Convertí a mi hija en una niña adicta al semen 05
Mi nena había logrado romper su himen usando su nuevo consolador, su noveno cumpleaños estaba cerca, cuyo regalo sería ser follada por primera vez por su padre. Luna estaba lista para convertirse en mi mujer y practicar algunas posiciones sexuales..
Y llegó el gran día, iba a cumplir nuestra promesa, darle a una niña de 9 años la mayor experiencia sexual de su vida. Hice algunos preparativos para nuestra intimidad, le puse a todos su peluches y muñecas sentados al rededor de su cama, decoré con globos, lucesitas de colores, y todo alusivo a ello; mi nena estaba encantada, y solo faltaban unas horas para su cumple, aunque era día de semana, no iría a su colegio el siguiente día, pues pensaba en follármela todo el día de su cumpleaños.
Mi princesa se veía hermosa con su vestido floral, sus cabellos dorados onduladitos sujetados por una bincha con moño, no necesitaba más, ni maquillaje ni nada de eso, su belleza era perfecta, ahora más grandecita, su rostro se parecía más a su abuela materna, con un fondo musical de vals, bailamos, me gustaba darle vuelta para ver su vestido flotar al igual que sus cabellos, terminando la pieza agachado sosteniendo su mano para darle un beso, y así arrodillado le dije: «Yo te juro amor eterno mi bella princesa, que desde hoy te convertirás en una mujer, y que yo, no amaré a ninguna otra mujer en mi vida, solo te amaré a ti, mi Luna. ¡Te lo juro!», ví que sollozaba y con tiernas lágrimas en su carita me abrazó, era una nena después de todo, era mi niña, muchos min. nos quedamos ahí abrazados. Yo la amo, la amo profundamente, y ya mi fetiche más oscuro, estaba por cumplirce.
Cuando logré calmarla y hacerle sonreír, le dije que se levantara el vestido, «Déjame ver tu tesoro más preciado», y cogiendo los extremos de su vestido, lo fue levantando hasta casi su ombliguito, exhibiendo su virginidad ya que no llevaba su calzoncito, su zanjita peladita desde ahora sería mi nuevo juguete, me acerqué a su coñito y la olía y olía, dando fuertes inhalaciones, «Papi…», «¿Si amor?», «¿A mami le gustaba hacerlo también contigo?», «Tu mami era feliz conmigo, así como lo eres tú, y cuando esté dentro tuyo, serás mucho más feliz» le contesté, «Quiero ser feliz contigo así como mami» dijo mi nena, «¡Oh claro que lo serás cariño!, sin soltar tu vestido siéntate en la cama» le ordené, mi muñequita obedeció, me acerqué a su coño y desde abajo recorrí su canal con mi lengua subiendo, subiendo oliendo su vestido llegué a su boca, «Saca la lengua todo lo que puedas» le dije, y al hacerlo le succioné y chupetié su lengüita largo rato, «¡Ahora haz lo mismo con mi lengua!» le indiqué y sacando la mía, mi Luna succionó y chupó, como me encantaba respirar y sentir su aliento de niña, gimiendo, jadeando mi nena seguía en ello. «Ahora deja tu lengua afuera» y Luna abrió bien su boquita con su lengua afuera, saqué mi trozo de carne erecta, y si la coloqué encima de su pequeña lengua, «Ahora dame la mejor mamada tocándote tu coño amor», y como lo experta que ya era, me dió un buen tratamiento oral, chupando con una mano en mi polla y la otra apretando su clítoris, yo la había enseñado a ser sucia en el sexo, otro fetiche mío era la saliva, y aprendió a escupir y soltar mucha saliva al chuparla, el sonido que generaba era exquisito, grande hilos de su saliva caían y caían, mi nena siguió por 3 min más así.
«¡Estás lista ahora mi amor! ¡Voy a meter mi pene en tu conchita!» le dije, y sacando su boca de mi polla con un fuerte gemido me contestó: «¡Estoy lista estoy lista haaa quiero que lo metas papi, ya no aguanto más!». La recosté sobre la cama y levanté sus piernas, hice que ella misma las sostenga abriendo y levantando todo lo que podía, así ella tendría una vista perfecta de su vulva, me quité el pantalón y mi truza, y apunté a su raja palpitante y rosada, presioné un poco en la entrada de su cuevita y le dije: «Quiero que mires como irá entrando en ti, para que nunca lo olvides», ella asintió con la cabeza y abriendo bien sus ojitos aguardó. «¡Llegó la hora por Dios!» exclamé y fuí empujando lentamente en su coño, sus labios vaginales se abrieron y un sonido acuoso acompañaba el momento, «¡Ha…!» gemía mi Luna, estaba entrando ya casi la mitad, «¡Papi… Papiiiii…!» mi princesa estaba absorta mirando, y en eso ¡SLAP! Se lo metí todo en una hasta que su vulva chocará con mis bolas, «¡HAAAAA…!» gritó mi Luna soltando sus piernas delgadas y temblando con los ojos cerrados… «¡Oh mi amor jeje acabas de tener tu primer orgasmo! ¡Felicitaciones!» le dije, yo no podía creer lo estrecha que era mi hija, era el coño más apretado que había sentido jamás. Para que mentir, con sólo dar unas cuantas movidas en dirección a su vientre, mi cuerpo se tensó porque ya llegaba al clímax, y ni con toda la fuerza de mi voluntad logré salir de esa panocha tan ajustada antes de soltar mi descarga, llenándola por completo. Mi hija ni enterada de lo peligroso que fue eso, joder la podría dejar preñada. «Papi haaa… Eso fue extraño», «¿Ah? Huy mi amor yo lo siento, no pude sacarlo a tiempo y…», «Me gustó mucho haaa… Así es como siente el semen de papi», «Oh mi princesa, es la tentación más grande, llenar el vientre de tu amada nena». Y ahí estábamos los dos, ella no reaccionaba y yo exhausto por la descarga y el susto de dejarla embarazada. Increíblemente mi Luna se había quedado dormida, no quise despertarla, igual mañana sería follada todo el día por su padre, esa imágen de ver el hilo de esperma salir de su coñito, es algo que nunca podré olvidar, fuí limpiándola con mi dedo para luego esparcirlo por todo su cuerpecito. La cobijé y a su lado abrazadito a mi niña me quedé dormido también.
