CARLOS-KARLA II (LA CONQUISTA)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mogwligdl.
IV
Después de platicar en mis propias narices su maravillosa hazaña de la bajeza que acababan de cometer.
Martin le dijo a Daniel:
-¿NO traes con que? Tengo ganas de un ”relax”.
Yo no entendí bien a que se referían así que me quede escuchando pues me entro curiosidad.
-¡Si cabron!-contesto Daniel- Si traigo.
Pero es muy temprano.
Además con esa mierda no se te va a parar bien luego.
–agrego.
¿Parar? ¿Parar bien? ¿Qué significaba? Yo pensé que ya habían terminado.
Yo pensé que después de haberme llenado con su jugo estarían satisfechos.
¿Pensaban repetir? ¡Pinches puercos! Iban a querer que se las volviera a mamar.
¡¡Puta madre!! Pero bueno reflexione.
Si eso es lo que se necesita para deshacerme de ellos y acabar con este martirio pues que más da.
Lo haría.
No necesariamente con gusto pero era tal mi desesperación que si ese era el precio lo tendría que pagar.
¡QUE EQUIVOCADO ESTABA!
-Ya se dijo Daniel.
Espera
Daniel se levanto y empezó a esculcar en su mochila.
Saco varias cosas y una pequeña bolsita.
Luego como si fuera lo más natural del mundo, partió un cigarro dejando el tabaco a un lado para luego sacar unos papelitos y extenderlos.
Yo le seguía con curiosidad mientras que Martin seguía sus movimientos casi con reverencia.
-Solo uno cabron, ¿eh?-le dijo.
-Solo uno pa’ ponernos a tono-agrego.
-Psss- le contesto Martin con cierto desdén.
Ahí ante mis ojos, vi como Daniel preparo un churro mezclado de mota y tabaco.
Ahora se que era probablemente marihuana.
¡Entonces era cierto! ¡SI! Se rumoraba mucho que Daniel era drogadicto.
Se oían muchas cosas de el.
En parte esa era una de las razones por las cuales yo le temía sobremanera pues se rumoraba que pertenecía a una banda.
Se decía que se drogaba.
Otros decían que no se drogaba sino que vendía droga.
Aunque claro, nadie decía me la vendió a mi.
Era solo eso.
Era lo que se decía pero ahora enfrente de mi en esos precisos momentos yo era testigo al menos de parte de la verdad al verlo que en su posesión Daniel SI tenia droga y la estaba usando enfrente de mi.
Si esa parte era verdad, ¿Qué más de lo que se decía también lo era? Temblé ante la posibilidad de que eso rumores finalmente NO fueran tan malintencionados y entonces yo había caído en las manos de un criminal.
Daniel acabo de prepara el carrujo y lo prendió dando una fuerte aspirada.
-¡UFFF!- comento-¡Quedo de POCAS, wey!
Y así, yéndose a sentar junto a Martin, empezaron a compartir su gran tesoro.
Parecían realmente disfrutarlo.
El cuarto se lleno de un olor “rarito” a pesar de que Daniel había dicho que había mezclado la hierba con el tabaco.
En fin, yo simplemente trate de acomodarme.
Las manos me dolían por la posición de estar esposado y las piernas también.
Mi boca la sentía seca.
Llevaba ya tiempo sin tomar liquido y las mamadas que les había propinado no ayudaban.
Realmente tenía sed y cansancio pero no me atrevía a decir nada.
Lo unió que quería era en ese momento ser libre de nuevo y largarme a mi casa.
¡MI CASA! ¡Puta! Con alivio recordé que había avisado que después de la escuela iría a casa de un amigo a hacer un trabajo.
Y por ese lado me sentí aliviado.
Paso un gran rato.
Mis captores acabaron de fumar su hierba y se quedaron tirados ahí.
Parecían dormidos.
Aunque a ratos balbuceaban y se reían de forma extraña.
Luego empezaron nuevamente a “tontear” respecto a mi.
Empezaron a decir cosas acerca de mis mamadas.
Mientras lo hacían se toqueteaban sus vergas las cuales en pavor vi como comenzaban a crecer nuevamente.
Ingenuamente me prepare para lo peor según yo.
Estaba seguro de que me obligarían nuevamente a chupárselas y a tragarme su semen como ya lo habían hecho.
Seguro querían quedar secos y quedar satisfechos con mi boca.
Lo estaban logrando.
SI pensaban que esa era humillación, habían dado en el clavo pues en ese momento me sentí el ser mas degradado de este mundo.
Sin saber lo que me esperaba.
Ambos se levantaron y se acercaron.
Tal y como se estaba haciendo costumbre Daniel me tomo del pelo y me obligo con grandes trabajos a pararme pues yo no me podía sostener por mis manos maniatadas.
Cuando finalmente estuve de pie empezaron una especie de juego donde sin más ni más uno me aventaba contra el otro.
-Ahí te va cabron -decía- ¡Cáchala!
Y el otro me empujaba de igual manera.
Y se reían como tontos.
Así estuvieron diciendo una sarta de tonterías y empujándome.
Jugaron cuanto quisieron.
Yo era una pelota humana que solo usaban para divertirse.
Me aventaban una y otra vez acompañando su comportamiento soez con estúpidos comentarios.
“Ahí te va la BOLA” decía uno.
Cuando me aventaron y casi caigo en la pared otro comento.
“A ver si rebota mas-jajajajaj” En consecuencia a veces me aventaban directamente pero trataron más de aventarme hacia la pared.
A veces ligero pero a ratos más bruscamente de tal manera que en un par de ocasiones por poco me hacen caer.
Cuando yo me desviaba, Daniel me agarraba del pelo y jalándome me volvía a poner en curso.
Hasta que llego el momento y aventándome fuertemente contra la pared se acerco a mí de frente emparedándome y aprisionándome con su cuerpo como lo había hecho en la cancha en la tarde.
Se hecho sobre mí y se acerco al oído diciéndome:
-Te lo dije… Te lo dije… Y te lo voy a cumplir pinche gordito chichón y al decir esto me agarro un pezón y me dio un fuerte pellizco que me hizo retorcerme de dolor.
Acto seguido, Daniel me arremango la camisa hasta arriba y pasando la parte de enfrente por mi cabeza la llevo hasta atrás y dejo al descubierto todo mi frente.
Dio un paso para atrás y señalándome con el dedo le dijo a Martin.
-¡Quiubo cabron! ¡Que te dije! ¿No? ¿Que no?
Martin no contestaba solo se reía con su risita pendeja y burlesca.
Yo me sentía mal.
Me sentía expuesto.
Adivinaba su referencia mas no quería aceptarla.
Daniel hizo una mueca con sus manos haciendo alusión a un par de bolas.
Si.
Se estaba refiriendo a mis chiches.
Se hizo un poco mas para atrás y jugando con la perspectiva hacia como que al verme me estuviera sopesando con sus manos mis senos y se reía de manera burlona.
Otra raya mas al tigre.
¡Si! Lo confieso.
¡Estoy chichón! Y la verdad aparte de la gordura es una de las características de mi cuerpo que me causa mucha vergüenza.
Si yo ya lo sabía.
Si yo ya estaba consciente.
En más de una ocasión yo mismo me había visto frente al espejo en diferentes posiciones.
Por eso uso ropa holgada y por eso trato de que mis camisas y camisetas sean de talla mayor.
Por eso me da vergüenza ir a la playa y siempre me tengo que poner camisa alegando que es por el daño solar.
Estoy muy pero muy consciente de cómo se me ven los pechos si uso camisa ajustada.
Alguna vez pude escuchar en primaria como un chiquillo se refería a mí como el GORDITO TETON y aquellas ves si que me dio vergüenza y me fui corriendo a llorar en el baño de la escuela.
¡¡OH DIOS!! De nueva cuenta, Daniel sabía tocar justamente mis más grandes debilidades.
¡¡OH DIOS!!
Daniel no me quitaba vista de encima.
Se fue acercándose lentamente, paso a paso.
Yo me quería esconder.
YO quería que no me viera.
¡TRAGAME TIERRA! Yo me sentía vulnerable a mas no poder.
