Cogiéndose al pendejo de la clase II. Dulce reencuentro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por summoner.
Había pasado una semana desde lo ocurrido, Alberto no quería salir de su casa, estaba asustado y con más miedo del que alguna vez había sentido, si bien sus padres habían notado un cambio en la actitud del chico, no habían prestado la suficiente atención como para tomarle la importancia adecuada, cada vez que se dirigía a su escuela Antonio miraba a todas direcciones por si alguien sospechoso se le acercaba, durante sus clases Héctor también había cambiado su actitud, de alguna manera se sentía culpable de lo que había sucedido, pero no se arrepentía de ninguna manera de sus acciones, incluso en mas de una ocasión se había masturbado recordando aquellos hermosos momentos en los que por fin había logrado ser parte de aquel pequeño cuerpo, incluso sentía como se formaba una erección al mirar a aquel chico tímido y callado.
Afortunadamente para Héctor en una ocasión había encontrado llorando en el baño de aquella escuela, aprovecho que no había nadie más que ellos para sentirse nuevamente dueño de aquel chico –Que pasa maricon, ¿no me lo quieres chupar?, Alberto estaba molesto, no quería saber nada de su compañero de clases –Si no me lo mamas, te vamos a violar nuevamente entre mis amigos y yo- aquel chico bajo la mirada, y su expresión de furia se convirtió en una completa docilidad, entraron a un sanitario y Héctor se bajo los pantalones, -Siéntate en el retrete y alza los pies, no quiero que nos vean- el chico obedecía las instrucciones como si se trataze de un robot, cosa que alegraba a por mucho su compañero, le acerco su miembro a la boca, y acomodándose de tal manera que los pies de Alberto permanecieran fuera de la vista de cualquier entrometido empezó a lamer y a chupar los genitales de su agresor, podía oler el aroma a sudor de aquella región del cuerpo, la textura carnosa de aquel miembro, Hector le acariciaba el pelo y de ves en cuando le dab una palmada como si se tratase de un perro amaestrado, pronto aquellos labios, mejillas y lengua completarían su misión y un chorro bastante abundante de semen llegaría a la garganta de aquel chico, -me lo mamas mejor que mi novia- le dijo Hector en voz baja –quiero que me lo chupes todos los días, eso te gustaría?-Alberto nuevamente no respondió, escupió el resto del semen que había quedado en su boca en aquel retrete, y con cuidado salieron de aquel sanitario sin que nadie se percatara de lo ocurrido.
Se había vuelto un habito, Hector aprovechaba las ocasiones en las que veía a aquel chico entrar al baño para que le diera placer con esa dulce boca, cuando Alberto comenzó a evitar los baños, su agresor lo obligaba a entrar, no tenia escapatoria, con forme pasaba el tiempo Hector protegía mas y mas a su mamador, de cierta forma se sentía dueño de aquel chico, y por consiguiente responsable de su seguridad.
Poco duraría este momento de relativa paz, había alguien que aun mantenía cierto rencor y resentimiento contra Alberto y estaba completamente dispuesto a hacerle pagar por no haberse tragado su semen, El Gato, y su oportunidad para tomar venganza llegaría pronto. Había seguido los pasos a aquel pendejo, se acerco a el con una navaja en la mano y lo tomo por el hombro, cuando Alberto reconoció a aquel sujeto no supo que hacer, tal vez si hubiese gritato y pedido ayuda alguien lo hubiese rescatado del destino que le aguardaba-Hola putita, te acuerdas de mi, no creo que hallas sido capaz de olvidarte de mi verdad- en su rostro se dibujaba una mueca de burla y supremacía, -sabes, yo aun no me olvido de ese lindo culo que tienes- lo abrazo y pego su cuerpo más cerca para que Alberto pudiera sentir la erección de aquel hombre, estaba inmovilizado, sentía el filo de aquella navaja intentando clavarse adentro de su piel, -no me hagas daño- digo aquel chico con un hilo de voz –eso si no se va a poder putita- se acerco su oído, los labios de aquél sujeto rosaban la oreja de aquel asustado muchacho –me éxito que chillen las perras como tu cuando se las dejo ir todita-esos palabras petrificaron al muchacho, -ahora me vas a acompañar- y como un cordero fue acompañando a aquel hombre, tampoco se le ocurrió echarse a correr, su miedo le impidió reaccionar, y pronto se encontraba en aquel lote baldío donde su tortura había comenzado.
-Ahora puto, me lo vas a mamar, y esta ves me voy a correr en tu boca-
La practica que había tenido con Héctor le había servido de algo, siempre sentiría asco al realizar aquella practica, pero había tomado experiencia y la aplicaría con aquel sujeto, la diferencia entre ellos era muy marcada, por una parte Alberto era un chico delgado, de tez clara y de facciones delicadas, en contra posición de su agresor, que era un hombre alto de complexión robusta y de tez mas morena que la suya, -adelante pendejo que esperas, metete mi verga a la boca- aquel chico obedeció, se introdujo aquel miembro a la boca y comenzó con el chupeteo normal, El Gato estaba muy complacido ante tal acción y lo único que hizo fue recargarse en la pared y disfrutar del momento, Alberto sentía como aquella arma se acercaba a su rostro, pensaba que si lograba hacer que su agresor eyaculara pronto toda aquella tortura terminaría pronto, (no podía estar en mayor error). Se introducía aquel pene lo más profundo que podía en su garganta, lo llenaba de saliva y besaba los testículos cubiertos de vello de aquel sujeto, pero notaba algo diferente con respecto a las mamadas que le practicaba a Héctor, su agresor solo lo contemplaba como esperando algo más, y sin pleno aviso sintió un chorro de semen espárzase en su boca, ocasionándole una arcada involuntaria. Fue entonces cuando El Gato saco un alambre de su pantalón, y sometiéndolo en el piso comenzó a destrozar las ropas de aquel chico con ayuda de su navaja.
