Como mi amiga me transformó.
Un chico cuenta como fue transformado en chica por su amante transexual..
Como mi amiga me transformó.
Recién yo había llegado de la provincia, en donde me dedicaba a las labores del campo, después de buscar a unos parientes, para quedarme a vivir con ellos, y al no encontrarlos, no me quedó más remedio que salir a reconocer la ciudad.
Fue cuando conocí y un tipo algo viejo, que me invitó a una cervecería, pero cuando ya estábamos a punto de comenzar a beber, llegó otro chico como de mi edad, se dieron un beso, y el viejo se marchó con el recién llegado, por lo que me quedé solo, pensando que esos dos eran maricones.
Ya estaba por irme del bar, porque ni para beberme una cerveza tenía, cuando apareció una linda chica, que de la nada se puso a conversar conmigo, y hasta me invitó varías cervezas, después de que le comenté mi desesperada situación.
Después de estar hablando y bailando ella, por casi toda la noche, me dijo. “Si quieres acompáñame a mi apartamento, pero antes de que te montes en mi auto, quiero sepas, que soy un travesti, gay, y versátil” … La verdad es que no le entendí ni papa de lo que me dijo.
Es más, por la cara que debí haber puesto, de seguro ella se dio cuenta de que yo no le había entendido nada, de inmediato dándome la espalda, se levantó su minifalda, en ese momento, no supe como lo hizo, pero se puso a orinar de pie, justo al lado de su auto.
Lo que me sorprendió, porque yo tenía entendido que todas las mujeres orinaban agachadas, la cara de asombro que puse debió ser tremenda, pero aun y así, cuando me volvió a preguntar, si la quería acompañar, le dije que sí, ya que la verdad es que no tenía donde pasar la noche.
De camino a su casa le comenté, que aparte de que era la primera vez que hablaba con una persona como ella, tampoco tenía donde quedarme a dormir.
Al parecer como que yo le había caído bien, me llevó a su apartamento, al llegar, me ofreció un trago, mientras que ella decidió ponerme algo más cómoda.
Cuando regresó a la sala, tan solo con un transparente camisón de encajes, como los que usan las chicas, que salen en las revistas que tiene el dueño de la finca, donde yo trabajaba, me prestaba.
Me encontró ojeando un álbum de fotos de ella, en las que en todas salía en provocativas poses, una vez en que seguimos charlando, yo me moría por las ganas de acostarme con ella, pero no me atrevía ni tan siquiera a insinuárselo, ya que, en mi vida, realmente nunca había estado con una mujer, y hasta esos momentos lo único que yo sabía del sexo, era hacerme la paja, viendo las revistas que el dueño de la finca me prestaba.
Por lo que, ni pensar en tratar de obligarla, porque la verdad es que, es mucho más alta y atlética que yo.
Ella con toda intensión me dejó ver sus paradas tetas, mientras hablábamos de todo un poco, de momento tomó asiento en el sillón en que yo estaba sentado, pero en todo momento, con alguna de sus manos tapaba aquella cosa entre sus piernas.
Aunque yo la había visto orinando de pie junto a su auto, después me comentó que pensó que debía seguir manteniendo en mí la ilusión.
Ya al poco rato al ver que él no podía quitar la vista de sus pechos, de manera algo descarada me invitó a que se los tocase, cosa que cuando escuché que me la dijo, me puse rojo como un tomate.
Pero ante su insistencia, ella misma agarró una de mis manos y la colocó sobre una de sus pequeñas tetas, al principio de manera bien tímida, comencé a agarrarlas, apenas pasando la punta de mi dedo índice por encima de la piel de sus pequeños pezones.
Pero con la ayuda del fuerte trago que me sirvió, al poco rato fui ganando más y más confianza, al punto que comencé a disfrutar de agarrar sus tetillas.
En cierto momento su boca buscó la mía, y disfrute tanto de ese primer beso, que nos dimos en el sofá, mis torpes manos acariciaron casi todo su cuerpo.