Y justo cuando estuvo a un paso de distancia extendió su mano derecha y la poso en forma curva sosteniendo mi pecho izquierdo.
No se.
No puedo explicarlo pero… Si.
EL contacto de su suave piel abarcando mi pecho me hizo estremecer.
Sentí algo.
Sentí algo que he de reconocer que jamás había sentido.
DI un pequeño brinquito tanto de sorpresa como de… ¿placer? al sentir el tacto de una piel ajena sobre mi virgen piel.
Daniel sostuvo mi pecho ahí y poco a poco lentamente fue desplazándolo.
Se dio el lujo de abarcarlo todo con pequeños movimientos circulares que estúpidamente y sin yo controlarlo me hizo estremecer.
No se.
Algo dentro de mí se movía junto con la mano de Daniel.
Algo que yo no podía controlar.
Luego, Daniel extendió su otra mano y sin dejar de ocuparse de mi lado izquierdo empezó de igual manera en el lado derecho a tentarme.
-Están suavecitos- le comento a Martin quien para este momento ya había dejado de reírse y miraba hipnotizado las caricias que Daniel me propinaba.
Mientras seguía haciéndolo, Daniel se acerco aun mas.
Estaba parado allí a escasos centímetros de mi cara.
Su cara lo decía todo.
Mis pechos lo tenían embelesado.
Palpaba, tomaba, apretaba delicadamente, y seguía y seguía masajeando mi anatomía.
Luego como si de un juguete nuevo se tratara, reparo en mi pezón.
Con su dedo índice lo empezó a bordear recorriendo la aureola externa.
Luego lentamente empezó a cerrar el círculo hasta llegar al centro donde apreso mi pequeño pezón entre sus dedos y le propino un ligero pellizco que me hizo saltar tanto por la sorpresa como por el delicioso dolorcito que le acompaño.
Gemí sin querer.
Después siguió jugando con mi pecho.
Ya tocaba.
Ya masajeaba.
Ya los juntaba.
Así tal y como era el, repentinamente los unió y hundiendo su cabeza en medio me empezó a chupar y a lamer el centro de mi pecho.
Su cara quedo sepultada en medio de mi carne.
Yo no podía o no sabía reaccionar.
Aquellos tocamientos.
Aquellas caricias combinadas con la humedad de su lengua me hicieron perder el piso.
Aquellas caricias que sobre todo contrastaban con la manera en que me trataba diariamente me tenían totalmente perplejo.
Pero en ese momento, en el momento que hundió su cabeza en medio de mi ser, en el momento en que sentí el calor de sus mejillas en contacto con mi piel, un extraño calor me invadió.
Una agradable sensación recorrió mi ser.
Mientras su cara se hundía y lamia con desesperación, sus manos bajaron por mi voluminosa panza y de igual manera empezó a tocar aquí a tocar allá.
Me apretaba y sus dedos se hundían en mi grasa provocándome sensaciones jamás vividas.
Apreso una de mis chichis con su boca y empezó a chupármela.
¡MMMmmmm! ¡¡OH, DIOS!! ¿De que se trataba? Jamás hubiera creído que a un hombre se le podía dar tal placer al tocarle, estimularle, chuparle los senos como Daniel me lo estaba haciendo en ese momento.
¿O acaso? ¿Era aquel un indicio de que mi virilidad no era tan cierta como hasta ese momento había yo creído? Alguna vez vi algo de porno en la compu y veía como la mujer gemía cuando… cuando el bato se encargaba de sus tetas.
¿Era aquello lo que esa mujer sentía? Era lo que YO estaba sintiendo en ese momento? Con gran susto de mi parte pude constatar como mis pezones se erectaron ante sus acometidas.
¿Mis pezones? SI mis dos pezones estaban totalmente erectos y se proyectaban hacia la cara de Daniel que con entrega total pasaba su cara y sus labios por ellos apresándolos aquí y allá según se daba el caso.
Daniel parecía como loco parecía un poseído y me estaba arrastrando en su locura perdiendo toda sanidad mental.
El toque de mis pecho junto con el toque de sus manos que para ese momento ya no tocaban mi panza sino que se habían deslizado a mi parte trasera y si….
En ese momento me di cuenta como Daniel me tenía apresado por atrás y sus manos sostenían mis nalgas como decimos vulgarmente como cartoncito de cerveza llenándose con mis glúteos sus manos las cuales me apresaban y me estrujaban también allá atrás.
Sus manos se aferraban a mi trasero como evitando que se le escapara.
Sus dedos volaban por todos lados, jugueteaban con mi carne.
Sentía como los abría y como los cerraba para darme unos ricos apretujones.
Claramente percibía el movimiento de sus manos siguiendo mi contorno natural, bordeando la línea de mi calzón hasta que se perdieron por dentro del mismo para toquetear la fuente de su deseo.
Daniel volteo con Martin y le dijo:
-¡¡NO mames cabron!! ¡Que chichotas mira!- le dijo manipulando mis chiches de manera que se las exponía para que me las viera.
– ¿Y que?- le espeto Martin.
-¿No me das chance?
-¡Jejejeje!-celebro Daniel.
-¡Pues que esperas pendejo.
Llégale al buffet!
Si.
Eso era para ellos.
Solo eso.
Un pedazo de carne disponible que estaba ahí para satisfacerlos.
Un pedazo de carne sin voz ni sentimiento.
Una cosa que podían usar y utilizar a su antojo.
Ni tardo ni perezoso Martin brinco como resorte y acercándose se posiciono a un lado mío.
Daniel entonces se jalo hacia el lado contrario y en un instante cuatro manos se posesionaron de mi cuerpo.
Cuatro manos subían y bajaban por todos lados.
Todas y cada una de ellas se turnaban provocandome sensaciones pasmosas.
Cuando una estaba en mi pezón, la otra bajaba por mi panza y otra mas se regordeaba en mis chonchos y carnoso muslos que de esta manera también despertaban al toque de otro hombre como nunca lo hubiera imaginado.
Debo confesarlo, debo de admitirlo.
Al principio aquella situación parecía un sueño surrealista.
Me sentía negado en primera instancia pero el tacto de sus pieles en mi cuerpo me hizo perderme.
Algo dentro de mí se movió y me sorprendí profundamente cuando en medio de tal situación de mi garganta un suave jadeo empezó a emerger y un profundo gemido salido de mis entrañas se hizo presente.
Ni que decir de que un incendio corporal se inicio y por dentro sentí que me quemaba.
Sentía que algo en mi pecho se me quería salir.
Mis manos a pesar de encontrarse semi-entumidas por estar restringidas tanto rato se tornaron calientes, calientes, a tal grado que parecían quemarme.
Mis pechos seguían turgentes y a cada acometida de la lengua tanto de Daniel como de Martin descargaban pequeños pero deliciosos choques de electricidad que explotaban en mi cerebro.
Martin creo que era más desinhibido.
Martin me mordisqueaba mas fuerte pero sin hacerme daño.
Mientras lo hacía, ronroneaba como felino.
Martin me tocaba y a ratos pasaba la palma de su mano por encima de mi calzón en mi parte frontal y provocaba que mi pequeña pero enhiesta verga reaccionara dando suaves brinquitos como reconociendo su caricia.
En una de esas Martin metió la mano en mi pubis.
Con los dedos juntos se deslizo por en medio y empujo hacia abajo sin detenerse.
Este movimiento hizo que aprisionara mi verga y a pesar de lo erecto que la tenía la movió y la movió hasta bajarla y meterla entre mis piernas con algo de dificultad y dolor por lo erecto que me encontraba.
Me hizo cerrar las piernas dejando mi virilidad escondida y apresada por mis propios muslos.
-Ahora si pareces nena- me dijo al oído haciéndome temblar no se porque.
Habiendo dicho esto poso su mano sobre mi pecho y de la misma forma que lo había hecho anteriormente fue deslizándola con firmeza por todo el centro hasta llegar por encima de mi calzón y siguió.
Cuando llego a mi pubis la dejo ahí y hacia como que me apretaba con la punta de sus dedos hundía mi pubis provocándome al principio unas incipientes ganas de orinar pero luego esa manera de apretarme al mismo tiempo que seguían manoseándome me provocaba una erección mayor que podía sentir en medio de mis piernas cuando mi pene se erectaba mas y vibraba como pidiéndome le dejara escapar.
