Comiendo semen en la escuela a mis 16 años
Volví a clases luego de un fin de semana de lujurias sin saber que me esperaría una semana llena de degustaciones sabrosas. (Incluye fetiche de comida, orina y saliva).
Al igual que en mi anterior relato, no es realmente necesario haber leído los anteriores para entender gran parte de la historia pero si quieren saber todos los detalles los invito a leer mis relatos anteriores en los que explico cómo probé un hot dog de semen de muchos machos para mi posterior degustación de frutillas con semen.
«Si quieres que esto se vuelva a repetir, bebe mi orina, demuéstrame lo cerdo que eres» fueron las últimas palabras que salieron de la boca de Luis luego de pasarme un tazón lleno de la suya. Yo no podía procesar bien la situación, ¿estaba soñando despierto? ¿Realmente este chico de 16 años con un cuerpo monumental me estaba incitando a probar sus meados? No, no solo me estaba incitando a ello, casi que me estaba extorsionando a ello con la amenaza de coartar futuros encuentros si no lo hacía, la situación me tenía cerdísimo y confundido a la vez. Yo solo me quedé observando cómo se guardaba su pene de 18 centímetros en sus pantalones apenas habiéndose sacudido, él me miraba fijamente mientras yo sujetaba el tazón en mis manos, podía sentir el calor y el vapor que emanaba, el olor a orina ya se impregnaba en mi nariz, recién estaba conociendo lo sabroso que era mezclar comida con semen, pero no sabía si estaba preparado para dar un paso nuevo a la orina, «si no lo vas a hacer está bien, lo entiendo, haré como que nada de esto pasó y buscaré con quién satisfacer mis necesidades», dijo sentándose en la silla de mi escritorio, sacó su celular y abrió Instagram como si no me hubiera ofrecido sus meados hace unos segundos, yo me quedé pensando unos segundos y me decidí, hice un ruido con mi garganta para llamar su atención, él me miró como entendiendo la señal.
Uno de los sabores más salados que había degustado jamás llegó rápidamente a mi paladar apenas di el primer sorbo, me detuve, unas leves ganas de vomitar, lo miré, él estaba extasiado mirándome fijamente, probablemente sorprendido porque su plan hubiera funcionado en mí. Apenas llevaba un sorbo, miré la taza y vi que aún me quedaba mucho líquido por delante, guardé la respiración y me volví a armar de valor, un sorbo más grande de ese líquido caliente y salado bajaron por mi garganta, otra leve arcada y lágrimas en mis ojos, volví a ver sus ojos verdes que observaban todos mis movimientos. «Haz una gárgara», ordenó mirándome fijamente mientras comenzaba a tocar su bulto creciente sobre sus pantalones, por un momento dudé pero decidí seguir su juego, me estaba empezando a gustar esto de seguir órdenes y cumplir fantasías, tomé otro sorbo de su orina, parecía que sería uno de los últimos, saboreé y degusté un poco de ese líquido antes de que este llegara a mi garganta nuevamente y comenzara a jugar con él ahí, unas gárgaras cuyo sonido se diluyeron producto de la música que habíamos puesto para que nadie nos interrumpiera, tragué nuevamente, parecía que me había acostumbrado a su sabor. «Creo que ya es el último sorbo», le informé antes de acabar con sus meados mientras lo miraba fijamente, él parecía orgulloso, cuando terminé de hacerlo abrí la boca por instinto, le mostré que ya no quedaba nada y también di vuelta la taza sobre mi lengua para tomar ahora sí las últimas pequeñas gotas de su regalo.