Esa noche tuve un sueño muy perturbador, era mi esposa llorando reclamando a su hija, «¡Entrégamela! ¡Entrégamela!» me gritaba en llanto, joder si no fuera por nuestro perro Yupet que rasfagaba la puerta del dormitorio de mi niña, hubiera seguido atrapado en ese sueño. Eran las 3 am, Luna dormía profundamente, yo estaba como dicen, sudando frío, yo soy agnóstico, y pensar que el alma de mi mujer estaba observanto todo lo que le hacía a nuestra hija, era fantasía para mí. Tuve ganas de despertarla y follarla de nuevo, pero hacía un poco de frío, comprobé que mi nena estaba calentita, para seguir durmiendo a su lado. Recuerdo que desperté sintiendo humedad entre mis piernas, y mi sorpresa al ver a mi Luna chupando mi verga sujetando sus cabellos, «¡Oh amor! ¡Es en serio, tan temprano!» le dije asombrado, ella succionando fuerte la pija para luego sacarlo de su boca y decirme: «¡Papi tengo muchas ganas! ¿Lo hacemos de nuevo?», ufff mi cuerpo se activó y el sueño se esfumó, mi propia hijita pidiéndome follar de nuevo; sin perder tiempo le quité su vestido con fuerza, me recosté en la cama y la traje encima de mí, «¡Aprende a montarme ahora mi amor!» le dije, «¿Cómo hago eso? No sé papi» contestó, hice que se pusiera sobre mí colocando su coño por encima de mi polla, apoyándose sobre las plantas de sus pies a los costados de mis caderas con las rodillas dobladas, «¡Pon tus manos sobre mí para que te sostengas!» le indiqué, «¡Papi esto es incómodo!» refutó la pequeña, «Tú tranquila, papi se encargará» y empecé a jugar con mi pene frotando encima de su clítoris, mi niña empezaba a gemir, su coño estaba ya mojadito, me encantaba ver cómo se abrían sus pétalos al empezar a empujar mi verga hacia sus entrañas, «¡Haaa mi niñaaaa que rico ajustas huuu!» dije yo jadeando, «¡Papi está caliente, se siente caliente!» decía mi Luna con sus ojitos cerrados y su carita bien sonrojada, «¡Ahora siente como mi pene te penetra en lo más profundo!» le contesté mientras empezaba a empujar suave en su coño, es que no hay palabras que expresen la sensación de ser ajustado por un coñito de 9 años, «¡Ah…! ¡Haaaay! ¡Ah… Papiiii!» mi nena sí que lo disfrutaba también, no podía durar más de 3 min. dentro de mi niña, su ajuste era demasiado, me hacía querer eyacular muy rápido, y tenía que dejar de moverme para no soltar la descarga tan pronto, ahí los dos temblando sin movernos, fue cuando sentí como mis bolas se inundaban, Luna no dejaba de gemir a pesar de que no se movía, empezó a temblar más y más hasta caer rendida encima de mí, había logrado tener su 2do orgasmo, y yo aguantando las ganas de soltar mi leche mordiéndome los labios; pero fué inútil otra vez, no pude liberar mi pene de su cueva estrecha, apretando fuerte sus glúteos le dije: «Oh mi niña no puedo más… Me correré dentro de ti nuevamente», «Papi… Haaa… Qué rico…» «¿Te gusta lo que sientes ahora?», «¡Mucho papi huuu…!» murmuró gimiendo, quería seguir follándola y dando un par de empujones la descarga se me vino con fuerza. ¡Qué sensación tan única! Ver la expresión en la carita de tu nena sintiendo cómo le vas drenando la leche, «Mmm… Qué riiicooo…» decía mi nena con las mejillas bien rojitas, «Hooo… Joder amor, no puedo evitarlo, haaa…», el temor de embarazarla nunca me dejaría en paz. Mi nena trató de levantarse temblando, seguido de los sonidos sucios de su coño, pujando logró liberar toda mi leche sobre mi abdomen, realmente se tomó su tiempo, yo solo la observaba embelesado con mis manos apoyadas detrás de mí cabeza, «¿Vas a dejar que se seque o te lo piensas tragar amor?», «Jiji… ¿Papi puedo?», «Adelante cariño, disfrútalo, tendrá mejor sabor ahora ya que está mezclado con la rica miel de tu conchita». Mi Luna se agachó y sosteniendo a un lado su largo cabello, lamía y lamía, hasta empezar a dar sorbos succionando toda la leche de mi abdomen, «Buena chica, has dejado limpio a papito. ¿Te gustó?», «Chiii jiji… Me gusta mucho papi» dijo mientras se limpiaba la boquita con su manito.