Por detrás la cosa no era para menos.
Ambos en un momento o en otro me tocaban a voluntad el culo.
Mis nalgas eran apresadas, apretadas, rozadas, acariciadas de una manera que jamás en mi vida olvidare.
Me inquietaba lo que me hacían pero la verdad sucumbí a lo que sentía y en ningún momento proteste.
En ese momento de lujuria incontrolada se me olvido por completo los perjuicios sociales y el que dirían.
En ese momento tanto la religión como la familia no existían.
Solo existía yo.
Solo existía ese sentimiento tan infinito de existencia.
En aquel cuarto del almacén solo se escuchaban principalmente mis gemidos de nena toqueteada por primera vez y la jadeante respiración de mis incipientes amantes.
En una de esas me voltearon quedando yo embarrado nuevamente viendo hacia la fría pared.
Sin más ni más se dedicaron a atenderme el culo.
Así nomas.
Sentía sus manos igual en mi cola y como me la tocaban sin discreción alguna.
Jalaron mi calzón para todos lados.
Luego Daniel le dijo a Martin:
-¿Qué? ¿Se te antoja?- Martin con una voz descompuesta por la calentura le respondió.
-¿TU que crees?
-¿Pues que esperas?- le contesto- ¡Llégale!
Al decir esto Martin se posiciono por detrás de mí y supongo que se hinco porque acto seguido empecé a sentirme más que en la gloria.
Martin puso toda su cara en mis nalgas.
SI.
Lo pude sentir.
Sentía como aspiraba por en medio de mi raja aun con el calzón puesto y bufaba como loco llenándose sus pulmones en medio de mi cola.
Fue una sensación extraña.
No pude dejar de sentir algo de asquito el pensar en tener a aquel pendejo metido ahí oliéndome la cola pero.
pero… ¡¡¡OOOOHHHHHH!!! ¡Que rico!
Martin soplaba y resoplaba.
Empezó a deslizar su cara por todas mis nalgas.
A ratos empezaba a mordisquearme el culito.
Daniel se separo y trajo unas llaves con las que abrió mis esposas liberando mis manos.
A estas alturas y como me sentía no pensaba escapar de ese delicioso tormento aun con toda la vergüenza que me causaba pero por si las dudas Daniel doblo mi brazo de tal manera que lo seguía sosteniendo en esa llave que no me dejaba escapatoria.
Haciendo espacio se cruzo del otro lado y con la mano libre tomo mi mano y se la llevo a su verga.
No necesito decírmelo.
No necesito darme órdenes.
No podía verlo pero podía sentir su falo caliente por lo cual entendí inmediatamente y empecé a tocárselo.
Por primera vez tenia en mis manos la verga de un hombre.
Pude tocarla.
Y me asombraba su dureza contrastante con la suavidad de su piel.
Seguí tocando y baje mis manos para encontrarme con sus huevos.
Los tome en mi palma.
Los deposite suavemente.
El contraste del tacto de sus vellos y lo aguado de su bolsa me hacia reventar.
Mientras Martin bajaba por mis piernas lamiéndolas y besándolas haciéndome enloquecer.
Daniel con su mano libre la metió entre mi pecho y la pared y volvió a estrujarme mis recién desvirginados senos.
Con gran vergüenza lo admito.
Me volví loco.
EL toque de sus manos en mi cuerpo me obnubilo.
Sentía como Martin lamia y lamia dejando un rastro húmedo en mis muslos.
Enterraba su cara en mis nalgas y bajaba lascivamente hasta adentrarse por debajo de mi cola provocándome una sensación infinita al sentir sus cachetes en medio de mis muslos los cuales yo apretaba con ganas de no dejarlo escapar nunca de ahí.
En un momento dado, Martin tomo mi calzón a cada lado y solo pude escuchar como la tela se rasgaba.
SI.
Martin rompió mis calzones haciendo un gran hueco en medio.
Luego sentí claramente sus manos separando los cachetes de mis nalgas para después desfallecer cuando unas ligeras cosquillitas en pleno ano me hicieron retorcer de placer a pesar del sometimiento en el que me tenía Daniel quien seguía sosteniendo mi mano en aquella llave inmovilizadora.
-Ohhhh ….
Ohhhhhh….
Ohhhhhh- salía de mi garganta ahogadamente.
-Ahhhhh….
ahhhhh… ahhhh.
ahhhhh… -decía a ratos
Y es que Martin no me dio tregua.
Empezó de menos a mas.
AL principio solo era la puntita de la lengua que a ricas y ligeras talladitas apenas si me rozaba el asterisco pero que me provocaba intensos reflejos cuando mi culo al sentirlo se contraía de manera sorprendente.
Poco a poco fue a mas.
Poco a poco se fue enterrando hasta sentir yo su nariz en medio de mi ser.
Poco a poco su lengua se fue abriendo espacio y acometió toda mi zanja dejando como rastro un rio de babas que resbalaba por todas mis nalgas y se colaba hasta mis muslos dejando en su recorrido un pequeño hilo de saliva que de igual manera al ir cayendo me provocaba estertores inimaginables.
MI hoyo se abrió o mejor dicho Martin lo abrió.
La puntita de su lengua se fue clavando se fue abriendo.
Martin alternaba aquellas acometidas y resoplaba para tomar aire y pasaba su cara por ahí adentro mientras exclamaba.
-¡¡¡QUE CULO!!! ¡Mmmmmmmmm! ¡Que rico hueles gordo!
Sus palabras me hacían enrojecer de pena.
Nadie jamás me había dicho esas cosas.
Jamás pensé que mi culo fuera objeto de culto.
Obvio, jamás en mi vida había pensado que eso se podía hacer y que a alguien le excitara meter su cara en medio de mis nalgas y que mucho menos mi aroma fuera objeto de tal atención.
Pero si.
Ahí estaba y eso era precisamente lo que sucedía.
-¡YA CABRON! APURATE-conmino Daniel a Martin-Ya tengo la verga dura.
Ya me anda por cogérmelo.
¡¡¡¡¡PUM!!!!!
Aquella frase me regreso a la realidad.
COGERMELO.
Siiiiii, los planes de Daniel eran cogerme.
Aun con lo caliente que estaba me quedo algún resquicio de dignidad.
¡NOOOOOOOO! Eso no.
Jamás en mi vida había pensado en mamarle la verga a alguien.
Jamás en mi vida había pensado estar dejándome que me tocaran el culo.
En alguna ocasión en primaria alguien lo había hecho y sacando fuerzas de no se donde y aun en contra de mis principios de no violencia me había defendido y le había propinado un sopapo al degenerado mocoso que lo había hecho.
Si mas de alguna vez tomando el camión sentí claramente cuando un señor se posiciono detrás de mi y maliciosamente pude sentir como al principio me tocaba las nalgas y como se me repegaba y trataba de sabrosearse con mi culo a lo cual a la primera oportunidad busque la manera de escapar y moverme a otro sitio.
Si una cosa era permitir el abuso y las burlas de las que era objeto y otra muy diferente consentir en que me lo hicieran.
Me sacudí sorprendiéndolos y corrí.
CORRI como si en ello me fuera la vida.
Corrí con todas mis ganas.
Corrí moviendo todos y cada uno de mis kilos y todos y cada uno de los gramos de mi fofa grasa para escapar a la ignominia.
Corrí hacia la libertad.
Me moví tratando de atravesar cualquier obstáculo que se me atravesara.
Si era necesario golpearía, gritaría, le arrancaría la cabeza a quien se interpusiera en mi camino.
Corrí… Corrí.
Corrí.
V
¿Quién dijo que la vida era justa? Como si de una película de comedia se tratase solo basto con que Daniel estirara su pierna para que después de haber dado un par de pasos con aquellos anhelos de libertad esta se viera coartada fácilmente.
Daniel me puso el pie como aquel día en el salón de clases y volví a caer.
Volví a caer redondito, como soy, en su trampa.
Volví a caer a sus pies.
Todo mi cuerpo fue a estrellarse contra el duro y frio piso del almacén.