Mientras que ella lentamente sin prisa, me fue abriendo mi pantalón, hasta que sintió bajo la tela de mi interior mi erecto y duro miembro, aunque al medio tocarlo con sus dedos, se dio cuenta de que también es bien pequeño.
Al yo sentir que sus dedos prácticamente estaban agarrando mi verga, me emocioné bastante.
Fui tan impetuoso en mi manera de besarla y tocarla por casi todo su cuerpo, que, sin decírmelo, me fue dando poco a poco la espalda hasta que sus nalgas quedaron apuntando hacía mi cuerpo.
Como si fuera un niño al que le dan un regalo que siempre ha deseado, comencé a tocárselas acariciarlas y hasta besarlas.
Ella se fue poniendo en posición y recogiendo ligeramente la transparente bata que estaba usando, dejándome el paso libre a sus nalgas, al tiempo que discretamente con su otra mano, la mantenía al frente entre sus piernas, ocultándolo de mi vista.
Rápidamente dirigí mi verga, al centro de sus paradas nalgas, lo cierto es que, le causó al principio algo de risa.
A medida que yo continuaba clavándomela, ella disfrutaba sin dolor alguno de todo lo que yo le hacía.
De momento me preguntó en medio de nuestra sesión de sexo, si alguna vez me habían hecho eso.
Rápidamente le respondí que no, y la pregunta obligada fue. “No te gustaría probarlo.” casi de inmediato mi respuesta fue un rotundo y enfático no.
Para a los pocos segundos decirle sin dejar de meter y sacar mi verga de dentro de sus nalgas, que eso de que me fueran a dar por el culo, a mí no me interesaba en lo más mínimo.
Fue cuando ella se dio cuenta que, yo me había ofendido por su pregunta, entonces me dijo. “Mi interés no es que me des el culo, sino todo lo contrario, que si deseabas meter tus dedos dentro de mí, que eso me vuelve loca de placer, y que además mientras me haces eso te doy una buena mamada a tu verga.”
Yo lo pensé por unos instantes, y sin dejar de clavarle toda mi verga entre sus nalgas le respondí que sí.
Así que cambiamos de posición, después de que me embadurné mis dedos con el lubricante que me dio, comencé a introducirle uno a uno de mis dedos, dentro de su culo, hasta que prácticamente los tenía casi toda mi mano dentro de ella.
Fue cuando me comentó a medida que le enterraba y sacaba mi mano, que presionase un poquito más, a ver si también le podía meter el pulgar.
Yo seguí al pie de la letra sus instrucciones, y cuando vinimos a ver ya prácticamente tenía casi toda mi mano derecha dentro del culo de ella lo que disfrutaba al máximo, por lo que cumpliendo su ofrecimiento a medida que yo le empujaba toda mi mano entre sus nalgas, buscó mi miembro con su boca.
Fue cuando me dijo sonriendo, que yo tenía una verga bien pequeña, pero sabrosa.
Yo disfrutaba tanto de meterme casi por completo mi mano, sin salir de mi asombro, como de la tremenda mamada que ella me fue dando.
No sé por cuánto tiempo, disfruté de sentir su boca mamando toda mi pequeña verga, cuando finalmente me llegué a correrme dentro de su boca.
Ella continuó chupando una y otra vez mi miembro hasta que no pude más, y tragándose gran parte de mi semen terminó de mamar.
Yo estaba extasiado de cómo mi mano prácticamente desaparecía por completo dentro de sus nalgas, hasta que ya después de un buen rato se la he sacado dejando su culo tan o más abierto que un zafacón.
Del sofá nos fuimos al baño, y fue cuando vi por primera vez realmente la enorme verga que tenía.
Mucho más grande, gruesa y larga que la mía, cosa que realmente me asustó, y a medida que nos fuimos bañando, me fue diciendo lo que era ella realmente, y lo mucho que le gustaba, sentirse mujer, y que le dieran por el culo.
