Cómo le quité la virginidad a la prima de 7 años (parte 4-final)
Sigo con la historia de cómo desvirgué a Laia de 7 años ..
Perdonad por los casi 6 meses de no publicar la última parte, entre estudios y demás me ha sido imposible, pero por fin os la traigo aquí. Para entender todo lo sucedido os recomiendo que leáis las tres partes anteriores que no son especialmente largas (a excepción de esta) y son muy interesantes. Gracias.
Estábamos en que Laia, después de su segundo anal con mi dedo en el mismo día y después de una mini masturbación de ella hacia a mí le dije que íbamos a hacer otra cosa más divertida.
—¿El qué? —me preguntó volviéndose a sentar en el sofá, dejando de estar en la posición de 4 patas que tanto me había enviado.
Sin decir nada me acerqué con ella con la cabeza de la polla a la altura de su cabecita, ella la contemplaba sin comprender y hacía gestos de echarse para atrás a medida que me iba acercando lentamente. Ya lo tenía claro, la había pervertido lo suficiente y ahora no me iría de esa casa ese mismo día sin probar los agujeros de aquella muchacha de 7 años.
Ella se resistió en primera estancia y a mí me molestaba un poco que no quisiera que me acercase del todo a su boca cuando ya había hecho cosas peores como el anal con mi dedo.
—Laia, es solo una chupada —le dije mientras con mis rodillas la dejé inmovilizada en el sofá por ambos lados, impidiendo que se pudiera ir para la izquierda o derecha.
—No quiero, no —me decía mientras cerraba su boca con la mano e intentaba apartarse de la punta de mi polla. Al final desistí porque aunque quisiera hacerle el amor hasta reventar sus piernas no quería forzarla por miedo a que le dijera algo a los adultos.
Entonces ella me dijo algo que me sorprendió. Me preguntó que si no podía restregar mi polla por otro lugar que no fuera su boca.
—¿La puedes poner en otro sitio? —me rogó. Le pregunté como que sitio, obvio yo tenía dos lugares preferidos pero decidí que ella llevase el flujo de la historia para no forzarla en nada y de ahí ir subiendo—. En el pie.
Obviamente en el pie no hay ningún agujero por el cual meterla, así que lo que tuve que hacer fue apoyarla contra la planta de uno de sus pies y esperar a ver que ocurría.
—¿La puedes mover? —me pidió Laia.
A mí aquella orden me parecía muy rara así que lo que interpreté fue que tuve que darle golpecitos con el tronco de la polla. Me la recogí y le empecé a dar golpes con ella en la.planta del pie, el sonido «pof pof pof» del impacto fue lo único que se escuchó durante un buen rato y yo no sabía que hacer. Suerte que Laia no tenía ni pantalones ni bragas y al ver su raja mi erección se mantenía intacta.
—No. Así no. —me dijo medio enfadada mientras ponía morritos—. Barre, como si estuvieras barriendo.
No comprendí aquello del todo, así que le hice algunas preguntas y pruebas mientras averigua a a que se refería con «barrer». Al final llegamos a la conclusión de que se estaba refiriendo a que quería que restregase la punta de mi polla por toda su planta, como si estuviera «barriendo» dirigiéndola hacia arriba y hacia abajo de su cuerpo. Así lo hice pues, nada más dar la primera vuelta ella gimió de placer, no fue el gemido de sexo sino el que hacen las personas cuando le dan un masaje que les encanta.
—Sí así.
Al poco tiempo pareció cansarse y pidió hacer más cosas, ella sola se iba poniendo más interesante en la conversación.
—Ahora por la pierna —Y eso mismo hice, y fui así hasta un punto donde me pidió seguir más adelante. —Ahora en la rodilla. Ahora en la pierna de arriba (la parte superada de la rodilla, ella la llamaba así).
Y justo cuando pensé que me iba a decir la rajita, que barriera su concha con mi polla me llevé una decepción.
—Por el ombligo.
Sé que lo que mucha gente hubiera hecho fuese intentar razonar con ella y que intentase al final metérsela por su conejito hasta tener sexo, pero yo, que me mantenía callado a excepción de preguntarle si aquello le gustaba tan solo le hice caso y seguí su juego, sabiendo que si en algún punto tuviera una buena oportunidad no la dejaría escapar.