«Eso fue lo más cerdo que he visto en mi vida», dijo, «parece que tú y yo la pasaremos muy bien», su mano seguía en sus pantalones frotando su bulto, «me gustaría seguir divirtiéndome pero ya ha sido suficiente por hoy, tengo planes para el futuro y prefiero conservar mi leche para otro día, ¿entendido?», yo solo afirmé con mi cabeza y seguí observándolo en silencio, él estaba en control de la conversación, «solo quiero que sepas que no soy gay, me gustan las chicas, no te enamores de mí, solo me excita demasiado y me pone muy burro verte hacer las cosas que haces, cuando estemos con más personas jamás hablaremos de esto, o ya no seguiremos haciéndolo, espero quede claro», dijo antes de pararse de mi escritorio una vez que su bulto había bajado para dirigirse a la puerta de mi habitación, la desbloqueó, «tengo que irme, acompáñame abajo». Yo solo seguí su nueva orden, me arreglé un poco la ropa para que mi familia no sospechara y lo acompañé abajo, se despidió de mi familia, fue muy bizarro verlo ser tan amable con ellos después de lo que habíamos hecho, le abrí la puerta principal y lo llevé afuera para abrir la puerta de la calle, «adiós, nos vemos en la escuela», miró hacia las ventanas de mi casa y al ver que las cortinas estaban cerradas me escupió en el rostro y me refregó su saliva en mi cara sorprendida, «siempre me despido de beso de mis citas, hubiera estado feo no compartir mi saliva contigo también», dijo antes de marcharse riendo, yo lo observé por unos segundos mientras se iba y luego corrí a mi baño a lavarme la cara.
El resto de mi fin de semana estuvo relativamente tranquilo fuera de las múltiples pajas que me corrí pensando en todo lo sucedido tanto en esa fiesta como con Luis, la textura de su semen, su orina y su saliva, volví a probar mi semen dos veces en mi habitación y ya me acostumbraba cada vez más al sabor y la textura (aunque probablemente la textura mía ya estaba diluida de tanto correrme). Al llegar la mañana del lunes los nervios comenzaron a atacarme, ¿cambiaría la relación con el equipo luego de lo sucedido? ¿Volvería Luis a dirigirme la mirada o se arrepentiría de todo lo sucedido? ¿Estaría Camilo mejor luego de haber sido obligado a probar el semen del resto o recibir mi mamada? ¿Y Ricardo diría algo por haberse corrido en mi cara sin aviso? Me lavé la cara, los dientes y me vestí como de costumbre, desayuné un té y un pan rápidamente porque estaba un poco atrasado y llené mi botella de agua, el reloj ya no aguantaría más por mí así que salí de mi casa y caminé hacia la escuela como de normal.
Al llegar me dirigí a mi salón, Alexis y Ricardo ya estaban ahí puntuales como de costumbre (yo solía sentarme junto a Alexis en el centro del salón mientras que Ricardo y Camilo se sentaban detrás de nosotros), fui a mi mesa con un poco de dolor de estómago por la adrenalina, ellos solo me miraron y me saludaron como siempre, «no lo vas a creer, Sofía me acaba de decir que quiere salir conmigo luego de clases», dijo Alexis apenas me senté, significaba que todo estaba bien y que ignoraríamos el tema. Pasaron los minutos y finalmente Camilo apareció, se le veía un poco distinto a de costumbre, se dirigió a su pupitre y nos saludó, no era el mismo Camilo de siempre pero nadie dijo nada, probablemente necesitaba tiempo para aclarar su mente, la situación fue un poco incómoda, la clase comenzó y todos guardamos silencio (o lo que cuatro chicos deportistas del club de básquetbol llamarían silencio), al pasar el tiempo Camilo se fue soltando y para la salida al recreo parecía que ya estaba mejor.
Fuimos rápidamente a la cancha de básquetbol donde nos juntaríamos con el resto de los chicos del equipo a jugar como de costumbre, de a poco fueron llegando todos y las únicas menciones a la fiesta de Tomás fueron todas previamente o posteriores al juego del hot dog, parecía como si ese espacio de tiempo hubiera desaparecido de la línea temporal, estuvimos unos pocos minutos jugando y yo me senté en una banca cercana a descansar un poco, fue entonces que Luis aprovechó y se me acercó, yo lo saludé y él hizo lo mismo de vuelta, verificó que no hubiera nada cerca y susurró, «quiero que me sigas el juego», sacó un sándwich de queso de su bolsillo, «vamos a calentar esto y volvemos», dijo refiriéndose al sándwich, el resto solo siguió jugando al básquet. Yo caminé hacia el comedor como de costumbre pero me detuvo, «primero acompáñame al baño», comencé a imaginarme algunas posibilidades y mi estómago se revolvió, no sabía si estando en la escuela tendría el valor de seguir sus órdenes.
