CONFESION 3: DIETER G. LOPEZ
Un obrero del sector donde yo vivía me hizo chupar su verga y al final gusto su leche. .
Me llamo Dieter Gabriel L., actualmente vivo con mis abuelos y mis hermanos, tras quedar exiliado por culpa del horroroso gobierno de mi pais, Venezuela. Y, esta es mi historia, yo solía ser joven bisexual de closet dado que mi familia es sumamente católica. Me sentía incomprendido y solitario, así que solía caminar mucho por el sector donde vivo, había pasado por un conjunto residencial de mi sector de residencia donde un vecino menor de 15 años, se había suicidado. La cual a todos les genero morbo de ver el lugar del hecho, pese a ello, sentía también depresión por haber sido incomprendido por mi propia familia.
Me sentía mal porque estaba en mi despertar sexual y pese a tener novia, quería experimentar cosas nuevas y, por ende, no sabía lo que podría toparme en el camino. Mientras caminaba por todo el sector, me tope con un hombre extranjero, era un obrero, también venezolano que había culminado su turno de trabajo, pero se había ido a un monte para masturbarse. Supe de un rumor sobre un “posible acosador sexual”, pero no me creía tal chisme de barriada hasta que finalmente pude verlo sin proponer hacer el papel de detective.
El obrero me quedo mirando y me pregunto: – Hey, ¿Para donde vas?
Yo solo le quedé mirando y le dije: – Ahmm… Me voy a mi casa, no te preocupes no vi nada. Tranquilo no diré nada.
El hombre era alto, moreno, de ojos cafés y bien fornido, lo cual me parecía un poco intimidante, pero me vino una curiosidad de preguntar y armándome de valor dije: – ¿Qué hacías en ese monte?
El hombre me dijo: – Divirtiéndome solo. Si tienes algún problema con eso, pues me puedo irme y nadie vio nada.
Yo solo agacho la cabeza y le digo: – No nada. No te voy a echar al agua, total esto es monte y no creo que nadie aparezca a meterse por allá. Además, ¿no te da miedo que aparezca alguna serpiente?
El obrero solo me respondió con una picara sonrisa: – Cónchale, primera vez que un niño bonito se preocupa por este humilde hombre.
Me moleste por su ironía, ya que me pareció un tanto grosero. El hombre me quedo mirando mi reacción y de ahí tomo mis brazos con firmeza y me llevo justamente al monte, donde fuimos directamente a un container de ingeniero, creo que era una oficina y él tenía las llaves del lugar. Yo quería poner resistencia, pero sus manos eran muy fuertes y pudo hasta cargarme y tapar mi boca para que nadie se diera cuenta de lo que estaba por suceder.
El hombre me entro en aquel lugar, y de ahí me quede sentado en un sofá cómodo, el lugar tenia aire acondicionado, con una mesa y parece ser que ahí se hacían las operaciones sencillas de cálculo y supervisión. Mientras estaba sentado, aquel hombre se sentó a mi lado y empezó a toquetearme mi cuerpo, incluso sus manos se posaron debajo de mi ropa y empezaron ahí a seducirme con toques eróticamente relajantes, haciéndome gemir como una hembra. Lo cual el hombre me dijo: – Veo que eres marico…
Mirándome pícaramente siguió haciendo de las suyas con mi cuerpo, y yo intentándome de resistir, pero un lado de mi sabia que esperaba ese momento de salir del closet de una vez, y que, tal vez el sacerdocio no iba ser nada para frenar lo que realmente soy. Quería oponerme, pero el me aprisionaba cada vez más, sus manos estaban sudorosas, pero a la vez frías, aun así, el olía hasta mi cabello y seguía tocándome, cosa que me hacia poner mas nervioso. Hasta que, su mano bajo directamente dentro de mi pantalón y empezó a masturbar mi pene.
Ya tenia mi pinga ya parada por la sensibilidad de los toqueteos del hombre, que me coloque rojo con solo ver como él ya me había desabrochado el pantalón. Mi pene estaba al descubierto y tenia una erección, la cual me hice calculo de mi miembro como de unos 16 cms, nada mal para un joven como yo.
El obrero me dijo: – Que arrecho estás muchacho.
Yo trataba de zafarme de sus brazos, pero me levanto mi camisa, dejando mi torso desnudo mientras el tocaba mis tetillas y los pellizcaba haciéndome gemir, mientras me seguía masturbando. Me quede sin habla por un instante dado a la impresión de lo que este hombre me hacia en ese instante. No podía resistir mas y al intentar gritar, ya él me había amordazado la boca con una pañoleta, para luego ya planear su saciedad en mí boca.
Trataba de ver cómo podría escapar, pero él había puesto seguro la puerta, aun así, también sentía que debía disfrutar del placer, ya que deseaba descubrir mi experiencia gay, sentía como el señor me estaba pajeando, un hombre de 37 años, pajeando mi verga. Hasta que, cambio de posición y se bajó el pantalón mostrando su pinga enorme y venosa, era una poronga enorme de 22 cms, una mamba negra que me lo acerco a mi cara para que lo chupara como si fuese un “choco cono”, un helado típico colombiano. El se pajeaba y luego me empezó a lamer mis tetillas haciéndome temblar de placer y queriendo resistir, aunque también deseoso de disfrutar, el seguía chupándome las tetillas mientras se masturbaba, sonriente me dijo: – Tu piel blanca y tus ojos verdes con ese cabello corto, liso y negro me excita.
Yo sabia que ya era una batalla perdida resistirme, yo estaba acostado en ese sofá de oficina container de ingenieros, encerrado con ese obrero venezolano que, en vez de irse a casa, prefirió convertirme en su amante. Obligado me hizo chupar su pinga enorme tras acercármelo a mi cara, yo seguía chupando pija y el me movía la cabeza para que seguía tragando esa enorme cosa. El hombre me decía: – Bien rico lo haces.
Seguía moviéndome hasta que sentí que me habían derramado leche caliente en la boca, el hombre gemía de placer y me hizo tragar toda la leche. En ese momento, el hombre se quedo quieto y se alejó de mí, ya tenia mi cara y mi boca llena de leche. Con la mordaza, me limpie mi cara y mi cuerpo, el hombre me ofreció agua y me hizo limpiar.
Despues de todo lo ocurrido, nos fuimos cada uno a nuestro destino, el a la ruta de buses y yo a mi conjunto residencial donde vivía. Llegando a casa, me quise dar un baño bajo la excusa de que “sentía algo de calor”, la cual mis abuelos y mis hermanos no hicieron pregunta alguna, me bañé y seguí recordando ese instante en la que fui su putita. Me sentía algo sucio, pero, a la vez me sentí reconfortado por aceptarme a mi mismo en mi bisexualidad. Lógicamente ya soy mayor de 18 años y debía afrontar mi realidad como todo un hombre. Quede reflexivo y de ahí, me arme de valor para aceptar mi condición…
SOY BISEXUAL.
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