¡Ahí! Ahí quedaron de una vez y para siempre mis ansias de libertad.
Ahí quedaron sepultados mis sueños.
Ahí rendido y apocado moría el bueno e ingenuo Carlos.
En cuestión de segundos tanto Daniel como Martin me rodearon.
La cara de Daniel estaba transfigurada por la ira.
Su cara furibunda jamás se me olvidara.
Creo que mas se puso así al pensar que el era el causante pues era el quien me había quitado las esposas y tal vez ese había sido el detonante de mi actitud al pensar ilusamente que podía tener la oportunidad de escapar de mis captores.
-¡¡MALDITA GORDA!!-me grito desaforadamente.
Y mientras pronunciaba aquellas aciagas palabras empezó a descargar puntapiés sobre mi adolorida humanidad.
No eran pataditas fingidas o suavizadas como las que me había propinado hace rato.
Esta vez, Daniel me daba con todo y conminaba a Martin a hacer lo mismo quien diligentemente se le unió acompañándolo con una cara de sorna dirigida hacia mí.
-PINCHE GORDA MALNACIDA.
¿Qué NO ENTIENDES PERRA?- me gritaba una y otra vez.
Y siguió castigándome mientras me dirigía una sarta de majaderías que jamás había escuchado juntas en mi tonta vida.
Yo trate de protegerme.
Afortunadamente me habían enseñado que en una situación así me tendría que hacer bolita y eso hice.
Aunque los brazos me quedaban un poco restringidos por la manera en que Daniel me había jalado la camisola de deportes pude de alguna manera cruzarlo y proteger mi nuca de sus patadas.
Sentí por largo rato como se estrellaban sus empeines en mi cuerpo.
Sentí como la parte de atrás de mis muslos y mis nalgas eran golpeadas sin misericordia por el crack del equipo de fut y entendí en ese momento porque Daniel acertaba tan definidos goles cuando jugaba en el campo.
La verdad no se si fue intencional pero la espalda gracias a dios no me la golpeo o creo que me hubiera roto la espina dorsal.
No así mis hombros que en cierto momento también fueron castigados.
En ese momento yo no lloraba.
Me mantuve en el más completo silencio.
Creo que estaba más cagado de miedo que de otra cosa y no atinaba más que a cubrirme y a salir bien librado de esta.
NI siquiera se me ocurrió suplicarle perdón aunque no hubiera sido tan mala idea pero creo que Daniel estaba tan ido de coraje en ese momento que no me hubiera escuchado.
Como dije, me había bloqueado así que hasta cierto punto había perdido idea de lo que me decía.
Lo ultimo que alcance a escuchar fue:
– Te voy a enseñar pinche bola de grasa.
-Te voy a enseñar que conmigo no se juega.
-Te dije que soy tu DUEÑO de ahora en adelante ¡¡pendeja!!
Daniel no dejaba de soltar improperios.
-¡LEVANTATE DE AHÍ CHUCHA!-me volvió a gritar acompañando sus palabras con sendos patadones que yo torpemente trataba de esquivar.
Me estaba medio parando cuando me tomo de la nuca y doblegándome abrió sus piernas y ahorcándome con ellas me dejo la cabeza atrapada por debajo de sus huevos.
Yo trate de salir y manotee al aire solo para sentir como tomaba uno de mis brazos y me lo doblaba haciéndome una llave inmovilizadora.
Hice un vano intento de tratar de escapar solo para recibir como respuesta un fuerte apretón de las musculosas piernas de Daniel que me ahogaron por completo y me propinaron un dolor indescriptible.
-Ahora si gran puta- me volvió a gritar- Vas a saber para que naciste-sentencio.
Yo en mi posición no podía ver nada.
Tan solo la desnuda pared opuesta así que ni siquiera adivinar podía lo que se me venia.
Ni por asomo alcanzaba a dislumbrar lo que en segundos me tenía destinado Daniel.
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-retumbo el almacén seguido por un lastimero:
-¡¡¡¡¡AAAAAYYYYYYYY!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
Uno tras otro.
Sin tregua alguna.
Una y otra vez Martin se dio gusto instruido por Daniel y el cinturón de cuero retumbo en mis descobijadas nalgas.
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
-¡¡¡¡¡PAZ!!!!!-
Siguió repitiendo la dosis Martin.
No se si lo hizo adrede o si era por su falta de experiencia pero Martin me daba con el cuero y afortunadamente, tal vez, sus cintarazos no repetían en el mismo lugar.
Aunque no estoy seguro de que me causaría mas dolor y daño si el hecho de repetir un cintarazo en el mismo lugar o el hecho de recibir una nueva herida en una parte sana, para el caso era lo mismo.
El ardor creció y en cuestión de segundo yo chillaba a moco tendido.
Era tal el dolor y sobre todo el ardor que estaban propinándome en la retaguardia que al igual que hace rato yo ya no alcanza a pensar nada solo me retorcía a cada descarga de su furia intensa sobre mi.
Ni que decir cuando la punta del cinturón al darme en las nalgas se fue a enterrar y me dio en un huevo.
Entendí.
La verdad fue bastante contundente la manera en que Daniel me hizo entender que estaba yo completamente atrapado y que era un estúpido al pensar que me la podía jugar y que podía tan siquiera pensar en desobedecerle.
Lo entendí.
O Mejor dicho, me lo hizo entender claramente y sin cortapisas.
Me prometí en ese momento a mi mismo que no quería jamás volver a pasar por aquello.
YO.
Yo que era el consentido de mi casa.
Yo a quien jamás le habían puesto una mano encima.
Yo que era el benjamín de la familia.
Un terrible pensamiento cruzo por mi mente.
¿Si mi papa me viera en ese momento? ¿Si mi mama….
? ¿Si mis hermanas….
? ¡NOOOOOOO! NO, jamás nadie se enteraría.
Jamás nadie debería de saberlo.
Jamás nadie podía saber lo que me estaba sucediendo en ese momento.
¡Así seria!
Aquellos pensamientos fueron hasta cierto punto un escape.
Estaba tan ensimismado en mi miseria que la verdad por unos fugaces momentos perdí el sentido de la realidad hasta creo que deje de sentir dolor.
Daniel le había dado la orden a Martin de parar el castigo del cinturón pero remato el castigo haciendo que me pateara con gran fuerza.
Martin procedió a hacerlo y al propinarme ese castigo la verdad mis nalgas me reclamaron con una punzada de dolor que jamás había sentido antes.
Aparte al ser castigado así, fui aventado entre las piernas de Daniel quien para sostenerme me aprenso más el cuello haciendo que me doliera más también.
Daniel no tuvo ya miramiento alguno así que destrabándome de sus piernas y sin perder la costumbre me arrastro del pelo hacia el fondo del almacén.
Allí había una pequeña mesa en la cual y a pesar de mi volumen me aventó cuan largo soy sosteniendo mis manos de tal manera que no me pudiera mover.
Con una rapidez asombrosa, Martin ya estaba sobre mí y tomando una de mis manos la acomodo de tal manera que paso una cuerda y nuevamente fui inmovilizado pues me amarraron los codos primero de un lado y luego del otro a las patas de la mesa.
Quede allí.
Acostado en la mesa.
Boca arriba.
La espalda me ardía un poco y es que al acostarme me jalaron de tal manera que parte de las astillas se me clavaron en mi desnuda espalda pues la camisa seguía atorada en mi cuello al habérmela remangado Daniel.
También mis nalgas expuestas por mi calzón semi roto habían sido castigadas y aunque el ardor propinado por la cintiza que me había metido Martin, la piel también fue castigada nuevamente por la burda madera de aquella improvisada cama.
Daniel como depredador hambriento soplaba y resoplaba dando vueltas al altar que había preparado.
Sus ojos echaban chispas.
Se paro a la altura de mi cabeza y me dijo:
-¡Pinche PUTA GORDA! Pensé que eras diferente.
Pensaba reventarte el culito de otra manera pero ps ni modo si eso quieres eso tendrás.
Te voy a coger como nunca para que JAMAS te olvides de mi.
Al terminar de decir eso se jalo su verga y la puso sobre mi cara.