Tras bañarnos nos fuimos a su cama, donde divinamente dormimos abrazados, hasta la mañana siguiente.
Cuando al despertarme, encontró mi parada pero pequeña verga prácticamente saludándola.
Acariciándola suavemente se la fue llevando nuevamente a la boca, y por un buen rato así continuamos.
Por unos cuantos días, yo me quede en su casa, la idea era que eventualmente me marcharía a mi pueblo, pero como al quinto día de estar viviendo juntos, en medio de nuestra acostumbrada orgía, le pregunte si eso dolía.
Me dijo que si un poco al principio, pero una vez que ya lo tenía adentro yo me podía dar cuenta de lo mucho que ella disfrutaba cuando le enterraba mi cosita o algunas de mis manos dentro del culo de ella.
En ese momento me quedé callado, cuando de momento le dije. “Bueno házmelo, pero si te digo que lo saques me lo sacas”.
Después de eso nerviosamente me puse en cuatro, y creo que estaba tan tenso que de haberme nada más tocado con sus dedos, seguramente yo hubiera salido corriendo.
Por lo que su primer paso, después de separar mis nalgas con sus manos, fue el de darme un buen beso de lengua, en el centro de mis nalgas.
Yo no pude, o no quise disimular el placer que sentía, cada vez que su lengua, rosaba mi esfínter.
Hasta que comenzó a introducir sus dedos uno a uno dentro de mí apretado culito, hasta que llegó a dilatarme lo suficiente mi cerrado esfínter.
A cada lambetazo que recibía de ella, yo me entusiasmaba más y más, hasta que prácticamente, en cierto momento casi le rogué me penetrase con su tremenda verga, cosa que hizo poco a poco.
No fue hasta que nuestros cuerpos quedaron completamente unidos que volvió a escuchar mi voz, diciéndole que me diera más duro al tiempo que con bastante sabor comencé a mover mis nalgas restregándolas contra su cuerpo.
Sus senos los tenía clavados en mi espalda, mientras que con su boca mordisqueaba mi nuca, al tiempo que yo quebraba sabrosamente mi cuerpo.
Yo movía mis caderas deliciosamente, mientras que ella no dejaba de meter y sacar su tiesa verga de entre mis nalgas.
El placer que sentía teniendo su verga dentro de mi culito, bajo su cuerpo era infinito, mi voz se quebraba, pidiendo que me diera más y más hasta que me comenzó a masturbar al mismo tiempo que me seguía clavando divinamente.
Cuando nos vinimos, fue un derroche de semen por todos lados, saco su verga de mi culo y yo instintivamente la tomé para llevármela a mi boca, al igual que ella lo hizo, quedándonos ambos disfrutando de un delicioso 69, tanto mi pequeño pirulí como su verga nos chupamos intensamente, hasta que ya no pudimos más, y riéndonos nos quedamos recostadas sobre la cama.
Cuando finalmente nos separamos, yo de repente me comencé a portar de manera tan o más femenina que ella, así que después de bañarnos juntos, no tuvo que hacer mucho esfuerzo para que la dejase que me depilase y finalmente me vistiera de chica.
Después de eso me prestó una de sus pelucas, me maquilló y quede lindo, perdón, linda y bella como una estrella.
A mí se me olvidó regresar a mi pueblo, trabajó como mesera del restaurant de comida rápida que mi amante administra, claro que con una linda apariencia de chica.
Vivimos juntas, y desde ese día comencé a tomar pastillas anticonceptivas, por las hormonas femeninas que tienen, lo que ha ido provocando que mis tetitas vayan creciendo, mi cabello crezca más lindo y sedoso, y mi piel se ponga más tersa.
Ambas ahorramos para en un futuro poder operarnos, por lo menos las tetas, y mi pirulí, en el caso de ella, ya veremos.
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