Se la puse justo en el ombligo y se la intenté meter por ahí, fue jugando porque sabía que por el ombligo no entraría ni podría tener sexo, pero aquella interacción de yo moverme arriba y abajo para darle golpecitos y placer la intenté implantar desde ahí, y parece ser que funcionó porque después de eso no me pidió más que la restregarse.
—¿La puedes meter por mis… tetitas? —su forma de hablar de ella misma con diminutivos me pareció súper adorable y me siguió excitando a partes iguales. Me puse encima del sofá para llegar a la altura deseada e hice presión con la punta de mi polla en sus pechos para que sintiera la presión de intentar metérsela. A ella le gustaba porque gemía de todas formas mientras con mi mano le acariciaba el abdomen muy cerca de su coño. Primero intenté meterla por un pezón, luego a otro, y al final me puse a tocar uno de ellos mientras el otro estaba ocupado.
Laia no oponía nada de resistencia a esos masajes, es más, le gustaban mucho, con lo que me facilitó la forma de hacerle estas cosas.
—Ahora aquí —decía mientras levantaba un brazo y me mostraba su desnuda axila. Cabe destacar, que no lo dije antes, cuando me pidió por el ombligo la desnudé entera para verla con toda claridad, y que maravilla de niña de 7 años. Aún tengo esa imagen en la cabeza. Impresionante.
Hice lo que ella me pidió y seguí haciendo el gesto de ir metiéndose sin parar en lugares donde no había agujeros. Todo llegó a su triunfo cuando oí que me decía.
—Ahora en la oreja —no era justo lo que yo quería, pero estaba ya mur cerca de su carita y de su boca. Poco a poco iba a conseguir mi objetivo.
Se la metí por la oreja, sin hacer mucha presión para no dañar ningún tímpano u órgano interno, acabé haciéndole de ventosa en las dos orejas. Aquello le daba muchas cosquillas y me pedía parar pero a la vez que siguiera.
—En los ojos ahora.
Cabe destacar que no soy burro, sabía que de hacer presión en sus ojos le podría hacer daño, un daño que no quería provocarle, así que le expliqué que por ahí no podría ser.
Medio decepcionada me dijo que entonces por la nariz.
Aquello ya iba tomando forma, y sin decir nada puse la cabeza de mi polla justo debajo de sus fosas nasales. Noté como aspiraba el aire que tenía cerca, oliendo el líquido preseminal que se me había formado de tanta excitación, pareció gustarle porque estuvo así un buen rato.
—¿Qué queda ahora, Laia? —le pregunté entusiasmado. En su cuerpo solo quedaban tres lugares por el cual no había pasado la polla, y eran justo los tres lugares que más quería probar.
—La boca no —dijo. No parecía muy contenta con la idea.
—Laia, sólo una chupada, como si fueras un perrito. Y ya está.
—Me da asco. No sé…
Entonces usé mi carta trampa.
—Si lo haces te dejó jugar con mi teléfono todo lo que quieras.
No tardó casi nada en aceptar, se acercó a la punta y le dio un lengüetazo como no tenéis idea. Me invadió el placer y me estremecí al sentir aquello por primera vez.
—Ya está —me dijo limpiándose la boca.
—Solo un poquito más. —supliqué.
Ella me dijo que no, pero tras hacer algún que otro chanchullo con los juegos del teléfono me obedeció.
—Abre la boca para que entre.
Ella estaba algo indecisa pero al final cedió y abrió ligeramente la boca. Tras eso acerqué la punta a su objetivo, listo para nuestro primer oral. Ella estaba algo asustada, era normal, intenté calmarla con mi mano dándole masajes en el pelo. Terminó funcionando.
Sentí como sus labios y mi polla se tocaron, me dieron un placer enorme, y tras esto se la metí adentro de esa boca como acordé con ella. Tan solo metí la punta, y una vez ahí dentro ella empezó a chupar con la lengua como si fuera un caramelo que debe saborear.
Le parecía gustar pues el asco que parecía tener en un principio se cambió por interés y a cas momento que pasaba se sentía más segura de lo que hacía. A los pocos minutos de estar en esa posición y mis mini gemidos contantes hizo que no aguantase más y terminase por correrme dentro de su boca.
La quité de inmediato tras notar la primera arcada de Laia, no quería que se me ahogase. Le había tomado de improvisado y el primer chorro, el que fue con fuerza terminó cayendo por la garganta, tragándose mi semilla. El resto calló por su cuerpo desnudo.
