Claudia, a los 12años cambió mi vida un farmacéutico jubilado de 60 años – EP. #03.
Final de la hitoria de Claudía una nena trans de 12años y un jubilado de 60 años..
En mi relato anterior contaba como a mis 12 años fui a la casa de un hombre mayor de 60 años, para convertirme en su muñequita sexual.
Carlos me había oído y abría lentamente la puerta de la vieja habitación de su hija Sofia, en su mano traía un vaso de naranja como era costumbre y su rostro al verme era bastante obvio, era imposible no leer en su rostro que le gustaba lo que veía tenía, era una expresión entre perversa y enamoradiza, me gustaba como se me quedaba mirando, sin que me lo pida giré una vuelta para que sus ojos me recorrían completa, se acercó sonriendo y me ofreció el vaso de naranja, me lo bebí hasta el fondo, sin querer unas gotas resbalaron por la comisura de mi labio y cayeron sobre mi pecho, justo donde se juntaban mis tetitas como dos naranjas medianas. Carlos no pudo evitar clavar sus ojos en mis pechos con deseo y dijo: Mira estas tetas..!!! Si son de una chica, te veo y es como ver a Lucía-.
No entendí bien que quiso decir, pero me gustó mucho que me comparara con una chica y también el tono con que lo dijo, no se tardó ni un minuto para lanzarse a mis pechos que ahora lucían un verdadero escote, y dijo: Déjame verlas, quiero ver esas tetas de nena, vas a ver cómo te voy a comer esos pezones gordos.
Sus manos reclamaban su dominio sobre mi cuerpo, apretaba mis tetas y las oprimía una contra la otra yo me mantenía completamente entregada y sumisa.
Estaba tan llena de deseo como él, le miré y mi respiración se aceleraba impaciente, me mordí el labio inferior y llevé mis manos a mi espalda para liberar mis tetas, en cuanto pude desenganchar los ganchillos, deslicé lentamente la lencería que llevaba puesto, me gustaba mi rol de sumisa con este hombre mayor que se notaba impaciente por devorarme entera.
Dejé caer la prenda al suelo y dos jugosas tetas pálidas con forma de gota cayeron hacia delante rebotando un poco, levemente erguidas y con dos pronunciados picos coronadas con unos pezones gordos y rosados. Carlos se abalanzó sus manos sobre mis tetas y solté un gemido, las apretaba hasta el dolor y tuve que suplicarle que no lo hiera tan fuerte, pellizcaba mis pezones y tiraba de ellos, yo gemía aún más, los retorcía buscando oír más gemidos, sentía mi cerebro como se derretía de placer. Carlos chupaba mis tetas como lo haría un bebe y volvía a retorcer mis pezones, antes besaba primero una y luego la otra y volvía a chuparlos, había descubierto la alta sensibilidad de mis pezones y se aprovechaba, solo los soltaba para regalarme palabras sucias y de nuevo me chupaba un pezón me gruñía algo luego seguía con el otro era tan salvaje, su boca me volvía loca de placer.
No necesitó ordenarme hacerlo, mis manos se orientaban perfectamente para encontrar su pene, pese a tener más de 60años se le paraba sin problemas y lo mantenía increíblemente duro, metí la mano dentro de su pantalón mientras lo miraba a los ojos hasta dar con su pene, cuando lo encontré comencé a masturbarle, tenía toda mi mano rodeando su pene y luego lo hice con las dos manos.
Una de sus manos había alcanzado mi culo, lo apretaba con pasión, y de a poco sentí como sus dedos se colaban bajo la tela, estaba súper excitada, ambos gozábamos ardidos de placer. Se marcaban sus dedos en mi piel blanca como una firma de su pasión que lentamente se desvanecía, su boca besó mi cuello y escaló hasta mi boca, mordió mi labio hasta que abrí lo suficiente mi boca y metió su lengua, nuestras lenguas giraban salvajes, sus manos que no soltaban mi culo me atraían a él y estuvimos un rato frotando nuestros cuerpos con mis brazos rodeándolo.
En mi mano sentí como palpitaba su pene que se ponía más y más duro, era clarísimo que Carlos estaba a punto de eyacular, con un movimiento brusco quitó mi mano de su pantalón, me asustó un poco pensé que había hecho algo malo. Con sus ojos fuera de si dijo: Como me pones!!! Pero que buena puta resultaste. Y siguió: Si tu madre supiera que tiene una puta calentona de hijo, hizo un silencio y dijo: Tu madre tiene una hija muy puta, una putita hermosa.
Entonces me confesó con total comodidad en su voz que él siempre se había fijado en su hija, que cuando la espiaba mientras se vestía le despertaba un deseo que debió reprimir toda su vida.
Oírle decir aquello se suponía que debería asquearme, pero me calentaba a mil, me sentía deseada por este hombre mayor y le devolvería todo el placer al que me estaba sumergiendo, Carlos me había ayudado a descubrir la puta que llevaba dentro, me encantaba serlo así que me convertiría en su juguete sumiso, lo había entendido todo en ese segundo y con ternura le respondí: ¡¡quiero que seas mi papi y me toques así siempre!! Ambos supimos que estaba totalmente entregada a él.
Me sujetó del brazo y me hizo girar dándole la espalda, apoyó su pene que seguía duro presionando entre piernas, los dos nos frotamos el uno con el otro con sus manos recorriéndome, sus manos volvieron a apretar mis tetas mientras su pene golpeaba mi culo cerca del ano, pegando su boca a mi oreja con una voz entrecortada me susurró: Te quiero arriba de la cama, quiero verte de rodillas en la cama, y me abres las piernas.