Nuevamente la empezó a restregar pero a diferencia de la ternura de hace rato ahora lo hizo con infinita saña y con deseos de lastimarme y esta por demás decir que enseguida aquel pedazo de carne reacciono inmediatamente poniéndose mas dura que el acero en un segundo siendo esto aprovechado por Daniel quien al sentirla dura como fierro me empezó a golpear la cara con toda la intención de provocarme daño.
-¡TE LO DIJE! -¡TE LO DIJE! -¡TE LO DIJE!-repetía incesantemente como vuelto loco solo para rematar con aquella maldita frase que se me ha incrustado en lo mas profundo de mi cerebro y de mi alma.
“TE EXTRAÑE CAAARLITOS, NO SABES CUANTO”
Daniel se desplazo hasta quedar a mis pies y tomándome de las piernas con un fuerte agarre que me lastimaba doblo mis piernas haciendo que mis rodillas se flexionaran de tal manera que literalmente todo mi culo quedo expuesto ante el.
Se quedo en silencio viéndolo.
Lo recorrió con la mirada.
Luego haciendo movimientos de pelvis acercaba su verga a mi hoyo y yo podía sentir como en ratitos me punteaba peligrosamente.
Ingenuamente creí que lo que estaba haciendo era querer penetrarme en ese momento.
El PANICO me inundaba con cada aproximación.
Ignorante de tales lides no entendía que lo único que Daniel hacia en ese momento era jugar con mi miedo.
Daniel empezó a reírse.
Me sostenía y movía mis piernas de un lado a otro haciéndome mover el rabo a su gusto.
Creo que su objetivo era tantearme.
Tal vez tantearse a si mismo midiendo fuerzas.
Viendo los movimientos de mi cuerpo.
Sopesándome para ver cuanto control tenía.
¡¡Daniel era un desgraciado!! Daniel sopesaba sus movimientos antes de hacerlo.
Era certero cuando atacaba porque estudiaba las posibilidades y eso era lo que estaba haciendo en ese frio momento.
Mis piernas cayeron pesadamente lastimándome cuando Daniel las soltó de súbito.
Martin se encontraba a un lado y alcance a ver como le daba un pequeño pomito de algo que no sabía yo que era en aquel momento.
-¿No que al chingadazo?- espeto Martin.
-Estas pendejo- contesto Daniel- no pienso quedar con el pito rozado como la otra vez.
¿Te acuerdas?
-Jajajajajajaajajajajajajaj- fue la respuesta de Martin- Siiii.
Ese pendejo si que NOS pelo el pito, ¿no?
Yo escuchaba y aquellas palabras me dejaron helado.
¿La otra vez? Eso quería decir que Daniel ya lo había hecho.
¿Qué era esto? ¿Su deporte favorito? ¿Andaba por la vida desvirgando gente? Me preguntaba quien había sido aquel otro pobre diablo que habría caído en sus garras.
-¡ABRETE EL CULO PUTA!-me grito Daniel
En ese punto ya me encontraba más consciente de lo que Daniel se disponía a hacer con mi culo.
Me convertí en un pobre lelo que ante lo inevitable solo podía llorar con todo descaro.
-Puta madre-comento Martin- Si usáramos sus pinches lagrimas alcanzaría para lubricarle hasta el alma.
-¡Dije que te pongas las manos en el culo y que te lo abras!- me ordeno Daniel gritándome nuevamente.
¿Por qué la orden? Para humillarme más.
Para hacerme sentir como una gran puta que se ofrece sin recato.
Si el fuera quien me abriera las piernas como hace rato el seria el culpable de mi desgracia pero siendo yo quien me abriera las piernas me concedía esa posición de puta ofrecida rematando su humillación mayúscula.
¿Qué más faltaba Oh Dios?
Haciéndole caso y con muchos trabajos por lo atado de mis manos y el dolor combinado con el cansancio apenas si pude alcanzar mis grandes cachetes del culo los cuales se abrieron al echar mis piernas con grandes trabajos hacia atrás tal y como el me las había puesto hace momentos.
De esta manera deje ante sus ojos la visión de mi casto agujerito.
La polla de Daniel dio un respingo rebotando contra su abdomen ante tal ofrecimiento lo cual lo movió a la tentación de poner su dedo medio en aquel punto oscuro y rugoso y sin mas enterrarlo en un solo movimiento sin demasiado cuidado y sin perder de vista la cara llena de retortijones que YO, el lelo gordo, hacia al revolverme ante la acometida mientras gemía y me estremecía con un enésimo sollozo.
Se entretuvo ahí adentro hurgándome como queriéndose apoderar de mi.
El palpaba la estrechez y la textura suave de mi interior que nadie mas había auscultado nunca.
¿Yo? Yo solo sentía aquel dedo dentro de mí.
¡Pulsante! Era extraño pero con el dedo ahí atarragado sentía los latidos de la circulación de Daniel y como su dedo sin moverse golpeaba mis intestinos por dentro.
Lo deposito ahí unos segundos para luego darse el lujo de “engrasarme” todo alrededor girándolo sin miramiento alguno provocándome una extraña sensación.
Y sin más ni más me anuncio con absoluta resolución.
-Ya es hora de que te meta la verga por tu apestoso fundillo y hacerte MI puta ¡gorda!
¿QUÉ? ¿Qué putas era lo que mis oídos escuchaban? ¡Noooo…no podía ser…! ¡Daniel iba a romperme el culo! ¡Esa era mi maldita realidad! ¡Noooo…por Dios…noooo! ¡Dios…por favor noooo! ¡Que no fuera así…noooo…!
La angustia me invadió.
Ahora si que me solté a llorar con desconsuelo.
¡Maldita suerte la mía! ¡Y sin tener opción! ¡Maldita suerte la mía que tenía que dejarme romper el culo sin ningún remedio! ¡O iba a terminar de nuevo en las garras de Daniel! ¿Esa era la opción? ¡¿Pero porqué Dios me castigaba así?! El miedo, la angustia…el pánico…me obligaron a cerrar las piernas ante lo inminente.
Daniel me volvió a echar una mirada de furia advirtiéndome:
-Mas vale que obedezcas ¡pinche gorda fondera! ¡O te va a ir peor!-remato.
Abrí mis rollizas piernas.
Lentamente las fui alzando.
Mi cuerpo temblaba ante lo inevitable.
Las lágrimas brotaban incesantes de mis ojos como nunca en mi corta vida.
Empecé a sentir un calor intenso en mi raja.
Era el calor de la potente estaca de mi enemigo que buscaba camino hacia mi ano para reventarlo inexorablemente.
Juro que intenté estarme muy quieto.
Juro que planeaba consentir aquella ultima vejación con tal de no volver a sentir aquel ardor propinado por el cinto en mis nalgas pero el terror que me atenazaba los músculos me obligó de nuevo a cerrar las piernas y a debatirme un poco sobre la mesa.
En ese instante oí a Daniel ordenar sin contemplación:
— ¡MADREALO!-
– ¡Y tú, pinche gusano hijo de puta…abre las piernas y quédate quieto o hago que Martin te machaque como te mereces!
En ese momento, casi al terminar de escuchar su vociferación sentí como si una masa de hierro se estrellara con violencia en mi costado izquierdo.
Me quedé absolutamente quieto suponiendo que aquel golpe me había quebrado todas las costillas.
Alcancé a abrir la boca para gritar pero no me salió ningún sonido de la garganta.
Para lo único que tuve fuerzas fue para obedecer y sorprendentemente subir y jalar abriendo al máximo mis piernas y exponiendo por completo mi inocente culito.
Y así.
Sin más ni más.
En ese momento me entere a plenitud lo que era ser violado.
Ese fue el último instante en el que fui virgen.
Algo enorme, caliente, duro como la roca, punzante como un taladro empezó a penetrar por mi ano rompiéndomelo, ensanchándomelo, rasgándomelo.
Fue un solo movimiento.
Milímetro a milímetro Daniel fue enterrando su gran chingadera dentro de mí.
¡Qué dolor Dios mío! ¡Qué tormento tan atroz era ese de ser violado por el culo! ¡Por Dios…noooo…por Dios…!