—¿Está bueno? —le pregunté. Ella me dijo que no con la cabeza mientras me mostraba una cara de asco y sacaba la lengua en señal de desagrado. Me preguntó si me había meado en su boca y le dije que no, que aquello era leche, leche como la de las madres en sus tetas. Obviamente mentira para que se lo creyera, no iba a decirle a una niña de 7 años lo que era el esperms. Se fue al baño corriendo y se limpió la boca con agua, me pareció súper adorable aquel gesto. Cuando se recuperó y volvió conmigo le pregunté— ¿Y ahora que quieres hacer?
—¿Puedes barrerla por mi culo?
Aquello sí que no me lo esperaba, no comprendía como después de esa mala experiencia con el semen, cosa que ella no tenía ni idea de que era aquello. Como dije, la había pervertido lo suficiente como para que le gustase experimentar, no me quejé.
Se puso a cuatro por encima del sofá, mostrando su culito y yo me dispuse a barrer la cabeza de mi miembro por la raja de sus nalgas. A ella esto le gustaba porque volvió a su gemido infantil.
—Ahora con fuerza —me dijo tras estar así unos minutos. Con fuerza se refería a que se la metiera, tras eso se levantó del sofá, puso su torso encima de este, apoyándolo y sus piernas en el suelo, dejando el culo en pompa delante de mi. La niña sabía lo que quería.
Pero como yo sabía que no iba a poder entrarla sin hacerle o hacerme daño, por ya intentarle meter una vez y no lograrlo, decidí por ir a por cubos de hielo en el congelador en unos instantes para probar algo que se me ocurrió en ese instante.
Resulta que yo soy team sangre, así que cuando volví con Laia, ella extrañada de lo que estaba haciendo, metí dos cubitos de hielo encima y debajo de la polla para enfriarla y bajar su tamaño. Consejo, no lo hagáis que se sufre en el proceso.
Al conseguir bajar la erección de forma manual, porque de normal a causa de ese culito que me perdía penetración hubiera sido imposible, le metí la fría polla adentro de ese agujero. No fue difícil y tan solo metí la mitad de esta para cuando creciera.
Laia se quejó del frío que hacía mi verga, pero más frío sentía yo así que no le hice ni caso. Le entró muy fácil ya que con el tamaño reducido no fue capaz de diferenciarse de un dedo promedio de los que ya había probado y había tenido buena recepción.
El caso fue que poco a poco empezé a moverme hacia adelante y hacia atrás metiéndola y sacándola levemente. A ella le empezó a gustar pues seguía con sus gemidos, pero a medida que pasaba el tiempo el efecto del hielo se fue desvaneciendo y con ello el tamaño normal del miembro volvió, dejándole el culo cada vez más abierto pues, aunque no la tengo especialmente grande, tamaño normal, para una niña de 7 años era demasiado.
Sus gemidos empezaron a ser más propensos y más altos a medida que su ano iba en aumento. Cuando alcanzó la máximo esplendor seguía con sus gemidos ya no tan bajos como antes, ahora sonaban muy alto y seguro que algún vecino la escuchó teniendo sexo conmigo sin imaginarse quien era la creadora de tales alaridos.
Unos minutos después se la terminé sacando cuando sentía que me iba a correr, no fue porque no quisiera correrme en su ano, sino porque tenía una descarga más pensada para otro lugar y quería aprovechar esa oportunidad.
Vi como su culo se dilataba y se contraía a causa de la memoria muscular y como este había adoptado un tamaño considerable.
—¿Te ha gustado? —me dijo que si con la cabeza.
—¿Ahora qué? —me preguntó cuando pudo recuperar su aliento.
—¿Quieres por delante?
Ella tan solo se bajó del sofá, le costaba mantenerse de pie a causa del cansancio anal, que mona se veía ahí.
Se tumbó en el suelo y dejó que yo solo hiciera lo que tuviera que hacer, no parecía tener fuerzas para nada más.
—¿Hago fuerza? —pregunté deseoso.
—No. Barre el pepe primero —pepe era la manera en que ella llamaba a su concha. Así que eso hice.
Metí la punta en la ranura de su rajita y empecé a moverme arriba y abajo, recorriendo todo tipo de lugares, hasta su escondido y pequeño clítoris fue barrido por la cabeza de mi polla. Laia volvió a los gemidos pequeños, su culo seguía recuperándose de la paliza recibida.
