Claudia, a los 12años cambió mi vida un farmacéutico jubilado de 60 años – EP. #02.
En mi relato anterior contaba como a mis 12 años tuve mi primera experiencia sexual con un hombre mayor de 60 años, y tras un primer encuentro tan excitante acordamos volver a repetirlo la próxima vez que debía volver a ayudarle en su casa..
Continuando con el relato el EP. #01, luego de salir de la casa de Carlos caminé hasta mi casa reviviendo en mi cabeza todo lo que había pasado, no poda dejar de pensar en todo lo que había hecho y de la manera tan sumisa con la que actué con él, no dejaba de preguntarme si era gay y en tantas otras cosas sobre mi y mi cuerpo, pensaba en como crecían mis tetas misteriosamente que cada vez se me hacía más difícil ocultarlas, si no era por mi panza que sobresalía ya las habrían descubierto en mi casa, estar gordito era mi tapadera. Llegué a mi casa y como era de suponer, todos estaban durmiendo la siesta, sobre la mesa estaba esperándome un plato cubierto con un trapo para que no se posen las moscas, realmente no tenía mucha hambre después de lo que había pasado unos minutos antes, pero me senté a un momento y en cuanto acerqué la silla el borde de la mesa se acomodó justo debajo de mis pechos, aquel simple accidente hizo que resaltaran y tomaran una forma más redonditas de lo que ya eran, no había lugar a dudas tenía las tetas que tendría cualquier chica de mi edad, mi mente seguía recordando a mil, y recordé la crema que me había dado Carlos y me detuve a leer con detenimiento que efectos provocaba aquella crema, entre muchos nombres de drogas que desconocía y otras indicaciones, pude leer lo que revolucionó todo “… favorece el aumento del busto en pocas semanas”, de inmediato pensé: entonces, ¿Carlos me la recetó para que conserve estas tetas?, pegué un salto de la silla y fui a mi habitación, cerré la puerta con llave, me desnude por completo y me observé en el espejo, era como ver a una chica, me giraba para un lado y el otro, mirara por donde mirara seguía viendo una niña de 12 años desnuda parada frente a mí salvo por un pequeño detalle, entonces se me ocurrió esconder mi pequeño pene entre las piernas, ahora sí, me veía como cualquier nena de mi edad. Un detalle que había notado pero sin darle mayor importancia era lo poco que crecía el bello en mi entrepierna pero lo atribuí a que aún era muy joven, cuanto más me miraba más me parecía ver un parecido a una vecina que vivía cerca de casas pues ella era algo gordita, dudé un poco al principio pero finalmente me apliqué un poco de la crema que me había dado Carlos sobre cada tetita y la esparcí haciendo círculos, cuanto mas las frotaba más entusiasmada me sentía.
De nuevo volví a recordar lo que había hecho con Carlos, esta vez aceptando que me había gustado muchísimo, miles de cosas pasaron por mi cabeza, pero también recuerdo que una vez que los masajes a mis pechos comenzaron comencé a sentir un calor que no hacia más que crecer y ese día me masturbe como nunca, con una mano jalando mi pene con desesperación y con la otra mano apretando y frotando mis pezones, no podía dejar de mirar mis pechos que sobresalían tan redondos y jugosos, veía mis pezones rosados y gorditos con las aureolas grandes, lucían super femeninos eran unas verdaderas tetas en proceso. El simple hecho de pensar que debía volver a “trabajar” en la casa de Carlos me despertaba una calentura increíble, por la noche me desvelaba imaginando lo que en unas horas haría cuando regresara a su casa, pensaba en que él tenía más de 60 años y no me parecía desagradable, todo lo contrario eso mismo me gustaba y creo que más de lo que creía, pensaba, entonces quiere decir que me gustan viejos? en algún momento de la madrugada me quedé dormida.
La mañana siguiente mi mamá golpeó la puerta gritando: ¡Arriba! Hay que desayunar que se hace tarde y hoy tienes que ayudar a Carlos!.