Lleno de angustia, aterrado completamente y profundamente humillado, tuve aún un poco de energía que concentré en mi garganta y logré lanzar un chillido tan atronador, que todos los chicos de la secundaria lo hubieran escuchado de haber estado en clase.
Creo que me alegre de no fuera así y hasta agradecido estaba con Daniel por haber orquestado el plan de tal manera que la escuela estuviera completamente sola y solo aquellas desnudas paredes fueran testigos de tal atrocidad.
Bueno, casi a solas, porque un no tan mudo testigo seguía con extrema curiosidad paso a paso lo que en esos momentos me acontecía.
El muy cabron de Martin solo veía azorado como Daniel se enterraba adentro de mi y por unos segundo se quedo callado para después estallar en sonoras carcajadas, retorciéndose y poniéndose morados de risa al tiempo que empezaban a comentar lo gracioso que me veía mientras que Daniel iniciaba a violarme con tanta brutalidad.
— Jajajaja… – reía señalándome con el dedo–…mira como llora de la emoción el marica…jajajaja…
— Dale fuerte, Daniel…jajajaja…hazlo que chille como un puerco…jajajaja….
— Jajajaja…vamos, Daniel-coreaba con algarabía como si de un evento deportivo se tratase- …métesela… métesela con ganas….
hasta que le salga por el hocico…jajajaja…
Y a fe mía que así era o al menos así la sentía en ese momento.
Yo estaba sintiendo que Daniel me había hundido su verga tan profundo que no tardaría en empezar a sentir su glande en la garganta.
¡Que brutalidad era aquella…Dios mío…! Y como para darle gusto al tarado que seguía clamando como en los tiempos romanos por más violencia, Daniel me arrancó su verga del culo con la misma brutalidad que me la había metido.
La separo de mi de un solo movimiento tal y como había entrado pero de un solo y rápido jalón.
La verdad no se que dolió mas.
De haber sabido hubiera suplicado que la dejara ahí enterrada para siempre.
Aquel maldito hongo de su cabeza me rasgaba interiormente como queriendo jalarme los intestinos hacia afuera.
Cuando por fin la saco, se tomó un par de segundos y enseguida volvió a clavármela entera de una embestida hasta el fondo.
¡No podía esperarse menos de mí sino que volviera a chillar como un puerco! ¡Esta segunda embestida fue aún más dolorosa que la primera! Fue profunda e intensa.
Y hasta creo que me desmayé por un instante mientras las risotadas de Martin me retumbaban como loco en el cerebro.
Y lo peor es que Daniel me castigo repitiendo consecutivamente hasta cinco veces aquella operación de sacarme la verga por completo dejándola lista para atacar a la mera entrada para volver a clavármela de un solo golpe en el culo.
La dejo ahí en la entrada.
Su cabeza lista para atacar y de repente embestía como si quisiera partirme en dos.
SU verga se me clavaba como aguijón de avispa.
Y cada vez que lo hizo fue como si hubiese vuelto a violarme por primera vez pero cada vez era más doloroso para mí y para mi tierno culito y me arrancaba chillidos y estremecimientos y me hacía perder la conciencia por unos instantes.
¡Qué terrible era aquello! ¡Qué dolor tan intenso! ¡Qué humillación tan brutal! Y la presencia de Martin ahí observando atentamente cómo era que Daniel me violaba inmisericorde, lo hacía más humillante aún…y sus risotadas lo hacían más doloroso…
-¡Dan ….
Dani….
Danieeeeeel….
Mmm…mmeee….
Duuuee…eelllleeee.
eeeeeeeeeeeee….
!-masculle con una voz ahogada y sollozante.
— ¡Pues más te vale que te aguantes bien! – me respondió con la extrema frialdad del verdugo antes su victima.
Pocas cosas en el mundo podían ser más humillantes que estar siendo violado en público.
Pocas cosas en el mundo podían hundirte y rebajarte más a tus tiernos 13 que estar siendo violado brutalmente por un chico de tu edad, tan hermoso como un Dios pero tan despiadado como un verdugo.
Pocas cosas en el mundo podían quebrar más tu dignidad y tu orgullo y dejarte sin rastro de hombría, que ser enculado sin misericordia en frente de otro mocoso de tu edad.
Poco puede ser mas humillante que…
– ¡¡AHhhhhhhhhhhhh!!- fue el grito que lance cuando Daniel me saco la verga de manera tan abrupta nuevamente.
El dolor que me causaba con tal maniobra de seguro le satisfacía grandemente pues podía ver en su cara de gran regocijo.
La garganta me ardía.
Quería hablar pero no podía.
Y más me quede sin habla cuando….
-¡Sigues cabron!-le dijo directamente y sin remordimiento alguno a Martin.
¡Qué putada! ¡Qué barbaridad…y a mí que ni siquiera se me había ocurrido…! ¡Ni qué decir que ni siquiera podía suplicar que parara! ¡Mi estupefacción era infinita! No contento con violarme el ¿ahora me estaba compartiendo? ¿Con Martin? ¡Oh…por Dios…aquí venía de nuevo…otra vez la violación de una poderosa verga visitando, entrando y saliendo de mi culo…! ¡Oh…por Dios…noooo…por Dios…! ¡Noooo….
oh….
oh…por Dios…oh…!
Martin se acerco a tomar el lugar vacio de Daniel con cara de mofa.
Como un chiquillo travieso se venia restregándose las palmas de las manos como quien va a hacer una gran hazaña por largo tiempo esperada.
Tomo mis piernas que yacían tiradas ya sin vida hacia debajo de la mesa.
Nuevamente me las subió y se dedico a admirar mi recién desvirgado trasero.
Nuevamente rio y señalando mi ojete comento:
-¡Jajajajajaj! ¡Mira! Jajajaja Lo tiene “collollallo, collollallo” Jajajajajaj Parece el culo de una perra en celo.
A pesar de las vejaciones recibidas aquella nueva expresión referida en el momento me molesto y me avergonzó sobremanera.
Era como si no pararan de apuñalar mi alma.
¿Hasta donde llegarían? -me preguntaba.
Martin me miraba y soltando mis piernas por unos segundos tomo los jirones de mi roto calzón y haciendo gala de su fuerza restiro la tela de tal manera que todavía lo rompió aun más.
Poso sus manos por la delantera de la bragueta del calzón y procedió de igual manera a estirarlo haciendo girones mi ropa intima dejando mis genitales expuestos.
-¿Que haces?- le cuestiono Daniel.
-¡Jajajajaja! Nada-contesto- Solo quería verle la pucha a la putita.
-Mira- le dijo señalándome y carcajeándose a bocajarro nuevamente- Mira.
Mira la chingaderita que se carga.
Jajajajajaj!
Esta vez Daniel atendió sus comentarios y acercándose esbozo también una cruel sonrisa para sepultar mis ánimos diciendo:
-Jajajajaj Tienes razón.
¡No tiene pito! Jajajaja.
Y señalándome mas cerca en un área especifica agrego:
-Mira.
Parece que tuviera una rica y profunda….
¡panocha! Jajajajajaj
Neta.
Trágame tierra.
¿Que he hecho para merecer esto? ¿Porque? ¿Porque tanta burla y escarnio? ¿No les bastaba con destruirme físicamente tomando mi virginidad? ¿No les bastaba con robarme mi virilidad? ¿También? ¿También tenían que destruirme emocionalmente? ¡¡¡¡SIIIIIIIIII!!!! Si lo sabía.
Si sabía que mi pichicha era más bien chiquita.
Si.
Lo confieso.
En determinados momentos espié a mis compañeritos solo para darme con la triste realidad de que inversamente proporcional a mi gran y voluminoso cuerpo aquel pequeño apéndice que se me escondía entre las piernas era intimidantemente pequeño en comparación al resto.
Si.
¿Cuantas noches me lo había preguntado? Si.
Y adivinaba por lo que había visto que yo no podía competir con sus grandes y rollizos falos de mierda.
SI otra estocada donde más me dolía.