Nos apresuramos al baño pues ya quedaba poco tiempo de receso, entramos juntos y observó que no hubiera nadie cerca, sacó de su bolsillo un táper pequeño, abrió la tapa y me mostró un líquido blanquecino que reconocí al instante, semen, probablemente guardado por más de un día, no lo podía creer, quise salir de ahí por un segundo pero la curiosidad y el morbo fueron mayores, «te dije que quería conservar mi leche para otro día, eso hice, hoy la disfrutarás», entró a uno de los cubículos y yo me quedé frente al lavamanos, me miré al espejo como dándome valor al entender las intenciones de Luis, escuché la cadena del inodoro y salió, «rápido que aún tenemos que calentarlo», dijo luego de lavarse las manos y hacerme correr al comedor, abrió uno de los microondas y colocó el sándwich, un minuto y medio de tiempo, me pasó el táper que me había mostrado anteriormente, su orina dentro de ella, «por si te da sed», rio mientras yo lo guardaba en mi bolsillo asustado esperando que nadie sospechara, fue entonces que el fin del receso se marcó junto al sonido del timbre previo al sonido del microondas que indicaba que ya estaba listo su pan, «sácalo, es tuyo, disfrútalo», saqué el pan con el queso ya derretido, lo abrí para confirmar mis sospechas, sobre el queso amarillo ya derretido yacía su semen, los cuales se mezclaban lo suficiente para no ser realmente notorios pero lo suficiente para diferenciarlos el uno del otro.
«Tenemos que ir a clase, quiero verte comer un poco antes de que nos separemos», dijo mientras caminábamos hacia nuestros salones, Luis iba en la clase de al lado de la mía así que caminamos juntos, yo masqué ese pan sintiéndome el chico más cerdo del mundo, estaba comiendo el semen de mi amigo en público mientras guardaba sus meados en el bolsillo, sabía muy extraño a pesar de que su sabor no era tan notorio producto del pan y el queso, tenía que hacer un esfuerzo para saborear su textura, probablemente por el tiempo guardado y por el calentado del microondas su sabor no era tan agradable a mi paladar pero el morbo que me producía era indescriptible, comí poco más de la mitad del pan cuando llegamos a la puerta de mi salón junto al resto del equipo, nadie sospechaba nada.
Entramos a clases, los chicos me comentaron las jugadas que habían hecho mientras Luis y yo comprábamos el sándwich que yo seguía comiendo frente a sus ojos sin idea de lo que pasaba por mi mente mientras saboreaba ese fuerte sabor a queso y semen, por un breve momento creí que Ricardo sospechaba algo por lo mucho que me miraba pero creía que solo eran imaginaciones mías, nuevamente el resto de la clase transcurrió con normalidad, yo ya había acabado mi pan que comía a escondidas del profesor, en los siguientes recesos no ocurrió nada importante, solo miradas furtivas entre Luis y yo y alguna que otra broma de su parte cuando nos acercábamos por cualquier motivo.
Ese día fue una tarde de entrenamiento, como cada lunes era uno de los mejores días para entrenar pues todos tenían energías renovadas gracias fin de semana, las miradas entre Luis y yo siguieron intensificándose mientras nadie sospechaba y seguían la clase como de costumbre, esta finalizó y el profesor se despidió pidiéndonos que siguiéramos esforzándonos y recordándonos que el viernes por la tarde tendríamos un partido amistoso junto a una escuela cercana, fue así que llegó mi momento favorito del día, los vestuarios. Como ya había contado, yo solía aprovechar ese momento para observar los cuerpos atléticos y trabajados de los chicos disimuladamente, todos sabían que era gay pero aún así yo trataba de no incomodarlos, los de siempre se desnudaron como de costumbre y los más recatados se quedaban en bóxer para bañarse (a pesar de lo irónico de yo ya haber probado su semen incluso), yo solía entrar en el segundo grupo, estaba en una banca desnudándome cuando me llega un mensaje al teléfono, «desnúdate», era Luis dándome una orden, yo lo miré, él estaba desnudo como de costumbre con el teléfono en la mano, dudé mucho pero finalmente acepté, si bien me solía incomodar que el resto me viera desnudo ya había pasado por situaciones más humillantes antes, me quité mi bóxer de color blanco y liberé mi pene flácido de unos 8 cms, me dirigí a una ducha cuando una de estas se desocupó y me bañé, sentí el agua correr por mi cuerpo y una erección inesperada.