Lo desnudo por completo, el llanto de Alberto recorría sus mejillas, se había resignado a la idea de ser sometido nuevamente por aquel sujeto, sentía el sabor alcalino del semen, lo quería escupir, pero sabía que no debía hacerlo, su piel se erizo cuando el gato le paso una mano por la espalda, la mano de aquel hombre era áspera, debido al trabajo mecánico que en un tiempo había realizado junto a su compañero el Talachas–mira nada más que cuerpo de puta tienes- aquellas palabras hacían una mezcla perfecta en sus emociones, el odio, la vergüenza, la impotencia, aquel hombre no solo lo despojaba de su dignidad, le arrebataba su virilidad en todos los aspectos, lo hacía sentir menos que un hombre, y se odiaba a si mismo por no ser más fuerte, por dejarse someter tan fácilmente, estaba a punto de darse la espalda y confrontarlo pero una mano en la nuca lo detuvo como un perro regañado –¿qué puta, ya te estás calentando?, así me gustan las hembras, rejegas y tercas como mulas-
El gato acerco su miembro a las nalgas de aquél chico que sin notarlo se había ruborizado por la furia contenida, los pequeños vasos capilares en su dermis se habían dilatado al punto de hacerle notar a su agresor su estado de ánimo, el pene de aquel hombre empezó a acariciar aquellas nalgas sonrosadas, deseaba penetrarlo, pero sobre todo humillar a aquel pendejito, hacerlo sentir de todas las maneras posibles menos que una puta, -como la vas a querer amor, con saliva o sin saliva- de nuevo aquel sarcasmo en ese tono de voz, Alberto no contesto, permaneció callado, -Quieres que te la meta como la primera vez verdad puta, pues ahí te va- un grito de dolor salieron de aquella joven boca, seguidas de un no, por favor, -jajajaja te tardaste en responder perra, así es como los caballos montan a las mulas testarudas como tu, y ahora muéveme ese culo puta-el dolor que sintió aquel chico era muy parecido a la primera vez, no había disminuido en nada, ni siquiera su burdo intento de relajar su ano había servido, y su reacción inmediata fue intentar expulsar aquel miembro de su ano –así putita de mierda, intenta sacar l verga de tu papi, ya veras como te termino montando de nuevo- aquel miembro salió de su ano, los microdesgarres en su ano habían dejado una impresión de sangre en éste, poco tiempo tuvo para recuperarse, ya que El Gato arremetió con mayor fuerza en aquel culo, sus movimientos eran mas rápidos, sus penetradas más profundas, -¿Así puta, así te gusta que te monte tu macho?
Ábrete más de nalgas perra que te quiero partir como la cerda que eres- aquella habitación parecía una orquesta de sonidos abstractos, por una parte los gritos desesperados y chillidos de Alberto, por otro los gemidos e insultos de El Gato, y por último el sonido proveniente del choque de ambas pelvis aunado a los golpes y puñetazos que le propinaba aquel hombre a su esclavo sexual, Alberto se encontraba agotado, era como si su atacante le absorbiera su energía por medio de aquel órgano sexual y la empleara para continuar con sus embestidas, durante más de una hora fue sometido como una muñeca inflable, su agresor lo coloco en cuanta posición le complaciese, generalmente lo mantenía boca abajo, incluso pensaba que era la mejor posición si no fuera por los puñetazos que recibía en su espalda continuamente, pero incluso por muy duros que fueran aquellos golpes estaba convencido que era mejor que mirarlo a la cara, era en esos omento cuando contemplaba aquella expresión de superioridad, aquella sonrisa burlona, incluso los besos que le mandaba le hacían sentir una completa repulsión por aquel sujeto, lo hacían sentirse como si realmente fuera una mujer, como si solo fuera una pertenencia mas de aquel hombre, y en más de una ocasión se vio tentado a regresarle los escupitajos que aquel sujeto le echaba en la cara –Querías saliva perra, pues aquí tienes zorra de mierda- aquel sujeto le hacía honor a su apodo, realmente parecía un felino torturando a un inocente roedor antes de devorarlo, cuando por fin estaba listo para eyacular, le levanto el culo a aquel chico y apoyando la cara de este contra el piso aumento la velocidad de sus embestidas, Alberto sentía el polvo entrar por sus pulmones, la tierra pegarse a su rostro, -Ahora si vas a quedar preñada puta maricona de mierda- y con estas palabras eyaculo en la cavidad anal de su víctima, Alberto sintió en su ano las cuatro contracciones de aquel miembro al descargar el semen dentro de él, ni siquiera se molesto su agresor de retirar su miembro de aquel ano, no todavía,
El Gato se desplomo sobre el chico dejando que su peso lo aplastara contra el piso, y comenzó a besarle la oreja y a acariciar el pelo de su nueva hembra –Casi me arrepiento de lo que pienso hacer contigo, pero no te preocupes putita, aun no pienso asesinarte, nos divertiremos por un tiempo con tu hermoso trasero, y prometo darte una buena culeada cuando te este quitando la vida- con un movimiento de cadera comenzó nuevamente a penetrar a aquel chico, la tortura todavía no terminaba.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!