Daniel se acerco viéndome mi gran panocha como la llamo y luego agrego:
-Luego le hacemos el favor de caparlo para que no le estorben- al terminar de decir esto junto sus dedos medio y pulgar y sin decir agua va me dio un garnuchazo en uno de mis testículo que me reventó un dolor agudo como jamás lo había sentido haciéndome doblar mas mis piernas hacia atrás para mitigar el dolor mientras bufaba tratando de aminorar mi dolor.
Martin se posiciono.
Mojo uno de sus gruesos dedos y me la fue embarrando en las paredes del recto mientras yo embargado en dolor solo acertaba a dar quedos gemidos.
Me levanto las piernas y las puso en sus hombros para hacer más fácil la penetración.
Escupió mas saliva en su mano y la esparció por toda la cabeza y tronco de su ya dura verga y tomando aire se preparo a embestir ese delicioso culo que tanto se le antojaba.
Al sentir nuevamente aquella candente punta en mi entrada no pude hacer más que cerrar los ojos y abandonarme sin fuerzas a ser vejado nuevamente.
Martin empujo con determinación pero la resistencia natural de mi ano le impedía el acceso a pesar del daño hecho hace un momento.
Tal vez era yo quien me resistía por completo a ser condescendiente con Martin.
No se si consciente o inconscientemente apretaba yo mi ano para impedir que aquel tormento se repitiera pero aprendería de la manera mas cruel que mi decisión no contaba para nada así que Martin me tomo de la cadera y empujo hasta meter nuevamente aquella gran cabeza que dilato la entrada al máximo y mis blandas nalgas se empezaron a enrojecerse y a contraer en un rictus de intenso y agudo dolor.
Mas sin embargo eso no detuvo a Martin quien con una cara enrojecida por el esfuerzo y de un enérgico movimiento empujo y metió centímetros mas de carne.
El rostro enrojecido demostraba el dolor que no le estaba siendo fácil penetrar mi culito.
Yo también bufaba mientras mi cara se contraía al estar sintiendo el ser penetrado por esa tremenda verga que iba rompiendo todas sus barreras incontenible milímetro a milímetro nuevamente dejando atrás toda mi virginidad para ser violado por semejante pedazo de animal.
-Ayyyy…ayyyy….
ayyyyyy… ayyy….
-salía de mi garganta una y otra vez conforme aquella gruesa verga me visitaba indecisa entrando y saliendo de mí constantemente.
-¡Meee duuueeeelllleeeeeeeeeeeeeeeee….
!
-Jajajajaja.
¡Claro que te duele pendeja! Es normal que te duela princesa…te la estoy metiendo por primera vez…la primera de muchas mas!
A diferencia de Daniel, Martin parecía disfrutar el momento y semejante desvirgada.
A diferencia de Daniel, Martin lentamente la fue sacando y metiendo de nuevo hasta que de un violentísimo empujón se introdujo hasta el fondo y siguió empujando como queriendo descuartizarme y partirme en dos.
Cuando dio ese último empujón me arranco un ahogado grito desde el fondo de mi alma y más cuando sentí expandirse mis tripas por dentro alojando por completo la verga del tan odiado Martin quien no paraba de empujar hasta pegar su pubis con mis redondas y enrojecidas nalgas.
-Me haces daño….
Porfa… porfa… sácamela noooooooo puedo aguantar….
mas-sollozaba suplicante
Nuevamente empezó el enloquecedor movimiento de entrar y salir de mi culo que ahora le pertenecía por completo.
Como dije, a diferencia de Daniel, Martin no me hizo aquel tormento que me propino Daniel en primera instancia.
Martin entraba y salía en movimiento cadencioso sin parar lo cual hizo que el dolor fuera cediendo un poco mas nunca desapareció por completo, tanta fricción en mi culo me lo tenía adormecido pero poco a poco sentía una especie de ardor que crecía conforme me iba cogiendo mas y mas.
Mi ano solo reaccionaba defendiendo se de aquella acometida emitiendo ligera pulsación o contracciones que lo único que hacían era propinar caricias a las vergas de mis violadores.
No se como dicen que poco a poco el placer llega a tu cuerpo…ser empujado por la pelvis de Martin constantemente solo me arrancaba gemidos de dolor….
de dolor y de dolor…
Martin era un puerco y se comportaba como tal en todo momento.
Jadeaba y su cuerpo se lleno de sucio sudor que me caía a gotas en el cuerpo.
Eso me provocaba nauseas profundas.
Pero lo que mas me llevo a casi vomitar fue escuchar aquellas palabras.
-¡Ahhhh! ¡Que rico culo!-le dijo a Daniel mientras me seguía acometiendo- ¡Ahhhh! Como dijiste.
El aceitito si ayudo.
Ahora si estoy sintiendo rico.
NO como la otra vez- remato.
-Jajajajaj-contesto Daniel- SI, ¿recuerdas?
-Jajajja ¿Cómo olvidarlo? Aunque estaba más sabroso de cuerpito.
Valió la pena partirle la madre ¿no? O mejor dicho partirle el culo.
-Si-contesto Daniel- Lastima que se nos halla pelado.
Por eso a esta puta no la voy a dejar ir.
Aquellas palabras me estremecieron y me pusieron aun mas nervioso de lo que estaba.
-Pues le hubiéramos partido la madre otra vez como la vez que lo chingamos- contesto en medio de jadeos Martin.
-Si, pendejo.
–Dijo Daniel- de seguro le dijo a sus jefes.
-Le valió dejar a su noviecito ¿no?-pregunto Martin y señalándome con la cabeza.
-Jajaja.
Si.
O mejor dicho a su noviecita.
¿No? A su pinche culona y fondongera novia gorda-dijo señalándome con sorna.
¡NOOOOOO! No podía ser.
Aquellos malditos estaban hablando de… ¿ABEL?
Mientras Martin seguía serruchándome el culo, Daniel se acerco y asestándome varias sonoras bofetadas en la cara me dijo riéndose:
-SI putito.
Así es.
Nos chingamos a tu noviecito.
Nos chingamos su culito también por andar de metiche.
Si lo hubieras visto.
Jajajaja.
Nomas que era mas machín que tu.
EL pinche Abelito aguanto como los machos cuando le dimos verga.
No como tu que estas aquí de chilleta.
¡Jajajaj!
Mi alma se acongojo como nunca.
Nuevamente.
Por mi culpa.
Por mi culpa le habían desgraciado la vida a Abel.
Por mi culpa Abel se había retirado de la escuela.
Con razón cuando le llame nunca contesto.
Con razón se perdió de la nada.
Supe que el mismo le había pedido a sus papas que lo sacaran pero jamás me había imaginado la razón.
El corazón se me contrajo.
Y lo peor el saber que Abel había sentido el escarnio al que yo estaba siendo objeto en ese momento.
MI alma no podía más.
Martin me propinaba nuevamente sonoras cachetadas sin que yo pudiera tan siquiera meter las manos.
Se burlo de mí diciéndome:
-¿No que muy Karateca pendejo?
-¡Ay si! Pongo mis fotos en el face para que vean que soy karateca.
-No que mucho viaje a ¿Dónde? ¿A Panamá? ¿A donde chingados fuiste?
Al decir aquello, Martin me enterró la verga aun mas adentro sacando de mí un alarido estridente mientras remataba el comentario de Daniel.
-A lo mejor nomas iba a que se lo cogieran sus pendejos compañeritos.
¡Jajajajaj!
– ¡NO LO CREO!-respondió Daniel- ¡ESTOY SEGURO!- y al terminar con aquella frase respiro por su nariz haciendo un ruido estruendoso para rematar echándome a la cara un pegajoso gargajo lleno de mocos y de baba que se me fue a estrellar a media cara provocándome un asco inigualable.
Martin se salió de mí con la misma naturalidad con la que das por terminada una tarea diaria para dejar su posición al relevo.
— ¡Abre las piernas, putillo… que te la voy a meter de un solo envión!-me repitió Daniel cuando posicionándose nuevamente se preparaba para continuar violándome.
Y así lo hizo.
De nada valieron mis suplicas.
De nada valió que rogara que pararan ese tormento.
De nada valió que llorara cuanto pudiera.
Ellos solo estaban allí para satisfacerse.
Uno por uno pasaron por mi culo en forma alternada alardeando de su hazaña.
Uno por uno me siguieron insultando tanto física como verbalmente.
