Convirtiéndome en un puto sumiso parte 2: Dolor y placer (mi dolor, su placer)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelperverso.
Pasó algún tiempo desde lo relatado en el último escrito, y las cosas seguían su curso. A veces transcurrían semanas sin que el me llamara, pero nunca mas de un mes, yo me desesperaba cada vez que pasaba mucho tiempo sin usarme. Cada vez era mas bruto, cada vez me humillaba y rebajaba mas, cada vez me pegaba mas fuerte, tuve que decirle a mis papas que había empezado a practicar boxeo para poder así justificar los, a cada cita mas frecuentes, moretones. En una ocasión estábamos en el baño de siempre, el me estaba cojiendo la boca, y en un momento mientras yo chupo el me desabrocha el cierre, me baja los pantalones y libera la brutal erección que tenía, mi pija estaba tan dura como cada vez que me usaba. "-Asqueroso" me dice, y me suelta un bofetón sin sacar su pija de mi boca. Mientras con una mano seguía sosteniendo mi cabeza, ensartándome hasta la campanilla, con la otra empezó a retorcer mis bolas, causándome un dolor horrible que nunca había sentido, y haciéndome pegar un grito que quedo ahogado por su potente falo. Dejó de retorcerme, para empezar a darme golpes en mis testículos, uno atrás de otro, atrás de otro, después vuelve a retorcerme, e intercala entre golpe y retorcijón, el dolor era tal que mi excitación cedía y mi pene perdía su dureza. "-Así está un poco mejor" me dijo, y reanudó su usual violación a mi boca, sin soltar mis adoloridos huevos, así hasta acabar, hacérmelo tragar y mearme como era su costumbre. Confieso que cada vez que el terminaba de usarme, yo volvía a mi casa y me pajeaba como un loco, llegaba a acabar incluso mas que el en esos momentos de alivio privado que tenía, pero, esa tarde, el dolor que sentía en mis huevos me lo impidió, había conseguido arrebatarme hasta el consuelo de la masturbación. Y, como todas las cosas que me venía haciendo, lo de torturar mis bolas se repetiría nuevamente, una y otra vez. En cierto punto, en lugar de apretarme mientras me hacia chupársela, decidió hacerme bajar los pantalones y atarme muy fuerte los testículos, para después volver a subírmelos y yo regresar a mi usual posición, arrodillado, a hacer mi trabajo. Hacía tiempo que ya no me permitía sentarme en el inodoro, directamente tenía que esperarlo de rodillas, en el piso "el lugar de las putas de mierda como yo" según el. Tardar en aprender eso me hizo merecedor de varias de sus violentas palizas, y desde esa posición el podía, además, pisar mis pelotas cada vez que considerara que no hacía bien mi trabajo… o cada vez que le divirtiera hacerlo, cosa que sumada al cordón en mis huevos me sumergía en un mar de dolor, así fue como no solo logró arruinar mis pajas después de estar con el, sinó que también logró que empezara a masturbarme cada vez menos en general. Pasaron los días, yo seguía siendo el esclavo de este hombre cuyo nombre no sabía, seguía dándome uso con relativa frecuencia y haciéndome sentir cada vez peor conmigo mismo. Al principio lo que me generaba estar con el, además de dolor y frustración, era una enorme calentura pero la verdad es que, hasta eso, gradualmente se fue perdiendo, y dejando en su lugar una sensación de abatimiento y sumisión pura, como si empezara a sentir que realmente ese era mi destino. Una noche, acostado, tranquilo en mi cama, recibo un mensaje de texto de un número que no conocía, lo abro y lo leo: "Puto de mierda, te espero en 30 minútos en mi casa" decía, el remitente era obvio. Nunca había podido ver su celular, ya que siempre me contactaba por privado, aun así no lo agendé, porque sentí que eso sería una desobediencia, en otro mensaje de texto me había enviado la dirección. No lo podía creer, pasaría la noche con ¿porque no decirlo de esta forma? mi amo, después de todo así lo sentía yo. El vivía en un departamento, toco el timbre y lo espero, después de un momento el baja vestido con una bata y me abre la puerta, una vez adentro del edificio me hace poner en cuatro patas y llevándome de los pelos me hace subir la escalera, tarea que en sí era difícil y que, además, el me complicaba al pisarme las manos sin misericordia. Una vez adentro, cierra la puerta con llave y me tumba al suelo de un puñetazo en la cara, sentía el sabor de la sangre en mi boca, inmediatamente después de eso empieza a darme pisotones y patadas a lo largo de todo el cuerpo, nunca me había pegado así, me sentía morir. "-Ya vuelvo putita, voy a buscar una cosa, mientras tanto quiero que te desvistas y me esperes boca arriba desnudita ahí en el piso, esta claro?" dijo al tiempo que dejaba de pegarme. "-¡¿esta claro?!" repitió dándome una fuerte patada en las costillas, enojado por mi silencio. "-Si… amo" Respondí tímidamente, creyendo que esa era