidara y que me usara por siempre.
Eso es lo que deseaba totalmente en ese loco momento.
-Yaaaaaa….
Yaaaaaa… Charly….
Ya porfa…-escuchaba yo decir a Daniel con voz ahogada por el placer prodigado.
Sentí una especie de satisfacción de que El, mi gran verdugo, me estuviera suplicando de aquella manera.
¿Ya qué? ¿Qué quería? ¿Quería que lo dejara? ¿Así? ¿Antes de siquiera haber empezado?
Como si de un poseso se tratara, seguí.
Lo ignore.
¿Por qué? Porque yo me encontraba a mil también.
Mientras jugaba con sus genitales de tal manera los míos se encontraban a punto de explotar.
Mis huevitos rellenos de jugo blanco pedían tregua y pedían deshacerse de su carga.
Ese calor que me inundaba anteriormente el pecho rebotaba se comprimía en el centro de mis caderas.
SI.
Si mi verga hubiera podido se habría mostrado tal como la suya.
Ese reclamo interno me acosaba de tal manera que no me dejaba ser.
Maliciosamente descubrí en cierto movimiento como mi pene atrapado en su cárcel se rozaba de manera muy agradable al hueso de la pierna de Daniel provocándome un placer indescriptible hecho por el cual continúe en esa posición dejando el rastro húmedo de mi juego en la reluciente espinilla de Daniel.
Después de haberle prodigado la mamada de su vida, Daniel se había vuelto completamente loco.
Ahora era yo quien gemía y quien suplicaba que acabara con ese delicioso suplicio.
Acostado boca arriba soportaba el peso de mi macho volviéndome loco.
Jamás antes me había besado con tal pasión.
Jamás antes había recorrido mi cuerpo como esa caliente madrugada.
Me sentía damisela de película al sentirlo empezar a recorrerme desde el cuello comiéndome a ratos delicadamente y a ratos devorándome con fruición.
Su lengua recorrió cada milímetro de mi piel y sus labios me atormentaron por entero.
Mi gran cuerpo era amasado literalmente por sus manos.
Le excitaba hundirse en mi grasa y mi enorme panza era el lugar adecuado para su filia.
También sentía cuando me besaba como se me arrepegaba y como sus piernas me atrapaban pero siendo yo tan gordo sus piernas desaparecían en mi vientre causándole un extraño pero gozoso roce de piel con piel.
Se descomponía en aquella posición y su verga se me clavaba en mis fofas carnes causándole una involuntaria masturbación.
Daniel parecía un animal en celo.
Parecía poseer más de dos manos.
Apenas si podía yo adivinar sus movimientos.
Sentía sus manos en mis pechos y aquella sensación todavía perduraba cuando ya estaba yo sintiendo como me apretaba la espalda como si quisiera arrancarme de la cama.
Pero lo que más disfrutaba era como manoseaba mi culo.
Como ambas manos bajaban a ratos alternadamente a ratos ambas se depositaban en mi trasero toqueteándolo, estrujándolo, amasándolo de manera inexplicable.
Tanta batalla de sus manos ahí hicieron que la presión sobre la tela del calzón estallara y reventaran la tela quedando yo con mi pieza a medias subiendo y bajando también al compas de sus arrebatados movimientos.
Daniel desde cuando ya me había despojado de mi brassier y mis pechos se le obsequiaban sin recato alguno.
Lo mismo los besaba que los estrujaba que los mordisqueaba en una manera precipitada e impetuosa.
Sin ningún recato ni respeto me acometía por todos lados.
Sus manos me hacían delirar cuando bajaban más allá de mis nalgas y me tomaban por mis piernas.
Parecía yo un gigantesco muñeco a merced de un loco jugador.
En una de esas, Daniel me hizo cerrar las piernas no sin antes haber acomodado su pene en medio de ellas y me acometió como si me estuviera cogiendo de verdad.
Sentía su verga caliente deslizarse y aunque me provocaba un ligero dolorcito al a ratos chocar con mis huevos cumplía perfectamente la fantasía de hacerme sentir mujer y de soñar con que era penetrada ahí por donde se debe.
-¡Quiero metértela!-me dijo Daniel mirándome cara a cara y clavando su mirada ante mis ojos.
¡¡¡¡¡AHHHH!!! ¿Cómo? ¿Daniel preguntándome? ¿Daniel diciéndome eso?