De una forma muy calculada, Daniel se administraba y administraba a Martin para durar entre los dos aquel macabro juego.
Cuando yo pensaba que estaban por terminar, cuando sus gritos y jadeos alcanzaban un cierto nivel, simplemente abandonaban mi culo para que el otro tomara la posición y siguiera mi tormento.
A ratos mis piernas desfallecían y no podía mas soportarlas en tal posición.
Tal vez el dolor disminuía conforme mi culo crecía y se amoldaba a ese par de falos erectos pero mi delicado culo se rebelaba ante el castigo de constante roce provocándome un ardor que crecía y crecía conforme me machacaban el asterisco.
El cruel de Martin se dio cuenta de mi ardor y del cansancio de mis piernas y haciendo una especie de juego me las jalaba hasta posiciones inverosímiles que jamás pensé poder adoptar haciendo que mi culo se abriera y así sufriera nuevas embestidas y nuevos espasmos de dolor.
Cuando ya seguro sintió que mi culo no le ofrecía ninguna resistencia, cuando sintió que ya me lo habían reventado a su antojo, cuando seguramente dejó de parecerle divertido o placentero sacármela de golpe para volver a clavármela de una sola estocada, Daniel me afirmó con fuerza jalándome por los pelos y no contento con estarme cogiendo aumento sus posibilidades de diversión.
Me pellizcaba mis pezones haciéndome llorar más y estrujando mis pechos me recordaba cuanto le gustaron.
Me volvía a herir diciéndome como rebotaban mis tetas como las de las viejas.
Me decía que ya había chingado porque yo no necesitaba cirugía.
Haciendo esto se dedicó a follarme a lo bestia, hundiéndome su verga hasta que sus huevos me nalgueaban nuevamente y rugiendo como un león al tiempo que me serruchaba rápidamente sin ninguna misericordia.
— ¡Dale Daniel…revienta al maricón…! – gritaban Martin coreando – ¡Pártele el culo…que para eso el puerco es un puto maricón…!
Y Daniel seguía clavándome su poderosa verga sin pausa.
Aquello se me estaba convirtiendo en una eternidad.
Con cada embestida sentía como si algo dentro de mí se quebrara sin remedio, como si mi alma se arrugara de dolor moral y de completa humillación…y la gran desvirgada continuaba
— ¡Chingatelo … chingate al putito…! ¡Dale duro en el culo…quería ser vieja como sus amiguitas…!
Ha pasado mucho tiempo desde aquella tarde, otras vergas han entrado en mi culo.
Me convertí en un sumiso sin voluntad y muchas veces me han violado sin que yo haga nada al respecto… desde ese día…ese ha sido mi destino…Daniel sin querer me lo impuso como condición y yo lo acepté en mi vida.
Simplemente la voluntad me abandona cuando cualquier hombre con determinación y postura se dirige a mi.
Aquello que me hizo Daniel en esa tarde me hundió para siempre en un estado de inferioridad del cual ya no podría recuperarme nunca más y que cambio mis planes de vida.
Aquel modo de hundirme, de degradarme, de humillarme hasta más allá del fondo, terminó de concretarse cuando sentí que Daniel me clavaba su poderosa verga más profundo que en ningún momento de aquella violación tan intensa, tan brutal y tan larga.
Lo sentí estremecerse y lo oí rugir como un león y percibí con toda claridad cómo empezaba a eyacular entre mis tripas inundándome con su blanco veneno mi ser.
En esos momentos me solté a llorar con un llanto calmado aun cuando nunca deje de llorar pero a través del cual podía ir aceptando cómo era que aquel despreciable ser humano se estaba adueñando de mi vida y se estaba convirtiendo en mi Amo y estaba acabando de marcarme.
Llenándome las tripas con su lefa, me arrancaba el último vestigio de mi dignidad y de mi orgullo, me despojaba por completo de mi hombría y me convertía en un objeto que no debía sentir ni dolor ni placer, ni ninguna otra emoción si no solo la satisfacción de complacerlo y obedecerle a él, a mi Dueño.
Y Daniel seguía clavándome su poderosa verga sin pausa.
Aquello se me estaba convirtiendo en una eternidad.
Con cada embestida sentía como si algo dentro de mí se quebrara sin remedio, como si
Ojala pudiera decir que mi historia termina aquí sin embargo todavía falta mucho por contar.
Cuando finamente Daniel saco su verga de mi culo se encabrono sobremanera al verla.
La traía llena de baba, de lubricante, de semen y manchada con unas gotitas de sangre y algún resto de mierda.
-Maldita sea… – dijo- La pinche gorda me cago el palo.
Y sin pensarlo ni un instante echo mano por mis pelos y jalándome con fuerza volteo mi cara aun lado, dándome una cachetada mas y me dijo:
— ¡Pinche cerdo! ¡Ponte a limpiármela que la dejaste toda cagada!
No pude reprimir un sollozo más lastimero.
Dirigí mi mirada hacia la verga de mi nuevo AMO que acababa de violarme y me la encontré más grande de lo que la había visto nunca, aún completamente erecta, goteando un grueso hilo de semen y manchada de sangre y mierda.
Los ojos se me llenaron de lágrimas ms amargas por enésima vez en aquella jornada de aquel aciago martes.
Abrí la boca y con renovado asco me tragué la poderosa verga de Daniel y empecé a mamársela con suavidad, lamiéndosela con devoción y tragándome hasta el último vestigio de la violación a la que había sido sometido por aquel incipiente narcotraficante de segundo de secundaria.
— ¡Bien, gorda! ¡Bien!– me repetía incesantemente mientras mi lengua rinconeaba hasta el más minúsculo resquicio de su pito – ¡Estás aguantando bien el castigo…lo que sigue ya no te va a costar tanto trabajo aguantarlo!
¿Lo que sigue? ¿Qué más sigue? ¿Es posible más mezquindad? ¿No era suficiente? ¿Qué más me podía hacer si ya hasta me había violado y me había envilecido compartiéndome y haciéndome objeto de burla y escarnio con su compañero? ¿Que no le bastaba? ¿Hasta donde llegaría?
Un dolor agudo y conocido me volvió a invadir cuando la regordeta verga de Martin se me enterró nuevamente.
¡Bonita imagen! Yo por un lado chupándole y limpiándole el pito a mi violador.
Literalmente tragándome mi propia mierda por conducto de su fierro mientras mi ano era ocupado nuevamente y al mismo tiempo sin darme la oportunidad de tan siquiera quejarme por tener el hocico ocupado atendiéndole.
-¡MMMMFfffffffffff!
-¡¡¡MMMMMgggggggggggg!!!- se escucho por un tiempo en aquel templo de perdición mientras mi boca era entretenida en su sesión de limpieza.
-¿Esto querías? ¿No GORDO? Pues aquí la tienes cabron.
¡SIENTELA!- y mientras decía aquellas palabras Martin se proyectaba para casi partirme en dos y hacerme sentir vulnerado por completo.
-¡MMmmmmFFFFffff!
-¡AAAAYyyyyyyy!-alcance a medio decir en un momento en que la verga de Daniel se me resbalo para afuera dejándome libre por unos segundos.
-AHHHHgggggggggg….
-¿¿Esto querías no pinche gordito??- me recriminaba Martin con aquella profunda voz que me retumbaba en los oídos como si realmente yo me lo hubiera buscado.
Esos comentarios vejatorios y los resoplidos de la garganta de el nuevo gordito puto de la escuela rompían el silencio mezclándose con el: Plop….
Plop……Plop que hacia mi recién inagurado culo cuando aquella verga lo abandonaba solo para acomodarse nuevamente en su lugar.
La verga de Daniel abandono mi boca justo en el momento preciso en que Martin al igual que Daniel como una gran BESTIA saciada se sepultaba dentro de mi a través de su pene y me embarazaba lanzando nuevamente chorros de caldo espeso y caliente y por ende condenándome a ser eso.
A ser un recipiente de su semen.
A ser una muñeca que podían utilizar cuando ellos quisieran y se les antojara y un culo dispuesto sin tener derecho a pedir absolutamente NADA.
A diferencia de Daniel, Martin no busco mi
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