Mi plan era tener sexo todo el día, pero mi madre y mi suegra a pesar que les dije que quería ese día estar solo con mi nena, me llamaron diciéndome que iban a ir trayendo su torta y sus regalos. ¡La puta madre! dije en mi mente, ya que me arruinaron el día con mi bebita. A pesar de lo ocurrido en la mañana, mi niña actuó de lo más normal en el resto del día, siempre feliz e inquieta, compartiendo con sus abuelas y cantándoles su ‘Feliz cumpleaños’, y ya en la noche al fin nos dejaron solos nuevamente, cuando se fueron y cerraron la puerta, nunca olvidaré la forma en cómo me miraba mi propia hija, era una mirada de LUJURIA, sus ojos prácticamente me pedían hecerle cosas sucias, le acerqué mi mano y la tomó en la suya, «¡Vamos amor, llévame a tu habitación!» le dije, y ella me guió sabiendo lo que exactamente iba a conseguir de su padre. Esta vez no usamos su cama, la llevé hasta su mesita de noche, y la incliné de espaldas a mí, le bajé su busito y después de urgarle su culito con mi nariz, sujeté con mis dientes la parte superior y ayudándome con las manos, logré bajarle su calzoncito amarillo, la punteaba y sobaba entre sus nalgas, «Amor, voy a montarte ahora en perrito» le dije como susurrándole al oído, «¡Perrito! Esta bien papi!» me respondió, le levanté bien sus caderas y enzarté mi verga en su vagina ya lubricada, «¡Hay que rico mi Luna, ya te salen tus fluidos vaginales!» dije excitado, y se lo dí así en perrito, gimiendo a la vez los dos de placer, sosteniéndola de su hombros se la enterraba lo más profundo que podía, claro aun con movimientos lentos y suaves, «¡Te gusta verdad! Haaa. ¡Sé que te gusta en perrito!» le decía mientras lo sacaba y lo metía, «¡Si papi me gusta, me gusta lo que me haces!» contestaba con su vocecita ahogada, «¡Ya me voy a correr, mi amor me voy a correr!» mis huevos estaban listos para soltarlo todo, cuando ya lo sentía casi en la punta sacándolo le grité: «¡DATE LA VUELTA Y AGÁCHATE!», y mi niña obedeció y ¡FLAP! ¡FLAP! Terminé embarrándole la carita con mi fuente de leche, en cualquier momento se me podría escapar dentro de ella y dejarla bien preñadita, y eso sería el fin para mí. No tuve otra opción que darle la pastilla del día siguiente por si acaso, pero ya no podía arriesgarme más, si quedaba en estado, estaría condenado.
Así transcurrió varios meses, era ya mi mujer, cogiendo en distintas poses sexuales (misionero, de costado, parados, perrito, de vaquera y hasta cargándola al ducharnos), jodidamente tuve que aprender a retirarme a tiempo de ella, sabía que al sacarlo era para soltar mi esperma y ella casi en automático llevaba su boca abierta con la lengua afuera para recibir su ansiado alimentos nutritivo con la que se alimentaba cada día. Pero como nada es perfecto en este mundo, después de haber dado ese gran paso con ella, ahora mi princesa me pedía más y quería hacerlo todo el tiempo y eso me cansaba. Dos veces al día no le eran suficiente, mi Lunita quería tener todo el tiempo una verga de verdad ensartada en su coñito y más de su ración de leche masculina. Su energía sexual estaba recién despertando, y eso ya me estaba preocupando, no me daba abasto joder. Antes ni bien nos quedábamos solos primero hacía sus deberes, terminar su tarea, ordenar sus juguetes y cosas así… ¡Pero ahora no! Me tomaba de la mano y me llevaba a su habitación, para empezar a tener relaciones sexuales con ella; se había vuelto adicta a sentir orgasmos siendo penetrada y a seguir tragándose mi semen, no le bastaba con el esperma que se bebía de su perro Yupet a diario tampoco. «Papi ¿Por qué no acabas dentro de mí como la primera vez?», también me pedía sentir ser llenada totalmente. Entonces pensé que era hora de que Yupet me diera una desesperada ayuda. Sí, justo eso, tendría que enseñarle a ser montada por su propio perro desde ahora.
Fin de la parte 05…
Excelent
😸✌️ Saludos
Exquisito. 👍❤️ Que rica nena