Me paralicé por unos segundos, entendí que era la primera vez que me desnudaba en los vestuarios y la situación (probablemente sumado a todo lo vivido) me ganaron, me di la vuelta para disimular un poco y abrí la llave de agua fría un poco más para bajar mi erección, funcionó, terminé de ducharme y dejé que algunas gotas cayeran de mi cuerpo mientras me aseguraba que la erección realmente había bajado, salí de la ducha y tomé mi toalla, me sequé el cuerpo y seguí observando disimuladamente al resto de chicos a excepción de Luis, a quien miraba con deseo, observé sus músculos hermosos recién mojados por la ducha, algunas gotas en sus pectorales y otras en sus abdominales y pantorrillas, lo comí con la mirada y Ricardo me golpeó la nuca, «eh, que te veo», salí del trance y miré a Ricardo, me había pillado, no supe qué decir, solo me seguí vistiendo mientras la vergüenza se apoderaba de mí.
Todos terminamos de vestirnos y nos dirigimos a la salida del colegio, «ay, creo que he olvidado algo en la sala, ¿me acompañas?», dijo Ricardo en voz alta mirándome fijamente como queriendo decirme algo, supuse que quería hablar por lo sucedido en los vestuarios así que acepté con mucha vergüenza y temor, Alexis se ofreció a acompañarnos recordándole a Ricardo que tenía que juntarse con Sofía a la salida, éste no pudo negarse y me miró mostrando su incomodidad por el cambio de sus posibles planes, «no tienen que esperarnos, deben estar cansados», comentó al resto, todos se despidieron de nosotros y volvimos al salón, estos nunca se cerraban después de clases pues solían ser limpiados por los auxiliares de aseo.
Al llegar a la sala entramos los tres y Ricardo habló, «la verdad es que no se me quedó nada, solo quería hablar con Christopher sobre algo que vi hoy», dijo, Alexis se ofreció a salir del salón pero Ricardo le dijo que no importaba, «no te preocupes, tampoco creo que nos importe que escuche, ¿no?», habló pidiéndome mi afirmación, me sentí atrapado y acepté, «hoy estuviste viendo mucho a Luis, lo noté en los vestuarios pero también durante el entrenamiento y los recesos», me incriminó, «sabes que no tenemos problemas con que seas gay pero también sabes que entre nosotros nos contamos todo, siempre nos decimos cuando estamos saliendo con alguien o lo que sea, quiero que me digas, ¿hay algo entre ustedes? ¿Te gusta acaso?». Sentí que el mundo se me venía encima, pensé un poco y procedí a contarle todo lo sucedido, no sé de dónde saqué el valor para contarles todo, incluso le mostré el táper de orinas.
Fue entonces que Alexis comenzó a acomodarse el miembro dentro de sus pantalones, se había calentado con mi historia y Ricardo parecía hacer lo propio con un bulto creciente dentro de los suyos, «¿sabes? Dijimos que nunca hablaríamos del tema pero verte comer ese hot dog y chuparle el pene a Camilo ese día me excitó muchísimo», confesó Alexis, «ya te digo que sí, y sin mencionar lo rico que fue correrme en tu cara», dijo Ricardo con una voz de macho dominante que jamás le había escuchado, «¿por qué no nos muestras cómo te quitas la sed?», dijo Alexis apuntando al táper mientras se dirigía a cerrar la puerta con pestillo, Ricardo entendió su plan y fue a cerrar las cortinas de la sala, «nadie nos interrumpirá», Ricardo tiró su mochila al piso y liberó su miembro ya erecto de 16 cms y Alexis hizo lo suyo con su pene de 14 cms, yo abrí la tapa del táper, aspiré el olor a orina y dividí mi mirada entre ambos mientras daba el primer sorbo, los meados ya estaban helados y su sabor se había intensificado pero estaba tan caliente que hice un sonido como si me hubiera refrescado y miré a ambos nuevamente, «qué maldito cerdo que eres», dijo Ricardo con una sonrisa en la cara y una mano en su miembro y la otra en sus abdominales levemente marcados, Alexis también estaba en lo suyo pero con una mano en sus piernas y la otra en su pene, yo seguí con un segundo sorbo e hice gárgaras como Luis me había ordenado días antes, «estás demente, qué locura, ojalá haberte descubierto antes», dijo Alexis mientras aceleraba su paja, el táper era pequeño y apenas me quedaba para un sorbo más, fue entonces que me arrodillé frente a sus miembros y me acerqué levemente, abrí la boca y tomé lo último que quedaba de ese frío de sabor amargo pero lleno de masculinidad, Ricardo y Alexis me miraban atónitos pero no parecían estar cerca de venirse pronto, quise agarrar sus miembros pero tampoco quería cruzar la línea de amistad, «supongo que solo te toca esperar a nuestra hombría», dijo Ricardo mientras seguía tocando su abdomen y su pene frenéticamente cerca de mi rostro, Alexis jugaba con su glande y su tronco, observaba sus cuerpos desde abajo y me sentía como en una película porno, quería saborear sus miembros, Ricardo escupió sobre su pene para humedecerlo y hacer más fácil su paja.