No podía dejar de pensar justamente en eso, me vestí rápido y salí a la casa de Carlos, cuando llegué a su puerta le vi vigilando detrás de una de las ventanas, era claro que me estaba esperando impaciente y pese algunas dudas yo también, no hizo falta que toque el timbre me abrió la puerta y él me invitó a pasar muy sonriente, pasé y en cuanto cerró la puerta me empujó contra la pared y comenzó a besarme el cuello, tenerme así entre la pared y su boca me excitó muchísimo y mi pequeño pene comenzaba a ponerse duro, me gustaba como sus manos me recorrían entera de cintura para arriba, su boca era implacable y lo que hacía con su lengua una maravilla, todo me gustaba de este hombre maduro que me pervertía, yo por supuesto no le puse ninguna resistencia dejé que me tocara todo lo que quisiera, como era de esperar sus manos como rapaces se colaron bajo mi camiseta hasta alcanzar mis tetitas, las apretaba y lo mismo con mis pezones, entonces levante mi camiseta dejándole claro que mis blancas tetas estaban servidas para que las devorara a su antojo, su boca se sentía caliente parecía que su excitación le ardía tanto como a mi por dentro, sentí que me asfixiaba de placer, me hacía gemir, él no soltaba mis pezones y eso me hacía que gimiera aún más, hasta mi voz parecía haber cambiado a la de una chica, y eso le excitaba tanto como a mí. Su boca soltó mi teta derecha dejándola toda baboseada solo para besarme, me costaba seguirle el ritmo a su lengua, la sacaba y la volvía a meter, de nuevo la sacaba y volvía a meterla golpeando una y otra vez, su lengua penetraba en mi boca con furia como había hecho su pene la última vez.
Como si acabara de recordar algo dejó mi boca, me miró los labios enrojecidos de pasión y luego a los ojos, y con el derecho que yo le había concebido sobre mi cuerpo me tiro del brazo mientras ordenó con ternura que le siguiera, solo llegó a decir que tenía una sorpresa para mí y subimos las escaleras, le seguí hasta la plata de arriba y nos detuvimos en la única habitación con la puerta pintada de rosa, se veía que hacía tiempo que no la pintaban, claramente era la habitación de su hija Lucía, él conservaba todas sus cosas, incluso la ropa había usado durante el tiempo que vivió en esa casa, se notaba que mantenía limpia la habitación. Con un tono severo Carlos me pidió que no desacomode nada, abrió las puertas del ropero y luego buscó en uno de los cajones, lo vi sacar algo pero no distinguí que, se volteó y entre sus manos colgaban un conjunto de ropa interior de su hija, se notaban un poco gastados pero no importaba, sabía lo que estaba por pedirme pero dejé que lo dijera él, me excitaba mucho si me lo pedía directamente, con su voz grave pero cálida me pidió que me quite toda la ropa y me vista con la ropa interior de su hija y salió por la puerta para darme intimidad o quizás como parte de este juego, solo volvió a repetir que no desordene solo que esta vez lo dijo con un tono más amable y cerró la puerta.
No quise perder ni un segundo y me desnude tan deprisa como pude, me detuve un momento para apreciar las prendas y saborear mi primer experiencia con ropa interior de mujer, se trataba de un conjunto blanco bastante inocentón ya que claramente sería de cuando su hija tendría mi edad o casi, la parte de arriba tenía aro y como único detalle la adornaba una fila de pequeñitos círculos calados que bordeaban el lado interno de las tazas, no me lo esperaba pero era de mi talle así que no tuve problemas en llenarlo, solo se me dificultó por un momento con el ganchillo para abrocharlo en la espalda, pero lo logré sin pedirle ayuda a Carlos y la parte de abajo era una tanga del mismo color que hacía juego y se acomodaba muy bien en mi culito, me mire en el espejo que tenía cerca y desfile un momento para mi, me excitó muchísimo verme así con esas prendas. Estaba lista, pero no quise gritar muy fuerte, aun sentía un poco de vergüenza así que alcé la voz ligeramente, solo lo suficiente como para que pudiera oírme al otro lado de la puerta, como no tuve respuesta, volví a intentarlo una vez más y Carlos abrió la puerta.
En el próximo capitulo contaré que sucedió después.
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