Yo solo quería gritar.
Solo quería responderle que.
¡QUE SI! Que era eso lo que precisamente deseaba.
Que ese día esa noche estaba dispuesto y entregado y que precisamente lo que esperaba de el era que me hiciera suyo.
Que me hiciera suya.
Que me hiciera lo que quisiera.
Quería gritárselo pero… pero no pude.
MI maldita timidez no me permitía explayarme de esa manera.
Daniel bajo la mirada avergonzado mientras me decía:
-¿Recuerdas? Un día te dije que serias MIO.
Te dije que… ME LA IBAS A PEDIR.
Y … ahora… ahora … yo …
Sabía lo que quería decir.
Sabía lo que decía y que le costaba tanto trabajo decir así que… Estire mi mano para tomarle por la barbilla y dirigiendo nuevamente su mirada hacia mí complete su frase diciéndole:
-AHORA YO, CARLOS, te pido y te ruego que me TOMES.
¡¡CARAJO!! NO sé de donde me salió esa determinación pero lo único que deseaba en ese momento es que Daniel me cumpliera y que realmente me tomara.
Y así fue.
SI, ahí en mi cama.
EN MI PROPIA CAMA me entregue a Daniel.
Ahí lo deje que me hiciera lo que quisiera.
Ahí dejo de ser mi verdugo para convertirse en: MI AMANTE.
Después de haberme comido el culo como nunca lo había hecho Daniel me tenía nuevamente acostado.
Suavemente había conseguido un lubricante y había preparado mi culo meticulosamente y ahora jugaba conmigo.
Tal y como el día que me violo brutalmente jugaba con mi interés y jugaba con mi deseo deslizando suavemente su verga por entre mi rajita.
De arriba abajo me provocaba aumentando mi deseo.
Pasaba de largo con su verga en mi punto y solo ocasionalmente me presionaba haciéndome pensar qué me la metería y que sentiría el rigor de su virilidad.
Mis pies descansaban en sus hombros y me tenía completamente expuesto mas a diferencia de la primera vez esta vez YO quería estar así mas que dispuesto para él.
¿Estas listo? ¿Carlitos?- me pregunto.
Desde donde estaba voltee a verlo.
MI deseo creció al verlo así frente a mí sosteniendo mis pies en sus hombros y sosteniendo su verga con su mano para… para hacerme feliz.
Es chistoso pero… me causo gracia ver como desde esa posición mi propio pene desaparecía.
Eso en lugar de hacerme sentir incomodo me hizo sentir como… femenino.
Como si la única verga que existiera e importara fuera la de él.
Aquella verga poderosa que apuntaba certera a su destino o mejor dicho hacia MI propio destino.
SI, DANI-conteste- ¡Cuando tú quieras!
¡¡¡AHHHHHH!!!
La sentí.
La sentí en la puerta de mi ano.
La sentí deslizarse por entero.
La sentí abriéndome como nunca.
La sentí haciéndose presente como siempre.
NO sé cómo explicar ese sentimiento.
Aquel duro pedazo de carne se apoderaba de mí.
Se apoderaba de mi cuerpo pero lo más importante se apoderaba de mis sentimientos.
Daniel me le dejo ir por entero.
Me la dejo ir sin reparo.
Desde el momento en que su punta me acometió no hizo más que hundirse y hundirse dentro de mi ser.
Mas esta vez yo lo deseaba.
Esta vez yo lo esperaba.
Esta vez yo lo aceptaba y quería y deseaba esa lanza adentro de mi ser.
La sentí.
La sentí llegar al tope.
Sentí que no podía avanzar más.
Cerré mis ojos, no por vergüenza, sino para concentrarme en ese hermoso sentimiento que me embargaba en ese preciso momento.
Ese delicioso calor que sentía dentro de mí se unía al calor que aquel miembro emanaba.
Como si de una reacción química se tratara ambas se unían e irradiaban una especie de fuerza dentro de mí llenándome por completo y haciéndome sentir PLENO, LLENO, VASTO, DOMINANTE, EXCELSO, QUERIDO, ACEPTADO, AMADO.
Cuando abrí los ojos pude ver su cara.
Pude adivinar por su expresión embelesada que en ese momento me admiraba como momentos antes cuando yo llegue al cuarto yo le miraba a él.