«Escúpanme», dije al ver su acción, «¿cómo?», se sorprendieron, «lo que escucharon, escúpanme en el rostro», no tuve que dar explicaciones para que Ricardo soltara su primer lapo sobre mí, fue humillante pero excitante, decidí liberar mi pene ahora de 15 cms por la erección y comencé a tocarme, Alexis le siguió unos segundos después y parte de su escupitajo cayó en mi pelo, yo seguía de rodillas observando sus manos subiendo y bajando rápidamente por sus miembros mojados, incluso creía sentir el calor que emanaba de ellos, estaba realmente cerca, otro escupitajo de Ricardo vino a parar directo en mis ojos, hice ademán de cerrarlos pero Ricardo me abofeteó fuertemente, «no cierres los ojos, no nos faltes el respeto», la cara me dolió pero seguí masturbándome mientras Alexis juntaba saliva en su boca para escupirme en la frente y en el pelo, fue entonces que Ricardo comenzó a gemir fuertemente mientras su paja se aceleraba, su respiración se agitaba y me agarró de la cabeza, de un momento a otro me acercó a su miembro y me empujó la nariz contra su pelvis, «siente lo que es el olor a macho», dijo Ricardo, era obvio que debía tener mucho sexo, probablemente favorecido por su look muchas chicas se dejaban hacer cosas cerdas para complacerlo, procedí a sentir su olor, al estar recién bañado solo olía a jabón, pero la situación me excitó tanto que comencé a correrme en el piso, Ricardo también pareció excitarse y comenzó a eyacular sobre mi rostro mientras bufaba fuertemente, quise cerrar los ojos por instinto pero recordé sus palabras, tres chorros de leche caliente cayeron sobre mi frente y nariz, abrí la boca por si algo caía pero solo unas gotas calientes llegaron a ese destino, Alexis también pareció excitarse porque comenzó a gemir y acelerar su paja y respiración, Ricardo empujó mi rostro sobre el pene de Alexis y apenas toqué su miembro cuatro fuertes trallazos cayeron sobre mi frente y parte de ello sobre mi ojo derecho, el ardor fue instantáneo, traté de mantenerlos abiertos por un breve periodo pero el dolor fue tal que tuve que cerrarlo.
Seguí arrodillado observando con un solo ojo esperando algún movimiento de Ricardo o Alexis, ellos seguían mirándome orgullosos del desastre que habían hecho en mi rostro, ambos me sonreían extasiados, un último escupitajo de Ricardo en mi rostro parecieron cerrar el encuentro, «aún debes limpiar el piso», me dijo señalando a mi propia corrida que había dejado en el suelo, procedí a sacar la lengua sobre el suelo sucio y degusté mi propio semen con el mismo sabor de siempre, cuando terminé de limpiar vi que ambos ya habían tomado sus mochilas y guardado sus miembros, procedí a hacer lo mismo y limpié mi rostro con la camiseta sucia que había usado para el entrenamiento, salimos del salón cuidando que nadie nos hubiera visto y salimos de la escuela, Alexis le pidió disculpas a Sofía por WhatsApp por no haber podido juntarse con ella y le pidió reagendar su cita, al salir los chicos se despidieron tan amables como siempre y yo me fui totalmente satisfecho sabiendo que me esperaba un dulce año escolar.
Esta muy buenoo