En mi papel de “hija” sumisa le respondí: Si papá, me gustaba sentirme dominada por él y aunque no sabía que pensaba hacerme confiaba totalmente en él, confiaba que lo gozaría tanto como él, caminé hacia la cama moviendo mi culo, quería que me mirara el culo y volviera a decirme que era su puta, no me decepcionó y dijo: Pero que putita es mi nena, es que ni soñada, te quiero así todas las veces que vengas.
Intente poner una pose que le deje ver bien mi culo como las de las revistas de lencería de mis primas y le respondí: Siempre que venga voy a ser así de obediente. Pellizcándome un pezón continué: Me gusta mucho cuando me chupas las tetas.
Carlos respondió: ¡Ya lo sé! Estas tetas te las voy a chupar siempre que vengas… Y en esta casa te quiero ver usando la ropa que te deje!.
De pronto sentí sus manos acariciar mi culo, él estaba parado detrás de mí, lentamente me bajó hasta las rodilla la tanga que por frotarnos tanto se había incrustado en mi culo, se detuvo apreciando mi ano y mi pequeño pene rosado que colgaba a penas erecto, de nuevo sus manos apretaban mi culo redondo y luego separó mis nalgas, presionó con su pene en mi ano y comenzó a pasar su glande por mi culo, luego acercó su cara, cosa que me sorprendió pero aún más cuando sentí su lengua pasar por mi ano pero me gustó tanto que le pedí más lengua, su lengua lamía de arriba abajo mi ano y con esfuerzo lo penetraba, sentía su saliva que caía caliente por mi ano y corría por mis piernas, mi pequeño pene goteaba manchando con unas pequeñas gotas la cama.
Podía oír que lo disfrutaba, al cabo de unos segundos su lengua ya entraba y salía de mi ano con mucha facilidad, luego sentí como acercaba un dedo a la entrada de mi ano hasta que logró introducirlo y poco a poco lo metió entero, su lengua seguía trabajando en mi ano otro rato y luego sentí entrar otro dedo, yo jamás había experimentado tanto placer estaba gimiendo a los gritos con viva voz, me pidió que baje el volumen de mis gritos pero su lengua y sus dedos me lo ponían difícil, mordí la mata de flores que cubría la cama, no sé quien de los dos estaba más excitado en ese momento pero yo sentía que moría.
Carlos me decía cosas sucias, pero no pude escucharlas mi cabeza estaba en blanco, estaba tan extasiada que ni siquiera podía distinguir si eran dos o tres dedos, solo sentía como entraban y salían de mi ano una y otra y otra vez, con tanta pasión y sin hacerme daño, solo no quería que parase, pero lo hizo. Carlos dijo: Ahora si estás lista. Y luego sentí algo mas grueso pero igual de firme penetrando con suavidad, era su pene que entraba con la facilidad de quien lo hace todos los días, sentía su panza chocar con mis nalgas y sus huevos rebotar con los míos, era un nuevo placer que estaba descubriendo y del que no quería volver a perderme nunca más. Su pene era un pedazo de carne que embestía mi culito virgen de 12 años, totalmente inexperto me adaptaba con facilidad al movimiento de su cadera que me embestía una y otra vez, mientras, mis tetitas rebotan y mis pezones se sacudían, Yo gemía cegada de placer, mordía la mata pero igual algunos alaridos escapaban, Carlos me penetraba con su grueso miembro tan firme como una piedra, sacaba y de nuevo volvía a meterlo golpeando una y otra vez el interior de mi cuerpo, por momentos lo sacaba completamente de mi ano y volvía a meterlo hasta la base de su pene, sentía una mezcla extraña entre querer orinar y estar a punto de eyacular. Carlos me pedía que me masturbara mientras me seguía penetrando sin descanso, luego me levantó y me sujetó por las tetas sin dejar de bombearme, estuvimos en esa posición durante yo creo que 10 o 15 minutos, y cuando pensaba que me rompería la carne del ano sentí la fuerza de sus últimas embestidas antes de llenarme con su esperma.
No había preservativo de por medio ni yo tenía el conocimiento para haberle pedido que lo usara, finalmente sus años reprimido se satisfacían conmigo en un acto totalmente salvaje, ya no me importaba la regla de no gritar y gemí en un extenso ..Aaahhhhhh!!! yo también había eyaculado firmando la manta nuestra primera vez.
La habitación que se había mantenido inocente por tantos años ahora olía a sexo, semen y un poco a culo, me rendí sobre la cama con las piernas abiertas y el ano dolorido, me sentía agotada y me costaba recobrar la postura mucho menos podía con el aliento pero me sentía tan satisfecha.
Luego de ese día seguí yendo a su casa para hacer tareas en la casa que de verdad Carlos no podía hacerlas solo, cortar el césped y demás, pero cuando hacia tareas dentro de la casa, hablo de tareas como limpiar, hacer las camas y «atenderlo» lo hacía usando algún conjunto de lencería y a veces se ponía creativo y me pedía usar algún disfraz erótico, yo lo hacía encantada y sumisa. Al poco de haber normalizado entre nosotros la relación que llevábamos Carlos me confesó que mis misteriosos cambios se debían a una pastillas con hormonas que me echaba en los vasos de jugo de naranja. Lejos de enojarme le agradecí y seguimos con nuestras visitas y manteníamos una relación exclusivamente dentro de las paredes de su casa.
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