la respuesta que el buscaba. Parecía estar en lo correcto, ya que el me regaló una sonrisita lasciva y un fuerte pisotón en mis bolas antes de irse, yo, mientras tanto, con el dolor que me agobiaba, hice un esfuerzo por desvestirme rápido ya que no quería que el volviera y me vuelva a castigar. Para cuando el volvió yo ya estaba en el piso mirando hacia arriba sin nada de ropa, como el me ordenó. Me dijo que cierre los ojos y que no me atreviera a abrirlos pasara lo que pasara. Lo que sentí a continuación me tomó por sorpresa, a pesar de no poder ver me daba cuenta de que mi amo no estaba haciendo otra cosa que lubricarme la pija, si no hubiese sido por el miedo que había impuesto en mi a través de la tortura genital creo que habría tenido una erección al instante. Posteriormente a eso, siento como si algo rodeara mis testículos apretándolos fuertemente, y despúes de eso siento que me meten el pene en una especie de tubo de plástico, luego escucho un "Click" y siento que me aprieta ligeramente. "-Abrí los ojos" Me ordena, y cuando los abrí, ¡no podía creer lo que estaba mirando! Reconocí lo que mi amo me puso en la pija por haberlo visto en un blog sobre sadomasoquismo hacía poco tiempo, mi amo me había puesto una jaula de castidad. "-¡Ahora si estás presentable puta asquerosa!" me dijo, y de los pelos me arrastró hacia donde había un sillón, se sentó y me ordenó ponerme en cuatro patas abajo de el, apoyó sus pies en mi espalda y prendió el televisor. Sentía el peso en mi, lo cual no me provocaba una sensación grata, no podía ver lo que había en el televisor ni lo que hacía mi amo, ya que la posición me lo impedía y yo tenía miedo de levantar la mirada, pero escuchaba a una mujer gritando como si se la estuvieran cogiendo, por lo que no fue difícil adivinar que se trataba de una película porno. Pasa algo así como media hora, hasta que mi amo me patea con furia el estomago y me dice "-Puta ¡ya estoy listo para que me chupes la pija!" yo entiendo eso como una orden, y pongo su siempre mal oliente miembro en mi boca, el cual el sin ninguna misericordia empuja hasta el fondo, comenzando una vez mas la brutal chupada a la que me tenía ya acostumbrado, marcando el violento ritmo con una mano que sostenía firmemente mis cabellos. Era la primera vez en bastante tiempo que me cogía la boca sin torturar mis bolas, si, era tan bruto como siempre y no faltaron los golpes pero por lo menos no sentía ese dolor horrible que venía experimentando durante las últimas citas, en consecuencia mi pene se empezaba a erectar, pero, en determinado punto sentí un dolor todavía peor que el otro ¡claro! ¡la jaula de castidad! ¡la había olvidado completamente! El castigo de la jaula era peor que el del cordón, ya que esta vez el en realidad no estaba aplicando tortura alguna en mis genitales, mi pene hasta cierto punto sentía la necesidad de erectarse pero no podía, amén de que tampoco podía yo tocarme ya que eso me valdría de un castigo, e incluso si pudiera no sabría como sacarme el dispositivo, había conseguido arrancar completamente el placer de mi cuerpo. A todo esto, mi amo, seguía cogiendo mi boca con su habitual brutalidad y sus golpes, aumentando mi sufrimiento. hasta que, como tantas otras veces, acabó en mi garganta al mismo tiempo que me dio una fuerte cachetada, ordenándome tragar su semen. Así transcurrió la noche, mi amo me hizo estar todo el tiempo a sus pies, como un mueble, mientras el miraba la tv, o porno o cualquier otra cosa, cada tanto se dormía en el sillón y estaba de lo más cómodo. Cada vez que el necesitaba algo, ya sea usar mi boca, o que le trajera cualquier cosa, o incluso cuando tenia ganas de mear, el me ordenaba prestarle el servicio requerido con una patada en el estómago, y cuando terminaba volvía a la misma posición en la que estuve toda la noche. Muy temprano en la mañana, me echó, me hizo llevar conmigo la jaula de castidad y me dijo que de ahora en mas en su presencia siempre tenía que llevarla puesta, ya que el no quería saber nada con mi inservible y asquerosa pija, el no era un puto de mierda como yo. Para justificar los moretones en casa argumenté que me habían asaltado en la puerta del boliche, por suerte mis papás lo creyeron, aunque mi catálogo de excusas se iba reduciendo mientras que la brutalidad de mi amo aumentaba. Pero, ese era el menor de mis problemas, mi amo seguía haciendo de mi lo que quería y yo ya ni sabía como me sentía al respecto, me había hecho descender otro nivel, me había "castrado" de alguna manera, pero a pesar de todo yo sabía que si el me llamaba yo iba a volver, que no iba a atreverme a desobedecerlo en nada, no solo por miedo, sino porque me sentía completo siendo usado y humillado por el… ¿acaso algo estaba mal conmigo?
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