Como mi papá me instruyó en el sexo, III
Continuación de mis memorias acerca de cómo la relación incestuosa con mi padre avanzaba.
Como recordaran estuve algún tiempo de estar en relación incestuosa con mi padre, basada en éstos acercamientos que fueron aumentando paulatina, lenta y con toda mi comodidad con lo que íbamos practicando.
Cada vez me emocionaba qué más había aparte de lo conocido, siempre pensando en que cada experiencia más intensa podía mostrar un nivel más profundo de amor a la otra persona, en éste caso quería mostrarle a mi papá cuanto lo amaba.
Que más había? Aparte de nuestras largas sesiones de sexo oral, de comerle la verga, morena , siempre oliendo limpia, siempre firme y dura, tan pronto nos quedábamos solos uno junto al otro en calzones, una verga venosa, con ese glande rosado, la forma de champiñón extra alargado que acabé heredando; sus huevos, tan varoniles , me encantaba y embriagaba con el aroma del pubis de mi papá, oliendo siempre a hombre crecido, a hormonas al por mayor, a líquido preseminal, mezclado con gotas de orina y de sudor proveniente de su propia verga, del pubis y de su culo, lampiño en las nalgas pero con el vello que nace justo en la raja del culo siempre recortado y a veces rasurado.
A veces me acercaba a su ano, ponía mi pequeña carita entre sus nalgotas adultas, las que también gozaba de morder suave, de besarlas esas nalgas redondas, musculosas, solía apartarlas entre sí para que se mostrara el culo, y lamia lo más posible su ano, lo hacía de modo que yo también causaba gemidos en él, notaba cómo de estar cerrado completamente y duro, ese ano velludo comenzaba a hacerse suave, se hacía mas besable, más penetrable. Notaba cómo mi lengua era capaz de entrar más y más, mientras más era lo que le hacia beso negro a mi papá, le besaba, le daba ligeros golpes con mis manitas, metiendo mis deditos buscaba abrir más ese culo, justo así como él lo hacía con el mío, provocando sesiones largas de besos negros. Disfrutaba cuando me pedía que me sentara en su cara, me abría con sus el modo en que mis genitales de nene cabían por completo en su boca y él lamía todo, lo chupaba, mordía gentilmente, al igual que mis pezones diminutos, recuerdo cómo me hacía gemir, literalmente retorcerme de placer, a veces sin saberlo, gimiendo demasiado alto en volumen, siendo que él buscaba llevarme al orgasmo seco con éstas prácticas.
Después se masturbaba, se abría de piernas y se hincaba poniendo sus rodillas a cada costado de mis hombros, siendo que la posición resultaba poniendo sus bolas a la altura de mi boca, se masturbaba con la saliva que dejaba a lo largo de su verga, toda lubricada y escurriendo por su ano, bolas y verga la saliva de su propio hijo de 6 años, buscaba mi mirada y me decía que me amaba, que era lo mejor de su vida; justo después de esto dejaba ir toda su verga hasta el fondo, yo sentía que me asfixiaba, no podía respirar teniendo ese enorme miembro bloqueando mis vías aéreas y deglutoras, era incapaz en esos momentos de poder tragar la saliva o aire, tenía las ganas de toser o de que se quitase, pero él presionaba entre sus muslos mi cabecita, sostenía mis brazos con sus piernas y con su pubis inmovilizaba mi cabeza contra el colchón, entonces era que comenzaba a embestir mi boquita sin piedad y sentía los chorros de semen siendo expulsados de golpe, cómo éstos chorros salían disparados en el fondo de mi traquea, percibía el calor, la fuerza con la que eyaculaba, cuánto se hinchaba, cómo me era aún más difícil el mantenerme consciente, que me alimentaba su semen, y a veces rosaba su glande en mi ano, sin penetrar porque me dolía que tratase romperme el culito, tenía piedad de mí y se detenía, pero en sus ojos podía ver que lo caliente que lo ponía la situación de amor y sexo prohibidos, más el placer de penetrar por primera vez el culito de un nene tan pequeño, el cómo lo apretado, la presión, la fuerza que hace el recto por inercia para expulsar el pene invasor, el movimiento de dentro hacia fuera que se siente como un masaje en la verga penetrante, el sangrado que muchos aman usar de lubricante para embestir con todas sus fuerzas y mezclarla con el semen, son sensaciones que pocos pueden resistir.
Dicha idea era cada vez más fuerte en mi padre, notaba cómo cada día que teníamos nuestros momentos íntimos, se ponía más brusco, ya no paraba de inmediato cuando se lo pedía a como me tenía acostumbrado; llegaba a pensar que en parte era porque su parte sádica estaba saliendo a la luz, siendo que a veces podría jurar que le gustaba verme llorar, que le excitaba aún más dominarme por completo, someterme, ponerme algo en la boca para evitar que gritara, no me golpeó, pero si era un juego de sometimiento que aumentaba cada vez. Podía sentir que estaba cerca que quisiese o no, me penetraría por primera vez.
Pronto seguiré con mis memorias.
síganme dando sus comentarios tan calientes por TGram @miankido
No le fuerces mucho, cabrón, ve despacio…, el placer que tarda en llegar se disfruta mejor.