Pude adivinar en sus pensamientos lo mucho que YO, EL GORDO, le gustaba.
Es más.
No lo adivinaba.
YO lo sabía y estaba convencido de ello.
Daniel espero unos momentos a que mi cuerpo se amoldara a recibirlo luego empezó la larga faena.
Luego se empleo a fondo haciéndonos sentir a ambos una pasión profunda e infinita.
Su pene entraba y salía de mí.
A ratos me lo hacía despacio.
A ratos entraba con fuerza y rapidez increíble arrancándome gemidos y pujidos que no pensé fuera capaz de emitir.
A ratos se depositaba dentro de mí en lo más profundo y después de quedarse quieto se movía horadando mi ser como queriendo abrir la cerradura que su llave acometía.
Cuando hacia eso, hacia que se me moviera el universo.
Una extraña sensación deliciosa me invadía.
Me sentía flotar.
Sentía como si aquel colchón no existiera y me estuviera literalmente flotando en el aire mientras mi cuerpo se consumía en el extraño calor de la pasión descontrolada.
Aun cuando estés leyendo esto no podrás ni por asomo aproximarte a mis sentimientos.
Aun cuando tu miembro este en este momento a reventar de pasión y de deseo jamás podrás adivinar tan siquiera lo que en ese momento yo sentía.
Me sentía desbordado.
Me sentía desparramado.
Me sentía: ¡VIVO!
¿Cuánto duro? No lo sé.
No me importa.
Para mí, duro para siempre pues lo llevo en mi memoria.
Lo más delicioso fue cuando Daniel me acometía y abrazándolo con mis piernas lo lleve a mí y por breves instantes nos abrazamos sintiéndolo tanto externamente como internamente mientras su miembro vibraba dentro de mí ser.
Daniel me acometió sin recato alguno dejando escapar gruñidos y gritos que se escucharon por toda la ciudad.
-Siiiii… SIIIIIIII-gritaba.
-Aquí te voy Charly… aquí los tienes-y diciendo esto pude sentir como se sepultaba en mi interior y como su manguera regaba mi jardín depositando lo que sentí fueron litros y litros de cálido semen en mi interior.
Mi respuesta no fue menos.
AL sentirlo dentro de mí, al sentir como se depositaba en mi interior algo sucedió y yo también en cuanto su pene dejo de vibrar mi pequeño chilito broto y expulso con todas mis fuerzas todo ese jugo contenido por días.
Sentí una vibración interna y con un grito desaforado me vacié por completo.
De mi pene salía un chorro de esperma que se disparaba inundándolo todo.
Daniel me había pringado por dentro pero yo nos había llenado dejando mi semen embarrado en su pecho en su abdomen en su….
Salte y brincando de mi cama al expulsar mi semen quede sentado en mi recamara.
Mi pene palpitaba aventando todavía chorritos de esperma mojando mis pantaletitas floreadas.
Llore.
Llore desconsoladamente.
Llore mientras las imágenes se agolpaban unas a otras de manera indistinta golpeando mi cerebro.
Nuevamente las imágenes del aciago martes me asaltaban mientras que las recién imágenes de mi sueño se me aparecían.
¡LO ODIO, LO ODIO, LO ODIO!-grite callado en mi almohada.
SI.
Daniel se había apoderado de mí.
Daniel me buleaba en la escuela.
MI único refugio era aquella habitación.
MI único refugio era mi cama.
MI único refugio eran mis sueños y ahora me daba cuenta de que Daniel se había apoderado de ellos.
Daniel aparecía mientras yo dormía.
Daniel se había apoderado de mí.
Más que eso.
Algo que me carcomía en aquel momento era el sueño mismo.
Me di cuenta de que ahí.
En realidad.
Muy dentro de mí.
YO… YO AMABA a Daniel.
Yo estaba enamorado de Daniel.
Daniel me gustaba.
Lo que es peor.
También caía en la cuenta de que.
YO… SI… YO, Carlitos.
Yo era puto.
Yo tenía atracción por mis compañeros.
Yo gustaba quería ser tomado.
Yo quería que alguien me la metiera.
Yo quería y aceptaba que alguien me hiciera suyo.
En el sueño era Daniel pero y ¿acá? En la vida real.
Me sentí desconcertado.
Me sentí angustiado.
Me sentí…
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