—Ahora con fuerza —me pidió.
Y ahí había llegado el momento. Le había hecho un oral a Laia, ella me lo había hecho a mí, le había hecho un anal y ahora tocaba penetrarla del todo, robar su virginidad.
Puse mi punta a barrer su ranura hasta encontrar el sitio donde debía meterla. Esta vez sin hielo ni nada, quería que su primera vez fuera inolvidable por mucho que pasasen los años. Le metí levemente la punta y seguí un poco hasta que noté una especie de capa que me impedía seguir el paso. Su virginidad me lo impedía.
Ella gemía levemente en todo el proceso. Y en ese momento se me fue la paciencia y no quería aguantar más. Le puse mi mano en la boca para impedir que chillase, ella me miró con ojos dulces porque para ella le estaba dando un masaje de gente que se quiere mucho entre ellos, y de golpe, sin que ella se lo esperase, retiré levemente la punta y se la incrusté de golpe, rompiendo el himen de un impacto.
Los ojos de Laia se volvieron grandes a causa del enorme dolor repentino que había sufrido, intentó echarme para atrás y quitarme de encima mientras con mi mano seguía tapando sus chillidos que se hacían muy largos con cada bocanada de aire que cogía.
Mientras yo me sentía en la gloria, parecía que todo a mí alrededor había desaparecido y solo existía mi placer y yo en el espacio, además del conejito recién estrenado de Laia.
Me empecé a mover arriba y abajo rápidamente sin esperar nada de tiempo, Laia empezó a chillar aún más fuerte y sus intentos de quitarme de encima se hacian más pesado, pero al yo ganarle por 8-9 años de diferencia y tener mucha más fuerza no pudo hacer nada y solo malgastó fuerzas. De sus ojos empezaron a salir lágrimas de dolor y de desesperación pero a mí ya no me importaba, yo seguía con lo mío.
Con el tiempo Laia dejó de luchar contra mí, quizá por cansancio o quizá porque se rindió al saber que no iba a llegar a nada, yo seguía con mi rápido mete y saca hasta que en una de ellas sentí que iba a explotar y como consecuencia se la introduje del todo, causando un nuevo chillido que tapé con mi mano aún encima de su boca.
Y ahí me vine por completo, dentro del útero de una niña de 7 años. No os puedo definir la sensación pero es maravillosa, por una parte está todo muy apretado por otra kuy caliente y en la última parece que el propio cuerpo se la niña te estuviera tragando a causa de sus contracciones involuntarias.
Me quedé quieto un rato mientras llenaba el interior de aquella prima llamada Laia. Ella seguía llorando, solo que esta vez en silencio, y cuando solté la última de las gotas de mi semen la quité del todo, manchando el suelo de sangre y semen.
Me fui al baño a limpiarme con agua para no dejar rastros, volví al comedor y ayudé a Laia a lavarse también levemente. Ella parecía estar en shock y no se fiaba mucho de mí, pero con buenas palabras y caricias en el pelo la conseguí convencer. Para el suelo lo lavé con agua y lejía para que no quedase muestra de la sangre de la virginidad de Laia.
Tras todo eso volvimos a vestirnos y nos sentamos en el sofá, ella mirando la tele y yo a su lado dándole caricias para que se durmiera, acabó funcionando y aproveché para darle algún que otro beso en la boca. Antes de dormirse le decía que si sabía que yo la quería, para quitarle hierro al asunto y que no pareciera que le había hecho algo malo que le iba a contar a sus padres. Ella me dijo que lo sabía y no dijo nada más.
Por suerte para mí esa historia nunca llegó a salir, hasta ahora mismo con mis relatos de las vivencias 100% verídicas que pasé, supongo porque Laia o no le dijo nada a sus padres por temor a que la regañasen o porque con el tiempo se acabó olvidando de lo que pasó.
Por desgracia hace 6-7 años que no veo a Laia, nuestras familias se separaron y el contacto se rompió. Pero al menos fui feliz de haber hecho todo eso con ella.
Espero que les haya gustado mi historia, mil perdón por la tardanza, y la extensión de este capítulo pero no me daba la vida para más. Cualquier duda os la respondo en comentarios, una votación se agradecería y espero que os haya calentado tanto como a mí 🙂
P.D. Ahora mi objetivo es una niña de 8 a la que llamaremos Emma. Ya os contaré cómo va la cosa, saludos.
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